EL ANTES DE ALEXANDRA.
CONTIENE BALLBUSTING F/M.
Continuación del relato EL AHORA DE ALEXANDRA.
Alexandra narraba los recientes hechos de su vida a NicolĆ”s…
—Hace unos meses ingresĆ© a la academia de policĆa. Cómo ya te dije, varios miembros de mi familia son policĆas, incluyendo mi padre, quien tiene cierta importancia en la institución. Aquel dĆa…
El primer dĆa en la academia de policĆa, Alexandra recibĆa junto a 15 chicas y 25 varones el discurso de ingreso de la subdirectora de la academia, la capitana Gertrudis Ferrer.
Los nuevos cadetes se presentaban ante el pĆŗblico y declamaban un tradicional juramento.
—Mi nombre es Alexandra Volsfgalsfz! Y juro servir con dedicación, altura y orden a mi paĆs, a la institución y a toda persona necesitada de justicia.
La familia de Alexandra presente en el evento estaba orgullosa, principalmente su padre, el teniente general de la policĆa, Sigfredo Volsfgalsfz.
Terminada la ceremonia, las fotos y la visita de las familias, no tardaron las fricciones entre cadetes, sobre todo con chicas de un semestre superior, quienes veĆan a las novatas como carne fresca.
—Oye, estĆŗpida de la mano vendada, quien te crees, eh?—Le recriminaba dĆas despuĆ©s Helena MĆ”rquez, una de las cadetes mĆ”s sobresalientes y bastante engreĆda. Era de dominio pĆŗblico que Alexandra gozaba de ciertos privilegios en la academia, incluyendo una habitación privada.
Y es que Helena era hija de un coronel del ejĆ©rcito y su familia tenĆa una tradición en las fuerzas del orden. Aquel dĆa Alexandra ignoró a Helena, quiĆ©n tomo el desaire de forma personal, en adelante tratarĆa de hacerle la vida imposible a Alexandra.
Un dĆa la rivalidad fue llevada al lĆmite.
En clase de defensa personal, Helena retó a Alexandra a un combate, la engreĆda con un semestre mĆ”s esperaba vencer fĆ”cilmente a la novata, pero estaba equivocada.
El ambiente en el gimnasio de la academia era de total expectativa y tensión.
Alexandra hundió su pie en el estómago de Helena, haciĆ©ndola retroceder. Una patada en el muslo la dejó de rodillas, la novata retrocedió pensando que con eso la retadora ya habĆa tenido suficiente…Pero la enojada Helena se lanzó contra ella, viendo la terquedad de su rival, Alexandra decidió terminar el combate…una patada a la cara dio fin a la pelea.
El enfado entre las amigas de Helena las instó a atacar en grupo a Alexandra, pero es cuando interviene Pablo Toledo, poniendo fin al asunto.
Pablo con 20 aƱos, era un admirado cadete de Ćŗltimo semestre, cinturón marrón de karate y uno de los referentes en las clases de autodefensa. TambiĆ©n era muy acechado por las chicas de la academia; Aunque no se le conocĆa novia, era muy probable que tuviera una afuera de las paredes de la institución.
A la hora del almuerzo Alexandra siempre comĆa sola, era casi una paria entre las novatas, no faltaba el cadete queriendo acercĆ”rsele por su belleza fĆsica, pero no tardaba el rechazo de la chica.
Al dĆa siguiente del incidente con Helena, Toledo se le acercó en el comedor, cuando ya todos se habĆan ido.
—Porque no te integras con las demĆ”s?
La joven se mostró sorprendida por el acercamiento de Toledo.
—Entiendo que te ganaste la enemistad de Helena, pero serĆa esperable que hicieras fraternidad con las rivales de ella, que de por sĆ son bastantes.
Claramente Ć©l no era la clase de joven inmaduro que se le acercaba con un interĆ©s fĆsico, estaba sinceramente preocupado por su actitud en la academia. Alexandra vio conveniente romper su silencio.
—No estoy interesada en pertenecer en fraternidades, ni hacer amistades, no estoy aquĆ por eso.
