EL LOCO DESEO (Relato corto).
CONTIENE BALLBUSTING F/M.
Aquel domingo en la maƱana, Oscar IvĆ”n Mancera estaba en la ducha, se habĆa retirado el pantalón metiĆ©ndose de inmediato aĆŗn con calzoncillos, tras varios minutos bajo el agua frĆa llevó una mano a sus calzoncillos, se tocó el bulto de pelotas y de inmediato arrugó el rostro, las bolas aĆŗn le dolĆanā¦Recordó lo sucedido una hora antes.
ā¦
El hijo de la casa desea a la amante de su padre. El progenitor de Oscar IvĆ”n es el jefe de la mafia Emilio Manceraā¦Muy conocido en diversos relatos (Asesinado por la Vampira ).
El peligroso hombre tomó como amante a Antonia Santos, una ex reina de belleza de origen brasileƱo, a sus 24 aƱos la joven tenĆa fama de ser una mujer difĆcil de conquistar, por algo le decĆan la yegua arisca. Pero Emilio la convenció fĆ”cilmente, porque sólo tuvo que llenarle el bolso con mucho efectivo...Esa era la debilidad de Antonia.
El retoƱo de Emilio Mancera, con 25 aƱos, se interesó en la divina Antonia, sus facciones de mujer de carĆ”cter fuerte y escultural cuerpo lo volvieron loco, pero sólo recibĆa negativas y desplantes por parte de la Ex reina.
Aquel domingo Oscar se levantó temprano, su padre habĆa salido y bien sabĆa que se toparĆa con Antonia en la cocina, quien siempre buscaba desayuno a esas horas, porque sin nadie de la servidumbre el dĆa domingo no tenĆa problema en prepararse algo ella sola.
Oscar apareció usando su blue jean y sin camisa, allĆ estaba Antonia, como lo esperaba la ex reina sólo vestĆa su ropa interior, para la joven era normal andar asĆ por la cocina, era simple comodidad.
āTu otra vezā la joven estaba cansada de aquellas apariciones de Oscar, siempre fingiendo un encuentro casual, cuando era obvio que querĆa verla en ropa Ćntima, bien sabĆa que estaba loco por ella.
Oscar permaneció hablÔndole mientras la miraba de arriba a abajo con deseo, Antonia simplemente le ignoró y continuó preparÔndose un ligero desayuno, el retoño de Mancera se puso detrÔs de la joven y le detalló el duro y lindo trasero, esas pantis metidas entre las nalgas le fascinaban.
Pero Oscar no se contuvo mÔs y le tocó una nalga!, era suave y firme. Disfrutó tocar esa piel.
āAtrevido!, āAntonia volteó con decisión y le dio una bofetada con fuerza, la mano le quedó ardiendo pero no le importó.
Oscar retrocedió tras la bofetada, por algo le decĆan āLa Ariscaā Antonia no se cohibĆa de hacerse respetar, sin importar que Oscar fuera hijo de un jefe mafioso.
āCalma querida āOscar sonreĆ al tiempo que se sobaba la mejilla, dolĆa pero era un buen trueque, el golpe a cambio de tocarle el trasero.
āTe aprovechas porque tu padre no estĆ” en casa, pero espera a que regrese de su reunión dominical, ya estoy harta de tu patanerĆa.
āVamos Antonia! sabes que me gustas, cuando me aceptarĆ”s una cita, soy el mejor partido que encontrarĆ”s.
La ex reina no respondió, sólo hizo una expresión de altivez.
āNo lo niegues, sĆ© que te atraigo, sĆ© que te gustan los hombres con un cuerpo atlĆ©tico.
La chica mantuvo su expresión, aunque miró el torso de Oscar, si bien no era una bola de músculos, claramente era un joven de cuerpo fuerte y llamativo.
āComo tu hay cientos de hombres que traigo detrĆ”s de mĆā¦āAntonia era orgullosa y querĆa imponerse al atrevido haciĆ©ndole creer que no era nadie especial.
āClaro que andan detrĆ”s de ti, eres una calienta-pollas.
āVete a la mierda!, es mĆ”sā¦ve a inyectarte tus hormonas y dĆ©jame en pazāLa joven le calumniaba atribuyendo su cuerpo atlĆ©tico a anabólicos.
Oscar replicó:
āNo me inyecto nada, mi cuerpo es sano y trabajado levantando pesas.
āVeoā¦Veo que levantas muchas pesas, admito que se notaā Antonia detalló los duros mĆŗsculos que se notaban en los brazos y costados de Oscar
āTe deseoā¦Que dices?āOscar le pedĆa de una vez una respuesta.
āPues no me tendrĆ”s, sabes que soy de tu padre, soy de Emilio y sólo serĆ© de Ć©l.
āVamos, acĆ©ptame Antonia. Sabes que me traes loco desde que llegaste a esta casa.
El pene de Oscar comenzó a levantarse desde que llegó a la cocina, Antonia observó el bulto en los blue jeans del joven, ya era evidente que estaba erecto.
āTe la paro?, pobre Oscar, porque no la usarĆ”s conmigo.
La burla de la chica enojó al hombre.
āEso crees tĆŗ, querida. āOscar la tomó de los brazos y la sostuvo con fuerza.
āDĆ©jame, bruto!
Antonia sintió la fuerza del hijo de su amante, sin duda era un joven fuerte y claramente viril, pero estaba loco si pensaba que ella cederĆa ante su inmadurez y capricho.
āDĆ©jame!...Si estĆ”s caliente, mejor vez a tocarte al baƱo, canallaā¦LibĆ©rame!
Oscar la tomó ahora de la muñecas y la llevó con su fuerza contra la pared, allà la mantuvo mirÔndola a los ojos.
āMejor tócamela tĆŗāOscar movió la pelvis para acercar su falo erecto dentro del pantalón contra la zona intima de la mujer.
āBasta!āAntonia trataba de moverse, pero Oscar mantenĆa su erección apoyada contra ella.
āSiĆ©ntela, no se compara con la de mi padre. āDisfrutaba la suavidad de la prenda interior de Antonia.
āEso pareceā¦āAntonia pareció calmarse y bajó la miraba un poco, debió admitir que el bulto de Oscar era mĆ”s grande que el āTamaƱo promedioā que tenĆa Emilio.
La nueva actitud de la ex reina hizo que Oscar se apartara un poco, sin soltarla, se quedó viĆ©ndola, principalmente sus labiosā¦La chica sometida con las muƱecas en alto, sonreĆa.
āRealmente me quieres tener?
ParecĆa que Antonia estaba dispuesta a ceder, lo que ilusionó al joven.
āClaro...Y lo sabes bien.
āSabes mi precioā¦ā Su respuesta frenó en seco el avance de Oscar, quien bien sabĆa cuĆ”nto dinero su padre gastaba en mantener a Antonia, una mujer muy costosa.
No pudo evitar mostrar un cierto enojo en su rostro, lo que alegró automÔticamente a la chica.
āClaroā¦Porque eres puta.
āDĆ©jame!āAntonia volvió a forcejear, le molestó el ser llamada puta.
āCalma nena, no te molestesāOscar trató de apaciguarla, tal vez fue demasiado el llamarla asĆ.
āDĆ©jame entonces!, si me quieres tener paga mi precio Oscar, y sabes que es bastante!
āNo harĆ© eso nunca!ā Para Oscar eso era impensable, Antonia debĆa ser suya no como con su padre, el hijo de Mancera no aceptaba acostarse con mujerzuelas, ella debĆa ser suya por gusto, no por dinero.
El enojo por la forma de ser de Antonia le llevó a variar su estrategia.
āPero no estĆ”s en condiciones para exigir que te suelteā¦
āDe que hablas?
