UNA HISTORIA ALTERNA (Relato corto).
CONTIENE BALLBUSTING VERBAL F/M Y SEXO ORAL.
Relacionado con el relato: CARLITOS Y LA CAPITANA DE POLICĆA.
NOTA DE ESCRITOR: La siguiente historia nació con el dibujo que verĆ”n aquĆ. Mientras terminaba de escribir el relato CARLITOS Y LA CAPITANA DE POLICĆA tuve la idea de hacer un dibujo de Gertrudis y Carlitos, pero terminó siendo imposible de ubicar en la trama del relato inicial. No parecĆa realista porque simplemente no encajaba con la personalidad de la protagonista: La casada y estricta capitana Gertrudis entrenando desnuda frente a un adolescente?
DespuĆ©s pensĆ© en publicar el dibujo al final de relato inicial, sólo como una curiosidad, pero finalmente decidĆ darle una trama propia al dibujoā¦AsĆ nació esta historia. Simplemente es una versión alterna derivada del relato inicial y que no es vĆ”lida en la trama real de los personajes. Espero les guste.
DespuĆ©s del corto entrenamiento a Carlitos, Gertrudis se fue de viaje a la Republica Dominicana, pasarĆa una placentera y entretenida segunda luna de miel con su esposo EfraĆn Montenegro. Sucesos del relato MUJERES POLICĆAS Parte 1:
(Por ser una historia alterna lo que leen ahora, habrĆ” leves modificaciones en lo ocurrido durante su luna de miel).
Gertrudis regresaba del viaje, en dos dĆas retomarĆa su trabajo en la estación y academia de policĆa, asĆ que aprovechó para verse de nuevo con Carlitos en el gimnasioā¦En la zona VIP.
Carlitos terminaba de contarle su enfrentamiento con el bravucón de apellido TobĆas:
āā¦Y cuando me marchaba alcanzó a vomitarseā¦Desde entonces no se me acerca, incluso cercanos a Ć©l me han confesado que me tiene miedo ahora.
La policĆa mantenĆa una sonrisa ante la narración.
āMuy bien, Carlitos, pero creo que con la patada en los huevos fue mĆ”s que suficiente para ganarle la pelea.
Acabada la charla, Gertrudis fue al baƱo para emerger con su ropa de ejercicios. La policĆa usaba un top y calzón de color negro, la diminuta vestimenta, junto a una gruesa trenza que anudaba sus cabellos castaƱos, la hacĆan ver hermosa.
El intenso bronceado de la mujer, le daban un atractivo extra.
La prƔctica de ejercicios de la fƩmina da inicio, por su lado Carlitos se calza unos guantes de boxeo y comienza a entrenar contra un saco de arena.
El chico no duda en observar a cada momento el cuerpo de la capitana.
En cierto momento la mujer se ubicó ante el muƱeco de prĆ”cticas, era lo mĆ”s esperado por el adolescente, querĆa verla pateando la entrepierna de aquel falso hombre.
Todo va a pedir de boca, Gertrudis saca de su bolso una tela casi transparente, junto a dos grandes naranjas verde-amarillentasā¦Ata la tela a modo de calzoncillo y ubica dentro las frutas; Ahora el muƱeco tiene testĆculos colgando.
āEscucha y observa bien esto, Carlitos. ā Gertrudis se dirigĆa con una mirada estricta y peculiar interĆ©s hacia el joven āTe enterarĆ”s de lo que me sucedió en el viajeā¦Te servirĆ” para saber mĆ”s de cómo es una pelea real.
āLe sucedió algo malo?āEl adolescente tenĆa curiosidad.
āClaro que no!, aunque fui atacada por una banda de criminales, pero les pude dar su merecido.
Usando ahora sus pequeños guantes de combate, la mujer se presta a exponer todos y cada uno de los ataques que realizó contra los criminales, el muñeco de prÔcticas harÔ una vez mÔs su trabajo.
āDos sujetos pretendĆan asaltar a una jovencita, asĆ que debĆ intervenir!...Uno de ellos me atacó, estaba armado con una navaja pero no fue difĆcil neutralizarla.
La mujer hizo el movimiento de bloquear la mano de un oponente armado con arma blanca, aunque el muƱeco no tenĆa extremidades superiores.
Carlitos se sentĆa algo atemorizado, pelear contra alguien con una navaja estaba muy arriba de su nivel de entrenamiento, admiró aĆŗn mĆ”s a la policĆa.