—Entonces porque estĆ”s aquĆ?, para ser policĆa?, no lo serĆ”s con esa actitud.
—Eso aĆŗn no lo sĆ©, y la verdad no estoy segura si pertenezco aquĆ—La respuesta de la chica pareció dar la explicación que Toledo buscaba.
—Ahora entiendo, aun no estĆ”s segura de tu futuro… Bueno, eres muy joven…sólo te deseo que encuentres tu camino, y ojala ese camino no lastime a gente que te quiere.
El muchacho comenzó a alejarse, se detuvo un instante cuando escuchó:
—Eso fue muy profundo…Gracias por interesarte.
—No es nada, me gusta ayudar a los demĆ”s.
Al salir del comedor Alexandra vio a una mujer extraƱa, era una policĆa que caminaba junto a 3 agentes varones, claramente ella era la que lideraba el cuarteto. La joven se quedó viĆ©ndola y la mujer de rasgos orientales pareció presentir que la observaban, se detuvo y lentamente giró la cabeza en dirección a Alexandra, tenĆa una mirada penetrante, analĆtica y que le daba un aspecto frio…
… La seriedad fue reemplazada por una sonrisa perversa. Alexandra la miró fijamente y la mujer abrió la boca, la lengua afilada humedeció lentamente sus labios.
Alguien apareció y los 4 sospechosos oficiales retomaron su camino
—No sĆ© quiĆ©n era esa mujer, NicolĆ”s… Pero solo con verla supe que era muy peligrosa, no entraba en lo que se llamarĆa una persona ordinaria.
NicolĆ”s observó el aspecto de Alexandra al mencionar a la extraƱa…se mostraba realmente preocupada.
Al dĆa siguiente Elsa visitó la academia.
—Un momento—interrumpió NicolĆ”s—quien es Elsa?
—Mi sirvienta, iba cada 3 dĆas. Quien crees que lavaba mi ropa en la academia?
—Sirvienta?, no cabe duda que esta chica nació en cuna de oro—Llegó a pensar NicolĆ”s.
—Pero, que no todos los policĆas lavan su propia ropa?
—Esos son los soldados en su cuartel.
—Pues eso no es cierto, los policĆas en formación tambiĆ©n…Bah! OlvĆdalo solo continĆŗa.
Ese domingo por la tarde, Elsa la visitó, la sirvienta le ofreció a la joven un postre.
—Pruebe este pastelillo seƱorita Alexandra, lo preparĆ© yo misma, le fascinarĆ”.
La joven probó el rico postre y tras 10 minutos comenzó a sentir sueño, no tardó en dormirse.
—Perdóneme seƱorita—Expresó en voz baja la mujer, quien abrió la puerta.
Un policĆa entró a la habitación y cerró la puerta tras de sĆ, mientras otro se quedaba afuera, casi parecĆa un portero.
El hombre revisó a la dormida joven, sonrió. Era una misión fÔcil, raptar a la chica.
—AyĆŗdame a envolverla en las sĆ”banas, la sacaremos cuando nos den la seƱal.
Era comĆŗn que Elsa se llevara la ropa y sĆ”banas sucias de Alexandra, por lo que sacarĆan a la joven en el automóvil de la empleada.
De repente un puƱo se hunde en la entrepierna del policĆa.
—Aaarrgg!!—Exclama el varón que retrocede muy dolido.
Alexandra estÔ despierta y con expresión de enojo. Elsa estÔ sorprendida y se apoya contra la pared.
—Maldita perra! —Reclama el enojado hombre, que la mira con odio mientras acuna sus pelotas, el golpe de la adolescente le dio en ambas huevas.
El policĆa gruƱe con furia y se lanza contra la chica.
Alexandra le recibe con una patada en la cara, la nariz del sujeto se deforma.
La joven no pierde tiempo y viendo que se cubre la nariz, le propina una patada en los testĆculos.
—Ouughh!!—Se queja el oficial, quiĆ©n cruza los muslos y termina de rodillas en el piso.
Un fuerte golpe de en la cabeza le deja sin sentido.
