EL AHORA DE ALEXANDRA. - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

13 jul 2021

EL AHORA DE ALEXANDRA.

 

EL AHORA DE ALEXANDRA.

 

 

NOTA 1: Este relato NO CONTIENE BALLBUSTING, es mĆ”s una descripciĆ³n de la vida ordinaria de Alexandra y NicolĆ”s. Algo tan cotidiano como un dĆ­a cualquiera de ustedes mis amigos(as) lectores(as), aunque en su Ć©poca adolescente.

NOTA 2: Para compensarles, decidĆ­ colocar a continuaciĆ³n de Ć©ste, un relato corto y que Sƍ TIENE BALLBUSTING…Introduciendo un personaje muy importante para las tramas futuras.


La situaciĆ³n en casa de NicolĆ”s, justo dĆ³nde quedĆ³ la historia de UNA NOCHE DE MIƉRCOLES PARA UNA MAƑANA DE DOMINGO,Parte 5.

 

—CĆ³mo que no tienes a dĆ³nde ir?— NicolĆ”s no salĆ­a de su asombro.

 

—Es la verdad.

 

—A ver…primero dime cĆ³mo es que llegaste aquĆ­? No recuerdo haberte dicho en que casa vivo…

 

—Es verdad, me diste tu direcciĆ³n pero no en que casa exacta…pero escuchĆ© tu voz cuando le gritaste a ese pobre ebrio, asĆ­ ubique tu casa y tu cuarto.

 

—Conociste a Fercho?

 

—Pobre tipo, unas mujeres de seguro malvadas se divirtieron golpeĆ”ndolo en los testĆ­culos.

 

NicolƔs se enteraba del porquƩ de aquellos quejidos de Fercho, mucho despuƩs de patearlo Ʃl mismo.

 

Ante el pensativo joven, la chica recalcĆ³:

 

—PodrĆ­a quedarme aquĆ­ unos dĆ­as? Por favor.


 

NicolĆ”s se tomĆ³ un instante para pensarlo. Alexandra era una persona muy extraƱa, todos esos secretos y su talento para pelear…sin mencionar que de alguna forma escalĆ³ hasta el tercer piso para entrar por su ventana, aunque Ć©l en alguna ocasiĆ³n tambiĆ©n lo habĆ­a hecho.

 

Dio su respuesta:

 

—Por supuesto que puedes quedarte, pero si bien estoy en deuda contigo por salvarme y dos veces, merezco saber por quĆ© estĆ”s escondiĆ©ndote… y porque no quieres ser vista por las autoridades.

 

Alexandra ya esperaba aquel requisito.

 

—NicolĆ”s, te prometo contarte por quĆ© no quiero saber nada de la policĆ­a, pero maƱana, ya es tarde…Eso sĆ­, te anticipo que no es por hacer nada malo.

 

Se quedĆ³ viendo un instante a NicolĆ”s, quien asintiĆ³.

 

Alexandra fue al baƱo a asearse. A los minutos saliĆ³ con su chaqueta pero sin pantalĆ³n. Aunque la chaqueta le cubrĆ­a mĆ”s de medio muslo, era seguro que no tenĆ­a debajo mĆ”s que sus pantaletas, NicolĆ”s se coloreĆ³, detallĆ³ los muslos y piernas de la joven.

 

—No se molestarĆ”n tu madre y tu tĆ­a con mi presencia aquĆ­?, si quieres podrĆ­a pedirles permiso yo misma, no veo problema—La pregunta sacĆ³ al chico de su trance.

 

—Bueno, sobre eso creo que es mejor que no se enteren por ahora que te quedarĆ”s aquĆ­.

 

Alexandra creyĆ³ prudente no preguntar mĆ”s. Vio que NicolĆ”s tenĆ­a una sĆ”bana y almohada en la mano, asĆ­ como otra sĆ”bana ya estaba puesta sobre la alfombra.

 

—Eso no! , no te incomodarĆ©, yo dormirĆ© en el suelo.

 

—Eso nunca lo permitirĆ© Alexandra, llĆ”malo una tonterĆ­a, pero la caballerosidad me impide dejarte en el suelo.

 

—Entonces dormiremos juntos en la…CAMA—La chica se coloreĆ³ cuando terminaba de decirlo…Aquello sonaba vergonzoso, fĆ”cilmente se podĆ­a malinterpretar.

