Escrito por: FerchoMX
Mi novio es muy sensual, me siento irremediablemente atraĆdo por Ć©l, lo que mĆ”s me gusta es ese rostro de niƱo inocente que tiene, que contrasta con lo atrevido que puede llegar a ser en la intimidad. El sexo es fenomenal, casi compensa lo malo, jamĆ”s me aburro cuando cuento con su compaƱĆa en la cama… en el parque… en un baƱo pĆŗblico… en un elevador… o en la habitaciĆ³n de Alfred… en la azotea de un edificio… en un callejĆ³n… o en alguna alberca… en fin, hemos tenido encuentros muy, muy cercanos y deliciosos en mĆŗltiples lugares. DespuĆ©s de todo, estamos por cumplir ya nuestro segundo aniversario.
Casi cumplo dieciocho |
Nos encontramos en mi departamento en GĆ³tica: un estudio, tipo loft, que a principios del siglo pasado fue una fĆ”brica, hoy, es un conjunto de viviendas improvisadas a bajo costo. Estamos en mi cama, es de noche, Ć©l me abraza, yo me acurruco mientras acaricio su pecho y abdominales. Me gusta sentir su calor, observar mi palma elevarse al compĆ”s de su respiraciĆ³n, verme reflejado en sus hermosos ojos claros, lo que mĆ”s disfruto de estos preciados momentos, es el aroma varonil que desprende su axila. Ambos vestimos con pantalones para dormir, dejando nuestros torsos al desnudo. Ćl me mira, y con mucho cariƱo me besa en la frente. Me ama, de eso no tengo duda.
—Si hace siete aƱos, cuando te vi por primera vez en aquella mega Batalla contra Darkseid en ‘Eth Atlh’eban, alguien me hubiera dicho que tĆŗ y yo terminarĆamos abrazados en la cama, siendo pareja, yo no lo hubiera creĆdo. ¿No te parece curioso? —pregunto a mi novio.
—SĆ, aunque para ser honesto, hasta hace un par de aƱos, yo tampoco creĆa que algo asĆ podrĆa pasar; tu excesiva confianza, autosuficiencia y personalidad arrolladora, siempre sumaron a tu encanto masculino. En algĆŗn momento creĆ que alguien como tĆŗ estaba fuera de mi alcance.
TomƔndolo de la mano, lo llevo hacia una de las paredes de lo que es mi departamento. Al colocar mi huella digital, una puerta se desliza mostrando un elevador.
—No me digas que tienes tu propia baticueva —comenta mi chico.
—Algo asĆ —digo con una sonrisa traviesa. Ambos entramos y descendemos un par de pisos.
Cuando abandonamos el ascensor, automƔticamente se encienden las luces del lugar, mostrando un calabozo sadomasoquista.
—¿QuĆ© te parece? —pregunto.
—Vaya, no esperaba algo asĆ de ti, Damian —comenta—. Se me parĆ³ de solo ver el lugar. MĆrame —dice seƱalando con la mirada el bulto en su entrepierna. SujetĆ”ndolo del pene, como si me perteneciera, tiro de Ć©l para guiarlo hacia unos arneses con poleas. Donde mi intenciĆ³n es amarrarlo y suspenderlo inerme, para entonces, hacer con Ć©l lo que me plazca.
DĆ³cilmente permite que le retire el pantalĆ³n y su ropa interior. Yo lo amarro con confianza, cierro cada correa y confirmo que los arneses estĆ©n asegurados. Enseguida, giro una palanca que mueve unas cadenas; lentamente lo elevo; Ć©l queda suspendido en una posiciĆ³n similar a estar sentado.
—¿QuĆ© vas a hacer conmigo? —pregunta con una sonrisa.
—¿QuĆ© pasa, DamiĆ”n? —comenta desconcertado.