Es cuando se abre la puerta, el otro policĆa se encuentra con su colega en el suelo, y la joven de pie junto a Ć©l, la chica tiene una secadora de pelo en la mano, al menos eso era pues acaba de romperla en la cabeza del inconsciente sujeto.
—QuĆ© diablos sucede?—El policĆa mira por un instante a Elsa, la mujer recostada contra la pared, tiene una expresión de sorpresa y pĆ”nico.
Entonces fija la mirada contra la adolescente, cierra la puerta tras de sĆ y con los puƱos apretados se lanza contra la chica. No entiende porque no estĆ” dormida, de alguna forma su colega falló en dormirla…Pero Ć©l la dormirĆ” a golpes!
Alexandra responde al reto del atacante, ambos se dirigen uno contra la otra, pero a Ćŗltimo momento la joven desaparece de en frente del policĆa, la chica se dejó caer al suelo!
Para cuando el atacante baja la mirada y ubica a la chica sentada en el piso, Ʃsta lanza la pierna, hundiendo su zapato deportivo en la ingle del sujeto.
—AAahhh!!—Grita el sujeto con las pelotas aplanadas.
Alexandra retira el zapato y Ʃste se dobla tomando sus cojones.
Finalmente se derrumba de rodillas, la chica de nuevo lanza la pierna, ahora contra la cara del atacante, quiƩn termina boca arriba tirado.
Con rapidez la joven se levanta y le patea la cabeza, una brutal patada que lo deja sin conocimiento.
Elsa quedó petrificada ante tales agresiones genitales contra esos varones. Observó a la victoriosa adolescente, quiĆ©n ahora la observaba con expresión de enojo…la mujer se dejó caer sobre sus rodillas.
—Perdóneme seƱorita…perdón!
—Porque lo hiciste, Elsa? Me quieren secuestrar!
—Perdón, pero ellos amenazaron con lastimar a mis dos hijos, hay un hombre afuera de mi casa. —La mujer lloraba desesperada.
Alexandra sabĆa que Elsa era madre soltera de dos niƱos, uno de 10 aƱos y otro de 5, no pudo culparla por acceder a su secuestro.
—Schei!, Quien hace esto, Elsa?, estos tipos nunca liderarĆan algo asĆ.
—No sĆ© cómo se llama…Es una mujer malvada, siniestra, ella estĆ” con Ć©stos dos y otro mĆ”s, todos estĆ”n aquĆ.
Alexandra recordó a aquella mujer oriental, ya le parecĆan conocidos estos dos tipos, estaban con ella el dĆa anterior…Eran policĆas falsos sin duda.
—LevĆ”ntate Elsa, te perdono, te obligaron y no te culpo.
La mujer le agradeció.
—Pero mis hijos, que voy a hacer seƱorita Alexandra?, si no hago lo que ellos quieren…
—No te preocupes, vamos a pedir ayuda.
—Pero es muy arriesgado… si saben que los descubrieron o si les agarran, ese hombre afuera de mi casa lastimarĆ” a mis hijos.
—Te ayudarĆ© a rescatar a tus hijos…Nada les pasarĆ”.
—Pero seƱorita…—La empleada dudo un instante, pero Alexandra se veĆa con una seguridad tal que la convenció, ademĆ”s la joven habĆa vencido a esos dos hombres, Elsa creyó de verdad en que ella le podrĆa ayudar.
Comprometida en una imaginaria misión de rescate para sus hijos la empleada le contó lo que los secuestradores planearon. Le advirtió:
—SeƱorita, ellos ven todo por las cĆ”maras, en la camioneta donde vinieron tienen pantallas dónde ven todas las cĆ”maras… el sujeto que falta estĆ” vigilando todo.
La joven pensó un instante.
—Si ven todo, deben tener un contacto adentro, alguien que les dio acceso al sistema de cĆ”maras….de seguro tambiĆ©n monitorean las llamadas.
Aquello no era difĆcil, la academia tenĆa prohibición entre los cadetes a llamadas personales, asĆ que se podĆan bloquear las llamadas telefónicas, sólo la zona administrativa y el Ć”rea de clases estaban libres del bloqueo.
