Competencia de abuelos: epílogo - Las Bolas de Pablo

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8 nov 2021

Competencia de abuelos: epílogo


La señora Aleska, esposa de Estanislao Kołodziejski se encontraba en la oficina del señor Marcos Chacón, ella se dirigió al hotel y al abordarlo, el atractivo semental la hizo atender en su oficina privada porque debía firmar unos documentos de urgencia. Actualmente ella bebía una taza de café mientras el leía y estampaba su firma en varias hojas. Cuando leyó la última, cerca de cinco minutos después llamó a una secretaria para que hiciera entregar los documentos a quien correspondía en el alto gobierno.

 

—Espero que me disculpe por el retraso, señora Aleska —se excusó mirándola fijamente—. Es una documentación que me llegó de último momento y necesito envíar para ya. Bueno, ya está.

 

—De hecho no me pienso demorar mucho, señor Chacón —afirmó la dama levantándose de su asiento, cogiendo su bolso. Marcos Chacón le parecía un tipo clasista y prepotente, pero sentía que le debía una disculpa.

 

—Oh, pero —Marcos también se levantó—, ahora me excuso por haberle quitado más de su tiempo.

 

La señora Aleska se rió. Tenía el cabello rubio y un vestido de flores que nunca jamás hubiera podido usar en su natal Polonia.

 

—No se preocupe, señor Marcos. Mi visita se debe a pedirle disculpas de mi parte.

 

—¿Por qué, señora Aleska?

 

—Por toda esta tonta pelea que tuvieron ustedes. Mi esposo se comportó como un niño retándolo a usted. Lo bueno es que Rafael ahora está conviviendo mucho tiempo con él, a raíz de todo esto y se le olvidó su absurdo celos por usted.

 

—Sí, yo se lo he pedido —sonrió Marcos.

 

La señora Aleska levantó la ceja sintiéndose un poco decepcionada ante la confesión.

 

—De todas formas, señor Chacón, vengo a pedirle disculpas. En la otra ocasión a Estanislao se le ocurrió que yo le lastimara los testículos a usted y la verdad es que creo que le hice mucho daño, más de lo debido. Usted en verdad perdió por mi culpa y siento que lo maltraté como no debía.

 

—Señora Aleska, ja, ja, ja. En verdad no se preocupe por eso —Marcos Chacón empezó a sujetar su gran protuberancia en la entrepierna con una mano—, tengo testículos bastante resistentes. Y la verdad estuve bien después de eso. Un poco dolorido, pero bien.

 

La señora Aleska se quedó mirando fijamente la entrepierna del apuesto macho de 51 años.

 

—¿Señora Aleska?

 

La mujer se quedó petrificada. Se lamió los labios y levantó la vista.

 

—Me tengo que ir, señor Marcos, de nuevo disculpe la molestia del otro día.

 

—No se preocupe, señora Aleska.

 

Marcos Chacón la acompañó hasta la puerta de su oficina, colocó su mano en el hombro de la dama. Ambos se detuvieron en la entrada del despacho, donde se quedaron mirando hasta que las manos de ellos se encontraron en el pomo de la puerta.

 

—Señora Aleska —susurró Marcos cuando la mujer retiró su delicada palma, y sin embargo, sus dedos se traladaron a la hombría de Chacón, donde comenzó a acariciarle por encima de la polla. 

 

—Disculpe el daño causado, señor Marcos —indicó mientras le abría el pantalón. 

 

Marcos contuvo el aliento cuando la mujer le extrajo la verga y se puso de rodillas. Ella le dirigió una mirada pícara y comenzó a chuparle el pene. Tras cortos lametones le recorrió el tronco con su lengua. Enseguida el miembro de Marcos adquirió una buena dureza, su ex consuegro le acarició el rubio cabello mientras ella le comía su gran trozo viril, bajándole los pantalones a la rodilla. Marcos la sujetó firme y le comenzó a follar la boca, la señora Aleska se aferró a la cadera del macho aguantando la fenomenal embestida al mismo tiempo que las grandes bolas del hombre bailaban en el aire y le golpeaban la barbilla.

 

Marcos la hizo levantar dejando erecta su polla chorreando saliva. La empujó contra la pared, con una mano entre su cabello. La señora Aleska echó la cabeza hacia atrás y le susurró al caballero:

 

Fóllame fuerte, muy fuerte.

