Estanislao Kołodziejski era el abuelo materno de Rafael Chacón, días atrás había retado a Marcos Chacón, el otro abuelo del adolescente a una competencia. Todo debido a viejos rencores y celos que el señor sentía sobre el abuelo paterno del adolescente.
Era el día de la competencia y Estanislao estaba encerrado en el baño de una de las habitaciones en el hotel Neptuno Palace. El abuelo de 60 años todavía tenía un cuerpo muy bien conservado, producto de una rutina diaria de ejercicios y levantamiento de pesas. Su tez era bronceada por el sol, cabellos rubios y un mostacho bien poblado. El hombre miraba su reflejo en el espejo, estaba desnudo a excepción del calzoncillo ajustado que vestía, el bulto en su ropa interior color blanca apenas contenía su inmensa salchicha polaca que trajo al mundo a tres hijas.
«Quiero limpiar el piso con ese idiota de Marcos Chacón» pensaba Estanislao mirándo su reflejo en el espejo «siempre creyéndose el mejor» tragó saliva «Las bolas… esos Chacón tienen bolas muy resistentes, son de otro mundo, sé que les duelen, pero tienen una capacidad para resistir...» dirigió la vista a un pequeño equipaje, caminó hacia él y lo abrió, extrajo una taza protectora. Miró su rostro en el espejo y sonrió con astucia «Chacón no me va a ganar, primero yo le destrozo sus huevos».
Iba a colocarse la taza dentro de sus genitales cuando alguien llamó a la puerta, era su nieto Rafael. Estanislao dejó el protector de genitales sobre el lavabo y acudió a la puerta.
Rafael entró mirándolo preocupado. Su fiesta de cumpleaños número 16 se había terminado y los presentes que se quedaron era la multitud ansiosa por conocer la batalla de fornidos abuelos.
—Abue, no tienes que hacer esto. Yo te quiero así sin ton ni son. No cometas una estupidez.
—¿Me quieres? Igualmente tu ídolo es el idiota de Marcos Chacón y no sé por qué. Es un hipócrita, cuando tu mamá estuvo embarazada la odió.
—Eso ya es pasado, abuelo. Tú tampoco estuviste contento cuando la menor de tus hijas fue la primera en ser embarazada. No te hagas el digno. Deten esto y no vayas a esa competencia.
—Sí voy a ir. Te quiero demostrar que soy mejor que Marcos y te quiero más. Recuerdas lo que me dijiste hace tres días de tu abuelo Chacón. Me dolió mucho.
—Abuelo —Rafael extendió los brazos y rodeó al señor fuertemente.
Tres días antes Estanislao Kołodziejski estaba entrenando en la habitación que dispuso como gimnasio en su hogar. Sudando en el suelo levantaba las pesas. Su cuerpo estaba empapado de sudor mojando su franela y el pantalón corto que abultaba un conjunto de bolas que posiblemente no tenía nada que envidiar al vanidoso Marcos Chacón.
—Abuelo, no hagas esto. Deten lo que pretendes —le dijo Rafael aquel día.
—¡Abuelo, a caso no te das cuenta que Marcos Chacón te va a sacar la mierda!
Estanislao pareció perder la concentración, de echo abandonó su rutina de ejercicios y depositó la barra a un lado en el suelo.
—Por esto mismo no quiero desistir en mi propósito. Necesito que abandones esa devoción ciega por ese tipo miserable.
En la actualidad Rafael abrazaba a su abuelo hasta que sus ojos se toparon con la taza protege huevos en el lavabo.
—¡Hey! —dijo soltándose y recogiendo el objeto—. ¡¿Pretendes hacer trampa?!
Estanislao abrió los ojos con sorpresa.
—Eh… Rafa… ¡A caso crees que Marcos Chacón no usará una! ¡Ese tipo es un cobarde!
—Acúsalo de todo lo que quieras. ¡Pero no es un tramposo!
—¡Dame eso, Rafa!
—¡No! ¡Me siento decepcionado, abuelo! —Rafael salió del baño llevándose con él la taza protectora.
