Azul Caribe (11/13): Otto en alerta - Las Bolas de Pablo

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28 nov 2021

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Azul Caribe (11/13): Otto en alerta

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Otto tomó una actitud nada ortodoxa, mientras Pablo estaba tomando una ducha, su celular recibió un mensaje, el curioso hombre de 41 años revisó la pantalla y leyó el nombre de David. La duda lo dominó y se interesó en la conversación, era para ir a tomar una bebida. Así que Otto respondió a la invitación haciéndose pasar por Pablo. En lugar de encontrarse con él en un restaurante lo citó en un terreno donde apenas se realizaba una construcción de lo que en unos años serÔ un colegio, apenas estaba el esqueleto de la edificación. Cuando lo encontró, Otto tenía a David en bandeja de oro, apenas estaba de espalda a él chequeando su SmartPhone, David no sabía que el peligro lo acechaba.

 

Otto no podƭa ocultar que David Aceituno era bastante atractivo, moreno, de cabello castaƱo, pectorales grandes y duros, trapecio enorme y espalda ancha. Usaba franela oscura y ajustado jeans.

 

Cuando David sintió unos pasos detrÔs de él ya Otto estaba encima de él como un león. Lo agarró por detrÔs pasando su brazo por el cuello, ahorcÔndolo. La otra mano la dirigió a la generosa entrepierna de David, apretÔndole los huevos.

 

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—¿En quĆ© idioma entiendes que Pablo no quiere saber nada de ti? —replicó Otto cerca de su oĆ­do.

David gimió de dolor, a pesar de sentir un fuerte malestar en sus bolas apretadas por las gruesas manos de Otto, tambiĆ©n sentĆ­a en su trasero la dura erección del seƱor.

 

—Yo estoy con Pablo, solo para Ć©l —aseguraba Otto—. TĆŗ encĆ”rgate de criar a ese bebĆ© que engendraste con esa muchacha, Āæeh? —Otto mantuvo la fuerte presión en las bolas llenas de semen de David.

 

David gimió, cerrando un ojo y apretando los dientes, al mismo tiempo su pene adquirió una dureza tal que casi rompe el jeans. Sin embargo su dolor de huevos le recorrĆ­a el cuerpo, Āæa caso Otto le iba a cercenar las bolas?

 

—¿Ya te empalmaste, cabrón? —de burló Otto, ademĆ”s de la belleza en el rostro de David, sintió lujuria de como la dura polla del muchacho rozaba con su brazo.

 

David gritó a todo pulmón.

 

Otto lamió el cuello de David y le mordió el lóbulo de la oreja, también se sintió excitado por el momento.

 

—¿Quieres que te entierre mi estaca, eh? —le susurró Otto—, putito. Te la voy a enterrar profundo y te llenarĆ© el culo de leche.

 

—Maldito —masculló David.

 

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Sin embargo los testĆ­culos de Otto recibieron una patada desde atrĆ”s que lo hizo aullar de dolor. Torció los ojos y cayó al suelo agarrĆ”ndose sus propios huevos. 

 

Ya con sus bolas liberadas, David se dobló ahuecando sus testículos, sus ojos se encontraron con la mirada de Pablo.

 

—RecuperĆ© la conversación que tuviste con David, haciĆ©ndote pasar por mĆ­. ĀæCómo te atreves, Otto? 

 

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Otto tenĆ­a una resistencia testicular sobrehumana, pero aquella inesperada patada, en verdad le sacó las lĆ”grimas de los ojos, solo estaba chillando y revolcĆ”ndose de dolor.

 

—¿EstĆ”s bien, David? —preguntó Pablo.

 

David gimió y afirmó con la cabeza, todavía doblado amasando sus genitales.


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