Competencia de abuelos (3/3): la revancha del polaco - Las Bolas de Pablo

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1 nov 2021

Competencia de abuelos (3/3): la revancha del polaco

Era una tarde de domingo cuando Marcos ChacĆ³n decidiĆ³ pasar un momento de compartir con sus familiares, por ello rentĆ³ una casa en un Ć”rea boscosa alejados del estrĆ©s de la administraciĆ³n del hotel. El ex ministro de turismo conversaba con sus hijos cuando en el lugar se apareciĆ³ Estanislao Kołodziejski acompaƱado de su esposa.

 

—¿QuĆ© haces aquĆ­, Culodziejski? —protestĆ³ Marcos. Ocupaba un asiento junto a sus familiares, vestĆ­a de camiseta blanca y pequeƱo pantalĆ³n corto donde sus enormes bolas se marcaban colgando bajo entre sus piernas.

 

—Rafael me comentĆ³ que pasarĆ­an el fin de semana aquĆ­. AsĆ­ que preferĆ­ venir y retarte a la revancha. Es mejor tomarte de sorpresa y con la guardia baja para que no cometas una de tus trampas.

 

—¿PerdĆ³n? —Marcos se burlĆ³ sin dar crĆ©dito a lo que sus oĆ­dos escuchaban. MirĆ³ de pies a cabeza al abuelo materno de su nieto con quiĆ©n compartĆ­a una rivalidad por aƱos—. Ibas a usar un protector testicular en la otra competencia y me llamas tramposo a mi, viejo mentiroso.

 

—Abuelo, ya detente —intervino Rafael—. No sigas con esta absurda competencia.

 

—¡SeguirĆ©! —afirmĆ³ Estanislao—. SeguirĆ© hasta que me respetes y me prefieras a mĆ­ sobre Ć©l.

 

—No seas ridĆ­culo, Culodziejski —se burlĆ³ Marcos—. Rafa sabe dĆ³nde estĆ” la diversiĆ³n. A tu lado se dormirĆ­a como morsa.

 

Rafael se puso rojo como un tomate.

 

—Vengo por la revancha, viejo comunista.

 

—¡Dime lo que quieras, pero jamĆ”s comunista! —protestĆ³ Marcos visiblemente ofendido.

 

—Al grano —comentĆ³ Estanislao ignorĆ”ndolo—. Mi esposa estĆ” acompaƱƔndome, no solo porque me apoya ciegamente, sino porque viene decidida tambiĆ©n a acabar contigo, viejo. Ella te golpearĆ” los huevos. TĆŗ, debes escoger a una de tus nueras para que haga lo propio conmigo. El primero en rendirse, pierde.

 

—¡Abuela! ¡No tienes que hacer esto!

 

Mientras Rafael ponĆ­a un mar de protestas. Marcos ChacĆ³n evaluĆ³ a su desfile de nueras. Finalmente se decidiĆ³ por Amy, la novia de su sobrino Enzo. Era una mujer alta, de cabellos largos y negros, cuerpo entrenado por largas horas de gimnasio y su cuerpo lleno de tatuajes.

 

Estanislao Kołodziejski temiĆ³ por el bienestar de sus gĆ³nadas, Amy era un monstruo comparada con su frĆ”gil pero elegante esposa, caminaron hasta el centro del patio donde cada quien se situĆ³ con su respectiva pareja rival.

 

—Listo… —anunciĆ³ ChacĆ³n.

 

La primera en comenzar fue la seƱora Aleska, alta rubia y hermosa, madre de tres hijas de Estanislao. La guapa extranjera siempre apoyĆ³ a su tozudo marido, a pesar de que aquello le parecĆ­a una reverenda ridiculez. Sin embargo moler las bolas de Marcos ChacĆ³n no le resultaba fastidioso. Para ella era un orgulloso macho clasista que se pavoneaba de sus buenos dotes viriles. Pensando en esa actitud, agarrĆ³ al hombre y lanzĆ³ su rodilla derecha contra los huevos de Marcos ChacĆ³n.

 

Marcos aullĆ³ de dolor al sentir sus testĆ­culos estrellarse en su pelvis. A pesar del profundo dolor que salĆ­an de sus pelotas pudo quedarse de pie.

 

Amy se colocĆ³ de rodillas y apretĆ³ el puƱo. Estanislao se llenĆ³ de miedo y cerrĆ³ los ojos tragando saliva. La mujer estrellĆ³ los nudillos en las papas del emigrante polaco.

 

Estanislao gimiĆ³ y gritĆ³ de dolor.

 

En su turno, la seƱora Aleska se colocĆ³ detrĆ”s de la espalda de Marcos, quien estaba acariciando su hombrĆ­a llena de dolor, de esta manera pateĆ³ sus bolas ligeramente enrojecidas, aplanĆ”ndolas y provocando un chillido desde la boca de Marcos. La mujer puso las manos detrĆ”s de su cuello para evitar que se cayera y le agarrĆ³ las bolas al hombre con una mano, apretĆ”ndolas.

 

Marcos chillĆ³ de nuevo.

 

—¡EstĆ”s destrozado, ChacĆ³n! —gritĆ³ Estanislao desde un lado, masajeando sus bolas y haciendo mueca de dolor.

 

Con el apretĆ³n en sus inmensas huevas,  Marcos gritĆ³ de dolor y sus rodillas se debilitaron. Se puso mĆ”s pesado de lo normal, tanto, que Aleska no lo pudo sostener y lo dejĆ³ caer al suelo.

 

Marcos se retorciĆ³ de dolor, con los huevos en las manos. 

 

Estanislao se echĆ³ a reĆ­r con malicia; entreteniĆ©ndose ante la desgracia de Marcos, nunca se esperĆ³ la patada desde el frente, cortesĆ­a de Amy contra sus testĆ­culos polacos. El viejo gritĆ³ a todo pulmĆ³n, hundiĆ©ndose en un mundo de dolor.

 

Marcos todavĆ­a estaba tendido en el suelo con dolor, sus manos acariciaban sus bolas heridas. La seƱora Aleska arrancĆ³ las manos de Marcos de sus genitales y golpeĆ³ las sufridas bolsas de esperma una y otra vez, rompiendo sus dos gordas pelotas repetidamente.

 

Marcos gritĆ³ a todo pulmĆ³n.

 

Pablo y SimĆ³n intercambiaron miradas preocupadas.

 

—¡Abuela, detente! —exigiĆ³ Rafael, sin ser escuchado.

 

Aleska continuĆ³ martillando el agonizante saco de huevas de Marcos. Sus gritos cesaron cerca de 30 segundos despuĆ©s que la seƱora rubia de detuvo.

 

Marcos inmediatamente agarrĆ³ sus testĆ­culos y rodĆ³ hacia un lado. Pablo y SimĆ³n corrieron hacia Ć©l tratando de consolarlo y motivarlo. Marcos solo gemĆ­a y asentĆ­a.

 

—¡Termina con ese extranjero, mi amor! —animĆ³ Enzo con un grito.

 

Amy se apoderĆ³ de las pesadas bolas de Estanislao y apretĆ³ con fuerza.

 

Estanislao chillĆ³ y gritĆ³, desenfocando los ojos del terrible agarre que estaba matando sus bolas, intentĆ³ apartar de su hombrĆ­a las manos de Amy.

 

Marcos todavĆ­a estaba tirado en el suelo, Aleska apartĆ³ a Pablo y SimĆ³n de Ć©l que se fueron insultĆ”ndola, ella les respondiĆ³ en otro idioma. Enseguida la seƱora se puso de pie y pisĆ³ la entrepierna de Marcos, provocando un sonido gutural del infeliz ejemplar masculino.

 

La abuela de Rafael apretĆ³ los dientes mientras deformaba los Ć³rganos viriles de Marcos, aplastando sus bolas contra el suelo y aplanĆ”ndolas con sus talones.

 

Marcos chillĆ³ y se retorciĆ³. Muchas lĆ”grimas corrĆ­an por su rostro. AbriĆ³ la boca para decir algo y Pablo se impacientĆ³:

 

—¡No te rindas, papĆ”!

 

Marcos continuĆ³ chillando hasta que de un momento a otro se quedĆ³ callado, sus ojos rodaron hacia atrĆ”s en su cabeza y su cuerpo se relajĆ³.

 

Aleska hizo una seƱal de triunfo con los brazos y se bajĆ³ de los huevos de Marcos. Al otro lado Amy se llevĆ³ las manos a la boca y mirĆ³ avergonzada a Enzo (Ć©l se encogiĆ³ de hombros).  Estanislao esperĆ³ a su esposa que corriĆ³ a Ć©l abrazĆ”ndolo y celebrando la victoria.

 

Pablo y sus demĆ”s hermanos se acercaron al cuerpo inconsciente de Marcos. Se arrodillaron a su lado y Pablo le abofeteĆ³ la cara para que recobrara la conciencia.

 

Marcos tosiĆ³ un par de veces, su rostro estaba empapado de sudor y pĆ”lido.

 

—Estoy bien, muchachos —informĆ³ palpando sus genitales. EstĆ”n hinchados, muy hinchados, pero juntos, uno al lado del otro. 

 

Al otro lado Estanislao se frotaba las bolas, pero su entusiasmo no se habĆ­a esfumado de su cara.

 

Marcos tosiĆ³ y se agarrĆ³ los huevos mirando como Rafael se acercaba al polaco.

 

—¿EstĆ”s contento, abuelo?

 

—SĆ­. Ya demostrĆ© que soy mejor que ese comunista.

 

—¡Carajo, que no soy comunista! —se escucho decir a Marcos.

 

—TĆ©cnicamente estĆ”n en empate —dijo Rafael—. Y espero que dejen esta tonterĆ­a hasta aquĆ­. A los dos los quiero y no deseo verlos enfrentarse. Ya basta.

 

Estanislao clavĆ³ la vista al techo, pero se dejĆ³ abrazar con fraternidad de su nieto. El turno de abrazo por Rafael le correspondiĆ³ luego a Marcos ChacĆ³n.

 

Los dos abuelos se quedaron mirando.

 

—¡Te ganĆ©, comunistoide! —susurrĆ³ Estanislao, riĆ©ndose.

 

Marco ChacĆ³n le hizo una seƱal obscena con el dedo medio, mientras que su otra mano sostenĆ­a sus traumatizadas bolas.

 

—Yo soy el favorito de Rafa —le respondiĆ³ como burla.


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