Hijo de puta (5/8): Christian Grey a lo mexicano - Las Bolas de Pablo

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1 jul 2021

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Hijo de puta (5/8): Christian Grey a lo mexicano

Contiene

Ballbusting hombre/hombre


Estas en la quinta parte de esta historia, aquĆ­ puedes encontrar la cuarta parte, que precede a esta. Si gustas puedes leerla desde el inicio.


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   Acababa de salir de Palacio Nacional, me habĆ­a reunido con el presidente de la RepĆŗblica. Puse a su disposición los recursos del Grupo León, asĆ­ como los medios de comunicación que reciĆ©n habĆ­a adquirido, mi intención era formar una alianza estratĆ©gica con su gobierno. ĀæEl motivo? Me encontraba en una guerra mediĆ”tica con mi hermana Elena y sus dos hijos: Paolo y Anabela.


   ĀæRecuerdan cuando les platiquĆ© que los principales periódicos, revistas, televisoras y radiodifusoras en el paĆ­s tenĆ­an el sello Holgado y que eran buitres que servĆ­an al mejor postorAltagracia Ferrer no era una pobretona, la difunta madre de mis medios hermanos heredó de su padre un imperio de medios de comunicación, mismos que catapultaron los negocios de Don Chemo. La seƱora al morir, dejó todo a nombre de su hija consentida, Elena. 


   La Editorial Holgado, dirigida por Anabela, la televisora TELEFERR comandada por Elena, HFRadio con Paolo a la cabeza y todas las filiales del Grupo Teleferr, no pertenecĆ­an oficialmente al Grupo León. PoseĆ­a las acciones que pertenecĆ­an a mi padre, pero no el control total ni el poder para llegar y despedirlos. ā€œElena estĆ” blindada, no hay nada que puedas hacer contra ellaā€, fueron las palabras de Tony cuando conversamos al respecto en semanas previas.

 

   ā€”No puedes comprar sus acciones, eso solo los beneficiarĆ­a, los precios subirĆ­an por las nubes, en caso de que vendieran, se irĆ­an forrados en billetes, les harĆ­as un favor —dijo mi CFO.

 

   ā€”Eso ya lo sĆ©, no soy estĆŗpido —respondĆ­.

 

   ā€”Mi consejo es que, en primer lugar, León y Teleferr rompan cualquier relación que tengan. En segundo lugar, adquiere otros medios de comunicación y forma tu propia rama, dinero te sobra y serĆ­a mĆ”s barato. En tercer lugar, busca una alianza con el presidente.

 

   ā€”ĀæEl presidente? —preguntĆ© desconcertado.


 

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   ā€”ĀæQuĆ© acaso no te enteras de lo que sucede en tu paĆ­s? —preguntó Tony—. Teleferr es una empresa corrupta, durante aƱos recibieron dinero de la Federación para aplaudir todo lo que los presidentes hacĆ­an, manipulando a la opinión pĆŗblica. Como este nuevo gobierno es ā€œanticorrupciónā€, no les estĆ” pagando, los ha dejado libres. ĀæQuĆ© han hecho con esa libertad? Lo mismo de siempre: venderse. Esta vez a los partidos de oposición e intereses privados para atacar al presidente actual. Hay mucha gente a la que no le conviene las ideas que trae.

 

   ā€”La vieja confiable: el enemigo de mi enemigo, es mi amigo.

 

   ā€”Exacto, Fabio —dijo Tony—. En cuarto lugar, tienes que jugar la carta LGBTTTIQ+

 

   ā€”Ā”Me lleva!

 

   ā€”Hemos estado recurriendo al argumento de la homofobia para defenderte. Hasta el momento ha salido bastante bien. Tienes el apoyo de ā€œla comunidadā€, eres el gay mĆ”s cĆ©lebre de este paĆ­s.

 

   Les cuento que desde el dĆ­a de la lectura del testamento, los periódicos, la radio y la televisión de mi hermana no habĆ­an  parado de esparcir mentiras y rumores sobre mĆ­. El equipo de relaciones pĆŗblicas de León habĆ­a manejado una agresiva estrategia en redes sociales para revertir la mala opinión que el paĆ­s en general tenĆ­a acerca de mĆ­. Hasta se habĆ­a insinuado que yo matĆ© a mi padre. ĀæPueden creerlo?