Desde afuera se podrĆa llamar sin monitoreo de alguna forma, pero llamar a quiĆ©n? AsĆ como tenĆan un infiltrado, podĆan tener alguien en la central de policĆa, llamar para denunciar podrĆa alertar a quien tuviesen espiando y los hijos de Elsa estarĆan en riesgo…
…La Ćŗnica persona confiable era el padre de Alexandra, pero debĆa ser ella quien hablara con Ć©l una vez estuviera afuera.
Alexandra pensó en un plan, si observaban en las cĆ”maras que ella salĆa con Elsa, de seguro sus hijos serĆan lastimados, lo mejor era que la empleada saliera primero en busca de su automóvil… cómo era lo planeado. Y despuĆ©s debĆan ir los dos sujetos con la chica entre sĆ”banas para subirla al vehĆculo de Elsa y asĆ sacarla de la academia.
—Vas a salir con normalidad, Elsa. Sal en tu vehĆculo y espĆ©rame a una cuadra, allĆ hay un centro comercial, en unos minutos llegarĆ©.
—Y usted como saldrĆ”, seƱorita?
—Apenas salga por esa puerta, me verĆ”n en las cĆ”maras y sabrĆ”n que algo le sucedió a sus hombres, debo distrĆ”elos! los harĆ© perseguirme dentro de la academia, y cuando menos lo esperen me evadirĆ© por donde ellos no conocen. Eso nos darĆ” tiempo para llegar con tus hijos.
El plan parecĆa tener esperanzas.
—Ninguno de ellos estĆ” armados, seƱorita…—Le informó Elsa.
—Ya lo sabĆa. En la academia no se puede ir armado, solo los de seguridad llevan armas, y son pocos agentes, si fingieran ser de seguridad serĆa fĆ”cilmente reconocidos por el verdadero personal...Por eso fingen ser policĆas comunes.
Elsa sale, y es cuando Alexandra se prepara para su parte del plan…CorrerĆ” hacia el gimnasio de la academia, ubicado al fondo de las instalaciones y rodeado de una amplia zona verde, cree poder evadirse del sitio por algĆŗn muro mientras sus perseguidores la buscan sin cesar. Una vez afuera llamarĆa a su padre.
Pero en la mente de la adolescente una idea emergió…Con rapidez Alexandra comenzó a buscar en las gavetas, sacó su cartera y documentos. La nueva idea cambiarĆa drĆ”sticamente no sólo su plan, sino tal vez su futuro!
El 3er falso policĆa en el cubĆculo de vigilancia ve salir a Elsa, reporta la novedad a su jefa, aquella mujer oriental quien esperaba en la parte delantera de la camioneta dentro del parqueadero de la academia.
La mujer no ve problemas, aquello iba segĆŗn el plan.
Minutos después en las cÔmaras se ve a Alexandra saliendo de su habitación y corriendo rumbo a la zona verde, sin duda el gimnasio es su destino.
—QuĆ©?! pero que pasó con esos dos idiotas?—Reclamó la jefa del operativo criminal.
La oriental da instrucciones rÔpidas a su subordinado: Apagar todas las cÔmaras de la academia, ir a la habitación de la joven y verificar que sucedió con sus dos compañeros, mientras ella interceptarÔ a la adolescente.
La mujer es rĆ”pida y se nota una tenue sonrisa en sus labios…Estaba aburrida sin tener nada de acción, ahora las cosas cambiarĆan.
Convenientemente toda la zona verde estaba vacĆa al ser un domingo, la oriental penetró en el gimnasio sorprendiendo a Alexandra que nunca esperó encontrarse con algĆŗn secuestrador antes de poder evadirse de la academia.
—Hasta aquĆ llegaste, niƱita.
—Tu eres la que lidera a esos dos canallas, verdad?, a que grupo criminal perteneces? Porque me quieren secuestrar?!
La mujer soltó una risilla.
—La hijita de papi ya quiere actuar como una policĆa?, ja!...Por cierto, cómo evadiste a mis hombres?
