Entrenando al tonto (2/4): Chismoso - Las Bolas de Pablo

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13 mar 2022

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Entrenando al tonto (2/4): Chismoso

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—Yo no hice nada —respondió Alexis con voz tensa. Estaba sometido de espalda a la pared. Un muchacho de su misma edad tenĆ­a puesto su antebrazo en su cuello.

 

—Porsupuesto que sĆ­ —afirmó Lisandro el lĆ­der de la pandilla de estudiantes que lo fastidiaban en el colegio desde hace par de meses atrĆ”s—. ĀæA caso aquĆ­ hay otro tonto que no seas tĆŗ? Ā”Pues no! Al Ćŗnico que veo eres tĆŗ. Eres el Ćŗnico idiota del aula que se atreverĆ­a a decir en la dirección quiĆ©n partió los mesones del aula de clases.

 

—”Lo juro que no fui yo! Ā”Tienes que creerme! Lisandro, yo no lo hice.

 

Un golpe en el estómago a puño cerrado puso a prueba la resistencia de Alexis.

 

—Eres tan idiota que sabemos que eres capaz de llevar los chismes. Ā”Sapo! Ā”Soplón! Ā”Chismoso! Ā”Nena! ĀæQuĆ© harĆ”s? Ā”Llamar a tu mamita!

 

Alexis dejó escapar un gruƱido, una vez mĆ”s que el poderoso puƱo se incrustó en su estómago. Todo comenzó muy temprano en el aula de clases, el docente por breves segundos abandonó el recinto y los estudiantes a su suerte armaron una algarabĆ­a destruyendo mesones, pizarra y ventanas. A la dirección llegó el chisme de los principales culpables de los daƱos anĆ”rquicos.

 

—No fui yo —casi lloró Alexis al recibir el tercer puƱo en su estómago.

 

—Voy a acabar de una vez por todas con esa cara de odiota que tienes, cabrón —afirmó Lisandro alzando el puƱo cerrado.

 

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Alexis abrió los ojos con una expresión de sorpresa y alerta. Levantó la rodilla conectando perfectamente con las bolas juveniles de Lisandro.

 

El adolescente dejó escapar un chillido agudo.

 

Alexis no perdió el tiempo y volvió a golpear las bolas de Lisandro.

 

Fue un golpe preciso golpe que pulverizó al mismo tiempo ambas gónadas.

 

Los ojos de Lisandro se llenaron de lĆ”grimas mientras gritaba a todo pulmón.

 

—”Mis bolas, mis bolas! —se lamentó retrocediendo con ambas manos enterradas en su entrepierna—. Hijo de puta —varias lĆ”grimas corrĆ­an por su rostro.

 

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Alexis aprovechó su momento para emprender la huĆ­da. Dos de los cómplices de Lisandro le cerraron el paso, pero un puƱetazo en la mandĆ­bula sobre uno y una patada en las bolas para el otro bastó para deshacerse de ellos y escapar a una zona mĆ”s concurrida del colegio.

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