 

   Tony bebĆ© habĆ­a arreglado ademĆ”s, una entrevista con TeleGlobo, un medio latino en los Estados Unidos para que hicieran un programa especial, en Ć©l narrarĆ­a mis devenires. Este medio harĆ­a tambiĆ©n una investigación periodĆ­stica a fondo de mi vida. Lo crean o no, hubo un tiempo en el que yo me desenvolvĆ­a con soltura en el barrio de Tepito, eso ocurrió cuando, segĆŗn mi padre, vestĆ­a como pordiosero. ConocĆ­ a mucha gente de otra esfera social, ellos me trataron mĆ”s como familia que mi propia sangre.


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Elena Holgado Ferrer
    Aparte de la guerra que librĆ”bamos en aquel momento, no tenĆ­a ningĆŗn conflicto con mi hermana Elena. Cuando yo tenĆ­a unos tres o cuatro aƱos, ella me ponĆ­a vestidos de Anabela y me trataba como niƱa, mi sobrina era un aƱo mayor que yo. Mi padre la sorprendió y la reprendió muy agresivamente. Recuerdo que la jaló de los cabellos y la arrastró por las escaleras hasta la entrada principal. Algo asĆ­ como: ā€œĆ©l es mi hijo —inserte algĆŗn insulto—, y a diferencia de ti, Ć©l sĆ­ tiene huevosā€, fue lo que Ć©l le dijo. Desde entonces, Elena fue en mi vida algo parecido a un fantasma, se mantuvo alejada de cualquier interacción conmigo.

 

    Hasta el dĆ­a de su muerte, Don Chemo atribuyó a mi hermana mi homosexualidad. Ese fue el motivo por el cual la vieja Altagracia otorgó sus favores y bendiciones a Elena, en un intento por balancear las cosas. Yo no creo que me afectara lo que ella hizo, no me siento mujer, sĆ© que soy un hombre, la Ćŗnica diferencia es que sexualmente me atraen los de mi propio gĆ©nero.

 

     Tony habĆ­a estado trabajado sin descanso desde que llegó. Ese hombre daba todo de sĆ­, yo esperaba que lo hiciera porque todavĆ­a me amaba. Era casi la media noche, nos encontramos reunidos en su oficina detallando los puntos que al dĆ­a siguiente tratarĆ­a con el presidente. Me acerquĆ© a Ć©l por la espalda y comencĆ© a masajear sus hombros.  

 

   ā€”ĀæQuĆ© haces, Fabio? No —dijo retirando mis manos mientras se levantaba de su asiento.

 

   ā€”ĀæQuĆ©? Has trabajado mucho, Tony, solo quiero agradecerte —dije con una sonrisa traviesa, aproximando mi cuerpo al suyo.

 

   ā€”NĆ£o Ć© necessĆ”rio, es mi trabajo, me pagas bastante bien —dijo retrocediendo para evitar tener contacto conmigo—, y prefiero que me llames Antonio.

 

   ā€”Creo que nos harĆ­a bien relajarnos, Tony —dije tocando con mi mano su entrepierna. Ā”Dios! Me encantó poder sentir aunque fuera por unos segundos el suave pene de aquel hombre—. Y recordar viejos momentos.

 

   El director financiero retiró mi mano de su cuerpo y se escurrió fuera de mi alcance.

 

   ā€”No, Fabio, no. Vine aquĆ­, porque solamente un tonto rechazarĆ­a una oportunidad como esta: ser director financiero de una de las empresas mĆ”s importantes del planeta —dijo Antonio con severidad—. Por favor, te pido que respetes mi trabajo, y que me respetes.

 

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   ā€”ĀæSeguro que no quieres esto? —preguntĆ© desabotonando mi camisa, abriendo la hebilla de mi pantalón y sujetando mi paquete al frente, mientras me relamĆ­a la boca.

   ā€”Ā”Eres un hijo de puta, Fabio Holgado! —expresó con enojo. Que justamente mi Tony, despuĆ©s de lo que habĆ­amos pasado las Ćŗltimas semanas me llamara asĆ­, me dolió.

 

   ā€”ĀæCómo te atreves? ĀæQuiĆ©n te crees? —preguntĆ© molesto.

 

   ā€”Ā”TĆŗ me abandonaste, cabrón! HabĆ­amos hecho planes, nos irĆ­amos a vivir a Nueva York, tĆŗ y yo, juntos. Un dĆ­a simplemente desapareciste, te largaste a la costa oeste, imbĆ©cil. Ā”A Stanford! SegĆŗn tĆŗ, a hacer un doctorado. Me enterĆ© por amigos en comĆŗn, porque tĆŗ, maldito pendejo, ni una nota me dejaste —dijo con los ojos llorosos y la voz entrecortada—. DespuĆ©s de eso, Āæcrees que existe alguna forma en que yo pueda tener algo contigo? ĀæAcaso piensas que no tengo dignidad o que soy de piedra? ĀæCrees que haber tenido una vida difĆ­cil te da derecho a joder la vida de los demĆ”s? Eu te amava, vocĆŖ foi a coisa mais importante para mim… en cambio yo, ni siquiera una nota de despedida de tu parte merecĆ­.


   ā€”ĀæTerminaste? —preguntĆ© con sentimiento.

 

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AsĆ­ de furioso 
estaba Ton... Antonio.
   ā€”EstĆ”s jodido. ĀæSabes quĆ©? No voy a permitir que me jodas —al decir esto, tomó su saco, cartera, celular y llaves, y salió de la oficina.  

 

   Que ā€œestoy jodidoā€, eso ya lo sabĆ­a. DebĆ­a agradecer a Ton… Antonio, Ć©l me acababa de recordar que yo no merecĆ­a ser amado. No lo pensaba en un tono de autocompasión, yo en verdad me habĆ­a comportado como un hijo de puta, merecĆ­a lo que me acaba de decir, no lo culpaba, al contrario, lo aceptaba. Aun asĆ­ me dolĆ­a, y mucho, me habĆ­a lastimado a mĆ­ mismo y lastimado a quienes me han amado, y no sabĆ­a cómo solucionarlo. PasĆ© casi una hora lamentĆ”ndome en la oficina, hasta que llegó Romeo, tocó a la puerta y la abrió.

 

   ā€”ĀæSe puede?  —preguntó. Yo me encontraba con las manos en la cara y mis codos apoyados sobre el escritorio—. Disculpe la intromisión, es casi la una de la maƱana, deberĆ­a descansar, maƱana se reĆŗne con el presiden… —levantĆ© mi rostro y me vio.

 

   En ese instante, giró el sillón ejecutivo, me tomó de la mano para ponerme en pie y me abrazó con fuerza, presionó mi cuerpo contra el suyo, incluso sentĆ­ su pene contra mi pierna, asĆ­ me mantuvo durante algunos minutos. Poderme recargar en Ć©l, sentirlo, olerlo, era algo que habĆ­a querido hacer desde que lo conocĆ­.

 

   ā€”Disculpe, es solo que… verlo así… yo… —dijo moviendo las manos incómodamente, una vez que dejó de abrazarme—. Se supone que debo protegerlo y cuidar de usted. Me excedĆ­.

 

   ā€”EstĆ” bien —dije palmeando su hombro—. No te preocupes.  ĀæCrees que podrĆ­as enseƱarme algo de defensa personal?

 

   ā€”Claro que sĆ­ —dijo el guardaespaldas.

 

   ā€”MaƱana mismo, Āæpuede ser?

 

   ā€”Cuando usted diga —él respondió.

 

   ā€”TĆ©cnicamente serĆ­a ā€œal ratoā€, porque ya es maƱana, ve la hora. Vi cuando mi hermano Ricardo te pegó ahĆ­.

 

   ā€”ĀæAhĆ­ donde? —preguntó Ć©l, yo seƱalĆ© con la mirada su entrepierna, al hacerlo me di el gusto de admirar su bulto por un par de segundos.

 

   ā€”ĀæCrees que podrĆ­as entrenarme para resistir? AsĆ­ como tĆŗ.

 

   ā€”Claro —respondió con su hermosa sonrisa—. Pero no soy tan resistente como usted cree, si recibo una patada directa bien potente o un fuerte rodillazo, seguro caerĆ­a al suelo. ĀæQuiĆ©n no? Ni hablar si me los agarran y aplastan como Mariano hizo con usted. Al contrario, creo que usted aguanta mĆ”s que yo.

 

   ā€”ĀæPuedo ponerte a prueba? AquĆ­ y ahora —dije llevĆ”ndolo contra una pared.

 

   ā€”Si eso quiere —respondió sumisamente. Algo no se sentĆ­a correcto, parecĆ­a que abusaba de mi posición.

 

   ā€”Eres un buen hombre —dije y di media vuelta para dirigirme a la puerta. Ɖl tomó mi mano, tiró de ella y la frotó contra su entrepierna.

 

   ā€”Lo digo en serio, usted puede golpearme, si eso es lo que quiere —al decir esto, me tomó por la cintura, atrajo mi cuerpo hacia el suyo y abrió las piernas— deme un rodillazo… o varios, los que yo aguante. No lo voy a dejar ir, a menos que me obligue a soltarlo y me haga caer al suelo. TambiĆ©n puede aplastĆ”rmelos, si eso le gusta. 


   MirĆ© sus ojos, por Dios que es muy lindo Romeo. Cualquier persona seria feliz de vivir con Ć©l, transpira un aire de masculinidad, seguridad y confianza. Siempre me ha sorprendido que debajo de ese traje de corbata y saco con un cuerpo grĆ”cil tenga la fuerza de 1000 hombres. Por aƱos sus antepasados sirvieron en cuestión de defensa a mi familia.

 

   ā€”ĀæQuĆ© espera, jefe? —susurró Romeo.

 

   ColoquĆ© mi dedo Ć­ndice a la altura de su cuello, fui bajando lentamente, atravesĆ© su ombligo y lleguĆ© a la entrepierna, toquĆ© un poco su pene, me sorprende que no estĆ© completamente erecto, debe tener un buen tamaƱo, estĆ” acomodado hacia la derecha lo que me deja comprobar que sus bolas descansan a mi merced sin algo que interfiera del contacto con mi rodilla.

 

   Echo mi pierna hacia atrĆ”s y no rompo el contacto visual, debo parecer bastante puto y cachondo. Un Christian Grey homosexual, Ā”que risa!

 

   Romeo traga saliva, esperando lo peor para su hombrĆ­a.

 

   Ā”Quiero hacerlo mĆ­o de una buena vez por todas!

 

   SubĆ­ mi rodilla entre sus piernas abiertas.

 

    Mi guapo guardaespaldas se sobresaltó e hizo un ruido con la garganta, apretó los dientes y se supo aguantar como el verdadero macho que es. Dio un respiro.

 

   ā€”No ha sido tan fuerte, prepĆ”rate porque el que viene si te dejarĆ” estĆ©ril —dije con una sonrisa. Mi polla estaba que me reventaba el pantalón.

 

   Lo tomĆ© firmemente del hombro y Ć©l hizo lo propio llevando sus manos a mi costado. EchĆ© mi pierna hacia atrĆ”s y lleve mi rótula a su desprotegida hombrĆ­a. SentĆ­ como sus ovalados y frĆ”giles órganos masculinos se estrellaron con su hueso pĆ©lvico.

 

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Hasta con dolor
de huevos eres sexy.
   ā€”Ā”Aaaaaaaah! —exclamó con bastante dolor mi pobre Romeo. Desenfocó la mirada y se dobló llevĆ”ndose la mano a la ingle.

 

   ā€”ĀæYa no puedes mĆ”s, Romeo? ĀæTan poco aguante tienes?

 

   ā€”Estoy bien —dijo. Me sentĆ­ mal, ni siquiera se me ocurrió preguntar por su bienestar—. Es solo que fue muy duro.

 

   RetrocedĆ­ unos pasos. Vi como desvió sus ojos a mi entrepierna.

 

   ā€”Lo sĆ©, parece una carpa de circo —sonreĆ­. Mi bulto estaba bastante grande, levantaba sin vergüenza la tela de mi pantalón, pinche cabezón grosero—. Date la vuelta, Romeo.

 

   El respiró profundo y afirmó obediente. Me dio la espalda. Mis ojos recorrieron desde el grueso trapecio a su firme trasero. Se veĆ­a bastante nalgón en su pantalón de vestir. Ɖl sabĆ­a lo que yo querĆ­a, se inclinó recogiendo su pantalón desde los muslos.

 

   Le di una colosal patada en las bolas que lo levantó y lo hizo gritar. Sus pies despegaron del suelo y se llevó las manos a los huevos. Cuando volvió a tener contacto con la alfombra se quedó algunos segundos paralizado, no pude disfrutar de su expresión facial, seguramente tenĆ­a los ojos cruzados o la boca abierta, lo cierto es que lentamente se fue cayendo al suelo, estaba acongojado y en posición fetal lloriqueando de profundo dolor.

 

    SentĆ­ una mezcla de excitación, tristeza y fogocidad por Ć©l. Todos sabemos que los golpes en los huevos dados por la espalda duelen mucho mĆ”s. Sobre todo si usas una vestimenta como pantalón ejecutivo que se aferra a tu piel y no protege para nada.

 

   Que perverso soy, me he quedado de pie contemplando como su poderosa masculinidad se desvanecĆ­a mientras frotaba y calmaba en vano el dolor proveniente de su entrepierna. Siempre me he sentido atraĆ­do en la forma de acabar con la fuerza de un hombre fuerte y viril con el mĆ”s simple contacto de las joyas que le cuelgan entre las piernas. Ā”Se siente muy cabrón!

 

Romeo tiembla y se retuerce, puedo detallar lo grueso de sus muslos, sus nalgas, redondas. Tenerlo asĆ­, postrado y dĆ©bil por un dolor de testĆ­culos hace que me enamorĆ© de Ć©l. Es una situación enferma y contradictoria, pero muy sensual e inexplicable, tĆŗ lo sabes tanto como yo.

 

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   ā€”A ver, Romeo, Āædónde estĆ”s que no te veo? —dije inclinĆ”ndome a Ć©l. Caramba, Āæme estarĆ© convirtiendo en mi padre con sus chistes sosos? Ayudo a levantar a mi guardaespaldas y le doy el honor de sentarse en mi propia silla ejecutiva. Romeo tiene el rostro desfigurado de dolor, me gusta su pose. Tiene las piernas abiertas y las manos sobre sus bolas.

 

   Tengo un filtro de agua en mi oficina, todos saben que me gusta beber agua y soy yo quien prefiere servirse su propio vital lĆ­quido que pedĆ­rselo a otra persona. Le preparo un vaso y se lo ofrezco, no le da atención. Acaricio su mejilla, se ve muy lindo. Acerco el vaso a sus labios y comienza a beber. Algunos chorrillos de agua escapan a su mentón y yo con paternal cariƱo limpio con mis dedos cuando retiro el vaso de su boca.

 

   ā€”ĀæTe sientes bien, Romeo? Podemos ir al doctor.

 

   ā€”No, estoy bien.

 

   ā€”ĀæCuĆ”l ha sido tu peor golpe en la ingle?

 

   ā€”Una tarde jugando fĆŗtbol. La pelota fue directo a mis huevos.

 

   SonreĆ­, mi pene tambiĆ©n estaba feliz moviĆ©ndose como loco queriendo babear.

 

   ā€”Y el de hace un rato —complementó mi guapo guardaespaldas. Me miró y guiñó un ojo.

 

   Me siento muy cachondo, necesito follar cuĆ”nto antes.

 

   ā€”ĀæTienes pareja, Romeo?

 

   ā€”No…

 

   Me mordĆ­ el labio, Ć©l se quedó mirĆ”ndome y no respondió.

 

   ā€”ĀæDesde cuando no tienes pareja? Eres un hombre muy atractivo, seguramente tienes un montón de pretendientes.

 

   ā€”No diga eso, jefe. Me sonrojo.

 

   ReĆ­ y acaricie su barbilla. Por fin retiraba una mano de su hombrĆ­a.

 

   ā€”ĀæEstĆ”s mejor?

 

   ā€”SĆ­, jefe.

 

   ā€”Puedes tutearme y llamarme Fabio. Formas parte de mi cĆ­rculo de confianza.

 

   ā€”Gracias.

 

   Me quedĆ© mirĆ”ndolo fijamente a los ojos, Ć©l dijo con una sonrisa.

 

   ā€”Muchas gracias, Fabio.

 

   ā€”QuĆ© bonito se oye mi nombre en tus labios.

 

    No pude mĆ”s, me entregue a mis bajas pasiones y me inclinĆ© para besarlo. Sus labios eran suaves y dulces……… Āædulces? Ā”Chingada sea! Parezco una niƱita de 15 aƱos. Pero la verdad sus labios fueron muy tiernos con mi salvaje contacto. Besos de caramelo, Ā”ay! Calma, Fabio eres un macho que quiere follar.