—No les evadĆ, les derrotĆ© sin problemas, la verdad no eran muy hĆ”biles—Alexandra se mostró algo jactanciosa, todo con la intención de molestar a la mujer.
—No niego eso, pero ahora te topaste con alguien con quiĆ©n no podrĆ”s—La oriental no dejaba de sonreĆr.
—TambiĆ©n te derrotarĆ© a ti, cobarde—Ahora quiĆ©n sonreĆa era la joven.
—Pues deja de hablar y ven a demostrar lo que presumes...
En el espacio de prÔcticas dentro del gimnasio, Alexandra se enfrascó en una pelea contra la oriental.
La chica lanzaba golpes de puƱo y patadas pero la mujer parecĆa evadirla sin dificultad, se notaba que era muy buena peleando, Alexandra no tenĆa oportunidad.
La oriental lanzó un ataque de garra usando sus largas y poderosas uñas, le rasguñó el brazo.
—Schei!—Expresó la dolida joven, quiĆ©n retrocedió tomĆ”ndose la zona herida.
Se dio un nuevo ataque de la criminal, Alexandra se agachó evitando ser rasguƱada en la cara, al ver la pared tras de sĆ, nota la marca de las uƱas en el muro…de no haber esquivado el rasguƱo le hubiera marcado la cara.
La oriental la felicita:
—Eres muy buena para ser una novata en la academia, seguro ya tenĆas entrenamiento previo.
La adolescente no dejaba de retroceder. Fue cuando vio un palo de entrenamiento, de inmediato la joven adoptó una posición de esgrima.
La oriental la ataco, pero por primera vez Alexandra evitó su golpe, se ladeó y la conectó con el palo en el hombro, la criminal pudo evitar a Ćŗltima hora la fuerza del golpe, girando la zona corporal…Retrocedió unos 3 pasos.
Impresionada por la habilidad de la chica, la oriental se mostró por un instante seria, pero rÔpidamente una sonrisa retornó a su boca.
—Esto es inesperado y hasta irrespetuoso…pero no te vanaglories tanto por tener cierta habilidad con ese palo de porquerĆa. Observa cómo te vuelvo a poner en tu sitio, mocosa.
La mujer atacó y Alexandra se defendió con el palo, pero un ataque de aquella garra destrozó el objeto de madera.
—Oh-oh—Expresó la joven viendo el medio palo que le quedaba entre manos, el resto era un montón de astillas, aquellas uƱas de la criminal eran armas mortales.
A continuación la adolescente recibió un combo de golpes de puƱo, en la cara, espalda y costados, la joven retrocedĆa tras cada impacto...Estos no eran fuertes pues la mujer se divertĆa con ella, Alexandra lo sabĆa pero no por ello dejaban de sentir dolor.
En cierto momento Alexandra se agarró con fuerza del brazo de la mujer, su intención era morderla, pero la oriental lo evitó tomÔndola del cabello y alejÔndola con violencia.
Alexandra se cubrĆa el cuero cabelludo, la mujer le habĆa arrancado cabellos desde la raĆz.
—Schei!...Maldita cerda!—Le reclamó, pero la agresora sólo parecĆa divertirse.
—Vaya, que bonito cabello—La mujer manoseó algunos de los cabellos que habĆan quedado en su mano, los acercó a su nariz— Y huele delicioso, un cabello asĆ sólo se consigue con productos muy costosos…dudo mucho que en un sitio como Ć©ste tengas acceso a tales artĆculos…¿Privilegios por ser hija de papi?
—CĆ”llate zorra!—Alexandra confirmó una vez mĆ”s lo que daba por hecho. SabĆan quiĆ©n era su padre…Sin duda era un secuestro extorsivo.
A la adolescente le dolĆa todo el cuerpo, pero aĆŗn no se rendĆa. Volvió a atacar a la mujer, quien se mostró decepcionada.
—Ya deja de intentarlo perdedora, solo eres una mocosa, te llevarĆ© de aquĆ, sĆ o sĆ.
En esta ocasión Alexandra lanzó un golpe de puño con su mano izquierda, pero la oriental se lo atrapó con la mano, por un momento se dio un duelo de fuerzas, Alexandra tratando de superar la contención de la adulta.
La adolescente estĆ” realmente enojada, su brazo izquierdo comienza a temblar, el movimiento es notado por la oriental quien se extraƱa con lo que sucede, aplica mĆ”s fuerza tratando de detener el temblor…pero es inevitable, el temblor aumenta.
La mujer no entendĆa que pasaba, el temblor se hacĆa cada vez mĆ”s intenso, trasladĆ”ndose a su mano, aquella con la trata de retener esa empuƱada mano vendada.
Miró con extrañeza y molestia a la chica y le conectó un puño en la cara con la mano opuesta, alejÔndola...Esta vez la fuerza fue mayor, lastimando la nariz de la chica.
—Quien demonios eres tĆŗ!?—Expresó la mujer viendo que su mano ahora libre todavĆa temblaba, era como si el temblor de aquella mano y muƱeca vendada se hubieran trasladado a su propia extremidad.
Confundida, la misteriosa mujer sacudió su mano dos y tres veces…El temblor cesó por fin. La oriental parecĆa impactada ante lo que pasaba, frunció el ceƱo observando la extremidad vendada de la adolescente.
La sangre corrĆa desde la nariz de Alexandra.
—Que rayos tienes bajo ese vendaje?, RESPĆNDEME!!—Por primera vez, la tranquila oriental denotaba perder la calma.
—Jeje…Eso no te lo dirĆ©!
La llegada de los 3 compinches cambió el ambiente de hostilidad. La oriental pareció tranquilizarse.
—AhĆ estĆ” esa maldita!—Expresó uno de los criminales a quien Alexandra habĆa noqueado.
—Al fin aparecen inĆŗtiles—Les regañó la jefa—No funcionó el somnĆfero, quiĆ©n fue el que lo puso?
Uno de ellos respondió con temor en su voz:
—Perdóneme jefa, yo lo puse en el postre y una buena cantidad, no es la primera vez que uso esa droga…La verdad no sĆ© porque no le hizo efecto ni 10 minutos.
—Tal vez nos traicionó la empleada—AƱadió el criminal que vigiló las cĆ”maras todo el tiempo.
—No creo, ella sabe que tiene mucho que perder—Sentenció la mujer.
—Malditos cobardes!, y esa Elsa es una traidora!—Fue la reacción de Alexandra. DebĆa aparentar enfado contra Elsa para que no sospechasen nada o con una llamada lastimarĆan a sus hijos.
—DĆ©jeme vengarme jefa, esa putica me pegó en las bolas—Recalcó el criminal que buscaba venganza. Su compaƱero le apoyó, tambiĆ©n querĆa desquite.
—No, ustedes ya pasaron su vergüenza, no quiero que les vuelva pasar lo mismo.
—Pero jefa, es que me cogió por sorpresa la primera vez.
Mientras discutĆan Alexandra se veĆa sin salida. De pronto observa su mano izquierda vendada, parece querer cerrarla pero finalmente no lo hace…Entonces corre en dirección opuesta a los secuestradores.
—Cobarde resulto la niƱa —La mujer oriental se mostró decepcionada—bueno no la culpo, estaba sin salida—La dama se quedó viendo al trio— Vayan por ella, inĆŗtiles!
Alexandra conocĆa el lugar, recorrió rĆ”pidamente un pasillo y se encerró en una bodega donde guardaban el equipo deportivo, la puerta era de metal.
No tardaron los 3 sujetos en ubicar su escondite, empezaron a golpear la puerta.
—DespuĆ©s de eso pude escapar.
—Un momento—Interrumpió NicolĆ”s—Y como saliste de ese sitio?
—No quiero escucharme repetitiva, pero eso no te lo puedo decir…
Tras su evasión, Alexandra se reunió con Elsa y fueron a su casa.
Como Alexandra sospechaba, la persona afuera de la casa no era un miembro del grupo, solo era un ayudante, por lo que no serĆa difĆcil de confrontar.
El sujeto estaba en el auto viendo una revista pornogrĆ”fica (en la portada habĆa una mujer con pechos exageradamente grandes), Alexandra abrió la puerta de improviso, tomĆ”ndolo por sorpresa. La joven le metió dos dedos en las fosas nasales y le hizo salir a las malas…Como esperaba era un cobarde mĆ”s.
Elsa estaba asombrada al ver a aquel hombre ser arrastrado por la adolescente.
Con habilidad la joven revisó las prendas del sujeto, no tenĆa arma de fuego, pero si una navaja retrĆ”ctil, la joven se deshizo de ella arrojĆ”ndola a una rejilla del alcantarillado.
—QuiĆ©n te envió?—Preguntó la chica.
—Yo no sĆ© nada—El tipo estaba sin reacción, aquellos dedos hundidos en su nariz le causaban dolor y no sabĆa cómo reaccionar.
—Habla cobarde! Vigilabas a esos pobres niƱos…eres una basura!—La adolescente le propinó una palmada por las bolas.
—Uughh!—Exclamó el sujeto, quiĆ©n se veĆa incapacitado, el estirón en sus fosas nasales y el dolor de sus bolas aplastadas le hacĆan trastabillar, Alexandra maniobró el peso del hombre mĆ”s grande y le mantuvo erguido.
—Contesta…quien es tu jefa—Estaba segura que aquella mujer oriental lideraba todo el grupo.
—Gaahh!!—El sujeto soltó una gran cantidad de saliva, cuando recibió una nueva palmada en las pelotas.
Las bolas revotaban dentro de sus pantalones, y otro grito salió cuando por tercera vez la chica la palmoteaba.
Cansada del inútil interrogatorio, Alexandra sacó los dedos de las fosas nasales y el sujeto se desplomó. La chica le comenzó a dar puntapiés en el trasero haciéndole subir a su auto.
—LĆ”rgate, pobre diablo!
El hombre apabullado, arrancó sin voltear siquiera.
Alexandra puso a Elsa y sus hijos en un taxi, rumbo a su casa.
Tras verla partir, llamó a su padre y le contó del intento de secuestro, le dejó claro lo ocurrido a Elsa y le hizo prometer que le protegerĆa:
—PromĆ©teme que la cuidarĆ”s.
—Eso es claro hija, pero porque noto un tono extraƱo en ti, Alexandra. Dónde estĆ”s?
—Papi, lo lamento…pero no voy a volver a la academia.
—De que hablas?
—No te lo habĆa dicho porque no querĆa decepcionarte, pero no quiero ser policĆa como tĆŗ, como Julio, como CĆ©sar o como AnĆbal, debo irme…
—Irte a dónde?
—Me irĆ© hasta que decida que serĆ” de mi vida, lamento preocuparte pero en adelante no sabrĆ”s de mĆ, dile a mamĆ” que la amo y que no se preocupe, que estarĆ© bien.
—Jovencita dĆ©jate de tonterĆas y vuelve a esa academia, y si no quieres eso, entonces ven a casa.
—Adiós papĆ”.
—NiƱa terca! obedece a tu padre, yo no permitirĆ© que…
La joven colgó, sacó el chip de su teléfono lo guardó en un bolsillo y arrojó el teléfono a un cercano arroyo.
Lo primero que hizo Alexandra aquel mismo dĆa, fue hacerse de una identidad falsa, acudió a un amigo experto en sistemas y como le debĆa un favor le ayudó. Ya con una identidad de 18 aƱos y sexo masculino, pudo crear una cuenta bancaria donde depósito los 20.000 dólares de su cuenta personal.
Desde entonces y por 40 dĆas, habĆa vivido entre hoteles. Ocultando su identidad femenina con cortes de cabello, ropa holgada y usando en ocasiones aquella voz grave.
—Y eso es todo...
Finalizó la narración de Alexandra, NicolĆ”s estaba impactado, Ć©sta chica que acogĆa en su casa no sólo estaba rodeada de secretos, sino tambiĆ©n de peligros...
—QuĆ© opinas?
—Que quĆ© opino?, eres la hija de un general de la policĆa, con razón tienes una habitación 3 veces mĆ”s grande que Ć©sta, y quien sabe que otros lujos sin fin, asĆ que supongo que por eso te intentaron secuestrar.
