EN BUSCA DE VIVIANA. Parte 3.1.2 - Las Bolas de Pablo

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27 nov 2021

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EN BUSCA DE VIVIANA. Parte 3.1.2

 

EN BUSCA DE VIVIANA. Parte 3

 CONFLICTO EN EL FUERTE DE SEVILLA. Parte 1/2. Continuación

 

 

CONTIENE BALLBUSTING M/M Y F/M.

 

Tiene MUCHA relación con los relatos A LA CAZA DE LA VAMPIRA, Parte 3  y Parte 4 

Los sucesos ocurren entre las 5:20 Am y las 7:30 Am, en El Fuerte de Sevilla.

 

 

6:30 Am (A esta hora en el subnivel 2, iniciarĆ” la pelea entre La Vampira y las 3 policĆ­as: Ferrer, Taylor y Soler).

 

 

Por fin Manuel Fierro se movilizó hacia la zona sur del subnivel, con cuidado el policĆ­a revisó el Ć”rea circundante, no tardó en hallar un escollo y preparó una trampa…


 

…Como se trataba de una sola persona se ubicó de rodillas en una esquina del pasillo, apenas un guardia apareció, lanzó su antebrazo entre los muslos del sujeto que nunca lo vio venir!

 

El antebrazo del policĆ­a arrasó con todo lo que encontró, testĆ­culos, pene, ladillas, todo quedó aplastado contra el cuerpo del hombre, el cual incluso se elevó unos centĆ­metros…

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El agredido quien se inclinó, torció los ojos y soltó un rugido de animal.

 

—AArrgg!!—Cerró los ojos y acunó sus pelotas cayendo por fin al piso.

 

El dolor infinito no le dejaba siquiera moverse; SentĆ­a el infierno ahora, cuando antes vio el cielo…

 

…Y es que hace unas horas en plena medianoche, habĆ­a salido de permiso a fornicar con una prostituta, la experta mujer le sacó todo el dinero, consintiendo y vaciĆ”ndole los testĆ­culos con un par de mamadas, el hombre debió pagarle por mĆ”s de su tiempo para que se le pudiera parar el pene de nuevo y por fin penetrarla, con las bolas como uvas pasas el hombre quedó exhausto en la cama y la puta salió feliz contando el dinero...

 

…Pero ahora sus bolas ardĆ­an con el golpe, el sujeto se retorcĆ­a sin parar.

 

El agredido no tuvo mÔs tiempo para quejarse pues Fierro le dio un golpe de pistola en la nuca, dejando al sujeto sin sentido, su arma con silenciador actuó y fue su fin.

 

El camino parecƭa mƔs despejado ahora, fue por Viviana (Ahora con sus prendas de vestir cotidianas) y comenzaron su peligrosa marcha hacƭa la salida sur.

 

 

A la misma hora, pero en otra zona de la parte sur…

 

 

NicolÔs y Alexandra continuaban su avance cuando de repente dos objetos cayeron a sus pies, se trataba de bombas de gas lacrimógeno, todo era parte de una emboscada preparada por 3 mercenarios para atrapar con vida a los armados adolescentes.

 

El plan era simple; aturdirlos con el gas, desarmarlos, someterlos a golpes y llevarlos esposados, ya tenían información sobre que la hija del general tenía algún conocimiento en combate físico así que dos la someterían, el tercero iría contra el desconocido y de seguro inexperto joven del fusil.

 

El gas rÔpidamente cubrió el Ôrea.

 

— Schei!—La chica se cubrió la nariz.

 

—Mierda! es gas lacrimógeno—NicolĆ”s se cubrĆ­a la cara.—Retrocede Alexandra!

 

Pronto el gas dividió a los jóvenes quienes enfrentarían sus propias batallas.

 

NicolÔs no estaba preparado para esto, sabía cómo reaccionar ante el gas con paños humedecidos con vinagre o leche, así los usaban cuando participó en protestas estudiantiles contra el gobierno de la ciudad, pero no contaba con esos elementos y aquí no se enfrentaba a la policía antidisturbios, aquí eran atacados por asesinos.

