—Pensándolo bien, hermano —dijo Simón Chacón, cerrando un ojo y ladeando la cabeza. Sostenía un póster con el rostro de Israel de su campaña por la gobernación—, con esa sonrisa tan simple no lograrás cautivar un solo voto. Ni yo votaría por ti.
Estaban en la oficina privada del candidato en su recién inaugurado comando de campaña, las elecciones por la gobernación estaban a la vuelta de la esquina.
Pablo, como era de esperar, se unió a la broma de Simón, mirando por encima del hombro los afiches recién impresos.
—Es una sonrisa bastante huevo sin sal, por cierto —dijo riéndose—. Como que renunciaré a esta campaña y me voy con la competencia. ¿Te apuntas, Simón? Hermanos arrepentidos cambian al bando contrario.
—Ja, ja, ja. Será un acto fabuloso y dará qué hablar. Nos reunimos con Valeria Gargano y en su acto político nos quitamos la franela con el rostro de Simón y debajo tendremos la ropa de la campaña de ella.
—Yo creo que la viejita que siempre abraza a Israel al salir de aquí cuando vea esa sonrisa tan falsa ni votará por él —Enzo se unió al dúo.
—¿Cuál viejita? —interrogó Simón fingiendo inocencia—. ¿Esa de la que Israel se limpia los brazos con un trapo al subir a su camioneta?
—Oh, sí. Ella.
Pablo abrió los ojos y boca con una sobreactuada sorpresa. —¿Israel hace eso? Que populista de mierda. ¡Hipócrita!
—Sí, yo lo he visto que lo hace —aseguró Enzo riendo junto a Simón.
—¡Ya basta! —Israel dio un golpe a la mesa con la palma de la mano—. Si no quieren votar por mí pues no lo hagan, después no los quiero ver en el palacio de la gobernación hostigándome.
—Ni cagando lo haría —dijo Pablo con modestia utilizando la popular frase de su sobrino.
—Yo tengo dignidad y no te busco —respondió Simón cerrando los ojos.
—Mis labores en el hotel me dan para vivir de forma austera —dijo con solemnidad Enzo.
Israel se les quedó mirando con poca tolerancia.
—No te ofusques, hijo —intervino Marcos Chacón dejando de sonreír—. ¿A caso no ves que lo hacen por molestar?
Los tres hermanos rompieron a reír.
—No me esperaba tu alianza con estos payasos —Israel reprochó a Enzo que se encogió de hombros.
—Creo que iré al baño y me limpiare con estos papeles —continuó Simón. Interrogó a Pablo—. ¿Será más efectivo usar el frente o el revés?
—Todos sabemos que con el frente tu culo sonreirá así de simple.
—Basta —fue el turno de Marcos.
—¿Por qué carajos no van a trabajar? —se quejó Israel—. Para eso les pago, trabajan para mí, perros —se reclinó en su asiento poniendo los pies sobre la mesa, vestía unas botas muy bonitas y costosas.
—En realidad, lo hacemos por lástima. Además, papá llegó y nos entretuvo a todos —afirmó Pablo.
—Ya sabes como es el viejo Marcos —siguió Simón—, llega y le mete presión a sus trabajadores, acoso laboral, le dicen.
—Tus palabras no hacen mella en mi —Marcos se cruzó de brazos haciendo una mueca de irrelevancia con la boca.
—Bueno, andando —indicó Pablo levantándose—, tengo que dirigir al equipo juvenil para que pegue todas estas cosas por la ciudad —indicó cogiendo un montón de pósters de su hermano.
—Yo iré contigo, solo porque no puedo vivir sin ti —afirmó Simón agarrando otro lote.
Ambos salieron de la oficina.
—Siempre andan aliados esos dos —comentó Enzo mirándolos alejarse de la puerta de vidrio.
—Papá hablando de alianzas —dijo Israel con el rostro iluminado de su peculiar sonrisa—, anoche estuve hablando con Fabio Holgado, tendré todo el apoyo durante la campaña del Grupo León, para lo que quiera.
—Excelente —indicó Marcos alzando las cejas, mostrándose satisfecho—, sabía que te iba a apoyar, don chemo recibió mucho provecho turístico en mi gestión como ministro.
—Sí —en aquel momento el celular de Israel se hizo escuchar con una llamada—, es del partido en la capital —indicó levantándose del asiento—, es para el debate político que tendré la próxima semana con mi competencia —el guapo candidato contestó la llamada y caminó a una oficina contigua.
Allí solo quedaron Enzo y Marcos, la oficina de Israel era espaciosa, rodeada de paredes blancas, un escritorio moderno de color gris, asientos cómodos y de tono negro, una pequeña biblioteca equipada estratégicamente con libros de historia y política. Y un televisor que siempre sintonizaba canales de noticias. Enzo se quedó mirando el póster de Israel.
—¿Cómo ves la competencia de Israel frente a su rival más cercana? La Gargano reconocida por su detracores como alias "la gargajo”.
—Está bastante reñida, no lo dudo —afirmó Marcos—. Pero confío mucho en Israel y sé que lo logrará. En las próximas semanas estará bastante estresado y quiero que lo apoyen, no le hagan tantas bromas pesadas, que el clima electoral siempre es tenso.
—Eso dícelo a los otros dos, no a mí.
—¿Sí? Creo haberte oído molestarlo con Pablo y Simón hace segundos.
Enzo sonrió, pero cambió de tema:
—Pá, tengo entendido que en algún momento fuiste muy amigo de Fabricio Gargano, el padre de la candidata.
—Sí —afirmó Marcos Chacón.
