—Yo no hice nada —respondiĆ³ Alexis con voz tensa. Estaba sometido de espalda a la pared. Un muchacho de su misma edad tenĆa puesto su antebrazo en su cuello.
—Porsupuesto que sĆ —afirmĆ³ Lisandro el lĆder de la pandilla de estudiantes que lo fastidiaban en el colegio desde hace par de meses atrĆ”s—. ¿A caso aquĆ hay otro tonto que no seas tĆŗ? ¡Pues no! Al Ćŗnico que veo eres tĆŗ. Eres el Ćŗnico idiota del aula que se atreverĆa a decir en la direcciĆ³n quiĆ©n partiĆ³ los mesones del aula de clases.
—¡Lo juro que no fui yo! ¡Tienes que creerme! Lisandro, yo no lo hice.
Un golpe en el estĆ³mago a puƱo cerrado puso a prueba la resistencia de Alexis.
—Eres tan idiota que sabemos que eres capaz de llevar los chismes. ¡Sapo! ¡SoplĆ³n! ¡Chismoso! ¡Nena! ¿QuĆ© harĆ”s? ¡Llamar a tu mamita!
Alexis dejĆ³ escapar un gruƱido, una vez mĆ”s que el poderoso puƱo se incrustĆ³ en su estĆ³mago. Todo comenzĆ³ muy temprano en el aula de clases, el docente por breves segundos abandonĆ³ el recinto y los estudiantes a su suerte armaron una algarabĆa destruyendo mesones, pizarra y ventanas. A la direcciĆ³n llegĆ³ el chisme de los principales culpables de los daƱos anĆ”rquicos.
—No fui yo —casi llorĆ³ Alexis al recibir el tercer puƱo en su estĆ³mago.
—Voy a acabar de una vez por todas con esa cara de odiota que tienes, cabrĆ³n —afirmĆ³ Lisandro alzando el puƱo cerrado.
Alexis abriĆ³ los ojos con una expresiĆ³n de sorpresa y alerta. LevantĆ³ la rodilla conectando perfectamente con las bolas juveniles de Lisandro.
El adolescente dejĆ³ escapar un chillido agudo.
Alexis no perdiĆ³ el tiempo y volviĆ³ a golpear las bolas de Lisandro.
Fue un golpe preciso golpe que pulverizĆ³ al mismo tiempo ambas gĆ³nadas.
Los ojos de Lisandro se llenaron de lĆ”grimas mientras gritaba a todo pulmĆ³n.
—¡Mis bolas, mis bolas! —se lamentĆ³ retrocediendo con ambas manos enterradas en su entrepierna—. Hijo de puta —varias lĆ”grimas corrĆan por su rostro.
Alexis aprovechĆ³ su momento para emprender la huĆda. Dos de los cĆ³mplices de Lisandro le cerraron el paso, pero un puƱetazo en la mandĆbula sobre uno y una patada en las bolas para el otro bastĆ³ para deshacerse de ellos y escapar a una zona mĆ”s concurrida del colegio.
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