EN BUSCA DE VIVIANA. Parte 3.1.2 - Las Bolas de Pablo

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27 nov 2021

EN BUSCA DE VIVIANA. Parte 3.1.2

 

EN BUSCA DE VIVIANA. Parte 3

 CONFLICTO EN EL FUERTE DE SEVILLA. Parte 1/2. ContinuaciĆ³n

 

 

CONTIENE BALLBUSTING M/M Y F/M.

 

Tiene MUCHA relaciĆ³n con los relatos A LA CAZA DE LA VAMPIRA, Parte 3  y Parte 4 

Los sucesos ocurren entre las 5:20 Am y las 7:30 Am, en El Fuerte de Sevilla.

 

 

6:30 Am (A esta hora en el subnivel 2, iniciarĆ” la pelea entre La Vampira y las 3 policĆ­as: Ferrer, Taylor y Soler).

 

 

Por fin Manuel Fierro se movilizĆ³ hacia la zona sur del subnivel, con cuidado el policĆ­a revisĆ³ el Ć”rea circundante, no tardĆ³ en hallar un escollo y preparĆ³ una trampa…


 

Como se trataba de una sola persona se ubicĆ³ de rodillas en una esquina del pasillo, apenas un guardia apareciĆ³, lanzĆ³ su antebrazo entre los muslos del sujeto que nunca lo vio venir!

 

El antebrazo del policĆ­a arrasĆ³ con todo lo que encontrĆ³, testĆ­culos, pene, ladillas, todo quedĆ³ aplastado contra el cuerpo del hombre, el cual incluso se elevĆ³ unos centĆ­metros…



El agredido quien se inclinĆ³, torciĆ³ los ojos y soltĆ³ un rugido de animal.

 

—AArrgg!!—CerrĆ³ los ojos y acunĆ³ sus pelotas cayendo por fin al piso.

 

El dolor infinito no le dejaba siquiera moverse; SentĆ­a el infierno ahora, cuando antes vio el cielo…

 

…Y es que hace unas horas en plena medianoche, habĆ­a salido de permiso a fornicar con una prostituta, la experta mujer le sacĆ³ todo el dinero, consintiendo y vaciĆ”ndole los testĆ­culos con un par de mamadas, el hombre debiĆ³ pagarle por mĆ”s de su tiempo para que se le pudiera parar el pene de nuevo y por fin penetrarla, con las bolas como uvas pasas el hombre quedĆ³ exhausto en la cama y la puta saliĆ³ feliz contando el dinero...

 

…Pero ahora sus bolas ardĆ­an con el golpe, el sujeto se retorcĆ­a sin parar.

 

El agredido no tuvo mĆ”s tiempo para quejarse pues Fierro le dio un golpe de pistola en la nuca, dejando al sujeto sin sentido, su arma con silenciador actuĆ³ y fue su fin.

 

El camino parecƭa mƔs despejado ahora, fue por Viviana (Ahora con sus prendas de vestir cotidianas) y comenzaron su peligrosa marcha hacƭa la salida sur.

 

 

A la misma hora, pero en otra zona de la parte sur…

 

 

NicolĆ”s y Alexandra continuaban su avance cuando de repente dos objetos cayeron a sus pies, se trataba de bombas de gas lacrimĆ³geno, todo era parte de una emboscada preparada por 3 mercenarios para atrapar con vida a los armados adolescentes.

 

El plan era simple; aturdirlos con el gas, desarmarlos, someterlos a golpes y llevarlos esposados, ya tenĆ­an informaciĆ³n sobre que la hija del general tenĆ­a algĆŗn conocimiento en combate fĆ­sico asĆ­ que dos la someterĆ­an, el tercero irĆ­a contra el desconocido y de seguro inexperto joven del fusil.

 

El gas rĆ”pidamente cubriĆ³ el Ć”rea.

 

Schei!—La chica se cubriĆ³ la nariz.

 

—Mierda! es gas lacrimĆ³geno—NicolĆ”s se cubrĆ­a la cara.—Retrocede Alexandra!

 

Pronto el gas dividiĆ³ a los jĆ³venes quienes enfrentarĆ­an sus propias batallas.