—No lo tengo del todo claro, pero tambiĆ©n creo que ese era el motivo.
—Entonces vamos por partes, si entiendo bien, no sólo evades a la policĆa porque te estĆ©n buscando esos secuestradores con espĆas en la institución…mĆ”s bien es porque de seguro tu padre te estĆ” buscando.
—AsĆ es…
—Pero, si me dejas preguntar…¿Ya decidiste que harĆ”s?, tu familia debe estar muy preocupada por ti.
—Lo sĆ©, y en ocasiones les hago llegar mensaje de que estoy bien, pero respondiendo a lo otro…No! todavĆa no sĆ© quĆ© quiero, ya han pasado 40 dĆas y aun no lo sĆ©, no sĆ© si quiero esto…—La joven se quedó viendo su muƱeca vendada, algo que notó NicolĆ”s.
El chico recordó cuando ella intentó hacer algo con esa mano vendada durante la pelea contra Bornacelli y sus compinches. Decidió no preguntar.
—Entonces desde que te fuiste has estado viviendo estos 40 dĆas en hoteles.
—AsĆ es, debo cambiar frecuentemente de sitio.
—Y tu equipaje?
—No tengo, lo que llevaba encima es lo que tengo.
—Pero tu chaqueta es nueva, que haces con las ropas viejas, las desechas?
La joven afirmó.
—AsĆ es, no quisiera tirar una prenda despuĆ©s de 2 o 3 usos, pero es necesario…Lo Ćŗnico que uso siempre es este suĆ©ter de la academia, incluso he comprado varios despuĆ©s de mi ida…claro que las adquiero por medios digitales…Pero todo eso me lleva a confesarte que hasta anoche tuve dinero, por eso vine contigo, perdona el atrevimiento pero ya no tengo con que subsistir, perdón…
—No te disculpes por eso, estoy en deuda contigo y si dĆ”ndote refugio puedo ayudarte, lo harĆ©.
El gato regresó al estar la puerta abierta y su presencia distrajo la conversación.
Cuando Alexandra quiso acariciarlo con su mano izquierda, Mr Coddle se erizó y lanzó un zarpazo contra aquella mano.
—MR CODDLE!!—NicolĆ”s regañó al animal, el cual se mantenĆa en guardia de ataque.
Alexandra trató de calmar al enojado NicolÔs, quien se apresuró a disculparse:
—Perdónalo, pero es muy extraƱo, Ć©l no es asĆ con los visitantes.
—No te preocupes, no es su culpa…a veces sucede.
Fue cuando Alexandra acercó su mano derecha, alejando la izquierda vendada, el gato de inmediato se acercó a la nueva mano y se dejó acariciar, e incluso comenzó a jugar.
NicolÔs quedó atónito y la joven notó su expresión.
—Que fue eso, Alexandra? Que hay bajo ese vendaje, dĆmelo por favor.
La chica desvió la mirada.
—Lo lamento, no puedo responder a tu pregunta…Entiende, es por tu bien.
Mantuvo un momento el silencio.
—Creo que es mejor regresar a casa…
El repentino cambio en Alexandra extrañó a NicolÔs.
—Pero aun no tomas una decisión sobre tu futuro…
—Es que no quiero causarte problemas, ni molestias…
La chica tomó rumbo al baƱo, irĆa a cambiarse.
—NO TE VAYAS!,—Expresó repentinamente NicolĆ”s—Yo…Yo quiero que te quedes...—Alexandra se sorprendió y coloreó. El joven se mostraba una vez mĆ”s serio—…Eres la chica mĆ”s misteriosa que he conocido, pero algo me dice que no puedo cerrarte las puertas, no estĆ” bien que tomes una mala decisión para tu futuro sólo por verte arrinconada…Y no me importa que ocultas bajo ese vendaje, tampoco me importan todos los secretos que guardas….Yo, yo sólo quiero que estĆ©s bien.
Alexandra se sonrojó mĆ”s, mostró una sonrisa y le agradeció…Se quedarĆa!
***
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