Oscar aumentó la fuerza contra las muƱecas de la dĆ©bil Antonia, la chica pareció entender a que se referĆa.
āMe refiero a que, Āæy si quiero besarte a la fuerza? U obtener algo mĆ”s de tiā¦āLa observó de arriba a abajoāā¦y de tu lindo cuerpo.
āNoāLa joven se mostró mĆ”s seriaāYo nunca te darĆ© permiso!
āPues no te pedirĆa permiso, quĆ© opinas de eso?
Antonia lo miró enojada, pero pareció resignarse ante la fuerza bruta de Oscar.
āEntonces, creo que no tengo mĆ”s que aceptarte, pero sólo un beso.
Aunque fuera eso, Oscar se daba por bien servido.
āAsĆ me gusta, probarĆ© lo que mi viejo degusta a diario. āOscar se saboreó, mientras Antonia sonreĆa con esos carnosos labios.
āNo sabes cómo ansiaba probar tus labios, Antonia.
El joven acercó su boca y sintió el delicioso aliento de la ex reina, un centĆmetro mĆ”s y tocó por fin los cĆ”lidos y suaves labios de la mujer.
El beso es delicioso, Antonia aceptó besarlo con lengua y todo. El goce de Oscar aumenta cuando siente el muslo de la mujer sobar de adelante a atrĆ”s el bulto de sus genitalesā¦
ā¦Su falo se para al mĆ”ximo, Antonia serĆ” suya, esto para nada se limitarĆa a un beso, Oscar ya pensaba en quitarle las pantaletas, la tomarĆa allĆ mismo en la cocina.
De pronto el muslo de la mujer retrocede para regresar con fuerza hacia el frente, su rodilla arrasa con los testĆculos de Oscar! la rótula de la ex reina se hundĆa en el centro del escroto del joven.
āAAAAhhhh!!!!!āEmerge de la boca de Oscar quien de inmediato afloja las manos liberando a Antonia y retrocediendo por instinto defensivo.
Antonia se fue contra Ć©lā¦Retrocedió a pierna y sosteniendo a Oscar de los hombros, volvió a hundir su rodilla en la entrepierna del joven. Le dio con mĆ”s fuerza, querĆa lastimarlo!
ā UUgghh! āOscar cerró los ojos del dolor, sentĆa una debilidad extrema. El varón retrocedĆa pero la femenina no le dejó ir y le enterró un tercer golpe de rodilla. Oscar sentĆa las bolas casi hundidas en su cuerpo.
āY las tienes grandes, hijo de puta! āAnalizaba en su cabeza Antonia, quien viendo el bulto en los pantalones de Oscar ya sospechaba aquello, lo que confirmó cuando segundos antes con el muslo le acarició la zona.
ParecĆa que le enojaba que Oscar tuviera los huevos grandes, su padre Emilio los tenĆa como cualquiera. Al comprobar sus dotes, la joven le adjudicó lo engreĆdo de Oscar a su tamaƱo gonadal.
Oscar se alejó mĆ”s y al fin Antonia cesó su ataque, el joven por fin pudo agarrarse las bolas, sus manos se peleaban por proteger su hombrĆa. El macho quedó doblado con las piernas temblorosas y el rostro arrugado del dolor.
Antonia lo veĆa allĆ sin poder moverse siquiera, Oscar sufrĆa mucho por su ataque.
Para desfortuna del joven Mancera, la ex reina tenĆa experiencia poniendo en su sitio al hombre que le faltara al respeto. Antonia siempre atacaba el punto dĆ©bil de los varones, y no tenĆa piedad!, atacaba una y otra vez en los huevos hasta reducir al patĆ”n que la amenazaraā¦
ā¦Incluso la joven aprovechaba al mĆ”ximo sus rutinas de ejercicios de piernas y cola, porque para ella ir al gimnasio tenĆa un segundo objetivo: Tener mĆ”s fuerza en las piernas y asĆ poder pegar mĆ”s duro en los huevos de quien necesitara defenderse.