Gertrudis impactó con un puño el rostro del muñeco.
āY entonces le dijeā¦Sin armas es mejor, cobardes! vengan a ver si son tan machos.
AsĆ, retadora, semidesnuda y bronceada como estaba, la capitana le parecĆa una superheroĆna al adolescente!
Gertrudis impactó de nuevo el rostro del muñeco con su puño, para de inmediato colocarse de espaldas contra éste.
āFue cuando el compaƱero del bandido me tomó por detrĆ”sā¦
Carlitos estaba emocionado con la acción, notó la mano de la capitana ir rĆ”pidamente contra el saco que contenĆa las naranjas.
āLe apretĆ© las bolas al desgraciadoāLa mano de la capitana comprimĆa las naranjasā, y no se las soltĆ© aunque me suplicóā¦Para acabarlo le retorcĆ sin piedad el escroto!
Carlitos observó con real pĆ”nico cómo Gertrudis giraba el bulto con las naranjasā¦literalmente una brutal torsión le provocó a aquel criminal, el adolescente debió cerró los ojos un instante.
āFue entonces que el compaƱero se vino contra mĆ, navaja en mano!, le quitĆ© el arma con una patada y la tomĆ© para amenazarloā¦Le puse el filo casi en las bolasāLa policĆa uso dos dedos simulando una navaja, apuntando al bulto de naranjas en la entrepierna del inexpresivo muƱeco.
āSe las cortó!?āExpresó asustado, Carlos.
āClaro que no, Carlitos. Pero le dejĆ© bien claroā¦La próxima vez, te exploto las pelotas como un globo, cobarde!
Gertrudis volteó y miró a Carlitos, se colocó las manos en las caderas, estaba orgullosa por su victoria pasada.
Ya completamente calmado y renovado su orgullo por la mujer, Carlitos llegó a otorgarle unos aplausos.
āSeƱora Gertrudis, es usted increĆble!
āTampoco exageres, sólo es mi trabajo como policĆaā¦Pero aĆŗn no termina la historia, cuando se los iban a llevar a la cĆ”rcel, amenazaron con vengarse de mĆ.
āY quĆ© hizo?āCarlitos estaba muy interesado.
āNada!, no sabĆa que harĆan realidad sus intenciones. A la maƱana siguiente me tendieron una emboscadaāLa mujer pareció confrontar nuevamente al muƱeco.
A Carlitos Ćŗnicamente le faltaban unas palomitas de maĆz para disfrutar de la emocionante narración.
La capitana continuó con su representación.
āEn un callejón me flanquearon tres sujetos, dos eran normalitos de estatura, pero el tercero, estaba justo en medio y era imponente!
āCómo era?
āEra un enorme negro, debĆa medir mĆ”s de un metro ochenta y pesar mĆ”s de 130 kilos, era todo un rinoceronte negro!
āVenĆan a vengarse por sus compinches, verdad? Eran 3 cobardes!
āCinco cobardes, porque dos mĆ”s aparecieron detrĆ”s de mĆ.
āY quĆ© hiciste?
āAtacar primero!
Gertrudis lanzó un puntapiĆ© contra el saco de frutas del muƱecoā¦
āLe di con fuerza en las huevas a ese negroā¦Enseguida arrugó la cara y se las agarró, por un rato no serĆa una amenaza para mĆ.
Carlitos estaba emocionado observando cómo la mujer demostraba cada impacto conectado a los agresores.
Seguidamente Gertrudis conectó dos contundentes ganchos al rostro del muƱeco, asĆ sus dos oponentes retrocedĆan.
Fue cuando la capitana se ubicó nuevamente de espaldas al muñeco.
āEntonces uno de ellos me sujetó por la espaldaā¦ha, haā¦āLa mujer se escuchaba algo agitada.
Carlitos esperaba que la mano de su maestra fuese a agarrar las colgantes naranjas, justo como ya lo habĆa hecho con uno de los criminales de la noche previaā¦pero la mujer dio un cabezazo hacia atrĆ”s.
āCon un cabezazo a su nariz le dejĆ© atontadoā¦ha, ha, haāMas forzadas exhalaciones se alcanzaban a oĆr.
De inmediato la pierna de la policĆa era proyectada hacĆa el frente.