—¡Carajo! —susurró Estanislao. Se quedó mirando frente al espejo y se agarró el bulto, rodando sus ciruelas maduras entre la punta de sus dedos, cada silueta de sus testículos se dibujaron con precisión en su ropa interior.
Por su parte, Marcos Chacón esperaba ansioso a su contrincante. El ex ministro de turismo, al igua que su rival vestía un ajustado calzoncillo de color blanco. Con los testículos colgándole entre las piernas como grandes campanas.
—¿Sabes que puedes detener esto en cualquier momento? —le indicó Israel—. Es ridículo que lo hagas.
—¡Adelante, tigre, no te rindas —apoyó Enzo palmeándolo en la espalda.
—No soy ninguna clase de cobarde —respondió Marcos— estoy dispuesto a todo con tal de dar una lección a ese viejo necio.
Con un estallido de aplausos apareció Estanislao, caminaba con la frente en alto y orgulloso de vestir su calzoncillo, la madre de Rafael se puso roja como un tomate y ocultó su rostro entre sus manos, sintiéndose avergonzada.
Estanislao hizo frente a Marcos llevándose las manos a la cadera acentuando el volumen de su salchicha polaca.
Simón Chacón con bastante experiencia en conducir eventos tomó el micrófono y entre bromas y risas anunció a los contrincantes. Cada uno debía soportar su resistencia al subir unas pequeñas escaleras y dejarse caer con las piernas abiertas sobre una sólida y dura barra de gimnasio.
Marcos fue el primero en comenzar el reto. Al llegar al último escalón se quedó observado la dura estructura. Deseaba que sus grandes testículos pudiera resistir el duro travesaño. Tragó saliva y se dejó caer separando los muslos.
POOOF
Cualquier joven que estuviera filmando con su teléfono de última generación hubiera logrado captar como las hermosas toronjas de Marcos se aplastaron entre la sólida barra y su cuerpo.
—¡¡¡AAAAAAAAAAAH!!! —Marcos emitió un sonoro grito que hiela la sangre, al mismo tiempo que sus ojos se ponían blancos.
Pablo y Enzo lo ayudaron a salir y lentamente se fue cojeando agarrando sus lastimados huevos, quedando doblado en un lugar de la sala con la cara arrugada de dolor.
Estanislao subió las escaleras con gesto de triunfo, miró el travesaño con mucha confianza y saltó desafiando la gravedad (y su hombría), gimió de dolor cuando sus pelotas hicieron contacto con la barra de madera y se aplastaron provocándole un doloroso crujido.
Al ser atendido por Pablo y Enzo para ayudarlo a salir, en desventaja, fue zarandeado por los jóvenes que le machacaron sus huevos con la plataforma.
—Aaaaaay —emitió Estanislao dándole un empujón a Pablo. Como pudo salió del soporte agarrándose los huevos por cuenta propia.
Con los pies sobre el suelo, se dobló consolándose las bolas con las manos y gimiendo de dolor.
Otra vez era el turno de Marcos para defender su puesto como abuelo favorito de Rafael Chacón (ausente en la sala por el momento).
La nueva oportunidad de Marcos fue mejor que la inicial, después de caer sobre el travesaño pudo soportar el temible grito apretando los labios, conteniendo el grito. Cuando la ola de dolor en su cuerpo disminuyó tras el shock de los testículos aplastados. Sonrió a los espectadores con los ojos llenos de lágrimas.
Los amigos de Rafael aplaudieron y se divirtieron dándole elogios.
Estanislao no dudó en saltar sobre el travesaño, sus testículos productores de semen chocaron con la firme barra y el peso muerto de su cuerpo.
—¡AAAAAAAAAAAAAH! ¡MIS BOLAS!
Los muchachos que miraban la competencia estallaron en risas de ver al viejo con los ojos cristalizados y la boca abierta en forma de "O".
Cuando fue ayudado a salir del soporte, Estanislao no pudo mantenerse de pie y se colocó de costado sobándose y agarrando sus bolas.
