CARLITOS Y LA CAPITANA DE POLICÍA. - Las Bolas de Pablo

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6 jul 2021

CARLITOS Y LA CAPITANA DE POLICÍA.

CONTIENE BALLBUSTING M/M Y VERBAL F/M.

 

Carlos o Carlitos —como todos le llamaban— Caminaba lentamente por aquella zona privada del gimnasio, quería ver a la capitana Gertrudis Ferrer, la mujer de 45 años y amiga de su padre.



Con 15 años recién cumplidos, era un joven muy retraído y de pocos amigos, siempre limitado a la amistad de los más listos de la escuela.



El chico conocía desde hace un par de años a la señora Gertrudis, ella como capitana de la policía se relacionaba mucho con su padre, Julio Marín un dueño de estacionamientos e importante socio de la policía en temas de parqueo y retención de vehículos, así hizo amistad con la oficial y su retoño se acostumbró a verla.

 

Secretamente el joven comenzó a admirar a aquella mujer, Gertrudis nunca fue bella de rostro, pero sus hazañas como policía, principalmente el cómo a puño limpio se enfrentaba a los criminales, causaron en el joven un gran impacto.

 

Al ser una bien entrenada peleadora, la mujer era dueña de un atlético cuerpo. Desde entonces la observaba llegar al gimnasio donde muchos miembros de la policía se ejercitaban.

 

Carlos tenía acceso al sitio por ser hijo de su padre, pero Gertrudis no se ejercitaba en el área pública, existía una zona privada, una zona sólo para personas exclusivas y allí era inaccesible a la vista de Carlos.

 

Aquella tarde de jueves el sitio estaba bastante sólo, Carlos se ejercitaba con desesperación, tenía un problema en la escuela y estaba decidido a fortalecer su delgado cuerpo.

 

Fue cuando la policía apareció de improviso, Carlos quedó boquiabierto al ver su firme trasero dentro de un fino y ceñido pantalón color rosa. ¡Qué cuerpo tenía la capitana!


Tras recoger su baba, se decidió a verla de cerca, ansiaba conocerla en ropa de ejercicio! entraría a la zona exclusiva, con casi nadie en el sitio, podría escabullirse.

 Ahora se acercaba más al lugar deseado, era un extenso pasillo con varias puertas, una distante de la otra, todas estaban abiertas y correspondían a amplios cuartos de ejercicio, todos se veían vacíos al estar poco concurrido el sitio.

 

Se escuchaba una sonora respiración de la puerta siguiente, era una voz femenina, alguien hacía ejercicio y estaba muy agitada.

 

Allí estaba ella! era Gertrudis y estaba sola!

 

Se ejercitaba con esfuerzo sobre una escaladora elíptica, el cuerpo de la capitana brillaba por el sudor. Carlos quedo boquiabierto al verle en ropa de gimnasio…Gertrudis usaba un top color fucsia que recogía y apretaba sus pechos de tamaño mediano, y un calzoncito color celeste…La pequeña prenda se ajustaba a su pelvis y se hundía entre sus firmes nalgas.


La vista de aquella mujer en diminutas prendas le levantó el pene, sabía que era una mujer madura y casada, y el sólo era un adolescente y sin experiencia alguna, pero no podía dejar de verla! Sus tetas, su culo, sus firmes carnes.

 

En su mente daban vuelta un montón de idea como: Deseo, amor, tetas, noviazgo, culo, sexo, casarse, culo —otra vez—

 

Tras un par de minutos, Gertrudis dejó la máquina y se fue al lado opuesto de la habitación, se ubicó frente a un muñeco de prácticas, anclado al suelo, era bastante realista, denotando la anatomía de un hombre.



La mujer se calzó unos ligeros guantes y comenzó a golpearlo en el mentón y el rostro. Firmes y directos golpes con fuerza imponente.

 

Hizo una pausa y fue en busca de algo, sacó de su bolso una red, Carlitos tras un instante de duda reconoció que era…

…Se trataba de una pequeña red para frutas, y en su interior se divisaban un par de naranjas.


Observó cómo le amarraba la redecilla alrededor del vientre del muñeco, al finalizar su labor, aquellas naranjas colgaban de la entrepierna del muñeco…simulando un par de testículos.

 

Carlos sentía dolor en su miembro viril, su reprimida erección le dolía bastante, se tocaba el pene sobre la pantaloneta, no sin antes vigilar que nadie apareciese por aquel pasillo privado.