āA uno que venĆa de frente con toda intención de golpearme, le recibĆ con un puntapiĆ© en las pelotasā¦Gritó como una mujer!, realmente dio vergüenza el escucharlo.
Carlitos notó cómo Gertrudis se veĆa cada vez mĆ”s agitada y sudorosa.
āHa, haā¦Tras casi deshuevarlo, le rematĆ© con un rodillazo en la mandĆbula y eso fue todo para Ć©lāAhora la policĆa demostraba la fuerza del rodillazo, elevando el muslo con toda su potenciaā¦Carlitos seguĆa mĆ”s y mĆ”s excitado, mientras ella se veĆa colorada y sin aire.
La mujer se sentĆa ardiendo por dentro, no era el ejercicio, era una real excitación, su vagina se humedecĆa ante la acción, ante el pleito. Jadeaba solo de recordar como conectó puƱos y patadasā¦Cómo los repetĆa ahora contra el Ćŗtil muƱeco de prĆ”cticaā¦Y especialmente cómo agredĆa las gónadas masculinas.
No soportó mĆ”s el calor interno y se quitó los zapatos, el top y el calzónā¦Le siguió el sujetador y su pequeƱa prenda Ćntima que estaba empapada con sus jugos femeninos.
Carlitos abrió los ojos al mĆ”ximo, Gertrudis estaba ahora desnuda!, desnuda ante el muƱeco. Era la primera vez que el virgen Carlitos veĆa a una mujer desnuda!
Su semierecto falo alcanzaba ahora el pleno tamaƱoā¦el calzoncillo comenzarĆa a mancharse con incesantes gotas de presemen. El glande le palpitaba, observaba aquel coƱo con pelos creciĆ©ndole luego de la Ćŗltima afeitada y sus tetas medianas al aire, culminando en oscuras areolas y pezones parados.
Admiraba aquel cuerpo atlético, con visibles músculos, la bronceada piel de la capitana. Con cada movimiento, por ligero que fuese, resbalaban las gotas de sudor. ..Y su trenza!, su gruesa trenza se balanceaba sin cesar.
Gertrudis tomó aire y descargaba golpes de puƱo contra el muƱeco, no le importaba siquiera que un joven la estuviese viendo desnuda, ella sólo seguĆa su instinto, demostrar lo sucedido aquel dĆa en La Republica Dominicana.
āā¦Y fue entonces cuando el ambiente se puso algo oscuroāInterrumpió la demostración de ataques āMirĆ© al piso y habĆa una enorme sombra.
āQue era?āSe mostró intrigado Carlitos.
āTu quĆ© crees?, era ese gigantesco negro que estaba justo detrĆ”s de mĆ y venĆa por desquite
āTe iba a atacar por la espalda!āOpinó el adolescente.
āClaro, un cobarde como todos los criminales. Pero le tenĆa una sorpresa!
Tras una pausa por aire, la mujer giró y lanzó un sólido puntapié contra el bulto de naranjas. Acompañando el golpe con su clÔsico IIiiiaaa!!!!!!
āNi siquiera mirĆ© a donde apuntaba, sabĆa a quĆ© altura colgaban las pelotas de ese negrote!...Gritó como un animal herido!
La mujer tomó aire a profundidad, el chico vio expandirse al mĆ”ximo el tórax de la policĆa, sus tetas se elevaban con las costillas por la amplia inspiración.
āPero no le di tregua, ha, ha, ha, ni tiempo para protegerse!...
El rostro de la mujer denotaba real excitación.
āā¦De inmediato me fui contra Ć©l!āLa mujer se abalanzó contra el muƱeco tomĆ”ndole de los hombros. El trasero de la capitana se tensó y su fuerte muslo derecho ascendió, la rótula se estrelló con extrema violencia contra las colgantes frutas entre las piernas del muƱeco.
El bulto se elevó con la rodilla de tal manera que faltó poco para que las naranjas rompieran la tela y salieran proyectadas hacia el techo.
āIIIIIIAAAAAAAAA!!!!āGritaba de nuevo Gertrudis, al tiempo que daba el rodillazo.
Carlitos estaba estupefacto.
āHa, ha, ha, haā¦Y le metĆ un fuertĆsimo rodillazo en sus grandes huevas!
Tras el impacto la mujer se quedó frente al muƱeco, la tela y su contenido aĆŗn se movĆan. Gertrudis se veĆa tensa, sudorosa y jadeaba como nunca, la excitación la dominaba.