—Papá, tú no estás para eso —dijo una de sus hijas.
El resto de los espectadores se rieron de ver a Estanislao intentar levantarse, pero el dolor era más grave de lo que podía y se quedó en el suelo sosteniendo sus gónadas, estaba mirando al techo con ambas manos en sus doloridos genitales. Cerró los ojos y apretó los dientes gimiendo.
Con un andar flojo y tropezado, Marcos subió las escaleras sosteniéndose los testículos. Respiró hondo y se dejó caer. Aterrizó pesadamente sobre sus bolas dio un grito ahogado y se balanceo de un lado a otro en estado de shock hasta que lo ayudaron a bajar, ya en el suelo se dobló y agarró sus preciosos testículos.
Pasaron muchos minutos para que Estanislao se animara a completar su turno. Miró a todos los espectadores, entre ellos encontró a Rafael que había llegado a la competencia, pero que le dirigió una mirada de reproche.
El abuelo polaco se dejó caer con las piernas abiertas sobre el travesaño y gritó con fuerza cuando sus testículos se aplastaron entre su cuerpo y la barra. Cuando Pablo y Enzo lo ayudaron a salir (o eso era lo que parecía), se derrumbó junto a Marcos.
Marcos y Estanislao estaban en el suelo consolando sus maltrechas bolas, dolía muchísimo y dejaría secuelas que iban a durar por días.
—¡Es el turno del honorable Marcos Chacón! —invitó Simón a través del micrófono queriendo regalar ánimos.
Gimiendo, Marcos se puso de pie. Encorvado, subió las escaleras. Su cuerpo sudaba y el rostro parecía que estaba a punto de llorar. Miró la barra con lástima y retrocedió.
—¡Tu puedes, papá! —dijo uno de sus hijos o sobrinos.
El hotelero se dejó caer chocándose los huevos en la barra. Gritó cuando sus bolas hicieron contacto con el sólido material, cayó al suelo, colocándose en posición fetal.
Estanislao caminó en cuatro patas hacia las escaleras. El dibujo de sus bolas se marcaba en su ropa interior con sus piernas abiertas. Subió los escalones uno a uno.
—¡Te voy a derrotar, Marcos Chacón! —aseguró antes de saltar con fuerza y quedar en el aire aplastando con su cuerpo sus testículos contra la sólida barra.
Los ojos de Estanislao estaban abiertos y su boca en forma de O no emitió ningún grito, sus manos puestas sobre el travesaño temblaban, igual que su cuerpo.
Después de verlo sufrir paralizado y con las bolas aplastadas en el travesaño, Pablo y Enzo se decidieron a ayudarlo a bajar. El abuelo materno de Rafael se quedó postrado en posición fetal en el suelo, sobándose las huevas.
Marcos Chacón estaba sentado con las piernas separadas y las manos sobre sus testículos, de no ser así, sus bolas se marcaran de forma grosera en su ropa interior. Haciendo una mueca de dolor se puso de pie y mientras subía los escalones se fue quejando. Se detuvo en el último mirando con horror el travesaño. Tragó saliva y se lanzó aplastando sus bolas contra la sólida plataforma lanzando un fuerte grito con las piernas abiertas y sus grandes testículos, que quedaron deformes bajo el peso de su cuerpo.
A excepción con el polaco, Enzo y Pablo acudieron de inmediato a separar a Marcos del travesaño, el pobre hombre no sabía como moverse, tenía la respiración agitada y gritaba de forma consecutiva variando el tono.
Ya con los pies sobre el suelo, sus manos acunaron sus testículos y se quedó doblado.
Estanislao tragó saliva y asumió su turno con valentía. Subió las escaleras.
Después de dudar por casi un minuto y medio se lanzó a su suerte, con un fuerte y doloroso crujido sus bolas se clavaron entre su cuerpo y la madera.
—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!
Apelando a la trampa, Pablo y Enzo lo bajaron del travesaño transcurridos unos segundo de tener sus bolas amorfas y aplastadas. El pobre Estanislao se acurrucó en ovillo, gimiendo y amasándose las bolas.
Los amigos de Rafael aplaudieron su osadía.
Marcos aceptó su turno. Con las piernas temblando subió para saltar y aterrizar con sus testículos. Sus ojos se abrieron y cruzaron.
Se tumbó en el suelo al lado de Estanislao, ambos rodaban acunando sus testículos y gimiendo con el cuerpo lleno de dolor.
El abuelo rubio de Rafael gimió y lentamente se puso de pie. Subió las escaleras como si fuera una versión grotesca de un vaquero del viejo oeste. Las bolas le pesaban y le dolían bastante.
El pobre hombre se quedó en el borde pensando en su suerte y poner a prueba la resistencia de sus gónadas. Entre la multitud distinguió el rostro de Rafael que negó con la cabeza insistiendo en que no lo tenía que hacer.
—Soy mejor que él —afirmó Estanislao señalando a Marcos. Luego saltó aterrizando con las bolas a punto de explotar en la barra. El polaco comenzó a gritar y echar maldiciones en su idioma, tenía la mirada perdida, el rostro pálido y cúmulos de baba salían de su boca.
Cuando fue depositado en el suelo, se acurrucó en posición fetal llorando y sosteniendo sus doloridos y deformes huevos.
Marcos volvió a caminar sosteniendo su hombría y apretando los labios entre los movimientos de sus piernas hizo un gran esfuerzo al atravesar los escalones.
Se quedó de pie al último dudando en exponer su hombría.
La multitud empezó a creer que el momento de su rendición estaba a pocos segundos.
Y el abuelo de 51 años saltó y aterrizó con los huevos aplastados en el travesaño.
Los amigos de Rafael explotaron en aplausos y vítores en el preciso instante en el que los testículos de Marcos impactaron con fuerza en la tabla.
Un gemido alto, sonoro y gutural escapó de los labios de Marcos Chacón.
Cuando Enzo y Pablo lo ayudaron a salir, el hotelero se quedó en el suelo, agarrando sus gónadas y agonizando de dolor.
—Ahora sigue el turno de nuestro polaco de oro —decía Simón a través del micrófono—, Estanislao Kołodziejski es el momento de cumplir con el turno. ¿Estanislao?
Katrina Kołodziejski, la madre de Rafael emitió un grito de miedo al ver que su padre estaba inerte en el suelo.
…
Cuarenta minutos más tarde gran parte de los jóvenes amigos de Rafael se habían retirado, unos pocos se reunían en grupos comentando la gran gala de la noche.
Estanislao estaba sentado en una esquina recibiendo aire que una de sus hijas mayores le soplaba con un abanico, el hombre aceptó la derrota después de desmayarse, pero aseguró una revancha que Marcos Chacón aceptó pavoneándose con orgullo.
Al otro extremo Marcos Chacón ocupaba un asiento rodeado de sus hijos y otros amigos. Una bolsa repleta con hielos aliviaba el dolor quemante de sus testículos.
Rafael Chacón se acercó a él.
—¡Felicidades, abuelo! No lo quiero admitir, pero tenía la gran certeza de que ibas a ganar.
—¿Por qué no vienes y me das un fuerte abrazo, Rafa? —le pidió Marcos con malicia.
Y los dos se rodearon con los brazos de manera apretada y cariñosa. Marcos Chacón miró con orgullo a Estanislao que enseguida se tornó furioso y movió los labios, seguramente en un insulto polaco.
Marcos más feliz que nunca, miró a Rafael y le dijo.
—Ahora, ve con aquel viejo maricón y dile que lo quieres.
—Sí, aunque estoy molesto con él, iba a usar una taza protectora.
—¿Qué? ¡Viejo cabrón! Tramposo.
Rafael se dio la vuelta y caminó hacia Estanislao, también le dio un abrazo.
—No tienes por qué hacer esto, abuelo —le dijo.
—Porque quiero tu reconocimiento, Rafa. Por encima de aquel comunista vestido de derecha. ¡Para la próxima le voy a ganar y barreré el suelo con las bolas de Marcos Chacón.
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