 

NicolĆ”s no estaba preparado para esto, sabĆ­a cĆ³mo reaccionar ante el gas con paƱos humedecidos con vinagre o leche, asĆ­ los usaban cuando participĆ³ en protestas estudiantiles contra el gobierno de la ciudad, pero no contaba con esos elementos y aquĆ­ no se enfrentaba a la policĆ­a antidisturbios, aquĆ­ eran atacados por asesinos.

 

De un golpe un mercenario le arrebatĆ³ el fusil a NicolĆ”s y el arma se perdiĆ³ en el espeso gas.

(Nota del Autor: Es muy frecuente en mis relatos quitar las armas de fuego de las manos de los buenos o de los malos, y que salgan de la escena, las considero un estorbo, siempre serƔ mƔs entretenida una pelea cuerpo a cuerpo).

 

El adolescente vio al agresor y lanzĆ³ con rapidez dos puƱos a su cara, la cual estaba cubierta con una mĆ”scara antigĆ”s, el sujeto retrocediĆ³ y NicolĆ”s fue contra Ć©l, necesitaba vencerlo lo mĆ”s rĆ”pido posible, quitarle la mĆ”scara y asĆ­ podrĆ­a ver mejor que sucedĆ­a, ¿estarĆ­a bien Alexandra?

 

NicolĆ”s le tomĆ³ de un hombro para apoyarse y descargarle otro puƱetazo a gusto, pero el mercenario contraatacĆ³ con un fuerte rodillazo a la entrepierna del adolescente, por mera suerte el golpe dio en el miembro viril del chico, aplastĆ”ndoselo pero sin tocar sus bolas, aun asĆ­ le doliĆ³ bastante el golpe al falo y al Ć”rea de la vejiga.

 

El repentino ataque dejĆ³ a NicolĆ”s temeroso y sin reacciĆ³n, sus ojos estaban mĆ”s borrosos por el gas y se cubrĆ­a la entrepierna, debĆ­a proteger sus huevos a toda costa, si le lograban pegar en los colgantes estarĆ­a acabado…

 

…Se preguntaba que hacĆ­a allĆ­ peleando contra un criminal…Ɖl, sĆ³lo un adolescente! Pero no tenĆ­a alternativa mĆ”s que resistir, por lo pronto debĆ­a retroceder.

 

De la mancha borrosa en su vista divisĆ³ a Ćŗltimo instante un puƱo que no pudo evitar, dĆ”ndole en la cara y derribĆ”ndole con violencia. Al tiempo que caĆ­a al piso se escuchĆ³ un distorsionado grito masculino de dolor que provenĆ­a de unos metros a su izquierda.

 

El golpe le dejĆ³ atontado y sin fuerzas, no importaba que sucedĆ­a a su lado, ahora estaba en el piso y solo le restaba cubrirse de los golpes que vendrĆ­an y vinieron! Se ubicĆ³ en posiciĆ³n fetal.



A continuaciĆ³n el atacante se dio gusto pisoteando al adolescente. Incluso intentĆ³ pisarle los testĆ­culos, NicolĆ”s se cubriĆ³ bien las bolas, recibiendo pisotones en las manos, el pene le dolĆ­a todavĆ­a.

 

Se sentĆ­a tan vulnerable, casi no podĆ­a respirar y no veĆ­a casi nada, le dolĆ­a cada golpe y no podĆ­a hacer nada, barrerĆ­an el piso con Ć©l.

 

Pero apareciĆ³ Alexandra, quiĆ©n golpeaba al mercenario por detrĆ”s con la pistola, se escuchĆ³ el sonido del metal contra el hueso y el sorprendido sujeto cayĆ³ al piso de rodillas, un nuevo golpe en la cabeza y perdiĆ³ el sentido.

 

 

Lo ocurrido a Alexandra en medio del gas:

 

La joven fue tomada por detrĆ”s por un corpulento hombre, que la comprimiĆ³ con tal fuerza que la joven sintiĆ³ que la exprimirĆ­a como a una fruta cĆ­trica. Las pistolas en su poder cayeron al piso lejos de su alcance.

