El hombre más fuerte - Las Bolas de Pablo

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31 ago 2020

El hombre más fuerte

CONTIENE:

BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE


—El juego de hoy será bastante sencillo —anunció Bastian—. Los participantes escogidos por cada equipo tendrá que soportar la tortura genital que le cause un integrante del equipo rival. El primero en rendirse perderá 2 puntos en la tabla del proyecto, ¿entendido? 


Gastón Chacón y David Aceituno eran los escogidos para soportar el reto, entre los dos había mucho registro de la capacidad de resistencia de David. 

El esposo de Pablo sonrió. 

—Esto va a ser increíble —dijo.


Gastón puso los ojos en blanco. Sus grandes huevas estaban medio marcadas en el pantalón corto. 

—Tendrán que participar desnudos y en una posición muy vulnerable —se limitó a sonreír Bastian señalando a unas tablas de madera en forma de 'X' dispuestas en la habitación, era muy obvio que iba a ser ocupada para el reto. 

David se rio, luciendo nervioso 😩😰😥😓😧. 

Gastón hizo una mueca. —¿Nos vas a atar?

Bastian asintió. —Si no tienes ninguna objeción...

David miró a Pablo, quien enseguida apretó el bulto que se formaba en su entrepierna mostrando su erección. 

Los muchachos se quitaron la ropa mostrando sus cuerpos bonitos y musculosos.


Ambos lucían pollas hermosas y de amplia variedad. David la tenía pequeña pero bastante gruesa sus bolas eran gordas y pesaban en el escroto. La salchicha del delicioso Gastón eran tan blanca como él, derecha, grande y majestuosa, sus testículos delataban la calidad de su genética hereditaria, testículos muy grandes y cogantes en un escroto que les daba mucha piel para guardarlas. 

Él y David se pararon frente a las cruces y abrieron las piernas. Farid ató sus tobillos y muñecas a los respaldos de madera.

Camilo comentó. —Se ven geniales, muchachos. 

David se rió y movió las caderas, causando que sus genitales bailaran. 


Gastón suspiró. 

Los seleccionados por cada equipo se acercó a cada uno de ellos. 

Jean Chacón se paró frente a David, Moisés se paró a su lado, frente a Gastón, mirando su entrepierna.

—¿Te gusta mi polla? —preguntó David—. Continúa, tócala, dale un beso, Pablo no se va a enfurecer...


Moisés agarró tentativamente las bolas de Gastón con su mano derecha y las acarició.

Gastón lo miró, sonriendo.

Jean se rió. —Prefiero las cosas grandes —agarró bruscamente el esctoto de David y lo apretó con ambas manos.

David gritó de dolor. 

Jean pasó de apretar a abofetear con las manos abiertas, haciendo que las pelotas de David rebotaran entre sus muslos haciéndolo gemir de dolor.

—Que divertido —se rió Jean. 

Después de mirar por un minuto, Moisés se giró hacia Gastón y le guiñó un ojo.

Gastón estaba nervioso.

Mordiéndose el labio inferior, Moisés apuntó a las gónadas carnosas de Gastón golpeándolas con fuerza con la palma de su mano.

Gastón gimió.


Jean sonrió, mirando a su amigo.

Los dos sementales continuaron golpeando los testículos de sus amigos, aumentando lentamente el ritmo y haciéndolos retorcerse y gemir.

Jean se detuvo y miró a David, sonriendo.

David lo miró, haciendo una mueca de dolor, grueso sudor corría por su frente.

Moisés también se detuvo, haciendo que Gastón exhalara profundamente.

Segundos después David y Gastón vieron a sus verdugos dar un paso atrás y concentrarse en sus objetivos.

Jean usaba zapatos deportivos, y Moisés botas pesadas que definitivamente parecían poder romper un par de testículos.

—Continúa —animó Jean a su amigo—. ¡Patea sus bolas primero!

Moisés se echó a reír y levantó lentamente el pie, subiendo el par de bolas de Gastón con la punta de sus botas para evaluar su peso.

Gastón tenía una expresión de cansancio en la cara cuando Moisés se mordió el labio inferior y se preparó para dar una patada en sus preciosas joyas familiares.

—Di adiós a tu vida sexual —sonrió Jean—. Y a tu deseo de ser padre. 

La bota de Moisés chocó con sus huevos.

El pesado zapato se estrelló contra el saco de testículos del pobre Gastón con un golpe resonante, golpeando sus dos bolas y embistiéndolas contra su cuerpo.

Gastón gritó a todo pulmón cuando el dolor le recorrió el cuerpo. Rugió, cerró los ojos y abrió mucho la boca.

Jean miró a David con expresión divertida en su rostro.

David tragó saliva y sonrió nerviosamente a Jean.

Gastón gruñó algo ininteligible mientras se retorcía. 

Jean se rio.