 

No bastó más, el experimentado gerente del sexo le levantó el vestido y le acarició la entrepierna, la señora Aleska estaba húmeda. Durante años el tuvo una relación cordial con ella, no así la eterna rivalidad con Estanislao. Marcos agarró su polla bien dura y pulsante y frotó su coño. Aleska se abrió de piernas, y él le fue incrustando su polla hasta el fondo. Con el pene bien dentro empezó a follarla, besando los senos de la mujer. Terminó de desnudarla con su vestido y lamió sus pezones sensibles y duros. 

 

Cada vez la fue follando más fuerte. Aleska gimió y se cubrió la boca con una mano. Marcos siguió follándola con fuerza. Ella también movió su cadera para que la penetrara más fuerte, la mujer se acarició el clítoris y se lamentó de placer de manera muy grosera. La señora Aleska perdió la fuerza en sus piernas por el placer y Marcos la sujetó con ambas manos. De un minuto a otro, ella empezó a convulsionar en su orgasmo. Con una gran resistencia se contuvo de gemir metiéndose el puño a la boca. En un último movimiento poderoso de Marcos, terminó eyaculando dentro de ella. Ambos se quedaron apoyados en la pared.

 

La mujer gimió sintiendo el semen caer entre sus piernas. Marcos se distanció de ella y fue al cajón de su escritorio para conseguirle una toallas para que se secara, mientras lo hacía, Aleska recogió un poco del semen en su mano y lo lamió, estaba divino. El caballero le tendió la servilleta y ella se secó. Mientras se colocaba el vestido, Marcos Chacón prefirió quedarse con un calzoncillo ajustado de color vino.

 

—Esto nunca ocurrió, señor Chacón.

 

—Y es una lástima, señora Aleska —complementó Marcos, galante como siempre—. Tener que borrar este hermoso recuerdo y que usted deba volver con ese estúpido de Culodziejski. Cuando quiera usted puede volver.

 

—No voy a volver, señor Chacón.

 

Marcos la rodeó de la cintura empujándola contra su fuerte pecho, fue así como ella empujó su rodilla contra los testículos gordos y regordetes del padre de Israel, clavándolos en su cuerpo. El delicioso patriarca se agarró sus bolas vacías y se fue al suelo después de que sus rodillas se encontraron.

 

 

En su residencia Estanislao Kołodziejski ocupaba un asiento, por petición de su nieto mayor había puesto fin a su competencia con Marcos Chacón. Y sin embargo todavía se imaginaba destruir al hombre más arrogante que conocía. Su mente recreó el lobby del hotel propiedad de Chacón, ahí Estanislao le daba una patada en las bolas a Chacón con toda la fuerza que pudo reunir.

 


Su empeine impactó con las inmensas gónadas de Marcos, clavándolas en su cuerpo.

 

Marcos gritó a todo pulmón y se derrumbó en el suelo mientras sus clientes reían y vitoreaban en apoyo imaginario a Estanislao.

 

—Ahora sí vas a ver quién es el mejor, Chacón —juró el polaco. Abriéndose el pantalón y extrayendo su polla tiesa que apuntaba al techo. Agarró la cabeza de Chacón y lo obligó a ponerse de rodillas—. Vas a conocer lo que es una verdadera salchicha polaca, cabrón —el miembro de Estanislao era grande, grueso y de calidad premium con una cabeza bastante grande y rosada. Apuntó la polla a la boca de Chacón y la empujó de golpe.

 

Estanislao comenzó a follarle la boca a Marcos Chacón sin importa que le faltase el aire. El polaco empezó a mover con frenesí su cadera obligando a Chacón mamarle la verga. En el instante que lo hacía su respiración era cada vez más acelerada.

 

—¡Cómete esta salchicha polaca, huevón!

 

Estanislao apoyó la nuca de Chacón adelante, metiendo hasta el fondo su verga en la boca de Marcos, de súbito, un líquido caliente empezó a desparramarse sobre la lengua de Chacón. Marcos no podía respirar a causa del semen e intentó sacarse la polla de la boca para respirar pero Estanislao seguía empujando su cabeza contra el grueso pene, obligándolo a tragarse su leche polaca.

 

Estanislao escapó de su momentánea fantasía echándose a reír. Una increíble y grotesca erección estaba marcada en su ajustado pantalón de estar en la casa. El sonido de las llaves abriendo la puerta anunció que la señora Aleska había llegado con su vestido con estampado de flores.

 

—Mujer, has llegado —le dijo Estanislao frotando su inmensa anaconda entre las piernas.

 

—Sí —respondió la señora Aleska—. Me entretuve en las tiendas del centro comercial —mintió.

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