 

PUM! Fue un golpe de cabeza hacĆ­a atrĆ”s por parte de la adolescente que logrĆ³ que el sujeto la liberase, de inmediato la joven lanzĆ³ un golpe de antebrazo hacĆ­a atrĆ”s, chocando Ć©ste contra los testĆ­culos del criminal.



—AAAaahh!!!!! —GritĆ³ el macho cuando se aplastaron sus esferas viriles, el sonido emergiĆ³ con un tono distorsionado por la mĆ”scara antigĆ”s.

 

ArrugĆ³ la boca y los ojos dentro de su mĆ”scara, cuando era ahora el puƱo de Alexandra el que le devastaba las gĆ³nadas.

 

El sujeto cayĆ³ al piso de rodillas tomando sus bolas, la adolescente recogiĆ³ una pistola del suelo y con un violento movimiento la estrellĆ³ contra la cara del sujeto dejĆ”ndole sin sentido.

 

El gas parecĆ­a estorbar su visiĆ³n, pero pudo ver al tercer sujeto quien al contemplar como su colega era anulado venĆ­a con todo contra ella, Alexandra le recibiĆ³ adecuadamente!

 

HundiĆ³ una patada contra el vientre el mercenario, haciĆ©ndole retroceder…

 

…El sujeto no entendĆ­a como pudo verlo llegar con todo ese gas, le habĆ­a cogido por sorpresa y al no ver ahora a la chica frente a Ć©l, saco un arma de fuego, era su instinto de protegerse!

 

Alexandra apareciĆ³ a su lado y con la cacha del arma le destrozĆ³ la oreja, el mercenario cayĆ³ por el suelo y la adolescente le pateĆ³ con furia la quijada. Un sonido sordo y los ojos del sujeto se fueron para atrĆ”s.

 

Unos segundos despuƩs auxiliaba a NicolƔs usando nuevamente su arma como efectivo objeto contundente.

 

Para NicolĆ”s los golpes cesaron y sintiĆ³ que le tocaban en el hombro.

 

—EstĆ” bien, soy Alexandra—NicolĆ”s se alegrĆ³ de escuchar su voz, porque no podĆ­a verla de tanta irritaciĆ³n en su vista.

 

Lo primero que hizo Alexandra fue tomar a NicolĆ”s de una pierna y arrastrarle lejos del gas; Mientras el chico se reponĆ­a, ella se encargĆ³ de los agresores.

 

Estos fueron esposados, amordazados y encerrados en una de las mĆŗltiples habitaciones vacĆ­as que habĆ­a por el subnivel.

 

Tras el incidente descansaron unos instantes. NicolĆ”s se dolĆ­a de los golpes pero no estaba herido de consideraciĆ³n.

 

Con los minutos, el dolor cedĆ­a y ya pudo moverse mĆ”s, observĆ³ a Alexandra, tenĆ­a algo de lĆ”grimas en las mejillas, nada comparado al llanto que le causĆ³ el gas a Ć©l, y ademĆ”s los ojos de la chica apenas si se veĆ­an rojos, el gas no parecĆ­a haberle afectado mucho.

 

NicolƔs no dijo nada, pero se preguntaba si en la academia de policƭa le enseƱaron alguna forma de no padecer tan fuerte los efectos del gas. En fin, parecƭa otro de los secretos de Alexandra.

 

—Viste eso, NicolĆ”s…—ExpresĆ³ Alexandra analizando lo ocurrido—…No querĆ­an usar sus armas con nosotros.

 

—Es cierto, pero no sĆ© por quĆ© no las usaron—NicolĆ”s aĆŗn se restregaba los ojos.

 

Alexandra notĆ³ una cĆ”mara en el techo, una sospecha naciĆ³ en ella.

 

—Gracias Alexandra, me salvaste—AgradeciĆ³ NicolĆ”s.

 

—Estas bien?

 

—Casi me da en las bolas, eso me distrajo y no pude reaccionar, realmente me vi en problemas, la verdad no sabĆ­a quĆ© hacer.