āY como quedó Ć©l?āPor fin preguntó el joven.
āHaā¦ha, haā¦Muy mal por supuesto. Vi sus ojos mientras se iba al piso, estoy segura que antes de tocar el suelo ya estaba sin sentido.
āDebió ser un golpe brutal.
āEse rodillazo se lo di con todas mis fuerzas, āLa mujer parecĆa calmarseāun golpe asĆ serĆa capaz de aturdir a cualquier hombre, sin importar su tamaƱo, fuerza, oā¦raza.
āEso no lo dudo, pero que tiene que ver la raza?āEl cambio de tema fue una especie de escape para el chico, o terminarĆa corriĆ©ndose a los ojos de la capitana como aquella vez.
La mujer seguĆa calmĆ”ndose.
āLos hombres negros son mĆ”s resistentes fĆsicamente, incluso al dolor.
Carlitos asimiló la idea, opinó:
āSeƱora Gertrudis, sĆ© que era un criminal, pero pobre tipo!, y pobre de sus bolasā¦la verdad no creo que el ser negro le ayudara de mucho.
āHa, haā¦āOtra vez jadeabaāPuedo afirmar que se las dejĆ© moradas con los repetidos golpes, ha, ha⦠Claro que por tener las huevas negras no se verĆ” la diferencia, jajajaā¦
Con el comentario jocoso (Sólo para ella), Gertrudis retomó la demostración de potencia femenina y debilidad masculina.
Los golpes contra el muƱeco regresaron, cada impacto que daba a los criminales la volvĆa a calentar.
āHa, ha, haā¦y la peleaā¦.terminó con otro de ellos gritando como mujer!āGertrudis retiraba una vez mĆ”s el pie de la entrepierna del muƱeco.
Por fin finalizaba la demostración.
āY asĆ les vencĆ a los cincoā¦no pudieron conmigo!āLa policĆa estaba toda sudada y se mantenĆa agitada, miró al anonadado Carlitosā¦Mantuvo los ojos fijos en Ć©l y caminó en su dirección.
Ćl joven pareció ocultarse tras el saco de boxeoā¦aquella imponente, fuerte y desnuda mujer venĆa en su dirección. En un acto de valor, emergió de su escondite, justo a tiempo para que la sonriente mujer le tocase el cuello y la mejilla. Carlitos se coloreó y mĆ”s con el beso que Gertrudis le dio en la mejillaā¦Fue un momento que mezclaba ternura y excitación.
Luego sus labios recibieron a los de la mujer, aquella mujer que podĆa ser su madre. JamĆ”s esperó eso de la capitana.
La entrepierna de Carlitos estaba a mil. Gertrudis le tocó la carpa de circo que se pronunciaba en su pantaloneta, la capitana se arrodilló ante el impactado adolescente.
Sin mover un mĆŗsculo, el chico disfrutó cómo la policĆa le bajó la prenda, seguida por los calzoncillos. El pene del muchacho dio un brinco salpicando con una gota de presemen la cara de la capitana.
Gertrudis sonrió, usó un dedo para limpiarse la olorosa gota de lĆquido viril y la saboreó.
āMmmmā¦EstĆ” saladoāPareció quedar hipnotizada por los 15 centĆmetros de verga del adolescente, era un pene promedio pero la capitana ansiaba devorar cualquier pedazo de carne que tuviese enfrente.
Y no se pudo resistir mÔs! La boca de la mujer se cerró alrededor del colorado y joven glande y comenzó a chupar con desesperación!
Carlitos sentĆa como la saliva empapaba la cabeza de su pene, mientras era comprimido entre la lengua y el paladar de la mujer. La policĆa parecĆa querer extraer sus jugos masculinos, como si su falo fuese un tubo de pasta dental.
āOh, Dios mĆo!, me la estĆ” chupandoā¦La seƱora Gertrudis me la estĆ” chupando!!!āSe repetĆa en la cabeza del joven, quien aparte de sueƱos y fantasĆas, nunca espero tal actitud de la estricta capitana.
El bulto de la verga de Carlitos se notaba en las mejillas de la policĆa, que no paraba de devorarlo. El adolescente expresaba mĆŗltiples caras, estaba desesperado por resistirā¦Pero por su inexperiencia no aguantó mucho.
āNO PUEDO MĆS!!!āAlcanzó a gritar, pero a Gertrudis poco le importó, pues querĆa tragar semen.
La potencia eyaculatoria del muchacho agradó a la mujer, que recibĆa los chorros de esperma caliente en su lengua, interior de mejillas y garganta.
Carlitos palideció un instante ante tantas nuevas sensacionesā¦Por fin terminó de escupir su contenido testicular.
Gertrudis sacó el falo āahora en proceso de flacidezā, lo lamĆa extrayendo la leche escondida entre el borde del glande y el prepucio. Cuando limpió por completo el blanco falo, se incorporóā¦Estaba enrojecida, la calentura no habĆa cesado. Pero no podĆa acostarse con Carlitos, habĆa un lĆmite en su locura temporal.
āCarlitos, debes irteā¦Ahora!āLa mujer acompañó la orden, con unas suaves palmadas en los huevosāVamos, vĆstete ya!
El joven estaba tan extasiado que no pensó en pedir sexo con ella, para el inexperto adolescente, el sexo oral de hoy era por mucho una experiencia que lo dejó satisfecho.
Tras vestirse se marchó en medio del tambaleo de sus piernas. Gertrudis aseguró la puerta tras su salida y se fue casi corriendo al baño.
Carlitos retomó fuerzas en sus extremidades y dejarĆa el gimnasio a toda prisa, al llegar a casa se fue directo a su propio baƱo, donde se masturbó frente al inodoro, tres corridas seguidas y bajó la manija del agua.
El deseo no amainaba, por lo que debió ducharse con agua heladaā¦Y Ć©sta hizo efecto. Sólo con los huevos recogidos y casi adentro del cuerpo, pudo encontrar algo de calma en su pecho y verga.
Se fue a la cama, pero tras una hora volvió a sentir calor y deseo, su mano hÔbil fue muy usada aquella jornada.
En el baƱo del gimnasio tras la partida de Carlitosā¦
Por su parte, Gertrudis se metió bajo la tibia ducha, la mujer comenzó a tocar su clĆtoris, dos dedos frotaban el sensible punto femenino. Los jadeos aumentaban en intensidad, la mano libre de la mujer se ubicó en una mama y empezó a apretarla, masajearla y a pellizcar su pezón erecto.
El clĆtoris de la mujer de hinchó al mĆ”ximo, el roce de los dedos la volvĆa loca, sus ojos de desviaban al techo de la ducha. El calor la agobiaba, abrió la llave de agua frĆa pero eso no bajó su ardor internoā¦Los dedos en sus clĆtoris, en su pezón, todo terminó en lo inevitable!
El orgasmo ascendió por su pelvis e hizo temblar cada musculo de su atlético cuerpo. Minutos de placer y agotamiento la sumieron en un letargo.
Mientras jadeaba y retomaba el aliento se decĆa:
āCarlitos es un buen chicoā¦tiene la polla blanca y muy lindaā¦Pero aun no es un adulto, yoā¦.yo necesito un hombre de verdad!!. Oh, EfraĆn amor mĆo!āImaginaba a su esposo quiĆ©n estaba en el trabajo a esa horaāregresa pronto Ć©sta noche, porque voy a saciar este fuego que traigo con tu garroteā¦te voy a dejar las bolas secas y la verga cansadaā¦
Finalmente salió del baño.
Observó el muƱeco de entrenamiento, se notaba un pequeƱo charco en el piso, era jugo de naranja, extrajo las dos frutas que usó a modo de testĆculosā¦Las sostuvo en su mano izquierda, se notaban varias rajas en ambas. Los impactos a las frutas, āsobre todo el Ćŗltimo rodillazoā terminaron rompiĆ©ndolas.
La mujer comenzó a jadear de nuevo, apretó con fuerza las naranjas y mÔs jugo emergió empapÔndole la mano.
Ante sus calenturientos ojos, aquellas naranjas eran demasiado parecidas a unos testĆculos, era como tener las bolas de un dotado y capado macho en sus manos.
Se decĆa entre jadeos:
āVaya huevos los que tengo en mi mano⦠Son enormes!ā¦maltratados!, NO!⦠destrozados!, destrozados y soltando liquido viril masculino!
Gertrudis mantuvo el apretón a las frutas mientras con la otra mano reanudaba el estĆmulo a su erecto botón de amor.
FIN.
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