—¿Qué tan amigos? Pertenecían a partidos políticos rivales. ¿Él se involucró cuando te acusaron de corrupción?
Marcos lo miró fijamente a los ojos.
—Verás —dijo— Fabricio y yo crecimos en la misma zona y fuimos al colegio juntos, hasta jugábamos al fútbol, eramos muy buenos amigos, hasta tu padre lo quería. Obviamente ya de adultos la estadía en partidos políticos rivales nos distanció, pero solo por nuestras ideologías, aún se mantuvo la amistad de años de por medio. Si salí bien librado de mi acusación de corrupción fue gracias a él.
—¿Cómo dices? —interrogó Enzo con los ojos muy abiertos.
—Una tarde se reunió conmigo y me dijo lo que sus compañeros de partido estaban investigando sobre mi. Me entregó una carpeta con copia de las pruebas —Enzo abrió la boca, sorprendido— eso me ayudó a armar muy bien mi defensa.
—O sea que tu libertad prácticamente se la debes a él.
Marcos se puso muy serio y lo miró.
—Enzo, últimamente siento que estás muy interesado en ese asunto que ya quedó atrás hace muchos años.
—Disculpa, papá. Bien sabes lo mucho que te admiro.
—No te preocupes —afirmó Marcos colocando una mano en su hombro—, lo que quieras saber te lo diré. Sí, prácticamente él me ayudó a estar preparado y salir bien librado…
Israel volvió a la oficina, por ello interrumpió la conversación.
—El partido en la capital quieren reunirse contigo, papá. Partimos mañana.
—¿Conmigo? ¿Para qué?
—Creo que quieren ofrecerte algún cargo en el gobierno nacional.
Marcos alzó las cejas.
—No creo que acepte —confesó—, prefiero dedicarme a mis hoteles… pero bueno nunca está de más volver a visitar a los amigos. Mañana nos vamos.
Comenzaron a tratar temas de política, a lo que Marcos incluyó:
—Cuando ganes la gobernación quiero que pongas a trabajar a Rafael y le enseñes un poco de disciplina.
—¿Por qué?
—Porque es tu hijo y necesitan fortalecer su relación, que esté junto a ti.
Posterior, fue el turno del celular de Enzo en sonar con una llamada en pantalla leyó el nombre de Felipe. El joven Chacón tragó saliva y se levantó del asiento para contestar la llamada. Marcos Chacón lo observó dirigirse al balcón, Enzo estaba caminando con ciertas dificultades, cuando le había preguntado el por qué, Enzo le respondió que se debía a un estricto entrenamiento de piernas que estaba haciendo, pero esa no era la razón sino una hinchazón de sus testículos.
—¿Qué quieres? —quiso saber Enzo al responder la llamada. Sus ojos vagaron a ningún lugar específico de los edificios de alrededor.
—Quiero saber cómo estás —le respondió Felipe—, ayer me comporte como un bruto.
—¿Qué te interesa saber cómo estoy? Solo soy tu juguete. Eso está claro.
—Te he dicho que ayer me comporté como un bruto. ¿Cómo estás de tus huevos?
—Bastante hinchados, imbécil. ¿Qué esperas?
Felipe dio un resoplido. —Quiero que me disculpes, Enzo. Como muestra de mi arrepentimiento por lo de ayer, quiero invitarte a una cena conmigo. Esta noche en punto de 8, en mi departamento, obvio.
—…
—¿Te quedas callado, Chacón?
—Nos vemos a esa hora.
—Sí, aquí te espero.
Sin más que hacer Enzo culminó la conversación, se quedó de pie contemplando la vista desde el balcón en la oficina de su hermano. El día anterior Felipe había sido bastante salvaje con él.
Le había ordenado encontrarse a las 5 en su departamento, por motivos personales y de familia en apoyo a la candidatura de Simón, Enzo llegó al lugar 13 minutos tarde. Tan pronto cerró tras de si la puerta de entrada se encontró a Felipe esperándolo en el mueble, cuando estuvo cerca de él, este hizo aparecer un bate que reposaba en el suelo y lo levantó con todas sus fuerzas en los testículos sin darle tiempo a cubrirse o protegerse.
—Te dije que tienes que ser puntual —le recordó Felipe en un tono de voz fuerte.
El dolor dominó todo el fortísimo cuerpo de Enzo y se transformó en ondas que crecían y palpitaban. Dejó escapar un gemido gutural y cayó de rodillas.
—Ahora ya no estoy interesado en vernos. Puedes irte por donde llegaste. ¡Largo de aquí!
Enzo cerró los ojos con fuerza. Sus manos envolvieron la fuente de su dolor y se cerraron con fuerza en sus colgantes testículos. A través de la tela de su pantalón apretado sintió sus inmensas bolas, fueron aplastadas contra su cuerpo con bastante propósito para mermar su resistencia. Creyó sentirlas palpitar contra las yemas de sus dedos.
—¿No has oído? Lárgate de aquí —Felipe se levantó y se encerró en su habitación sin salir más de allí.
Las bolas de Enzo se sentían como si hubieran sido aplastadas y golpeadas por una aplanadora. Su estómago estaba revuelto, inclusiva unas lágrimas bajaron por sus mejillas.
Un gemido fue respuesta clave del dolor que lo atravesaban.
La cena de esa noche transcurrió en completa normalidad, Enzo y Felipe se acompañaron en silencio, no hubo contacto entre ambos, ni una respuesta oportuna de Felipe cuando Enzo le comentó de la ayuda de su padre sobre Marcos Chacón en el pasado.
No hubo un importante intercambio de palabras esa noche entre ambos, solo la silenciosa compañía en una cena especial.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario