EL LOCO DESEO. - Las Bolas de Pablo

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1 mar 2022

EL LOCO DESEO.

 

EL LOCO DESEO (Relato corto).

 

 

CONTIENE BALLBUSTING F/M.

 


Aquel domingo en la maƱana, Oscar IvĆ”n Mancera estaba en la ducha, se habĆ­a retirado el pantalĆ³n metiĆ©ndose de inmediato aĆŗn con calzoncillos, tras varios minutos bajo el agua frĆ­a llevĆ³ una mano a sus calzoncillos, se tocĆ³ el bulto de pelotas y de inmediato arrugĆ³ el rostro, las bolas aĆŗn le dolĆ­an…RecordĆ³ lo sucedido una hora antes.

 

 

El hijo de la casa desea a la amante de su padre. El progenitor de Oscar IvĆ”n es el jefe de la mafia Emilio Mancera…Muy conocido en diversos relatos (Asesinado por la Vampira ).


El peligroso hombre tomĆ³ como amante a Antonia Santos, una ex reina de belleza de origen brasileƱo, a sus 24 aƱos la joven tenĆ­a fama de ser una mujer difĆ­cil de conquistar, por algo le decĆ­an la yegua arisca. Pero Emilio la convenciĆ³ fĆ”cilmente, porque sĆ³lo tuvo que llenarle el bolso con mucho efectivo...Esa era la debilidad de Antonia.


El retoƱo de Emilio Mancera, con 25 aƱos, se interesĆ³ en la divina Antonia, sus facciones de mujer de carĆ”cter fuerte y escultural cuerpo lo volvieron loco, pero sĆ³lo recibĆ­a negativas y desplantes por parte de la Ex reina.

 

Aquel domingo Oscar se levantĆ³ temprano, su padre habĆ­a salido y bien sabĆ­a que se toparĆ­a con Antonia en la cocina, quien siempre buscaba desayuno a esas horas, porque sin nadie de la servidumbre el dĆ­a domingo no tenĆ­a problema en prepararse algo ella sola.

 

Oscar apareciĆ³ usando su blue jean y sin camisa, allĆ­ estaba Antonia, como lo esperaba la ex reina sĆ³lo vestĆ­a su ropa interior, para la joven era normal andar asĆ­ por la cocina, era simple comodidad.

 

—Tu otra vez— la joven estaba cansada de aquellas apariciones de Oscar, siempre fingiendo un encuentro casual, cuando era obvio que querĆ­a verla en ropa Ć­ntima, bien sabĆ­a que estaba loco por ella.

 

Oscar permaneciĆ³ hablĆ”ndole mientras la miraba de arriba a abajo con deseo, Antonia simplemente le ignorĆ³ y continuĆ³ preparĆ”ndose un ligero desayuno, el retoƱo de Mancera se puso detrĆ”s de la joven y le detallĆ³ el duro y lindo trasero, esas pantis metidas entre las nalgas le fascinaban.


Pero Oscar no se contuvo mĆ”s y le tocĆ³ una nalga!, era suave y firme. DisfrutĆ³ tocar esa piel.

 

—Atrevido!, —Antonia volteĆ³ con decisiĆ³n y le dio una bofetada con fuerza, la mano le quedĆ³ ardiendo pero no le importĆ³.

 

Oscar retrocediĆ³ tras la bofetada, por algo le decĆ­an “La Arisca” Antonia no se cohibĆ­a de hacerse respetar, sin importar que Oscar fuera hijo de un jefe mafioso.

 

—Calma querida —Oscar sonreĆ­ al tiempo que se sobaba la mejilla, dolĆ­a pero era un buen trueque, el golpe a cambio de tocarle el trasero.

 

—Te aprovechas porque tu padre no estĆ” en casa, pero espera a que regrese de su reuniĆ³n dominical, ya estoy harta de tu patanerĆ­a.

 

—Vamos Antonia! sabes que me gustas, cuando me aceptarĆ”s una cita, soy el mejor partido que encontrarĆ”s.

 

La ex reina no respondiĆ³, sĆ³lo hizo una expresiĆ³n de altivez.

 

—No lo niegues, sĆ© que te atraigo, sĆ© que te gustan los hombres con un cuerpo atlĆ©tico.

 

La chica mantuvo su expresiĆ³n, aunque mirĆ³ el torso de Oscar, si bien no era una bola de mĆŗsculos, claramente era un joven de cuerpo fuerte y llamativo.

 

—Como tu hay cientos de hombres que traigo detrĆ”s de mĆ­…—Antonia era orgullosa y querĆ­a imponerse al atrevido haciĆ©ndole creer que no era nadie especial.

 

—Claro que andan detrĆ”s de ti, eres una calienta-pollas.

 

—Vete a la mierda!, es mĆ”s…ve a inyectarte tus hormonas y dĆ©jame en paz—La joven le calumniaba atribuyendo su cuerpo atlĆ©tico a anabĆ³licos.

 

Oscar replicĆ³:

 

—No me inyecto nada, mi cuerpo es sano y trabajado levantando pesas.

 

—Veo…Veo que levantas muchas pesas, admito que se nota— Antonia detallĆ³ los duros mĆŗsculos que se notaban en los brazos y costados de Oscar

 

—Te deseo…Que dices?—Oscar le pedĆ­a de una vez una respuesta.

 

—Pues no me tendrĆ”s, sabes que soy de tu padre, soy de Emilio y sĆ³lo serĆ© de Ć©l.

 

—Vamos, acĆ©ptame Antonia. Sabes que me traes loco desde que llegaste a esta casa.

 

El pene de Oscar comenzĆ³ a levantarse desde que llegĆ³ a la cocina, Antonia observĆ³ el bulto en los blue jeans del joven, ya era evidente que estaba erecto.

 

—Te la paro?, pobre Oscar, porque no la usarĆ”s conmigo.

 

La burla de la chica enojĆ³ al hombre.

 

—Eso crees tĆŗ, querida. —Oscar la tomĆ³ de los brazos y la sostuvo con fuerza.

 

—DĆ©jame, bruto!

 

Antonia sintiĆ³ la fuerza del hijo de su amante, sin duda era un joven fuerte y claramente viril, pero estaba loco si pensaba que ella cederĆ­a ante su inmadurez y capricho.

 

—DĆ©jame!...Si estĆ”s caliente, mejor vez a tocarte al baƱo, canalla…LibĆ©rame!

 

Oscar la tomĆ³ ahora de la muƱecas y la llevĆ³ con su fuerza contra la pared, allĆ­ la mantuvo mirĆ”ndola a los ojos.

 

—Mejor tĆ³camela tĆŗ—Oscar moviĆ³ la pelvis para acercar su falo erecto dentro del pantalĆ³n contra la zona intima de la mujer.

 

—Basta!Antonia trataba de moverse, pero Oscar mantenĆ­a su erecciĆ³n apoyada contra ella.

 

—SiĆ©ntela, no se compara con la de mi padre. —Disfrutaba la suavidad de la prenda interior de Antonia.

 

—Eso parece…—Antonia pareciĆ³ calmarse y bajĆ³ la miraba un poco, debiĆ³ admitir que el bulto de Oscar era mĆ”s grande que el “TamaƱo promedio” que tenĆ­a Emilio.

 

La nueva actitud de la ex reina hizo que Oscar se apartara un poco, sin soltarla, se quedĆ³ viĆ©ndola, principalmente sus labios…La chica sometida con las muƱecas en alto, sonreĆ­a.


—Realmente me quieres tener?

 

ParecĆ­a que Antonia estaba dispuesta a ceder, lo que ilusionĆ³ al joven.

 

—Claro...Y lo sabes bien.

 

—Sabes mi precio…— Su respuesta frenĆ³ en seco el avance de Oscar, quien bien sabĆ­a cuĆ”nto dinero su padre gastaba en mantener a Antonia, una mujer muy costosa.

 

No pudo evitar mostrar un cierto enojo en su rostro, lo que alegrĆ³ automĆ”ticamente a la chica.

 

—Claro…Porque eres puta.

 

—DĆ©jame!—Antonia volviĆ³ a forcejear, le molestĆ³ el ser llamada puta.

 

—Calma nena, no te molestes—Oscar tratĆ³ de apaciguarla, tal vez fue demasiado el llamarla asĆ­.

 

—DĆ©jame entonces!, si me quieres tener paga mi precio Oscar, y sabes que es bastante!

 

—No harĆ© eso nunca!— Para Oscar eso era impensable, Antonia debĆ­a ser suya no como con su padre, el hijo de Mancera no aceptaba acostarse con mujerzuelas, ella debĆ­a ser suya por gusto, no por dinero.

 

El enojo por la forma de ser de Antonia le llevĆ³ a variar su estrategia.

 

—Pero no estĆ”s en condiciones para exigir que te suelte…

 

—De que hablas?

 

Oscar aumentĆ³ la fuerza contra las muƱecas de la dĆ©bil Antonia, la chica pareciĆ³ entender a que se referĆ­a.

 

—Me refiero a que, ¿y si quiero besarte a la fuerza? U obtener algo mĆ”s de ti…—La observĆ³ de arriba a abajo—…y de tu lindo cuerpo.

 

—No—La joven se mostrĆ³ mĆ”s seria—Yo nunca te darĆ© permiso!

 

—Pues no te pedirĆ­a permiso, quĆ© opinas de eso?

 

Antonia lo mirĆ³ enojada, pero pareciĆ³ resignarse ante la fuerza bruta de Oscar.

 

—Entonces, creo que no tengo mĆ”s que aceptarte, pero sĆ³lo un beso.

 

Aunque fuera eso, Oscar se daba por bien servido.

 

—AsĆ­ me gusta, probarĆ© lo que mi viejo degusta a diario. —Oscar se saboreĆ³, mientras Antonia sonreĆ­a con esos carnosos labios.


—No sabes cĆ³mo ansiaba probar tus labios, Antonia.

 

El joven acercĆ³ su boca y sintiĆ³ el delicioso aliento de la ex reina, un centĆ­metro mĆ”s y tocĆ³ por fin los cĆ”lidos y suaves labios de la mujer.

 

El beso es delicioso, Antonia aceptĆ³ besarlo con lengua y todo. El goce de Oscar aumenta cuando siente el muslo de la mujer sobar de adelante a atrĆ”s el bulto de sus genitales…

 

…Su falo se para al mĆ”ximo, Antonia serĆ” suya, esto para nada se limitarĆ­a a un beso, Oscar ya pensaba en quitarle las pantaletas, la tomarĆ­a allĆ­ mismo en la cocina.

 

De pronto el muslo de la mujer retrocede para regresar con fuerza hacia el frente, su rodilla arrasa con los testĆ­culos de Oscar! la rĆ³tula de la ex reina se hundĆ­a en el centro del escroto del joven.

 

—AAAAhhhh!!!!!—Emerge de la boca de Oscar quien de inmediato afloja las manos liberando a Antonia y retrocediendo por instinto defensivo.

 

Antonia se fue contra Ć©l…RetrocediĆ³ a pierna y sosteniendo a Oscar de los hombros, volviĆ³ a hundir su rodilla en la entrepierna del joven. Le dio con mĆ”s fuerza, querĆ­a lastimarlo!


— UUgghh! —Oscar cerrĆ³ los ojos del dolor, sentĆ­a una debilidad extrema. El varĆ³n retrocedĆ­a pero la femenina no le dejĆ³ ir y le enterrĆ³ un tercer golpe de rodilla. Oscar sentĆ­a las bolas casi hundidas en su cuerpo.

 

Y las tienes grandes, hijo de puta! —Analizaba en su cabeza Antonia, quien viendo el bulto en los pantalones de Oscar ya sospechaba aquello, lo que confirmĆ³ cuando segundos antes con el muslo le acariciĆ³ la zona.

 

ParecĆ­a que le enojaba que Oscar tuviera los huevos grandes, su padre Emilio los tenĆ­a como cualquiera. Al comprobar sus dotes, la joven le adjudicĆ³ lo engreĆ­do de Oscar a su tamaƱo gonadal.

 

Oscar se alejĆ³ mĆ”s y al fin Antonia cesĆ³ su ataque, el joven por fin pudo agarrarse las bolas, sus manos se peleaban por proteger su hombrĆ­a. El macho quedĆ³ doblado con las piernas temblorosas y el rostro arrugado del dolor.


Antonia lo veĆ­a allĆ­ sin poder moverse siquiera, Oscar sufrĆ­a mucho por su ataque.

 

Para desfortuna del joven Mancera, la ex reina tenĆ­a experiencia poniendo en su sitio al hombre que le faltara al respeto. Antonia siempre atacaba el punto dĆ©bil de los varones, y no tenĆ­a piedad!, atacaba una y otra vez en los huevos hasta reducir al patĆ”n que la amenazara…

 

…Incluso la joven aprovechaba al mĆ”ximo sus rutinas de ejercicios de piernas y cola, porque para ella ir al gimnasio tenĆ­a un segundo objetivo: Tener mĆ”s fuerza en las piernas y asĆ­ poder pegar mĆ”s duro en los huevos de quien necesitara defenderse.

 

Oscar no pudo sostenerse y cayĆ³ sobre sus rodillas, con una mano se apoyaba en el piso, ante Ć©l estaba la semidesnuda mujer, atenta a sus reacciones.


—Con eso se te quitaron las ganas de cogerme?, o quieres que te de otro golpe?

 

—Maldita…—Dijo Oscar entre dientes.

 

—CĆ³mo sea…Un consejo querido Oscar: La prĆ³xima vez, paga!…es mucho menos doloroso.

 

El comentario enojĆ³ al adolorido, quien tercamente respondiĆ³:

 

—Eso nunca! —Hablaba su ego.

 

—Como quieras, son tus huevos… Y tus hijos!, pero estoy segura que tu padre quiere que le des nietos. AsĆ­ que procura cuidar mĆ”s a esos dos.

 

El referirse a la posible esterilidad que le pudo causar le hizo enojar mĆ”s, Oscar hizo un intento de incorporarse, pero sus piernas no respondieron, en lugar de eso expresĆ³ un quejido lastimero.

 

Antonia sonriĆ³ y dijo:

 

—No te apresures bebĆ©, tĆ³malo con calma…

 

Antonia no temƭa un ataque del enojado Oscar, sabƭa que despuƩs de tres golpes en los huevos, Ʃl no se levantarƭa en un buen rato, no importaba que tan fuerte fuera.

 

Se aprovechĆ³ y volviĆ³ a burlarse:

 

—A ver si no se te escapa un grito de mujer a la prĆ³xima, chico levanta pesas.

 

SoltĆ³ una risilla para molestar al incapacitado Oscar.

 

—De mucho te sirviĆ³ el hacer pesas…—Se riĆ³ de nuevo—…Porque una mujer te acaba de tumbar.

 

—Me las vas a pagar, puta…Otro dĆ­a…Ya verĆ”s!

 

Antonia le replicĆ³:

 

—Intenta hacerme algo y le contarĆ© a tu padre.

 

Oscar terminĆ³ con la cabeza contra el suelo, mantenĆ­a una mano empuƱada golpeando el piso mientras la otra seguĆ­a acunando sus bolas.

 

Para Antonia era todo, la joven se dispuso a irse, no sin antes decirle.

 

—PiĆ©nsalo mejor la prĆ³xima que quieras volver a fastidiarme...Ah! y que te mejores.

 

Antonia tomĆ³ el preparado desayuno y tomĆ³ rumbo a la habitaciĆ³n del seƱor de la casa, iba satisfecha por hacerse respetar, al tiempo que apagĆ³ la calentura y el orgullo de Oscar.

 

….

 

El recuerdo terminaba, y aĆŗn bajo la ducha, la mano de Oscar seguĆ­a sobando sus testĆ­culos.

 

—Maldita mujer…—Recordaba la rodilla de Antonia hundirse sin parar contra sus huevos, lo atacĆ³ de una forma despiadada…Y lo dejĆ³ vencido—Maldita! maldita! —Se repetĆ­a, pero…

 

…Pero tambiĆ©n podĆ­a ver en su mente las bellas piernas de Antonia a centĆ­metros de su cara cuando estaba de rodillas.

 

El lindo pensamiento y el contacto genital levantaron su pene a pesar de la ducha frĆ­a y el dolor.

 

Oscar se masajeaba mĆ”s las bolas y su falo crecĆ­a, el agua habĆ­a vuelto su calzoncillo transparente y le permitĆ­a pasar un dedo por toda la circunferencia de sus adoloridos testĆ­culos, su pene se engrosaba mĆ”s y acomodaba hacia la izquierda en la ceƱida y hĆŗmeda tela.


Oscar recordaba la sensaciĆ³n de aquel beso, los carnosos labios de Antonia. ParecĆ­a aun sentirlos y disfrutarlos.

 

—Maldita mujer, como me quitarĆ© este loco deseo que siento por ti?, cĆ³mo?

 

Oscar al fin sintiĆ³ alivio en sus bolas, tratĆ³ de resistir una idea pero se rindiĆ³, bajĆ³ su calzoncillo, se tomĆ³ la polla y comenzĆ³ a masturbarse…


Por el momento era lo Ćŗnico que podĆ­a hacer…Pero estaba lejos de rendirse, Antonia debĆ­a ser su mujer!

 

 

FIN.

 

 

***

 

 

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