Mi sensual novio, Bart Allen |
—¿Sientes el frĆo? Es una de tus debilidades, ¿cierto, Bart? —digo a mi novio, mientras le retiro la venda de los ojos—. Es tecnologĆa del Sr. frĆo que yo mismo adaptĆ©
—¿Por quĆ© haces esto? —pregunta el velocista.
Yo no respondo, simplemente tomo una jeringa enorme e inyectĆ³ un lĆquido en su cuerpo. Enseguida, tomĆ³ otra de similar tamaƱo e inyecto su contenido, justo entre el nacimiento de su pene y el escroto.
—¿QuĆ© haces?
—Lo primero es un poderoso sedante que harĆa dormir a una ballena. En tu caso solo te aletargara para que no puedas moverte. Aunque consiguieras entrar en contacto con la Fuerza de Velocidad, de nada te servirĆa —sorprendentemente, Ć©l escucha atento mi explicaciĆ³n—. Lo segundo es un cĆ³ctel, que incluye un coagulante de Ćŗltima tecnologĆa desarrollado en laboratorios Wayne y un anestĆ©sico potente. No pretendo derramar ni una gota de sangre, mucho menos causarte dolor.
—¿QuĆ© me vas a hacer? —pregunta mi novio con una mirada de terror.
—¿No es obvio? Te voy a castrar, “Bebeshito” hermoso —respondo con tono meloso—. Eres un promiscuo, Bart, me has puesto el cuerno con muchos hombres, en mĆŗltiples ocasiones ¿creĆste que no me enterarĆa de tus encuentros sexuales? Soy un maldito detective.
DespĆdete de tus bolas |
—Lo sĆ©, no tengo duda al respecto. Tranquilo, BebĆ©, yo te voy a curar. Lo hago por tu bien —digo tocando afectuosamente su mejilla—. En cuanto remueva tus testĆculos, ya no tendrĆ”s ese problema.
—¡No! No te atrevas, por favor, DamiĆ”n, hago lo que me pidas, solo, no lo hagas, te lo suplico —mi novio comienza a rogar—. Por lo que mĆ”s quieras, no.
Yo acerco una mesa con diversas herramientas quirĆŗrgicas. Sujeto su escroto y lo estiro, para elevarlo de tal forma que Ć©l pueda observar.
—¿Lo ves? Te estoy apretando las bolas con toda mi fuerza. A que no te duele, ni siquiera lo sientes, ¿verdad? Eso significa que estamos listos, Bart.
Entre sĆŗplicas, yo pongo manos a la obra: sujeto un bisturĆ y realizo una incisiĆ³n, justo en el centro, para abrir su saco escrotal; con mis guantes de lĆ”tex, esculco en el interior de aquella bolsa; expongo sus redondas carnosidades y con una pequeƱa pinza, hago el corte para la extracciĆ³n. Es un procedimiento limpio, estoy seguro de que ni lo sintiĆ³. Tomo un espejo para mostrarle a mi chico el reflejo de su escroto vacĆo. Ćl comienza a llorar desconsoladamente.
—¡Mis huevos! Nooo, ¡Mis huevos, Damian! ¿Por quĆ©? ¿Por quĆ©? —grita de forma quejumbrosa.
Tomo la charola donde coloquĆ© sus Ć³rganos sexuales y la llevo cerca de su rostro para mostrĆ”rselos. Son dos esferas ovaladas, gelatinosas, de carne, color claro con pequeƱas venas rojas. Claramente Bart era un macho saludable.
—Mira su forma, su color y su tamaƱo, Bart, son hermosos —digo al tiempo que tomo uno y lo hago colgar frente a sus ojos. Por poco se desmaya.
De verdad creĆa lo que decĆa, no me estaba burlando, jamĆ”s habĆa visto testĆculos fuera del escroto. Esperaba asquearme, lo que estoy es maravillado, los orbes de mi novio eran tan bellos como Ć©l.
—No cabe duda, eres un semental, Bart, o bueno… lo eras.
—No lo merezco, Damian, no lo merezco —dice con voz aguda y el rostro suplicante—. Fui buen novio contigo, no hice mĆ”s que cuidarte y quererte. Aquello de lo que me acusas, yo no era responsable, estoy enfermo. ¿Por quĆ© eres tan cruel conmigo?
—Todo lo contrario, BebĆ©, soy bondadoso y gentil, incluso generoso. No siento mĆ”s que afecto y agradecimiento por ti —digo dĆ”ndole un beso en la frente—. A pesar de todo, yo te quiero mucho, Bart. Te quiero tanto, que mira lo que tengo para ti —En ese momento le enseƱo una jeringa con una aguja gigantesca.
—¿QuĆ© vas a hacer con eso? —pregunta con terror, dejando de llorar.
—Ya lo verĆ”s —digo al tiempo que inserto la jeringa y extraigo un lĆquido blanco perlado. Retiro la aguja y muestro el contenido a mi novio, incorporo a la sustancia otra extraĆda de su epidĆdimo—. ¿Ves esto? Es tu Ćŗltima carga, la extraje directo de tu vesĆcula seminal. Yo la voy a custodiar, tu descendencia estĆ” asegurada, cuando lo desees, podrĆ”s ser padre—. Bart me escucha con incredulidad, enseguida, rompe en llanto. Mientras tanto, yo guardo su semen en un cilindro criogĆ©nico.
—¡Mis huevos! ¡Mis pobres huevos! —repite una y otra vez, mientras mira con aƱoranza la charola donde yacen sus bolas de carne.
—Fuiste alguien importante para mĆ, por nadie mĆ”s me tomarĆa tantas molestias. Estuviste para mĆ en un momento en que te necesitaba, y me ayudaste a levantar de una gran decepciĆ³n. He tratado que este procedimiento sea lo menos traumĆ”tico posible para ti, espero que valores lo mucho que te quiero.
—¡PĆŗdrete! —me grita con furia— ¿Crees que esto se va a quedar asĆ?
—Si me haces algo, jamĆ”s podrĆ”s ser padre, destruirĆ© tu semen —afirmo.
—¿Crees que eso me importa? Eres un animal, un bastardo malnacido, hijo de puta, cabrĆ³n.
—ConfĆo en que con el tiempo entenderĆ”s que hice lo mejor para ti —aseguro, mientras le inyecto un poderosĆsimo sedante, que en conjunto con el aplicado inicialmente, lo dejarĆ” noqueado durante algunas horas—. Ahora duerme, “Bebeshito” hermoso, sueƱa con los angelitos, sueƱa conmigo. Cuando despiertes, tendrĆ”s tus testĆculos de silicona.
—Te… odio… maldito… perro… hijo...de… —lentamente, mi novio queda inconsciente.
—¿Sientes eso? —pregunto con la voz ahogada, ya que estĆ” presionando muy fuerte mi trĆ”quea. Ćl frunce el ceƱo y comienza a gemir debido al dolor. Es que yo, estoy apretĆ”ndole las bolas con toda mi fuerza.
—¿QuĆ© significa esto, Damian? —pregunta desconcertado.
En seguida, se golpea a sĆ mismo con el puƱo en repetidas ocasiones. Forma un cepo con sus dedos para aprisionar su escroto, y castiga sus bolas con mucha potencia. Con cada golpe, gruƱe ahogadamente, termina cayendo de rodillas sobando su entrepierna.
—¿Por quĆ© siento dolor? —pregunta desde el piso. Yo aprovecho su debilidad para patearlo en el mentĆ³n con toda mi fuerza, Ć©l queda tendido en el suelo con las piernas abiertas. Elevo mi pie y estrello mi talĆ³n contra sus desnudas bolas. Bart grita agudamente y se queja.
—Son tus testĆculos reales —le digo.
—¿Me engaƱaste?
—No, ayer verdaderamente extraje tus gĆ³nadas, lo que viste eran en verdad tus testĆculos —explico—. Simplemente los volvĆ a colocar en su lugar y sumergĆ tu escroto en un bote con un poco de agua del Pozo de LĆ”zaro. Hace dos aƱos, tĆŗ me deshiciste las bolas en aquel techo. Era tu fiesta de cumpleaƱos, ¿recuerdas? De no ser porque Madre me secuestrĆ³ y me curĆ³, yo habrĆa quedado castrado.
—¡Te pedĆ perdĆ³n! Dijiste que me perdonabas —responde Ć©l.
—Ahora sĆ, te perdono, Bart.
—¡Chinga tu madre!
—DeberĆas agradecerme, en este momento estĆ”s mĆ”s sano que nunca. DĆ©jame probĆ”rtelo —afirmo.
Su eyaculaciĆ³n es muy particular, es veloz, no se siente el espasmo, ni puede ser anticipada, en una fracciĆ³n de segundo puedo encontrarme empapado de su jugo viril. AsĆ ocurriĆ³, parte aterrizĆ³ en mi cara, parte en su torso, no me di cuenta, solo sentĆ su calidez, humedad, olor y salado sabor, pues cayĆ³ en mi mentĆ³n y mejilla.
—¿Lo ves? EstĆ”s saludable —digo con el rostro empapado de lĆquido cremoso.
Con mucha nostalgia, palpo en su escroto el par de hermosos testĆculos. Los cuales golpeĆ©, pateĆ©, aplastĆ© y castiguĆ© en incontables ocasiones durante el tiempo que durĆ³ nuestra relaciĆ³n. Sin decir una palabra, en mi mente me despido con cariƱo de los Ć³rganos viriles del chico que fuera mi pareja: par de huevos, los voy a extraƱar mucho, a ustedes y a su cĆ”lido nĆ©ctar perlado.
—AlĆ©jate de mĆ —grita con espanto en cuanto ve que miro y sujeto sus bolas. Velozmente se pone en pie y guarda distancia conmigo—. No quiero volver a saber nada de ti, ¿de acuerdo? EstĆ”s loco, eres un verdadero psicĆ³pata.
—PensĆ© que eso ya lo sabĆas —comento sonriendo con cinismo.
—Solo, alĆ©jate de mĆ, por piedad, Damian. No quiero saber nada mĆ”s de ti.
¿PodrĆas hacer algo por mĆ? |
—¿PodrĆas hacer algo por mĆ? —pregunto.
—Ni loco —responde con desprecio.
—Dile a todos, lo que le pasa a quien se atreve a serme infiel. Quiero que estĆ©n advertidos.
—¡Eres un enfermo! —expresa con asco, y parte a toda velocidad, produciendo el sonido de una rĆ”faga.
Me quedo solo, limpio mi cara con una toalla y doy sorbos a una lata de cerveza, mientras miro por mi ventana. Acabo de dar por terminada una relaciĆ³n de dos aƱos. QuerĆa mucho a Bart, pero no lo amaba. TratĆ© de llenar con Ć©l, un gran hueco que habĆa en mi interior, no pude hacerlo. No soy feliz, me siento vacĆo, como si algo me faltara, creo saber con exactitud lo que es. La Ćŗltima vez, cuando me despedĆ de Jon en el palacio de ‘Eth Alth’eban, Ć©l se llevĆ³ mi corazĆ³n; hasta este momento, no he logrado recuperarlo.
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Ya se que esta historia es de un aƱo, pero siempre quize e, oresar esto, siempre me gustaron este tipo de momentos brutales en la serie, como cuando Kid Flash le hace pure los testĆculo a Robin cuando lo descubriĆ³ con Superboy y en esta historia, cuando Robin le extirpo los testĆculo a su novio, y ame lo brutal que fue, hubiera querido ver mĆ”s de estos momentos en la serie, pero creo que estoy un aƱo tarde para responder, lo siento mucho, por cierto, cuando leĆ la historia, ese plot twist que kid flash fue el novio secreto de DamiĆ”n si me saco de onda, muy bien hecho! Jajaja!
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