 

NicolĆ”s soltĆ³ una risilla al verla tan roja, Ć©l tambiĆ©n se sonrojĆ³.

 

El incĆ³modo momento se saldĆ³ cuando NicolĆ”s propuso dormir espalda con espalda y colocando unos cojines como divisiĆ³n.

 

—DormirĆ”s con la chaqueta puesta? Si quieres te puedo prestar algo.

 

—Algo cĆ³mo esa pijama?, no mucha gracias.

 

—Me lo merezco, es bastante ridĆ­cula lo admito—Aquella pijama de Dragon Ball color naranja era para avergonzarse.

 

Ambos ocuparon su media cama y la luz se apagĆ³…Tras unos segundos de silencio, la joven expresĆ³:

 

—Tu habitaciĆ³n es algo…pequeƱa.

 

—Lo crees?

 

—Bueno, seguro ya sabes que en realidad pertenezco a un estrato social alto.

 

—SĆ­, eso supuse por la marca de tus vestidos y telĆ©fono.

 

—Te confieso que mi habitaciĆ³n es al menos 3 veces el tamaƱo de Ć©sta.

 

—El triple de tamaƱo?

 

—Y eso que no estoy incluyendo mi vestidor, creo que es casi como tu habitaciĆ³n.

 

—Vestidor?, es esa habitaciĆ³n dĆ³nde los ricos solo guardan la ropa y una multitud de zapatos?

 

—AsĆ­ es…

 

—Parece que vives como una princesa…

 

—Jajaja, no exageres…Y la verdad jamĆ”s en mi vida he dormido en el suelo…

 

NicolĆ”s sonriĆ³: —Ves porque aceptar la caballerosidad de alguien no es del todo malo.

 

—Gracias…Gracias por dĆ©jame quedar…Buenos noches NicolĆ”s.

 

—Buenas noches, Alexandra.

 

Fue cuando la chica se retirĆ³ la chaqueta. El movimiento y sonido delatĆ³ su acciĆ³n.

 

NicolĆ”s se sentĆ­a realmente incĆ³modo…Tras aquellos cojines que les separaban se encontraba esa linda chica que le habĆ­a salvado hoy, estaba agradecido!...

 

…Pero tambiĆ©n estaba una chica solamente en blusa (con el logotipo de la academia de policĆ­a) y pantaletas.

 

De quĆ© color serĆ­a su ropa interior?. Le vino a la mente cuando Viviana (su Ex novia) le visitaba, nunca pasĆ³ nada entre ellos en su cuarto pues su estricta madre le tenĆ­a prohibido cualquier asunto sexual en casa. Pero en ocasiones y a espaldas de la madre, Viviana se dejaba ver en prendas Ć­ntimas para disfrute de su pareja.

 

TambiĆ©n estaba Mariela, su pervertida amiga del periĆ³dico escolar, quiĆ©n siempre tratĆ³ de seducirlo a pesar de dejarle claro en una ocasiĆ³n que no querĆ­a nada con ella. Aun asĆ­ la desvergonzada no dejaba de mostrarle un pecho o parte de sus pantaletas cuando le visitaba en casa, siempre fingiendo que fue por descuido.

 

Pero Alexandra no mostraba la picaresca o pervertida actitud de esas dos chicas, con ella se sentĆ­a entre excitado, apenado y confundido, por ahora la veĆ­a como una amiga, una buena y muy hermosa amiga.

 

Por su parte, Alexandra tambiĆ©n se sentĆ­a incĆ³moda, en su cabeza diversos pensamientos se sucedĆ­an: Sus problemas personales, —Se tocĆ³ su vendada  muƱeca y mano izquierda— El no tener a donde ir… y ahora estaba NicolĆ”s, parecĆ­a un buen chico y tremenda aventura tuvieron Ć©sta noche.

 

El sueƱo finalmente venciĆ³ a ambos.

 

A la maƱana siguiente, NicolĆ”s despertĆ³ temprano, sin hacer ruido bajĆ³ de la cama, observĆ³ a la chica cuyo rostro Ćŗnicamente asomaba de entre las sabanas. A hurtadillas se fue al baƱo, pero justo antes de abrir la puerta se escuchĆ³:

 

—Buenos dĆ­as, NicolĆ”s—El joven volteĆ³ y respondiĆ³ al saludo.—Me pasas mis pantalones, los dejĆ© en el baƱo.

 

AsĆ­ lo hizo, al salir del baƱo la encontrĆ³ levantada con pantalones y chaqueta.

 

—CĆ³mo amaneciste?, aun te duelen tus partes?

 

La pregunta era muy incĆ³moda para el joven, pero al tiempo pareciĆ³ revisar en su mente cualquier sensaciĆ³n dolorosa de su cuerpo, afortunadamente no encontrĆ³ ninguna.

 

—Ya estoy bien, gracias por preguntar.

 

En ese momento se escucharon ruidos en la puerta que alertaron a la chica. NicolĆ”s se apresurĆ³ a abrir, ingresando un gato negro.

 

—Es Mr Coddle, nuestro gato.

 

—Jaja, que gracioso, su nombre significa mimar.

 

—Exacto, es muy mimoso con todos, incluso con cualquiera que viene de visita.

 

Alexandra se queda viĆ©ndolo, NicolĆ”s la invitĆ³ a acariciarlo pero se escuchĆ³ la voz de una mujer que venĆ­a hacia la habitaciĆ³n. El joven se pone en alerta.

 

—Es mi mamĆ”!, rĆ”pido metete bajo la cama!—El desespero de NicolĆ”s hizo salir al gato despavorido.

 

Casi a empujones Alexandra se dejĆ³ llevar al supuesto escondite. A Ćŗltimo momento NicolĆ”s vio los zapatos de la chica a media habitaciĆ³n, y de sendas patadas los metiĆ³ bajo la cama.

 

—Aauu! Schei! me diste…—Se alcanzĆ³ a escuchar en ese sitio.

 

—Shhhh!!, CĆ”llate!, si valoras mi vida guarda silencio!

 

La madre de NicolĆ”s entrĆ³ y enseguida fue al baƱo donde vaciĆ³ el canasto de ropa sucia, retornĆ³ al cuarto, pero justo antes de salir, expresĆ³:

 

—Y esa pijama no estĆ” sucia?, quĆ­tatela.

 

—No puedo quitĆ”rmela, mamĆ”.

 

—Y porque no?

 

Alexandra alcanzaba a ver las piernas de NicolĆ”s y pensĆ³ en que la pijama caerĆ­an en cualquier momento, se coloreĆ³ y desviĆ³ la mirada…Pero no sucediĆ³.

 

—MamĆ”, mejor la lavo yo.

 

—Pues como quieras, Ah recuerda que me debes la explicaciĆ³n por lo de anoche.

 

—MamĆ” cuando regreses del trabajo te cuento todo.

 

La madre se va y NicolĆ”s dio la seƱal a la chica de salir, Alexandra emergiĆ³ con los ojos cerrados, por si acaso, pero NicolĆ”s seguĆ­a vestido.

 

—PerdĆ³n! es que mi madre es muy estricta, ni siquiera deja que ninguna chica se quede en mi habitaciĆ³n mĆ”s allĆ” de las 8 de la noche.

 

—Es muy protectora. Creo que todas son asĆ­.

 

—Si supiera que estĆ”s aquĆ­ y que te quedaste a dormir…me matarĆ­a!

 

—Pero podrĆ­a decir que soy un chico, puedo volver a usar el inhalador…

 

—No!, se darĆ­a cuenta que eres una chica, es muy observadora y si sospecha algo no cesa hasta que descubre la verdad.

 

Hubo un instante de silencio hasta que NicolƔs vio el reloj.

 

—Rayos!, se me hace tarde para la escuela.

 

—Pero…

 

—No te preocupes antes de irme te traerĆ© unos sĆ”ndwiches.

 

—No me referĆ­a a eso, no ibas a escuchar lo que tengo que contar?

 

—SerĆ” mĆ”s tarde, ahora tengo que baƱarme.

 

NicolĆ”s ingresa al baƱo a asearse, mientras estĆ” allĆ­ Alexandra detalla los cuadros y fotografĆ­as en las paredes de la habitaciĆ³n, se nota el gusto de NicolĆ”s por el beisbol. La chica coloca la pelota autografiada sobre unos libros en el escritorio.

 

En 5 minutos el joven emerge del baƱo ya vestido.

 

—Eso fue rĆ”pido.

 

—Voy retrasado…

 

Mientras se colocaba los zapatos como flash, dijo:

 

—IrĆ© por los sĆ”ndwiches, cuantos quieres?

 

—Dos estarĆ­an bien, NicolĆ”s LĆ³pez.

 

—Como supiste mi apellido?

 

—EstĆ” escrito en tu diploma de primaria—La adolescente apuntĆ³ al cuadro en la pared— Mira que bonito te veĆ­as a esa edad y con el birrete, jajaja…

 

—No molestes, por cierto cuĆ”l es tu apellido? ayer dijiste que era difĆ­cil de pronunciar, AlemĆ”n, no?

 

—Es Volsfgalsfz, mi abuelo era alemĆ”n.

 

—CĆ³mo, cĆ³mo? Que extraƱo apellido.

 

—Volsf …galsfz. Te dije que no es fĆ”cil de pronunciar.

 

NicolĆ”s tratĆ³ en vano de expresarlo, su boca adoptĆ³ extraƱas posiciones sin poder decirlo adecuadamente.

 

—Jaja, debes escupir algo de saliva para pronunciar la f y z finales, solo asĆ­ lo podrĆ­as pronunciar correctamente.

 

El chico se dio por vencido, fue a la cocina y regresĆ³ minutos despuĆ©s con el desayuno prometido. El reloj marcaba las 8 Am.

 

Mientras Alexandra devoraba los sƔndwich, el joven le dio pautas:

 

—Mi mamĆ” sale a su trabajo a las 9 Am, ella nunca entra aquĆ­ en mi ausencia, es mĆ”s yo soy quien limpio mi habitaciĆ³n…SĆ³lo no hagas ruido y pasarĆ”s el resto del dĆ­a sin peligros. Ella regresa a las 6 de la tarde. Mi tĆ­a ya debiĆ³ salir a su trabajo y vuelve aun mĆ”s tarde. EstarĆ”s bien?

 

—Claro que sĆ­, sales de clases a las 3, no?

 

—AsĆ­ es, la casa queda a tu disposiciĆ³n, si lo deseas puedes ir al refrigerador y comer lo que quieras… SĆ³lo no pruebes unos espaguetis que estĆ”n en la nevera, mama los hizo para mĆ­ anoche pero no los comĆ­, crĆ©eme te caerĆ”n mal! yo los tirarĆ­a pero ella insiste en guardar la comida congelada por semanas.

 

Y asĆ­, NicolĆ”s dejĆ³ la vivienda.

 

La jornada para Alexandra transcurriĆ³ entre la cocina y la habitaciĆ³n, no sin dar un vistazo a la casa completa.

 

Aquella vivienda era muy pequeƱa para lo que ella acostumbraba habitar:

 

La ostentosa casa de su familia, ubicada en el conjunto ‘Los Rosarios’, constaba de un espacio de 500 metros cuadrados, de dos pisos y hasta con su propio ascensor. La estructura de pisos marmoleados y ventanas con blindaje contaba con 7 habitaciones (todas con vestidor), cuatro baƱos con jacuzzi, una oficina con biblioteca, una cava provista de los mejores vinos, una sala de billar, una alberca, sauna y gimnasio. TambiĆ©n un cuarto de lavado, una amplia cocina con plancha de granito y desayunador, una extensa sala-comedor, vestĆ­bulo y una fuente decorativa… Sin mencionar los jardines y amplios espacios de estacionamiento. AdemĆ”s la residencia contaba con una habitaciĆ³n para los vigilantes, cuarto y patio para la servidumbre.

Y por el trabajo de su padre habĆ­a una numerosa fuerza de seguridad, lo que no dejaba de incomodar a los vecinos.

 

DespuĆ©s de la comparaciĆ³n la chica se dio un baƱo. El gato rasguĆ±Ć³ la puerta de la habitaciĆ³n y le hizo pasar mientras Alexandra se veĆ­a ante el espejo, usaba un suĆ©ter con logotipos de la academia de policĆ­a.

 

Eran ya la 1 de la tarde.

 

Aquella prenda era usada debajo de su uniforme como cadete en la academia de policƭa. Ahora en ropas de civil seguƭa usƔndola debajo.

 

En ese momento NicolĆ”s ingresĆ³ a su habitaciĆ³n, sorprendiĆ©ndola ante el espejo!