 

De un golpe un mercenario le arrebató el fusil a NicolÔs y el arma se perdió en el espeso gas.

(Nota del Autor: Es muy frecuente en mis relatos quitar las armas de fuego de las manos de los buenos o de los malos, y que salgan de la escena, las considero un estorbo, siempre serƔ mƔs entretenida una pelea cuerpo a cuerpo).

 

El adolescente vio al agresor y lanzó con rapidez dos puños a su cara, la cual estaba cubierta con una mÔscara antigÔs, el sujeto retrocedió y NicolÔs fue contra él, necesitaba vencerlo lo mÔs rÔpido posible, quitarle la mÔscara y así podría ver mejor que sucedía, ¿estaría bien Alexandra?

 

NicolÔs le tomó de un hombro para apoyarse y descargarle otro puñetazo a gusto, pero el mercenario contraatacó con un fuerte rodillazo a la entrepierna del adolescente, por mera suerte el golpe dio en el miembro viril del chico, aplastÔndoselo pero sin tocar sus bolas, aun así le dolió bastante el golpe al falo y al Ôrea de la vejiga.

 

El repentino ataque dejó a NicolĆ”s temeroso y sin reacción, sus ojos estaban mĆ”s borrosos por el gas y se cubrĆ­a la entrepierna, debĆ­a proteger sus huevos a toda costa, si le lograban pegar en los colgantes estarĆ­a acabado…

 

…Se preguntaba que hacĆ­a allĆ­ peleando contra un criminal…Él, sólo un adolescente! Pero no tenĆ­a alternativa mĆ”s que resistir, por lo pronto debĆ­a retroceder.

 

De la mancha borrosa en su vista divisó a último instante un puño que no pudo evitar, dÔndole en la cara y derribÔndole con violencia. Al tiempo que caía al piso se escuchó un distorsionado grito masculino de dolor que provenía de unos metros a su izquierda.

 

El golpe le dejó atontado y sin fuerzas, no importaba que sucedía a su lado, ahora estaba en el piso y solo le restaba cubrirse de los golpes que vendrían y vinieron! Se ubicó en posición fetal.

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A continuación el atacante se dio gusto pisoteando al adolescente. Incluso intentó pisarle los testículos, NicolÔs se cubrió bien las bolas, recibiendo pisotones en las manos, el pene le dolía todavía.

 

Se sentƭa tan vulnerable, casi no podƭa respirar y no veƭa casi nada, le dolƭa cada golpe y no podƭa hacer nada, barrerƭan el piso con Ʃl.

 

Pero apareció Alexandra, quién golpeaba al mercenario por detrÔs con la pistola, se escuchó el sonido del metal contra el hueso y el sorprendido sujeto cayó al piso de rodillas, un nuevo golpe en la cabeza y perdió el sentido.

 

 

Lo ocurrido a Alexandra en medio del gas:

 

La joven fue tomada por detrÔs por un corpulento hombre, que la comprimió con tal fuerza que la joven sintió que la exprimiría como a una fruta cítrica. Las pistolas en su poder cayeron al piso lejos de su alcance.

 

PUM! Fue un golpe de cabeza hacía atrÔs por parte de la adolescente que logró que el sujeto la liberase, de inmediato la joven lanzó un golpe de antebrazo hacía atrÔs, chocando éste contra los testículos del criminal.

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—AAAaahh!!!!! —Gritó el macho cuando se aplastaron sus esferas viriles, el sonido emergió con un tono distorsionado por la mĆ”scara antigĆ”s.

 

Arrugó la boca y los ojos dentro de su mÔscara, cuando era ahora el puño de Alexandra el que le devastaba las gónadas.

 

El sujeto cayó al piso de rodillas tomando sus bolas, la adolescente recogió una pistola del suelo y con un violento movimiento la estrelló contra la cara del sujeto dejÔndole sin sentido.

 

El gas parecía estorbar su visión, pero pudo ver al tercer sujeto quien al contemplar como su colega era anulado venía con todo contra ella, Alexandra le recibió adecuadamente!

 

Hundió una patada contra el vientre el mercenario, haciĆ©ndole retroceder…

 

…El sujeto no entendĆ­a como pudo verlo llegar con todo ese gas, le habĆ­a cogido por sorpresa y al no ver ahora a la chica frente a Ć©l, saco un arma de fuego, era su instinto de protegerse!

 

Alexandra apareció a su lado y con la cacha del arma le destrozó la oreja, el mercenario cayó por el suelo y la adolescente le pateó con furia la quijada. Un sonido sordo y los ojos del sujeto se fueron para atrÔs.

 

Unos segundos despuƩs auxiliaba a NicolƔs usando nuevamente su arma como efectivo objeto contundente.

 

Para NicolÔs los golpes cesaron y sintió que le tocaban en el hombro.

 

—EstĆ” bien, soy Alexandra—NicolĆ”s se alegró de escuchar su voz, porque no podĆ­a verla de tanta irritación en su vista.

 

Lo primero que hizo Alexandra fue tomar a NicolÔs de una pierna y arrastrarle lejos del gas; Mientras el chico se reponía, ella se encargó de los agresores.

 

Estos fueron esposados, amordazados y encerrados en una de las mĆŗltiples habitaciones vacĆ­as que habĆ­a por el subnivel.

 

Tras el incidente descansaron unos instantes. NicolÔs se dolía de los golpes pero no estaba herido de consideración.

 

Con los minutos, el dolor cedía y ya pudo moverse mÔs, observó a Alexandra, tenía algo de lÔgrimas en las mejillas, nada comparado al llanto que le causó el gas a él, y ademÔs los ojos de la chica apenas si se veían rojos, el gas no parecía haberle afectado mucho.

 

NicolƔs no dijo nada, pero se preguntaba si en la academia de policƭa le enseƱaron alguna forma de no padecer tan fuerte los efectos del gas. En fin, parecƭa otro de los secretos de Alexandra.

 

—Viste eso, NicolĆ”s…—Expresó Alexandra analizando lo ocurrido—…No querĆ­an usar sus armas con nosotros.

 

—Es cierto, pero no sĆ© por quĆ© no las usaron—NicolĆ”s aĆŗn se restregaba los ojos.

 

Alexandra notó una cÔmara en el techo, una sospecha nació en ella.

 

—Gracias Alexandra, me salvaste—Agradeció NicolĆ”s.

 

—Estas bien?

 

—Casi me da en las bolas, eso me distrajo y no pude reaccionar, realmente me vi en problemas, la verdad no sabĆ­a quĆ© hacer.

 

—No te sientas mal NicolĆ”s, no tienes un entrenamiento en combate, ese sujeto te supera en habilidad de pelea y en fuerza, lo hiciste bien para estar casi ciego por el gas.

 

NicolÔs notó de nuevo los ojos de Alexandra, apenas si se notaban algo enrojecidos.

 

—TĆŗ eres increĆ­ble, eres capaz de vencer peleando a mercenarios.

 

—No soy tan buena, me entrenaron desde antes, aun asĆ­ es difĆ­cil.

 

NicolÔs recordó el enfrentamiento que tuvieron a la salida del estadio de beisbol.

 

—Si tuvieras una espada te irĆ­a mejor, si eres buena con un palo en las manos, imagĆ­nate con una espada.

 

—SĆ­, pero ni una espada ni un palo sirven contra un arma de fuego.

 

NicolÔs se aprestó a retomar la marcha, se sobaba la entrepierna y la joven lo observó.

 

—No que no te habĆ­a dado allĆ­ abajo?

 

—No me dio en las bolas, me dio en el monstruo…Ese maldito!—NicolĆ”s no notó la expresión folclórica referente al pene que acababa de decir—…Duele de todas formas.

 

—El monstruo?— Dijo en voz baja Alexandra, pero mantuvo el silencio al entender a quĆ© se referĆ­a.

 

Enseguida enrojeció al imaginar por un instante como serĆ­a el pene ā€œdolidoā€ de NicolĆ”s.

 

Recordó cuando se conocieron el miércoles en la noche, cuando NicolÔs aun creía que ella era un varón y pensó que el golpe dado por Bornacelli había sido en sus pelotas, al negarlo ella, entonces el adolescente dedujo que el impactado había sido su pene. El recuerdo de ese momento coloreó aún mÔs a la joven.

 

—Estas bien?—Expresó NicolĆ”s al verla enrojecida.

 

—SĆ­, no es nada, continuemos.

 

 

6:40 Am.

 

 

Superados los obstÔculos Alexandra y NicolÔs avanzaban con cuidado por los pasillos, cuando se escuchó una explosión.

 

KA-BOOM!

 

El dúo se asustó ante la detonación (Final de la pelea entre las 3 policías y la Vampira) proveniente del segundo subnivel, todo el techo se movió y temieron colapsara, por fortuna no sucedió. Debían encontrar a Viviana y salir de allí, quien sabe que sucedía en los niveles superiores.

 

Mientras tanto…

 

La explosión atemorizó tanto a Viviana como a Fierro quien desconocĆ­a que pasaba sobre sus cabezas, tras una pausa retomaron su marcha…

 

…En cierto lugar halló un nuevo guardia de obstĆ”culo, una patada en los testĆ­culos por detrĆ”s, que casi le saca las gónadas por la boca al criminal, y Ć©ste estaba de rodillas muerto del dolor, un nuevo disparo con silenciador y el cerebro del tipo salió de su crĆ”neo.

 

Viviana se cubrió los ojos ante tal acto de violencia.

 

—No te vayas a desmayar de la impresión, por favor—Le recalcó Fierro quien no estaba de humor para cargar a Viviana si se desmayaba de nuevo.

 

La joven afirmó y tragó saliva, casi vomitó del asco al ver sesos por todos lados.

 

Continuaron su avance pero no tardaron en ser detectados, se topaban con un callejón sin salida al obstruirle el paso 3 criminales.

 

Una literal lluvia de balas se da entre los dos bandos. Bang! Bang! las balas recorren todo el amplio pasillo dónde se da el enfrentamiento.

 

Fierro es audaz, no tiene de otra y logra matar a uno, es un avance pero es pronto para cantar victoria, por un flanco aparece un nuevo criminal y antes de que Fierro pueda cubrir esa dirección, recibe una bala que penetra su abdomen.

 

—OOgghh!!, maldición!—Fierro se retuerce, pero dispara dos veces contra sus atacantes, dejando claro que aĆŗn puede pelear.

 

—DIOS!!! —Expresó alarmada Viviana, tratando de auxiliar al policĆ­a.

 

La chica se quitó la chaqueta y trató de aplicar presión sobre la herida de Fierro.

 

—Deja de hacer eso—El policĆ­a la rechazó—DĆ©jame aquĆ­, corre, trata de salvarte!

 

Viviana lo veía con una expresión de miedo absoluto, que haría ella sola?, Fierro manoteó exigiéndole que se marchara de vuelta al escondite previo.

 

El policía recargó su arma, se acomodó lo mejor posible y volvió a disparar.

 

—VETE!!

 

Casi llorando, Viviana comenzó a alejarse del sitio. Los disparos continuaban a lo lejos.

 

Fierro sabĆ­a que a la chica sólo le restaba ocultarse y esperar un milagro proveniente de la ā€œbatallaā€ en el subnivel dos. Pero y esa explosión?  OjalĆ” aquellos desconocidos policĆ­as lograran sobrevivir, vencer y de alguna forma hallar a la chica.

 

En otro lugar…

 

Un mercenario caminaba en solitario, llevaba su fusil de asalto y en la espalda una mochila con abundante munición, traĆ­a una mirada de ira y los ojos literalmente rojos, sin duda bajo el efecto de alguna droga estimulante…Su intención era clara, asesinar a los intrusos especialmente a esa chica, la hija del general…

 

…La odiaba pues ya la conocĆ­a, durante el intento de rapto en la academia de policĆ­a, la adolescente le pateó los testĆ­culos…QuerĆ­a venganza!  (Relato EL ANTES DE ALEXANDRA )

 

El mercenario dispara por la espalda contra dos colegas suyos que planeaban una nueva emboscada contra los 2 adolescentes. Los sujetos quedan tirados en un mar de sangre.

 

El asesino continúa avanzando cuando le llaman por radio, se escucha cuando le dicen que retroceda, han visto su acción por las cÔmaras y es obvio su deseo de matar a los objetivos. CHO-FER quiere viva a la hija del general.

 

Pero el radio es silenciada por el hombre.

 

—Nadie me quitarĆ” mi venganza—El hombre se mete una mano al bolsillo y saca un polvo blanco que pasa por su nariz.

 

El macho se golpea el pecho como un gorila cuando la dosis de cocaĆ­na casi se le queda en el fondo de la nariz y sobre estimula su cerebro.

 

En un pasillo amplio se dio el encuentro. NicolÔs vio el avanzado fusil M16A4 en manos de un hombre, quien los divisó y una sonrisa apareció en su rostro.

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—Cuidado!—El adolescente apenas pudo retroceder y tratar de jalar a Alexandra con Ć©l tras un medio muro de piedra.

 

—Te matarĆ©, perra!—Gritó el mercenario al ver y reconocer a la chica, Ć©sta tambiĆ©n pudo verlo antes de que NicolĆ”s tirara de ella.

 

El contento mercenario se atrincheró tras otro medio muro y colocó una bolsa mediana de cocaĆ­na a su lado, con acceso a mĆ”s ā€œpolvoā€ que el trasero de un bebĆ©, el hombre comenzó los disparos contra los jóvenes.

 

Los gritos de furia del drogado mercenario llamaron la atención de NicolÔs.

 

—Este te odia en verdad, lo conoces?

 

—SĆ­, reconozco su rostro, fue uno de los que me intentó raptar en la academia de policĆ­a, pero no entiendo esa ira, le golpeĆ© los testĆ­culos pero nada del otro mundo.

 

—Eso a veces enoja bastante a los hombres.

 

—Pues ese no es mi problema!—La adolescente se asomó y respondió con tiros de pistola.

 

NicolÔs también usó el fusil AK-47, el intercambio de disparos fue intenso, pero pronto el arma de NicolÔs quedó sin balas.

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Alexandra también disparó la última bala que le quedaba, ahora las pistolas también yacían vacías.

 

—Jajajaja, pronto te matarĆ© puta!—Expresó el mercenario al no escuchar mĆ”s balas de sus enfrentados.

 

Alexandra y NicolÔs estaban atrapados tras ese pequeño muro, las balas silbaban sobre sus cabezas, el arma en las manos de NicolÔs ahora era sólo un juguete pero la conservó al poder usarla como objeto contundente.

 

—No hay salida, es el fin Alexandra—NicolĆ”s estaba cabizbajo, pero la adolescente distaba mucho de eso.

 

—No seas pesimista, me encargarĆ© de ese sujeto.

 

—De que hablas?, Ese loco nos dejarĆ” como queso Gruyere.

 

—Eso no pasarÔ…—Alexandra se aprestaba a salir del muro.

 

—Espera, que vas a hacer?!—Se alarmó NicolĆ”s.

 

—EstarĆ© bien, sólo no salgas…Entiendes? NO salgas.

 

Alexandra emergió del muro protector y comenzó a correr agachada en dirección a las balas…Era una locura, sucedió lo que ocurre cuando gente sin protección se enfrenta a un arma de fuego.

 

—UUghh! Oh Schei!——Expresó Alexandra cuando sintió un impacto en la zona del vientre, la joven cayó y rodó por el suelo.

 

—NOOOOO!!!—Expresó NicolĆ”s como si le hubieran desgarrado el pecho.

 

—Te di maldita puta, jajajaja—Se regodeó el tirador, pasando otros gramos de polvo blanco por su nariz.

 

Desesperado, NicolÔs avanzó unos pasos, tomó a Alexandra entre sus brazos.

 

—ALEXANDRA!—La joven tenĆ­a los ojos entre cerrados y mantenĆ­a las manos cubriendo su abdomen— Oh por Dios!, NO!

 

NicolĆ”s tuvo una reacción de ira, miró con furia hacia la distancia, por allĆ” de donde habĆ­an salido las balas, dejó a la joven y se dispuso a ir contra aquel asesino. No le importó estar desarmado…

 

…Pero fue cuando le retuvieron de la mano.

 

—Te dije que no salieras!

 

NicolÔs veía como Alexandra se incorporaba y se inmediato se ubicaba delante de él, el joven no sabía que ocurría; La adolescente comenzó a retroceder, llevÔndose a NicolÔs con ella de nuevo rumbo al muro.

 

Al llegar, un boquiabierto NicolƔs no podƭa articular palabra.

 

—Pero…como es quĆ©?, como es quĆ©?—Fue todo lo que pudo expresar.

 

—Schei! —Alexandra se tomaba el vientre, ante la mirada de NicolĆ”s, respondió—Falló, no me dio.

 

NicolÔs notó que por un instante la joven se levantó el suéter del uniforme deportivo, tomÔndose el vientre, en una fugaz imagen le pareció ver enrojecida la zona que una mano de la adolescente parecía cubrir.

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Alexandra bajó el suéter y se centró en la distancia, allÔ donde estaba el tirador.

 

—Pero, yo te vi caer, te dieron…Te dio, Alexandra!—NicolĆ”s observó el suĆ©ter, debió equivocarse pues no se veĆ­a sangre en la tela.

 

—Deja de discutir y atiende lo que te digo, quĆ©date esta vez!

 

Alexandra emergió otra vez del muro y avanzó con rapidez, esta vez corrían en zigzag.

 

—Pero quĆ© diantres?!—Expresó el drogado tirador al ver que la chica estaba bien. Se propuso acertarle esta vez, pero sin lograrlo.

 

Pronto Alexandra llegó al sitio de dónde venían los disparos y dio un salto al murito, perdiéndose de la vista de NicolÔs.

 

La adolescente tomó por sorpresa al gatillero quien trataba de recargar, el hombre se encontraba de rodillas y de una patada le hicieron volar el arma de las manos; El sujeto se incorporó listo a pelear y lanzó un violento golpe contra la joven, pero ésta lo esquivó, colocÔndose a centímetros de su cuerpo.

 

El hombre podía ver el cabello de la chica casi a nivel de su pecho... Fue cuando lo sintió!

 

Las manos de Alexandra se apoderaron de su paquete genital para torcerlo con violencia.

 

—AAAAAHHHH!!!!!!—El hombre soltó saliva con tal fuerza que llegó al techo.

 

Alexandra tiró del paquete hacia abajo y obligó al hombre a caer de rodillas. La adolescente liberó su escroto y antes que se cubriera le enterró un puntapié en las pelotas.

 

—OOOuugghh!!!—Exclamó el hombre cuando sus colgantes huevas casi se le meten en el cuerpo. El escroto rebotó regresando a su posición normal en aquellos calzoncillos, no sin tomar de inmediato un fuerte tono rojizo que de estar desnudo hubiera avergonzado a su atacante femenina.

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El hombre estaba tan atontado que casi se iba de cara al piso, pero Alexandra le sostenía de la frente, por fin pareció sentir piedad por el miserable y le proyectó un rodillazo en la nariz que le hizo cae de espaldas y totalmente sin sentido.

 

NicolÔs escuchó los alaridos masculinos justo un instante después de que las balas cesaron. Ahora puede ver la mano de Alexandra quién le hacía señas para ir en su dirección.

 

Al llegar, NicolƔs vio al gatillero tirado en el suelo y sin sentido.

 

—Le ganaste…

 

—SĆ­, le apretĆ© los testĆ­culos…

 

El joven arrugó el rostro como si le doliera a él.

 

Alexandra tomó el arma de respaldo del sujeto y la entregó a NicolÔs, ella usaría esta vez el fusil de asalto, aquél moderno fusil estadounidense.

 

Como un par de roedores, el dúo se perdió de nuevo por los oscuros pasillos del tercer subnivel, continuando su búsqueda de Viviana.

 

 

—Malditos inĆŗtiles, no pueden atrapar a una niƱa y a un mocoso?!—Por radio el mafioso CHO-FER expresaba su enojo antes sus lacayos por no poder atrapar a la chica.

 

 

El dúo retomó la marcha, a medida de pasaban por una zona muy oscura, se encontraron con una tenue llovizna que los sorprendió. Ambos dedujeron en sus mentes (correctamente) que la explosión debió crear filtraciones de agua en las tuberías que encontraban grietas y de ahí el intenso goteo por ciertas zonas.

 

NicolÔs observó como el agua mojaba el cabello corto de Alexandra, quien no dejaba de ver al techo y volvió a verse algo agitada. Creyó conveniente entablar una charla.

 

—No te preocupes, no es agua de mar—NicolĆ”s seguĆ­a con la teorĆ­a de que Alexandra no sabĆ­a nadar y temĆ­a que por la explosión una de las paredes cediera y el mar entrara, despuĆ©s de todo se hallaban bajo el nivel del ocĆ©ano.

 

—SĆ© que son las tuberĆ­as del agua que debieron daƱarse con la explosión, solo es que…—La joven no pudo terminar la frase.

 

—No me digas…Otro secreto, no?, entiendo y no debes explicar nada, despuĆ©s de todo creo que ya me estoy acostumbrando.

 

Alexandra sonrió y solo dijo:

 

—Perdona…

 

Un par de minutos después llegaron a una zona mÔs iluminada, estaba llena de casquillos en el suelo, sin duda la batalla a tiros en esa zona debió ser impresionante, ¿pero quienes habían sido los protagonistas de la balacera?

 

Unos 10 metros mÔs allÔ, vieron una sombra tras unos cajones, parecía ser alguien. Se pusieron alertas, NicolÔs detalló que sangre corría desde allí.

 

—Quienes son ustedes? —Expresaba un hombre herido y recostado contra un pesado cajón.

 

Se trataba de Manuel Fierro, el policía no tenía balas y esperaba que cualquier enemigo que pasase por allí le rematase; Al parecer sus enfrentados vieron su situación y le dejaron a morir lentamente.

 

Ante los cuestionamientos de los adolescentes, el policía se identificó, no sabía que hacían ellos allí, como habían llegado?, eso poco importaba.

 

Los jóvenes le prestaron asistencia.

 

NicolÔs le ayudó a incorporar y Alexandra le reviso la espalda; La sangre emergía de allí, específicamente del Ôrea de su riñón derecho.

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Al saber que los jóvenes buscaban a Viviana, Fierro les contó que intentó sacarla del Fuerte, pero cuando lo hirieron le dijo que corriera en una dirección.

 

—Temo que la habrĆ”n capturado, no les serĆ­a difĆ­cil a esos rufianes…— Fierro apenas si podĆ­a hablar.

 

—Te llevaremos con nosotros, saldremos de aquĆ­. —NicolĆ”s quiso ayudarlo a levantar, dirigió una mirada a Alexandra, pero Ć©sta bajó la vista al piso, Fierro la observó.

 

—Tu amiga sabe lo que sucede…Estoy muriendo.

 

NicolÔs miró a Alexandra buscando una respuesta esperanzadora, pero la mirada de ella le confirmó lo dicho por el hombre.

 

—Salven a esa chica, no pierdan mĆ”s tiempo conmigo, ya vĆ”yanse…

 

Los jóvenes se marcharon no sin llevar una expresión de tristeza y alguna lÔgrima en sus ojos.

 

Fierro moriría con algo de esperanza, aquellos chicos estaban arriesgando sus vidas para encontrar a la joven Viviana, y vio en sus ojos una real determinación, quiso creer que lograrían rescatarla.

 

 

 

CONTINUARÁ…

 

 

***

 

ESPEREN EL EPISODIO FINAL DE ESTA HISTORIA EL PRƓXIMO MIƉRCOLES 01 DE DICIEMBRE…

…. DONDE SE SABRƁ SI LOGRAN RESCATAR A VIVIANA, Y POR FIN SE EXPLICARƁ LA FORMA EN QUE ALEXANDRA ESCAPƓ DE LA ACADEMIA DE POLICƍA (Tema pendiente por aclarar).

 

 

 

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