Oscar no pudo sostenerse y cayó sobre sus rodillas, con una mano se apoyaba en el piso, ante él estaba la semidesnuda mujer, atenta a sus reacciones.
āCon eso se te quitaron las ganas de cogerme?, o quieres que te de otro golpe?
āMalditaā¦āDijo Oscar entre dientes.
āCómo seaā¦Un consejo querido Oscar: La próxima vez, paga!ā¦es mucho menos doloroso.
El comentario enojó al adolorido, quien tercamente respondió:
āEso nunca! āHablaba su ego.
āComo quieras, son tus huevos⦠Y tus hijos!, pero estoy segura que tu padre quiere que le des nietos. AsĆ que procura cuidar mĆ”s a esos dos.
El referirse a la posible esterilidad que le pudo causar le hizo enojar mÔs, Oscar hizo un intento de incorporarse, pero sus piernas no respondieron, en lugar de eso expresó un quejido lastimero.
Antonia sonrió y dijo:
āNo te apresures bebĆ©, tómalo con calmaā¦
Antonia no temĆa un ataque del enojado Oscar, sabĆa que despuĆ©s de tres golpes en los huevos, Ć©l no se levantarĆa en un buen rato, no importaba que tan fuerte fuera.
Se aprovechó y volvió a burlarse:
āA ver si no se te escapa un grito de mujer a la próxima, chico levanta pesas.
Soltó una risilla para molestar al incapacitado Oscar.
āDe mucho te sirvió el hacer pesasā¦āSe rió de nuevoāā¦Porque una mujer te acaba de tumbar.
āMe
las vas a pagar, putaā¦Otro dĆaā¦Ya verĆ”s!
Antonia le replicó:
āIntenta hacerme algo y le contarĆ© a tu padre.
Oscar terminó con la cabeza contra el suelo, mantenĆa una mano empuƱada golpeando el piso mientras la otra seguĆa acunando sus bolas.
Para Antonia era todo, la joven se dispuso a irse, no sin antes decirle.
āPiĆ©nsalo mejor la próxima que quieras volver a fastidiarme...Ah! y que te mejores.
Antonia tomó el preparado desayuno y tomó rumbo a la habitación del señor de la casa, iba satisfecha por hacerse respetar, al tiempo que apagó la calentura y el orgullo de Oscar.
ā¦.
El recuerdo terminaba, y aĆŗn bajo la ducha, la mano de Oscar seguĆa sobando sus testĆculos.
āMaldita mujerā¦āRecordaba la rodilla de Antonia hundirse sin parar contra sus huevos, lo atacó de una forma despiadadaā¦Y lo dejó vencidoāMaldita! maldita! āSe repetĆa, peroā¦
ā¦Pero tambiĆ©n podĆa ver en su mente las bellas piernas de Antonia a centĆmetros de su cara cuando estaba de rodillas.
El lindo pensamiento y el contacto genital levantaron su pene a pesar de la ducha frĆa y el dolor.
Oscar se masajeaba mĆ”s las bolas y su falo crecĆa, el agua habĆa vuelto su calzoncillo transparente y le permitĆa pasar un dedo por toda la circunferencia de sus adoloridos testĆculos, su pene se engrosaba mĆ”s y acomodaba hacia la izquierda en la ceƱida y hĆŗmeda tela.
Oscar recordaba la sensación de aquel beso, los carnosos labios de Antonia. ParecĆa aun sentirlos y disfrutarlos.
āMaldita mujer, como me quitarĆ© este loco deseo que siento por ti?, cómo?
Oscar al fin sintió alivio en sus bolas, trató de resistir una idea pero se rindió, bajó su calzoncillo, se tomó la polla y comenzó a masturbarseā¦
Por el momento era lo Ćŗnico que podĆa hacerā¦Pero estaba lejos de rendirse, Antonia debĆa ser su mujer!
FIN.
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