Danilo Rey estaba celebrando el sabor de la victoria sobre las cuerdas en el ring de lucha libre, terminó de vencer al joven de piel negra que lo retó a un combate. El luchador profesional de cabeza calva agitaba los brazos en actitud de celebración, compartiendo su felicidad con la fanaticada. Usaba un trusa blanca que se ajustaba al bulto que contenĆa sus grandes bolas.
De repente las luces en el escenario se extinguieron, pero solo fue momentĆ”neo, al instante comenzó a oĆrse una canción de rock caracterĆstica de la presentación de Felipe Corona "el bolas de toro", las luces adoptaron un tono violeta, lo mostraron, iba vistiendo un ajustado pantalón que resaltaba su jugoso bulto, un montĆculo que se elevaba donde estaba su pene y sus bolas repletas de semen.
Danilo se bajó de las cuerdas tan pronto Felipe subió al ring, ambos son grandes enemigos en el mundo de la lucha libre, el bolas de toro lo fulminó con la mirada.
āĀæQuĆ© celebras, hombre? ādijo Felipe a travĆ©s de su micrófono.
La audiencia del teatro estaba sumida en el silencio simplemente oyendo.
āHay que ser muy fracasado para celebrar como los grandes el triunfo ante un luchador que apenas comienza su carrera. Ā”Que idiota!
āComo lo vencĆ a Ć©l te puedo vencer a ti āaseguró Danilo Reyā. Una y mil veces.
āĀ”Te reto, cabrón! āgritó Felipeā. Te reto a una lucha vale todo. Ese tĆtulo que tienes me pertenece.
āĀ”Cuando quieras, pendejo! Ā”Lo defenderĆ© porque es mĆo!
Danilo se conformó con mostrarse erguido y mostrarle el dedo medio a Felipe Corona con ambas manos, lo que jamÔs se esperó fue la rÔpida patada en las bolas que su acérrimo rival le entregó.
El empeine del luchador despojado de su tĆtulo se estrelló contra la gran protuberancia de Danilo, golpeando con fuerza a los dos fabricantes de leche que le colgaban en medio de las piernas. AplanĆ”ndolos y estrellĆ”ndolos en su cuerpo.
Danilo Rey abrió la boca al mismo tiempo que sus cejas se elevaban y sus ojos se volteaban lentamente hacia adentro. Sus piernas comenzaron a temblar y jadeó por aire a sus pulmones. Sus manos se fueron lentamente hacia el centro abultado de su dolor.
Felipe Corona se burló de Ć©l imitando su expresión facial mientras caĆa al piso agarrĆ”ndose los testĆculos acongojado de dolor.
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