 

—KYAA!!—GritĆ³ con fuerza una alarmada joven, que estiraba el suĆ©ter casi hasta la rodilla, buscando que no se viera nada de sus pantaletas

 

NicolĆ”s se volteĆ³ apenado, de inmediato la chica corre a cubrirse con una toalla.

 

—Lo siento, lo siento!—No dejaba de decir NicolĆ”s.

 

El gato escapĆ³ por el alboroto.

 

—Oh Schei!, No dijiste que volverĆ­as a las 3?!

 

—Lo sĆ© pero me escapĆ© de la clase de deportes para salir temprano… Lo siento debĆ­ tocar, pero como la puerta estaba abierta….perdĆ³name nunca pensĆ© que te encontrarĆ­a asĆ­…

 

—No mires!

 

NicolĆ”s permanecĆ­a de espaldas, por curiosidad y morbo tratĆ³ de observar con el rabo del ojo, pero decidiĆ³ comportarse como un caballero. La adolescente se acomodĆ³ la toalla a modo de falda.

 

—PerdĆ³name Alexandra, yo no sabĆ­a…

 

—EstĆ” bien, pero nunca vuelvas a hacer eso!

 

—Lo juro —ExpresĆ³ el joven levantando la palma a modo de juramento—Promesa de explorador.

 

El colorado en el rostro de Alexandra menguĆ³.

 

—Y eso? —SeƱalaba la toalla puesta—Porque no te pones tu ropa?

 

—Mi ropa estĆ” en el baƱo, aĆŗn estĆ” hĆŗmeda.

 

—HĆŗmeda? No te pudiste aguantar…Jaja, es broma!

 

—Tonto!, tenĆ­a algunas manchas y le pasĆ© algo de jabĆ³n.

 

—Porque no usaste la lavadora, tambiĆ©n seca, ya estuvieras usando tu ropa limpia.

 

—Lo intentĆ©, pero…—La chica miraba al piso.

 

—Pero quĆ©?—NicolĆ”s se quedĆ³ esperando

 

—No sĆ© cĆ³mo funcionan esas cosas!—Alexandra se mostrĆ³ molesta y avergonzada.

 

—No sabes cĆ³mo funciona una lavadora?

 

—No lo sĆ©, lo admito!

 

—No te enfades, pero es curioso que sepas manejar una espada de madera pero no un electrodomĆ©stico.

 

—No te burles NicolĆ”s…AdemĆ”s es que en mi casa la servidumbre hace esas cosas.

 

 NicolĆ”s sonriĆ³, como se notaba que aquella chica llevaba en una vida muy  acomodada.

 

—AdemĆ”s—continuĆ³ la chica—donde me he hospedado siempre habĆ­a servicio de lavanderĆ­a.

 

Donde se ha hospedado?—Ahora NicolĆ”s si se mostraba intrigado, querĆ­a saber la historia de Alexandra…Pero cambiĆ³ el tema:

 

—Bueno, dejemos la discusiĆ³n, te traje esto!

 

NicolĆ”s le ofreciĆ³ una botella de Show-Cola.

 

—La bebida falsificada de la que tanto hablabas…

 

Apenas probĆ³ la espumosa y oscura bebida, Alexandra dio su opiniĆ³n:

 

—Mmmm, es demasiado deliciosa!, no pensĆ© que una bebida falsificada pudiera superar a la original.

 

—SabĆ­a que te gustarĆ­a.

 

—Y que la hace tan diferente, lo sabes?

 

—No, es un secreto, nadie en verdad sabe cuĆ”l es la fĆ³rmula secreta de la original, ni que le agrega Ć©l que la falsificĆ³.

 

DespuĆ©s de beber a gusto, Alexandra se ubicĆ³ en la ventana, con la vista en el paisaje comenzĆ³ a narrar su historia:

 

DIBUJADO A MANO POR SU SERVIDOR.

 

—NicolĆ”s, ahora te contarĆ© un incidente que sucediĆ³ hace algunas semanas en la academia de policĆ­a dĆ³nde estudiaba…porque ya no voy a ese lugar…Desde entonces mi vida ha cambiado…

 

AquĆ­ se exponen los sucesos del relato: EL ANTES DE ALEXANDRA (Con Ballbusting F/M)

 

 

***

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages