Otto Salinas se veĆa espectacular vistiendo una ajustada camisa que se ceƱĆa a sus grandes brazos, fuertes pectorales (con los botones semi abiertos a la altura del pecho), y un ajustado pantalón que disfrutaba con abrazarse a sus grandes glĆŗteos y piernas de encanto. El seƱor de 41 aƱos se estaba dando un banquete visual con un atado Pablo en la privacidad de su habitación.
Pablo Chacón lucĆa indefenso en sus ataduras. Estaba muy expuesto con luciendo su tez bronceada tal cual como llegó al mundo. El joven de 20 aƱos tenĆa su larga verga erecta mirando al techo y sus grandes testĆculos colgaban como pĆ©ndulos, frĆ”giles al roce con el viento.
Otto se acercó a su oĆdo y le susurró.
āEres mĆo y de nadie mĆ”s. Mucho menos de ese tonto de David.
El seƱor se le quedó mirando mientras que con la punta de sus dedos pulgar e Ćndice estimulaba la cabeza de su pene.
āĀæSĆ? āsusurró Otto mirĆ”ndolo seductor.
Pablo gimió suavemente, sintiendo mucha estimulación.
āDavid es un tonto āaseguró Ottoā, pero te estĆ” rondando y te gusta. Lo admito, no es feo. Pero, no sabe valorarte. En cambio yo āse inclinó y besó la cabeza de la verga de Pablo, el muchacho emitió un gemido cerrando los ojos. Otto Salinas se enderezó lamiĆ©ndose los labiosā. David me recuerda a una canción. En los noventa yo era fan de un grupo musical, Aterciopelados, los seguĆa a todas partes e iba a todos los conciertos que podĆa. Hay una canción que quiero dedicarte āOtto agarró los testĆculos de Pablo y empezó a sopesarlos con la punta de sus dedos sin aplicarle daƱoā. SĆ⦠par de bolas que tienes⦠me gustan muchoā¦ā¦ā¦ estoy enamorado de tu bolero falazā¦
El hombre comenzó a entonar una canción.
Buscas en mis bolsillos
pruebas de otro cariƱo,
pelos en la solapa,
esta sonrisa me delata.
Labial en la camisa
mi coartada estĆ” hecha trizas,
estoy en evidencia,
engaƱar tiene su ciencia.
āĀæMe engaƱaste con David, Pablo Chacón?
Otto entrecerró los ojos mirando a Pablo, su dedo pulgar recorrĆa en cĆrculos la cabeza del pene de Pablo.
Jadeando con delicia Pablo respondió.
āNo hay engaƱo cuando tĆŗ y yo aseguramos que entre nosotros no habĆa una relación.
Sin romper el contacto visual, Otto cerró el puƱo en los testĆculos de Pablo, lentamente hasta formar una tortura que hizo gruƱir al muchacho con la boca abierta y ojos de tristeza.
āGrrrrr āel cuerpo de Pablo se sobresaltó sintiendo sus bolas comprimirse.
Dejando sus testĆculos descansar. Otto lo soltó y Pablo comenzó a respirar.
Otto reanudó su canto.
Estoy hasta la coronilla,
tĆŗ no eres mi media costilla,
ni la octava maravilla.
Los ojos de Pablo se abrieron de golpe. Fue sacado de su descanso cuando la mano de Otto se envolvió alrededor de su polla latente. Deslizando su mano por todo el falo, duro, fuerte.
Pablo gimió.
āAAAAAAAAAAAaaaaaah.
Otto lo besó en la oreja, dejÔndole el lóbulo humedecido.
Las manos del seƱor envolvieron los testĆculos de Pablo, dejĆ”ndolo sin aliento.
āSoy el mejor para ti Pablo Chacón Statuto āle susurró con la mano firme en sus gónadas, sentĆa el pulso de los testĆculos gordos de Pablo en su palpa, manteniendo el firme apretón.
āMis huevos āsusurró Pablo, sufriendo, pero con el pene tieso.
Otto aflojó el agarre en las bolas de Pablo.
Malo si sĆ,
malo si no ni preguntes,
ya no soy yo,
fuera de mĆ es que me tienes.
Que si vengo, que no voy,
que si estoy, que me pierdo.
Que si tengo, que no doy,
que si estoy, que me vengo.
āMe quiero venir en ti āafirmó Otto frotando su dura erección contra el muslo de Pabloā. ĀæQuĆ© significa David para ti? ĀæY yo dónde estoy?
El seƱor volvió a inclinarse y lamió el pene de Pablo, llevĆ”ndolo a nuevos abismos de pasión. Lo hizo jadear tanto que las mejillas de Pablo se ponĆan muy rojas y cerraba los ojos. Otto sacó su boca del pene de Pablo y subió por su cuerpo trasladando la lengua desde el pubis al cuello.
Continuó cantando, modificando una parte de la famosa canción.
Lo siento en tus manos,
tus caricias me han robado,
lo huelo en tu boca,
esos besos ya son de otro.
¿Quién serÔ ese infame
que no deja que yo te ame?
Si yo lo encontrara
le partirĆa esos huevos.
Pablo se echó a reĆr y como castigo recibió un rodillazo en los testĆculos que hizo que se atragantara.
Estoy, hasta la coronilla,
tĆŗ no eres mi media costilla,
ni la octava maravilla.
Malo si sĆ,
malo si no ni preguntes,
ya no soy yo,
fuera de mĆ es que me tienes.
Que si vengo, que no voy,
que si estoy, que me pierdo.
Que si tengo, que no doy,
que si estoy, que me vengo.
Se quedaron mirando hasta que finalmente Otto de arrodilló ante Pablo y se dedicó a lamerle el pene, arrancando gemidos, jadeos y demÔs ricos sonidos de la boca del joven. Otto no se detuvo hasta tener el semen del muchacho, caliente y nutritivo, en su boca.
Minutos despuĆ©s el seƱor Otto Salinas se presentaba limpio y pulcro en el lobby del hotel. Su ropa tan perfectamente planchada no ponĆa en la mente de nadie que venĆa de tener intimidad en una habitación del hotel. Sus hermosos ojos enfocaron a una dirección, cerca de una ventana en la sala de espera estaba el propio David Aceituno de pie. VestĆa camiseta de color blanco y un ceƱido jeans que daba a demostrar unos fuertes muslos. Otto se acercó a Ć©l y David le contuvo la mirada con el rostro apretado.
āĀæQuĆ© haces aquĆ?
āEspero a Pablo āindicó David de manera firme.
Otto se rió de forma cĆnica, acto seguido abrió las manos como garras y se apoderó de los testĆculos de David. El muchacho contuvo el aliento e hizo un sonido gutural. Sintió un terrible dolor en las gónadas que le paralizó.
Otto acercó sus labios al oĆdo derecho del moreno joven. ParecĆa una escena de mafiosos en pelĆcula italiana.
āPablo en este momento estĆ” en su habitación descansando y reponiendo energĆas despuĆ©s de tener sexo conmigo. AsĆ que no tenemos tiempo de ver tu culo por aquĆ. LĆ”rgate por donde viniste, Āæentendido?
David estaba intentando separar la poderosa mano de Otto sobre el control de sus bolas. Estaba desesperado y con la cara llena de dolor. Faltaba poco para que la palma de Otto le pulverizara los dos huevos.
āĀæEntendido? ārepitió Otto con mĆ”s fuerza en su voz. Aumentando al mismo tiempo la presión y crujiendo las bolas de David.
David Aceituno se vio obligado a afirmar con la cabeza. Sintiéndose complacido, Otto lo soltó de los cojones y contempló sonriente su pene empezó a moverse en su pantalón ejecutivo de solo observar a un doblado David agarrÔndose las bolas. Sus ojos estaban llenos de lÔgrimas.
āAhora, lĆ”rgate por donde viniste.
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