 

   AsĆ­ actuĆ© como un animal, no me importó que sucederĆ­a con nosotros despuĆ©s de esa madrugada. ĀæSerĆ© un jefe abusador? Ya es muy tarde para pensar en eso.

 

   LlevĆ© mi mano a la bragueta de su pantalón y lo mirĆ© a los ojos.

 

   ā€”Oh, Romeo, Āædónde estĆ”s que no te veo? ā€”metĆ­ mi mano en su pantalón agarrando su pedazote de carne—. AquĆ­ estĆ”s ā€”dije como pude, tenĆ­a la boca hecha agua.

 

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Te llevƩ al placer Romeo
    Aunque no hubo penetración, nos hicimos una buena paja juntos, las bolas de Romeo no son tan grandes como otras que he conocido. Su polla es morena, mĆ”s oscura que el resto de su tez, debe medir 18 centĆ­metros, no tenĆ­a la regla a la mano, pero es hermosa, su cabeza bastante rosada. Nos dimos muchos besos y nos acariciamos juntos, regamos nuestras copiosas cargas de semen por el suelo y el escritorio de la oficina de Antonio, carajo tendrĆ© que imprimir estos documentos de nuevo, estĆ”n mojados y huelen a nuestro aroma. Fueron minutos deliciosos. TambiĆ©n les confieso que fue muy excitante llevar a Romeo al lĆ­mite del placer, nunca olvidarĆ© su cara mientras jadeaba y se le salĆ­a la leche, incluso lloró del orgasmo, eso es lo que nunca olvidarĆ©, sus lĆ”grimas de placer y gemidos.

 

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Pero fue la mejor
paja de mi vida
   Le pedĆ­ que saliera mientras recogĆ­a las cosas y limpiaba un poco aquella oficina. Y pensar que maƱana Antonio va a trabajar aquĆ­ mero, je, je.

 

   SentĆ­ vergüenza conmigo mismo, Āæque estarĆ” pensando Ć©l despuĆ©s de aquello? ĀæCreerĆ” que soy un abusador? Eran las 2:40 am cuando se quedó perplejo observando mi vehĆ­culo salir, le dije a un guardia del grupo León que me escoltara a casa. Romeo estaba en la entrada de la empresa conversando con el vigilante.

 

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Te me quedaste
confundido mi Romeo
   ā€”Romeo, es muy tarde ya —dije desde la ventanilla—. He pedido un taxi para ti que no tardarĆ” en buscarte. Ya he pagado tu destino. EstĆ”s muy cansado y en poco tiempo serĆ”n las 3 de la maƱana. Espero por ti en la tarde, tendrĆ”s todas estas horas para descansar. No te preocupes por mĆ­, otro guardaespaldas me cuidarĆ” en la maƱana. Buen sueƱo —y subĆ­ el vidrio sin esperar respuesta de su parte, su rostro de confusión era digno del Oscar.

 

   ĀæSalĆ­ huyendo? No lo sĆ©. ĀæEstoy avergonzado? Mucho. No sĆ© como dirigirme a Ć©l, Āætengo que actuar como si nada pasara? SerĆ­a lo mĆ”s tĆ­pico. No serĆ© Rachel Marron con su guardaespaldas y tampoco estarĆ© por los pasillos cantando a todo pulmón I Will Always Love You.

 

   Al amanecer y cuando me disponĆ­a a ir al trabajo a las 8 de la maƱana, Romeo ya estaba en el jardĆ­n de la casa. OptĆ© por ignorarlo fingiendo que hablaba por mi celular, y le pedĆ­ al seƱor Warner, otro guarura que me escoltara al trabajo.

 

   Cuando lleguĆ© al Grupo León fui a mi oficina directamente.

 

    —El licenciado Antonio Ferreira aĆŗn no ha llegado, seƱor Fabio ā€”dijo mi secretaria.

 

   DoblĆ© el ceƱo, horas despuĆ©s supe que Antonio se retrasó por culpa del trĆ”fico.

 

—SeƱora Diana. Con su prodigiosa forma de redactar hĆ”gale un memorĆ”ndum al seƱor Ferreira recordĆ”ndole la estricta hora de entrada a la oficina. Ya que quiere ser tratado como trabajador, que actuĆ© como tal, con la destreza de su mano le plasma mis Ćŗltimas palabras.

 

Ante el asombro de mi secretaria di media vuelta y entrĆ© a mi despacho. 


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