 

—No te sientas mal NicolĆ”s, no tienes un entrenamiento en combate, ese sujeto te supera en habilidad de pelea y en fuerza, lo hiciste bien para estar casi ciego por el gas.

 

NicolĆ”s notĆ³ de nuevo los ojos de Alexandra, apenas si se notaban algo enrojecidos.

 

—TĆŗ eres increĆ­ble, eres capaz de vencer peleando a mercenarios.

 

—No soy tan buena, me entrenaron desde antes, aun asĆ­ es difĆ­cil.

 

NicolĆ”s recordĆ³ el enfrentamiento que tuvieron a la salida del estadio de beisbol.

 

—Si tuvieras una espada te irĆ­a mejor, si eres buena con un palo en las manos, imagĆ­nate con una espada.

 

—SĆ­, pero ni una espada ni un palo sirven contra un arma de fuego.

 

NicolĆ”s se aprestĆ³ a retomar la marcha, se sobaba la entrepierna y la joven lo observĆ³.

 

—No que no te habĆ­a dado allĆ­ abajo?

 

—No me dio en las bolas, me dio en el monstruo…Ese maldito!—NicolĆ”s no notĆ³ la expresiĆ³n folclĆ³rica referente al pene que acababa de decir—…Duele de todas formas.

 

—El monstruo?— Dijo en voz baja Alexandra, pero mantuvo el silencio al entender a quĆ© se referĆ­a.

 

Enseguida enrojeciĆ³ al imaginar por un instante como serĆ­a el pene “dolido” de NicolĆ”s.

 

RecordĆ³ cuando se conocieron el miĆ©rcoles en la noche, cuando NicolĆ”s aun creĆ­a que ella era un varĆ³n y pensĆ³ que el golpe dado por Bornacelli habĆ­a sido en sus pelotas, al negarlo ella, entonces el adolescente dedujo que el impactado habĆ­a sido su pene. El recuerdo de ese momento coloreĆ³ aĆŗn mĆ”s a la joven.

 

—Estas bien?—ExpresĆ³ NicolĆ”s al verla enrojecida.

 

—SĆ­, no es nada, continuemos.

 

 

6:40 Am.

 

 

Superados los obstĆ”culos Alexandra y NicolĆ”s avanzaban con cuidado por los pasillos, cuando se escuchĆ³ una explosiĆ³n.

 

KA-BOOM!

 

El dĆŗo se asustĆ³ ante la detonaciĆ³n (Final de la pelea entre las 3 policĆ­as y la Vampira) proveniente del segundo subnivel, todo el techo se moviĆ³ y temieron colapsara, por fortuna no sucediĆ³. DebĆ­an encontrar a Viviana y salir de allĆ­, quien sabe que sucedĆ­a en los niveles superiores.

 

Mientras tanto…

 

La explosiĆ³n atemorizĆ³ tanto a Viviana como a Fierro quien desconocĆ­a que pasaba sobre sus cabezas, tras una pausa retomaron su marcha…

 

…En cierto lugar hallĆ³ un nuevo guardia de obstĆ”culo, una patada en los testĆ­culos por detrĆ”s, que casi le saca las gĆ³nadas por la boca al criminal, y Ć©ste estaba de rodillas muerto del dolor, un nuevo disparo con silenciador y el cerebro del tipo saliĆ³ de su crĆ”neo.

 

Viviana se cubriĆ³ los ojos ante tal acto de violencia.

 

—No te vayas a desmayar de la impresiĆ³n, por favor—Le recalcĆ³ Fierro quien no estaba de humor para cargar a Viviana si se desmayaba de nuevo.

 

La joven afirmĆ³ y tragĆ³ saliva, casi vomitĆ³ del asco al ver sesos por todos lados.

 

Continuaron su avance pero no tardaron en ser detectados, se topaban con un callejĆ³n sin salida al obstruirle el paso 3 criminales.

 

Una literal lluvia de balas se da entre los dos bandos. Bang! Bang! las balas recorren todo el amplio pasillo dĆ³nde se da el enfrentamiento.

 

Fierro es audaz, no tiene de otra y logra matar a uno, es un avance pero es pronto para cantar victoria, por un flanco aparece un nuevo criminal y antes de que Fierro pueda cubrir esa direcciĆ³n, recibe una bala que penetra su abdomen.

 

—OOgghh!!, maldiciĆ³n!—Fierro se retuerce, pero dispara dos veces contra sus atacantes, dejando claro que aĆŗn puede pelear.

 

—DIOS!!! —ExpresĆ³ alarmada Viviana, tratando de auxiliar al policĆ­a.

 

La chica se quitĆ³ la chaqueta y tratĆ³ de aplicar presiĆ³n sobre la herida de Fierro.

 

—Deja de hacer eso—El policĆ­a la rechazĆ³—DĆ©jame aquĆ­, corre, trata de salvarte!

 

Viviana lo veĆ­a con una expresiĆ³n de miedo absoluto, que harĆ­a ella sola?, Fierro manoteĆ³ exigiĆ©ndole que se marchara de vuelta al escondite previo.

 

El policĆ­a recargĆ³ su arma, se acomodĆ³ lo mejor posible y volviĆ³ a disparar.

 

—VETE!!

 

Casi llorando, Viviana comenzĆ³ a alejarse del sitio. Los disparos continuaban a lo lejos.

 

Fierro sabĆ­a que a la chica sĆ³lo le restaba ocultarse y esperar un milagro proveniente de la “batalla” en el subnivel dos. Pero y esa explosiĆ³n?  OjalĆ” aquellos desconocidos policĆ­as lograran sobrevivir, vencer y de alguna forma hallar a la chica.

 

En otro lugar…

 

Un mercenario caminaba en solitario, llevaba su fusil de asalto y en la espalda una mochila con abundante municiĆ³n, traĆ­a una mirada de ira y los ojos literalmente rojos, sin duda bajo el efecto de alguna droga estimulante…Su intenciĆ³n era clara, asesinar a los intrusos especialmente a esa chica, la hija del general…

 

…La odiaba pues ya la conocĆ­a, durante el intento de rapto en la academia de policĆ­a, la adolescente le pateĆ³ los testĆ­culos…QuerĆ­a venganza!  (Relato EL ANTES DE ALEXANDRA )

 

El mercenario dispara por la espalda contra dos colegas suyos que planeaban una nueva emboscada contra los 2 adolescentes. Los sujetos quedan tirados en un mar de sangre.

 

El asesino continĆŗa avanzando cuando le llaman por radio, se escucha cuando le dicen que retroceda, han visto su acciĆ³n por las cĆ”maras y es obvio su deseo de matar a los objetivos. CHO-FER quiere viva a la hija del general.

 

Pero el radio es silenciada por el hombre.

 

—Nadie me quitarĆ” mi venganza—El hombre se mete una mano al bolsillo y saca un polvo blanco que pasa por su nariz.

 

El macho se golpea el pecho como un gorila cuando la dosis de cocaĆ­na casi se le queda en el fondo de la nariz y sobre estimula su cerebro.

 

En un pasillo amplio se dio el encuentro. NicolĆ”s vio el avanzado fusil M16A4 en manos de un hombre, quien los divisĆ³ y una sonrisa apareciĆ³ en su rostro.



—Cuidado!—El adolescente apenas pudo retroceder y tratar de jalar a Alexandra con Ć©l tras un medio muro de piedra.

 

—Te matarĆ©, perra!—GritĆ³ el mercenario al ver y reconocer a la chica, Ć©sta tambiĆ©n pudo verlo antes de que NicolĆ”s tirara de ella.

 

El contento mercenario se atrincherĆ³ tras otro medio muro y colocĆ³ una bolsa mediana de cocaĆ­na a su lado, con acceso a mĆ”s “polvo” que el trasero de un bebĆ©, el hombre comenzĆ³ los disparos contra los jĆ³venes.

 

Los gritos de furia del drogado mercenario llamaron la atenciĆ³n de NicolĆ”s.

 

—Este te odia en verdad, lo conoces?

 

—SĆ­, reconozco su rostro, fue uno de los que me intentĆ³ raptar en la academia de policĆ­a, pero no entiendo esa ira, le golpeĆ© los testĆ­culos pero nada del otro mundo.

 

—Eso a veces enoja bastante a los hombres.

 

—Pues ese no es mi problema!—La adolescente se asomĆ³ y respondiĆ³ con tiros de pistola.

 

NicolĆ”s tambiĆ©n usĆ³ el fusil AK-47, el intercambio de disparos fue intenso, pero pronto el arma de NicolĆ”s quedĆ³ sin balas.



Alexandra tambiĆ©n disparĆ³ la Ćŗltima bala que le quedaba, ahora las pistolas tambiĆ©n yacĆ­an vacĆ­as.

 

—Jajajaja, pronto te matarĆ© puta!—ExpresĆ³ el mercenario al no escuchar mĆ”s balas de sus enfrentados.

 

Alexandra y NicolĆ”s estaban atrapados tras ese pequeƱo muro, las balas silbaban sobre sus cabezas, el arma en las manos de NicolĆ”s ahora era sĆ³lo un juguete pero la conservĆ³ al poder usarla como objeto contundente.

 

—No hay salida, es el fin Alexandra—NicolĆ”s estaba cabizbajo, pero la adolescente distaba mucho de eso.

 

—No seas pesimista, me encargarĆ© de ese sujeto.

 

—De que hablas?, Ese loco nos dejarĆ” como queso Gruyere.

 

—Eso no pasarĆ”…—Alexandra se aprestaba a salir del muro.

 

—Espera, que vas a hacer?!—Se alarmĆ³ NicolĆ”s.

 

—EstarĆ© bien, sĆ³lo no salgas…Entiendes? NO salgas.

 

Alexandra emergiĆ³ del muro protector y comenzĆ³ a correr agachada en direcciĆ³n a las balas…Era una locura, sucediĆ³ lo que ocurre cuando gente sin protecciĆ³n se enfrenta a un arma de fuego.

 

—UUghh! Oh Schei!——ExpresĆ³ Alexandra cuando sintiĆ³ un impacto en la zona del vientre, la joven cayĆ³ y rodĆ³ por el suelo.

 

—NOOOOO!!!—ExpresĆ³ NicolĆ”s como si le hubieran desgarrado el pecho.

 

—Te di maldita puta, jajajaja—Se regodeĆ³ el tirador, pasando otros gramos de polvo blanco por su nariz.

 

Desesperado, NicolĆ”s avanzĆ³ unos pasos, tomĆ³ a Alexandra entre sus brazos.

 

—ALEXANDRA!—La joven tenĆ­a los ojos entre cerrados y mantenĆ­a las manos cubriendo su abdomen— Oh por Dios!, NO!

 

NicolĆ”s tuvo una reacciĆ³n de ira, mirĆ³ con furia hacia la distancia, por allĆ” de donde habĆ­an salido las balas, dejĆ³ a la joven y se dispuso a ir contra aquel asesino. No le importĆ³ estar desarmado…

 

…Pero fue cuando le retuvieron de la mano.

 

—Te dije que no salieras!

 

NicolĆ”s veĆ­a como Alexandra se incorporaba y se inmediato se ubicaba delante de Ć©l, el joven no sabĆ­a que ocurrĆ­a; La adolescente comenzĆ³ a retroceder, llevĆ”ndose a NicolĆ”s con ella de nuevo rumbo al muro.

 

Al llegar, un boquiabierto NicolƔs no podƭa articular palabra.

 

—Pero…como es quĆ©?, como es quĆ©?—Fue todo lo que pudo expresar.

 

Schei! —Alexandra se tomaba el vientre, ante la mirada de NicolĆ”s, respondiĆ³—FallĆ³, no me dio.

 

NicolĆ”s notĆ³ que por un instante la joven se levantĆ³ el suĆ©ter del uniforme deportivo, tomĆ”ndose el vientre, en una fugaz imagen le pareciĆ³ ver enrojecida la zona que una mano de la adolescente parecĆ­a cubrir.



Alexandra bajĆ³ el suĆ©ter y se centrĆ³ en la distancia, allĆ” donde estaba el tirador.