 

La policía impactaba con fuerza aquel muñeco de prácticas, los puños de la mujer hundían la zona de las costillas y el estómago, rodillazos eran certero en dónde irían los intestinos. Todo golpe movía al muñeco con fuerza.

 

Como final, Gertrudis se alejó dos pasos, quedó inmóvil ante el muñeco, pareció mirarlo de arriba abajo, casi como confrontándolo y de pronto…expresó de improviso:

 

—Iiiaaaaa!!! —Gritó al tiempo que lanzaba fortísimo puntapié a la entrepierna del muñeco…allí donde cuelgan las naranjas en la red.

 

Carlos se asustó ante el brutal golpe de zapato contra las que serían las partes más sensible de un varón. La capitana repite por segunda y tercera vez el ataque de pierna a la ingle.

 

Aquellos potentes golpes a áreas tan delicada, llevó al mismo Carlos a tocárselas, como protegiendo su masculinidad, pero simultáneamente su pene estaba más parado, casi como si le excitara aquellos golpes dados por la mujer.

 

Gertrudis inspira profundamente, tranquilizando poco a poco su respiración.

 

—Ya terminaste de espiarme? —Expresó la mujer, cómo dirigiéndose a alguien ausente.

 

Las palabras de la policía le bajaron la presión arterial al pobre Carlos, quién se puso pálido…llegó a pensar: —Me va a meter en la cárcel!

 

—Vamos, entra de una vez…La policía miró al fin a la entrada, dónde Carlitos había escondido su figura, pero ya era tarde.

 

El joven por fin se dejó ver.

 

—Eres Carlitos, no?, el hijo de Julio…Ven aquí y cierra la puerta.

 

El chico obedeció y avanzó hacia la mujer, mientras lo hacía miraba al piso, estaba tan angustiado que le pareció como si pasara un año con cada paso que daba.

 

—Veo que has crecido —Fue cuando bajo la mirada a la entrepierna del adolescente, se notaba su erección. —Veo que no solo en estatura has crecido…

 

El joven  se dio cuenta a que se refería, se coloreó y cruzó los muslos.

 

—Lo siento, señora…

 

—Muchacho, que son esas mañas…Compórtate como un chico educado. 

 

Carlitos estaba muy apenado se iba a disculpar, pero en ese momento se escuchó un nuevo Iiiiaaa!!  Por parte de la mujer, que lanzaba una fuerte patada contra la expuesta pantaloneta del chico...su entrepierna era un blanco demasiado fácil.

 


Es muy tarde para cualquier reacción de evasión, Carlitos está paralizado del miedo. En los calzoncillos, sus testículos yacen recogidos dentro del escroto casi adentro de su cuerpo, era un claro reflejo defensivo…aunque el pene seguía duro y cabezón.


El asustado adolescente baja la mirada y observa el zapato de Gertrudis a centímetros de su bulto genital.

 

La mujer se había detenido a propósito, solo quería atemorizarlo.

 

—Vuelve a espiarme mientras entreno con poca ropa, y te arrepentirás de tener testículos. Es más te patearé tan duro que de seguro perderás uno.

 

Carlitos no entendía, como estaba asustado pero a la vez excitado.

 

Ante la palidez facial del joven la mujer le tranquilizó:

 

—No te asustes, sólo jugaba contigo, no soy tan mala persona—. La pierna de la policía descendió—Pero un consejo, nunca bajes tu guardia, principalmente allí!...o tu futura esposa podría lamentarlo.

 

Gertrudis se dio la vuelta y fue en busca de una toalla para el sudor.

 

El comentario de la mujer le dejó atónito, en su cabeza se repitió la idea:

 

—Tú serás mi futura esposa.

 

Pero sucede un imprevisto, la excitación del joven y ver el firme trasero de la mujer le provocan un accidente.

 

Gertrudis volteó mientras se secaba con la toalla, quedó boquiabierta al ver como una mancha de humedad en la pantaloneta del joven se expandía…eso no era orina, es esperma. Carlitos había eyaculado.

 

—Carlitos!—.Gertrudis estaba enojada y ofendida.

 

El joven se muerde los labios y evita verla a los ojos, sabe que la mujer se dio cuenta.

 

—Chico, esto es muy irrespetuoso!, controla tus impulsos!—El adolescente baja la cara, la cual estaba completamente enrojecida—Ve al baño a asearte!

 

La mujer señalaba más al fondo del cuarto donde hay un pequeño baño privado.

 

Durante ese tiempo Gertrudis pareció caminar de un lado a otro de la habitación, iba cruzada de brazos y se mostraba tensa, estaba molesta por el claro irrespeto…esperaba que el chico saliera para continuar con un severo regaño.

 

Finalmente Carlitos sale del baño, se le observa la pantaloneta mojada por el agua, esta cabizbajo, sus ojos se notan húmedos, está llorando…Aquello provoca un cambió en la enojada Gertrudis, la mujer entiende ahora…

 

—Eres virgen, verdad?.

 

Carlitos asintió.

 

—Perdona, fui algo dura contigo… Eso a veces les pasa a ustedes—La mujer se quedó viéndolo—Estas encaprichado conmigo, verdad?

 

—Sí señora Gertrudis…

 

—Pero eso no está bien, puedo ser tu madre.

 

—Pero yo…

 

—Mira chico, yo estoy casada y además tu eres un adolescente, debes buscar chicas de tu edad.

 

La mujer le hizo ademán para que se marchase, pero a punto de irse él joven expresó:

 

—Puede ayudarme?

 

—Ya te dejé claras las cosas, Carlitos.

 

—No es eso…—El joven negaba con la cabeza—Alguien me golpea en la escuela, me puede enseñar a pelear?

 

—Hablas de que te entrene?

 

—Si!—El chico volvió a mostrar un rostro positivo.

 

—Entrenarlo? —Pensaba la capitana. Y es que desde que le dio clases de autodefensa a su sobrina Lucy no entrenaba a alguien, se había dedicado exclusivamente a su mejoramiento como peleadora.

 

—No puedo chico!, tengo muchas responsabilidades y no me queda tiempo…Además mañana me voy de viaje al extranjero.

 

Gertrudis había planeado un viaje desde hace meses, incluso había dejado un reemplazo temporal en su cargo como Subdirectora de la academia de policía, la oficial Angélica Soler también la reemplazaría como instructora…Este cargo si de manera permanente.

 

Tras una nueva negativa de la capitana, Carlitos se arrodilla y suplica, la muestra de desesperación del adolescente ponen muy incómoda a la oficial.

 

—De acuerdo, pero ponte de pie!

 

La mujer pide le explique su problema.

 

—Es un bravucón que me golpea en la escuela y en la calle, siempre me quita dinero, o lo hace solo por gusto.

 

—El típico bullying escolar…Esa clase de jóvenes no aprenden con las palabras, desafortunadamente sólo la agresión física funciona con ellos…Pero debes ser tú mismo quién arregle el asunto, debes luchar tus propias batallas, Carlitos.

 

Carlos veía aquello muy difícil por ahora, le narra cómo es el sujeto:

 

—Es grande y casi tiene 18 años, es un bruto en clase pero se aprovecha de los débiles y pequeños.

 

—Veremos que hacemos entre hoy y mañana. —La capitana se mostraba pensativa, por fin decidió algo… —Lo más sencillo de aprender con el poco tiempo de que disponemos es a pegar en las bolas.

 

Carlitos de inmediato recordó aquella fuerte patada de Gertrudis contra las naranjas del muñeco.

 

Gertrudis le dio el frente al muñeco.

 

—Para vencer a un hombre grande hay que patear con fuerza sus testículos!, Iiiiaaa!!!—.La capitana pateó con decisión aquellas frutas.

 

Carlitos arrugó la cara de imaginar lo que aquello debía doler. Fue cuando la mujer se acercó a la red y sostuvo su contenido. Parecía indicarle con detalle el blanco a atacar.

 

—Pero porque le colocas naranjas?—Pregunto intrigado el joven.

 

—Como practico sola es mejor golpear unos testículos falsos que nada…Le da más realismo al ejercicio.

 

—Pero no deberían ser…digo…——Era penoso tratar esos temas—… no deberían ser el tamaño de las cosas del muñeco más cómo unos limones?, ese es el tamaño, no?

 

El escuchar llamar cosas a los testículos le sacó una sonrisa a la policía.

 

—Hombres! a toda hora comparando tamaños…Mira Carlitos, he visto y peleado con hombres con cosas del tamaño de naranjas.

 

—En serio?!—Carlitos no daba crédito a lo que oía, había hombres con las bolas tan grandes?

 

—Claro que sí.

 

Ante la señal de la mujer de centrarse en el colgante objetivo, el joven expresa:

 

—Pero…no sé si pueda, yo no sé si pueda ganarle a alguien como él… —El joven mostraba ahora su inseguridad.

 

—Pero por supuesto que puedes, ése chico que te golpea, al igual que todos, tiene un punto débil…Dale en las pelotas y no te volverá a molestar… Es uno de los golpes más decisivos en una pelea.

 

—Pero…y si falló?, yo nunca he peleado.

 

—Te enseñaré a no fallar, a acertar el escroto de un varón aunque se mueva o use pantalón. Con práctica siempre le darás en las pelotas.

 

Antes de iniciar la actividad, La mujer vio necesario preguntar:

 

—Has golpeado a alguien en los huevos, Carlitos?

 

—No, nunca!—Se apresuró a contestar.

 

—Se nota, eres muy inexperto, hay que mejorar eso —Por un momento se quedó viendo las expresiones del adolescente —Pero te han golpeado a ti, verdad?,  sabes lo que eso duele.

 

—Sí, me pegaron una vez, estaba en una práctica de baloncesto en la escuela, alguien lanzó la pelota contra el piso justo debajo de mí, la pelota rebotó contra mis huevos.

 

—Sin duda a propósito…

 

—Me dolió muchísimo, me quedé en el suelo un buen rato, dolía demasiado.

 

—Pobre de ti…

 

El entrenamiento inició, la mujer le dio consejos de cómo ponerse en guardia frente a su oponente y le instó a lanzar un golpe de puño contra su mano, así sabría su fuerza.

 

—Esa es toda tu fuerza? Golpeas como niña! —El ánimo del joven era paupérrimo.

 

—Pero…

 

—Pero nada!, tú tienes más fuerza, golpea con todo!

 

Por fin Carlitos dio un puño con fuerza plena, generando una mejor expresión en la mujer.

 

—Mucho mejor…

 

Después la capitana le puso a patear al muñeco entre las piernas. Gertrudis estaba atenta al actuar del joven, como siempre se notaba muy inseguro.

 

—No pierdas sin siquiera haber comenzado a pelear—La capitana le detuvo en su ejercicio.

 

—Pero él es muy grande… Y ha golpeado a muchos!

 

—Sé que es intimidante el tamaño de tú oponente, y estoy segura que tiene músculos que lo respaldan, —Carlitos afirmaba—pero ten en cuenta que hasta al hombre más grande y musculoso del mundo le duele un golpe en los testículos.

 

—Pero…

 

—Carlitos, en los testículos no hay músculos, él no puede fortalecer esa zona, así que siempre será vulnerable ahí…—Gertrudis se acercó a él y le tocó la cabeza, parecía una preocupada madre—…Así que no te asustes, podrá hacer pesas o tener los músculos de hierro, pero si le encajas bien una patada en las huevas, se irá al suelo. Te aseguro que se arrepentirá de tener un par colgando entre sus piernas.



Retomada su confianza, el adolescente continuó con su práctica…Ahora con ánimos!

 

En un momento de descanso, Carlitos se interesó en saber un poco más de la experiencia combativa de su entrenadora:

 

—A cuántos hombres le has pegado en las bolas?

 

—A cuántos?, no llevo la cuenta, pero te diré que a muchos los he dejado retorciendo en el suelo.

 

—Cuando le pegó a alguien por última vez?

 

La policía se mostraba abierta a la narración:

 

—Hace unas semanas tuve una pelea de competencia, era un vale todo con un joven, recuerdo que era de apellido Chalón, fue una pelea intensa y difícil.

 

—Y cómo era él?

 

—Era alto y fuerte, tenía unos 25 años. Y recuerdas lo que te dije de las naranjas, éste era uno de esos con tamaños así.

 

Era huevón— Pensaba Carlitos—Y ella le pegó en los huevos!

 

—Las tenía como naranjas y se le notaban en el bóxer que usaba. Pero también era un engreído y se les suben las ínfulas si se enfrentan a una mujer…siempre nos creen débiles.



Gertrudis miró a los ojos al adolescente.

 

—Nunca seas así, Carlitos—El adolescente asintió.

 

—En fin…era muy bueno peleando! nos dimos muchos golpes, la pelea fue larga, te confieso que incluso estuve cerca de perder.

 

—Pero le ganaste...Cómo?

 

—Cómo te dije… era un engreído! Todo hombre engreído que pelea contra una mujer se cree exageradamente victorioso sólo por tener pelotas entre sus piernas…Así que se descuidan. Cuando vi la oportunidad pude darle las huevas.

 

Carlitos puso cara de dolor.

 

—Sí, esa misma cara puso él…Jaja...

 

Ahora se mostró enrojecido el rostro del adolescente.

 

—…Y antes de que digas algo, entérate que era un golpe permitido por las reglas—La capitana parecía disfrutar el narrar aquella experiencia, incluso ejecutando los actos realizados, ésta vez con el muñeco de práctica como oponente—…Le di un duro rodillazo en sus pelotas, y mantuve en alto la rodilla, cuando se alejó de mí pude atacar de nuevo, estiré la pierna casi como un latigazo, y le pude dar con la punta de los dedos en su escroto antes de que se protegiera.

 

Las frutas recibieron los dos seguidos golpes, Carlitos veía balancearse con violencia aquella redecilla con su contenido.

 

—Le encajé dos golpes en las bolas en menos de 3 segundos. Esos dos impactos fueron demasiado para su propia resistencia. Quedó doblado y agarrándose sus cosas.


—Había sido una pelea difícil, pero en adelante la ventaja era mía, con esos golpe le dejé disminuido como peleador, y como hombre!

 

—Como hombre?, le…le dejaste estéril?— Se alarmó Carlitos.

 

—Claro que no, chico. Me refiero a bajarle el valor, el ímpetu, lo bravo, todo eso les viene a ustedes de las pelotas—Observó la entrepierna del adolescente—A ustedes un golpe allí les llena de temor y precaución. —El chico daba la razón a todo lo que Gertrudis decía—Aproveché y con dos golpes normales a la cara le vencí.

 

—Y cómo quedó?

 

—Iba a estar bien, al final de la pelea le pregunté cómo seguía:

 

—Sin rencores?—Expresó Gertrudis al varón Chalón, extendiendo la mano para hacer las paces.            

 

Claro, sin rencores—Respondió el afectado, estrechándole la mano.

 

 

El entrenamiento continuó con más y más golpes contra el muñeco, Gertrudis le recalcaba sus errores, incluso le acomodaba la cadera para que el joven tuviese una postura y guardia adecuada.

 

—Baja la pelvis, junta más los muslos…siempre protege tus huevos— Carlitos daba un SI a todo regaño o consejo— o quieres ser tú el que termine tirado en el suelo?!—Al fin se escuchó un NO por parte del adolescente.

 

Finalmente la práctica se dio por terminada. La capitana fue al baño y salió con su ropa de calle, El joven aun así la admiró, aquel pantalón rosa era divino. A punto de salir el joven volvió a preguntar:

 

—Alguna vez ha perdido, señora Gertrudis?

 

—Todos perdemos, hace un par de años perdí contra una jovencita, una científica, te imaginas lo vergonzoso que suena eso…Pero la chica era excelente en artes marciales, incluso éramos dos contra ella y nos pateó el trasero… Sí! Literalmente lo hizo.

 

Carlitos quedó asombrado.

 

—Desde entonces he entrenado mucho más…ahora soy mejor peleadora. Las derrotas también te ayudan.

 

Alumno y maestra quedaron de verse a la mañana siguiente, cerca de las 10 Am. Pero sería una sección corta, pues la capitana debía tomar su vuelo en la tarde.

 

Aquella noche, Carlos se masturbó varias veces en su habitación. Se jalaba el pene con desesperación recordando las diminutas prendas de Gertrudis. Hablaba en voz baja:

 

—La señora Gertrudis estaba casi desnuda… que hermoso tiene el culo!, se le veía todo con ese calzoncito celeste, quiero cogérselo!…le hubiera tocado las tetas, estaban tan apretadas dentro de ese top…—El joven no dejaba de jadear.

 

Eyaculaba y exhausto se quedaba viendo al techo, cuando su respiración parecía calmarse, volvían a su mente las acciones de aquella tarde y automáticamente la mano buscaba su pene erecto.

 

—Ella me pudo patear…—Recordó el zapato de la capitana detenido a centímetros de sus pelotas—…Me amenazó con quitarme un huevo…—A pesar de no haberlo dicho en serio, la idea de poder ser capado por una mujer, excitaba en sobre manera al adolescente.—Pudo dejarme sin bolas…Ella, ella pudo dejarme estéril!

 

No paró de masturbarse hasta que su glande le ardía y de sus bolas ya no le salía nada. Esa noche durmió profundo como un bebé recién alimentado.

 

 

DIAS DESPUÉS. ..

 

Carlitos se encontró afuera de la escuela con el bravucón, esta vez las cosas  serían diferentes.

 

Como de costumbre el enorme chico de apellido Tobías, se burlaba de Carlitos en frente de los demás estudiantes, todos daban por hecho que de no colaborar Carlitos sería una vez más golpeado.



El bravucón de quijada ancha, le exigía el dinero que Carlitos trajese encima, era el momento de poner en práctica lo aprendido de la capitana Gertrudis.

 

—No te voy a dar nada, maldito gorila!—Carlitos le dio un empujón alejándolo. El sujeto sonrió:

 

—Sacaste valor, Carlitas, jajaja.

 

Carlitos le da un sorpresivo  y certero golpe en la nariz, que logra hacer lagrimear los ojos del bravucón. El agredido de inmediato retrocede y alcanza a ladear la pelvis…es un movimiento casi reflejo producto de las muchas peleas en la escuela y la calle…Al retroceder siempre busca proteger sus bolas.

 

Pero Carlitos no se ve impresionado por ese movimiento de defensa, ya lo esperaba, Gertrudis le enseñó bien como compensar el intento de evasión.

 Así que realiza un movimiento copiando al del bravucón y sin misericordia le lanza una fuerte patada contra su ingle. El zapato escolar de Carlitos entra a plena potencia aplastando las gónadas del bravucón.

 

—Iiiiaa!!—alcanza a decir el adolescente, casi imitando a su “maestra”.

 

El pie se retira y de inmediato se abre la boca del grandote

 

—AAAIIIIiiiii!!!!!!!!!!!!!—Expresa a todo pulmón el agredido, que de inmediato se agarra los genitales.



Es el muy esperado desquite de Carlitos, quien una vez más sigue un consejo de la capitana.

 

No dejes de aprovechar cualquier ventaja que te de tu rival. Si le das en las pelotas, remátalo mientras está débil y aturdido!, sin piedad, porque él no la tendría contigo—Le enseñó la mujer.

 

Con impulso lanza una patada a la espinilla de su enemigo, para patearle la boca cuando el grandote volvía a gritar…Le sacó sangre de los labios y lengua.

 

Carlitos detuvo su ataque, su maestra también le enseñó que la autodefensa se usa hasta que tu oponente deja de ser una amenaza. Más allá se convertiría en agresión.

 

—Vuelve a molestarme y te irá peor a la próxima!—Fue la amenaza final del joven que dejó a todos los testigos atónitos y al bravucón en el suelo sobándose por todos lados…Segundos después vomitaría.

 

Mientras se marchaba, Carlitos recordó la sección de entrenamiento del segundo día, y aunque sólo fue en la mañana,  aprendió lo puesto en práctica el día de hoy.

 

Aquella mañana Gertrudis le entrenó en puntería…en puntería genital!

Sobre una lycra negra, la capitana usaba un protector inguinal femenino, así recibía las patadas de Carlitos y se movía de un lado a otro, poniéndole difícil el acertar en el punto justo…Las bolas!. Le ayudaba a acertar un objetivo en continuo movimiento!


—Más fuerte…más fuerte! Dame en los testículos!

 

Ante la duda del adolescente la mujer recalca:

 

—Imagina que me cuelgan dos pelotas bien grandes y patéala!

 

Carlos se mostró inicialmente inseguro.

 

—Concéntrate!, imagina que soy ese abusón y que te molesto a diario, te voy a golpear la cara hasta dejarte los ojos negros, se burlaran de ti en la escuela, parecerás un mapache!

 

Carlos se decide y patea con más energía la entrepierna de la capitana. El zapato choca contra el sólido protector genital.

 

—Mejor, pero más fuerte, debes dejarme incapacitada en el suelo!

 

Las patadas de Carlos se estrellaban contra la zona intima de la policía. Bien protegida, la fémina no se quejaba para nada.

 

Cada patada contra la pelvis femenina era suficiente para excitar al adolescente, pero trataba de controlarse y concentrarse en la lección de autodefensa.

 

Al final del entrenamiento, Gertrudis le felicitó:

 

—Excelente! todo es práctica, has adquirido buena puntería contra la entrepierna de tu oponente.

 

El recuerdo finalizó con Carlos regresando a casa. Anhelaba volver a ver a Gertrudis, pero no sucedería en un tiempo. La tarde de aquel día había salido de viaje con su esposo para su segunda luna de miel en República Dominicana (Relato: MUJERES POLICÍAS Parte 1).

 

 

FIN.

 

 

***

 

 

 

 

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