Moisés dio un par de pasos hacia atrás, después corrió hacia Gastón, levantando su pie entre sus muslos abiertos en un ingenioso arco. La punta de su bota destrozó los pobres y delicados huevos de Gastón con admirable precisión. Los ojos del joven parecían estar a punto de salir de su cabeza. Su boca se abrió ligeramente y dejó escapar un suave gemido gutural. Su labio inferior tembló y sus ojos se humedecieron.

—Oooooh —Jean se encogió de simpatía, agarrándose la entrepierna.

Moisés sonrió y se volvió hacia su amigo, haciendo una reverencia.

David observó a Gastón, estaba con los ojos vidriosos, su cuerpo desnudo brillaba de sudor, las lágrimas corrían por su rostro mientras hacía una mueca de dolor.

—Supongo que es mi turno —dijo Jean, ajustando su ingle.

Gastón giró la cabeza, tratando de obtener una buena vista del golpe testicular que iba a ocurrir. 

Jean inhaló profundamente y pateó las bolas de David, aplastando sus dos globos negros repletos de esperma y provocándole a David una fuerte tos.

—Puedes hacerlo mejor que eso —dijo Gastón.

Jean se rio entre dientes. —Veamos si puedo sacar las bolas de su cuerpo y hacer que las escupa por su boca.

David parpadeó.

Jean se lamió los labios y pateó bruscamente la ingle de David, haciéndolo echar la cabeza hacia atrás, sintiendo el dolor.

Gastón no pudo evitar sonreír a pesar de que era obvio que sus testículos continuamente inundaban su cuerpo de dolor.

David respiraba con dificultad, su pecho se agitaba, los músculos de sus brazos y piernas se flexionaban y abultaban, sus dos albóndigas pesadas se hinchaban lentamente y llenaban su escroto al máximo.

Moisés y Jean se rieron entre dientes.

—Hagamoslo al mismo tiempo —dijo Moisés.

Jean se encogió de hombros. —Bueno.

—A la cuenta de tres —dijo Jean. —¡Uno, dos, tres!

Con toda la fuerza que pudieron reunir, los dos hombres patearon los huevos. El sonido de sus zapatos chocando con las gónadas hicieron eco en la habitación, seguido de gritos agudos y agonizantes de los torturados y risas desenfrenadas de sus atormentadores.

—Otra vez —gritó Moisés—. ¡Uno, dos, tres!

Una vez más, las bolas de los muchachos fueron golpeadas brutalmente.

—¡Uno, dos, tres! —gritó Jean alegremente.

Golpearon los testículos de los pobres muchachos como dos profesionales del fútbol en una sesión de entrenamiento, simultáneamente dejaron que sus patadas volaran entre los muslos y golpearon sus pelotas lo más fuerte posible, cada uno de ellos tratando de superar al otro al provocar el grito más estridente o el gemido más repugnante. 

Finalmente, después de más de una docena de patadas, tanto Jean como Moisés decidieron que era momento de un descanso. Respiraban pesadamente y sonreían de oreja a oreja.

David y Gastón estaban en un mundo de dolor. El sudor corría por sus cuerpos desnudos y sus caras estaban retorcidas. Sus pollas parecían estar relativamente ilesas, pero sus bolas estaban considerablemente hinchadas, tensando la piel de su escroto.

—Joder —susurró David. 

Gastón gimió.

Moisés agarró el saco abultado de Gastón y lo apretó, haciendo que los ojos del joven se abrieran de par en par.

Jean chasqueó sus nudillos.

Moisés tiró con fuerza, haciendo que Gastón gritara de dolor, retorció la mano y Gastón soltó un grito angustiado.

Jean y Moisés comenzaron a golpear las bolas hinchadas de los pobres participantes con sus puños. Izquierdo, derecho, izquierdo, derecho: Gastón y David gritaban de agonía cuando sus bolas se balanceaban entre sus muslos con cada golpe. A pesar de que Moisés y Jean comenzaron con golpes leves, parecían encender alarmas en los testículos de los chicos, que ya estaban muy golpeados. Cuando aumentaron el ritmo y la fuerza, las voces de los hombres se elevaba una octava.

Jean y Moisés terminaron la tortura agarrando simultáneamente el escroto con ambas manos y aplastaron los testículos ablandándolos entre sus palmas, haciendo que David y Gastón se cruzaran de ojos y emitieran ruidos en un tono muy poco natural.

Moisés se echó a reír mientras soltaba las nueces de Gastón.

—¡Me rindo! —declaró David con lágrimas en los ojos.

Enseguida se encendió un mar de abucheos de parte de los comunes y alegría entre los Chacón.

—¡Ay, David, que decepción! —declaró Moisés.


—¡Me duele, CARAJO!

—Eso demuestra la fuerza de unas bolas Chacón —anunció Gastón con emoción en su rostro.

Moisés entrecerró los ojos y le dio un puñetazo en la ingle.

—¡AAAAAY!

Bastian se echó a reír y declaró:

—Punto para los Chacón, el conteo sube 16 a 10 en favor a mis sobrinos. 

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