 

—Pero, yo te vi caer, te dieron…Te dio, Alexandra!—NicolĆ”s observĆ³ el suĆ©ter, debiĆ³ equivocarse pues no se veĆ­a sangre en la tela.

 

—Deja de discutir y atiende lo que te digo, quĆ©date esta vez!

 

Alexandra emergiĆ³ otra vez del muro y avanzĆ³ con rapidez, esta vez corrĆ­an en zigzag.

 

—Pero quĆ© diantres?!—ExpresĆ³ el drogado tirador al ver que la chica estaba bien. Se propuso acertarle esta vez, pero sin lograrlo.

 

Pronto Alexandra llegĆ³ al sitio de dĆ³nde venĆ­an los disparos y dio un salto al murito, perdiĆ©ndose de la vista de NicolĆ”s.

 

La adolescente tomĆ³ por sorpresa al gatillero quien trataba de recargar, el hombre se encontraba de rodillas y de una patada le hicieron volar el arma de las manos; El sujeto se incorporĆ³ listo a pelear y lanzĆ³ un violento golpe contra la joven, pero Ć©sta lo esquivĆ³, colocĆ”ndose a centĆ­metros de su cuerpo.

 

El hombre podĆ­a ver el cabello de la chica casi a nivel de su pecho... Fue cuando lo sintiĆ³!

 

Las manos de Alexandra se apoderaron de su paquete genital para torcerlo con violencia.

 

—AAAAAHHHH!!!!!!—El hombre soltĆ³ saliva con tal fuerza que llegĆ³ al techo.

 

Alexandra tirĆ³ del paquete hacia abajo y obligĆ³ al hombre a caer de rodillas. La adolescente liberĆ³ su escroto y antes que se cubriera le enterrĆ³ un puntapiĆ© en las pelotas.

 

—OOOuugghh!!!—ExclamĆ³ el hombre cuando sus colgantes huevas casi se le meten en el cuerpo. El escroto rebotĆ³ regresando a su posiciĆ³n normal en aquellos calzoncillos, no sin tomar de inmediato un fuerte tono rojizo que de estar desnudo hubiera avergonzado a su atacante femenina.



El hombre estaba tan atontado que casi se iba de cara al piso, pero Alexandra le sostenĆ­a de la frente, por fin pareciĆ³ sentir piedad por el miserable y le proyectĆ³ un rodillazo en la nariz que le hizo cae de espaldas y totalmente sin sentido.

 

NicolĆ”s escuchĆ³ los alaridos masculinos justo un instante despuĆ©s de que las balas cesaron. Ahora puede ver la mano de Alexandra quiĆ©n le hacĆ­a seƱas para ir en su direcciĆ³n.

 

Al llegar, NicolƔs vio al gatillero tirado en el suelo y sin sentido.

 

—Le ganaste…

 

—SĆ­, le apretĆ© los testĆ­culos…

 

El joven arrugĆ³ el rostro como si le doliera a Ć©l.

 

Alexandra tomĆ³ el arma de respaldo del sujeto y la entregĆ³ a NicolĆ”s, ella usarĆ­a esta vez el fusil de asalto, aquĆ©l moderno fusil estadounidense.

 

Como un par de roedores, el dĆŗo se perdiĆ³ de nuevo por los oscuros pasillos del tercer subnivel, continuando su bĆŗsqueda de Viviana.

 

 

Malditos inĆŗtiles, no pueden atrapar a una niƱa y a un mocoso?!—Por radio el mafioso CHO-FER expresaba su enojo antes sus lacayos por no poder atrapar a la chica.

 

 

El dĆŗo retomĆ³ la marcha, a medida de pasaban por una zona muy oscura, se encontraron con una tenue llovizna que los sorprendiĆ³. Ambos dedujeron en sus mentes (correctamente) que la explosiĆ³n debiĆ³ crear filtraciones de agua en las tuberĆ­as que encontraban grietas y de ahĆ­ el intenso goteo por ciertas zonas.

 

NicolĆ”s observĆ³ como el agua mojaba el cabello corto de Alexandra, quien no dejaba de ver al techo y volviĆ³ a verse algo agitada. CreyĆ³ conveniente entablar una charla.

 

—No te preocupes, no es agua de mar—NicolĆ”s seguĆ­a con la teorĆ­a de que Alexandra no sabĆ­a nadar y temĆ­a que por la explosiĆ³n una de las paredes cediera y el mar entrara, despuĆ©s de todo se hallaban bajo el nivel del ocĆ©ano.

 

—SĆ© que son las tuberĆ­as del agua que debieron daƱarse con la explosiĆ³n, solo es que…—La joven no pudo terminar la frase.

 

—No me digas…Otro secreto, no?, entiendo y no debes explicar nada, despuĆ©s de todo creo que ya me estoy acostumbrando.

 

Alexandra sonriĆ³ y solo dijo:

 

—Perdona…

 

Un par de minutos despuĆ©s llegaron a una zona mĆ”s iluminada, estaba llena de casquillos en el suelo, sin duda la batalla a tiros en esa zona debiĆ³ ser impresionante, ¿pero quienes habĆ­an sido los protagonistas de la balacera?

 

Unos 10 metros mĆ”s allĆ”, vieron una sombra tras unos cajones, parecĆ­a ser alguien. Se pusieron alertas, NicolĆ”s detallĆ³ que sangre corrĆ­a desde allĆ­.

 

—Quienes son ustedes? —Expresaba un hombre herido y recostado contra un pesado cajĆ³n.

 

Se trataba de Manuel Fierro, el policĆ­a no tenĆ­a balas y esperaba que cualquier enemigo que pasase por allĆ­ le rematase; Al parecer sus enfrentados vieron su situaciĆ³n y le dejaron a morir lentamente.

 

Ante los cuestionamientos de los adolescentes, el policĆ­a se identificĆ³, no sabĆ­a que hacĆ­an ellos allĆ­, como habĆ­an llegado?, eso poco importaba.

 

Los jĆ³venes le prestaron asistencia.

 

NicolĆ”s le ayudĆ³ a incorporar y Alexandra le reviso la espalda; La sangre emergĆ­a de allĆ­, especĆ­ficamente del Ć”rea de su riĆ±Ć³n derecho.



Al saber que los jĆ³venes buscaban a Viviana, Fierro les contĆ³ que intentĆ³ sacarla del Fuerte, pero cuando lo hirieron le dijo que corriera en una direcciĆ³n.

 

—Temo que la habrĆ”n capturado, no les serĆ­a difĆ­cil a esos rufianes…— Fierro apenas si podĆ­a hablar.

 

—Te llevaremos con nosotros, saldremos de aquĆ­. —NicolĆ”s quiso ayudarlo a levantar, dirigiĆ³ una mirada a Alexandra, pero Ć©sta bajĆ³ la vista al piso, Fierro la observĆ³.

 

—Tu amiga sabe lo que sucede…Estoy muriendo.

 

NicolĆ”s mirĆ³ a Alexandra buscando una respuesta esperanzadora, pero la mirada de ella le confirmĆ³ lo dicho por el hombre.

 

—Salven a esa chica, no pierdan mĆ”s tiempo conmigo, ya vĆ”yanse…

 

Los jĆ³venes se marcharon no sin llevar una expresiĆ³n de tristeza y alguna lĆ”grima en sus ojos.

 

Fierro morirĆ­a con algo de esperanza, aquellos chicos estaban arriesgando sus vidas para encontrar a la joven Viviana, y vio en sus ojos una real determinaciĆ³n, quiso creer que lograrĆ­an rescatarla.

 

 

 

CONTINUARƁ…

 

 

***

 

ESPEREN EL EPISODIO FINAL DE ESTA HISTORIA EL PRƓXIMO MIƉRCOLES 01 DE DICIEMBRE…

…. DONDE SE SABRƁ SI LOGRAN RESCATAR A VIVIANA, Y POR FIN SE EXPLICARƁ LA FORMA EN QUE ALEXANDRA ESCAPƓ DE LA ACADEMIA DE POLICƍA (Tema pendiente por aclarar).

 

 

 

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