HabĆan transcurrido casi dos meses desde el primer bochornoso encuentro entre Simón Chacón y su vecino Alexis para unas clases de entrenamiento personal. El jovenzuelo era vĆctima de acoso escolar y la madre disgustada querĆa que su vĆ”stago supiera como defenderse de los bravucones. Desde entonces comenzaron una sesión de entrenamiento dos veces por semana.
Como resultado Alexis habĆa mejorado muchĆsimo, tenĆa bastante destreza y sabĆa como escapar de las llaves que Simón le aplicaba.
āQuiero que luchemos, demuestrame lo que has aprendido en todo este tiempo āle dijo Simón. El lugar de entrenamiento varió a un ring de boxeo prestado en la sede de Guerreros de la arenaā. SĆ© que soy mĆ”s grande, fuerte y pesado que tĆŗ, pero quiero saber como te desenvuelves.
āEstĆ” bien āafirmó Alexis. Inclusive su carĆ”cter se habĆa espabilado con respecto al tonto inicial. En la escuela ya habĆa dejado conocer la destreza de sus tĆ©cnicas de lucha ganĆ”ndose el respeto de algunos miembros de la banda de bravucones, exceptuando a su lĆder.
En el cuadrilĆ”tero, los dos masculinos de distintas edades se rodeaban. Simón utilizaba un pantalón y camiseta negra, sus mangas se abrazaban a la bronceada tez de sus brazos abombados de mĆŗsculos en guardia con los puƱos apretados. Alexis vestĆa con una pieza de pantalón de chandal que abultaba el regalo de su masculinidad en reposo en el medio de sus piernas, una franela con el estampado de una marca famosa ocultaba su lampiƱo pecho.
El muchacho comenzó incrustando varios puñetazos en el pecho de Simón, encontrando una sólida barrera de fuertes musculos. Por su parte el guapo hombre de 39 años, solo empujó con sus enormes manos el pecho del joven, haciéndolo retroceder muy fuerte.
āĀæQuĆ© pasa, Alexis? ādijoā. ĀæEstuve perdiendo mi tiempo entrenĆ”ndote? ĀæEra mejor que te dedicaras al ballet? Primer error, si eres el afectado, no des el primer ataque.
Alexis se llenó de furia y lanzando un grito, omitiendo la recomendación empezó a lanzar varios puñetazos en el aire porque Simón Chacón supo esquivar con destreza. En su nueva oportunidad se las ingenió para empujar a Alexis hacia atrÔs. Quien terminó dando un gruñido de frustración.
āQue decepción ādijo Simónā, perdĆ mi tiempo ācon la palma abierta envió un bofetón al rostro de Alexis.
Alexis sintió que se le llenaron los ojos de lĆ”grimas. Ā”No! Ćl era muy bueno para que su entrenador lo humillara de la peor forma. Un nuevo azote en su rostro por poco lo hizo caer.
āĀ”Eres una mamita! āsiguió Simón envolviendo sus manos en el cuello del joven y comenzando a apretarā. No valieron todas estas semanas de entrenamiento. Me hubiese quedado en el edificio visitando la cama de tu mamĆ”.
Aunque Simón lo decĆa en broma y como tĆ©cnica de humillación para Alexis. Esas palabras partieron las fibras del joven. Una nueva ola de rabia emergió desde lo mĆ”s profundo de Ć©l. Apoyó sus manos en el fornido hombro de Simón y no le dio tiempo de reaccionar cuando subió su rodilla directo a sus bolas.
CRUNCH
Simón Chacón emitió un fuerte alarido al mismo tiempo que la rodilla colisionaba por segunda vez en su hombrĆa. Abrió los ojos y saltó hacia atrĆ”s, agarrando sus huevos.
āĀæPor quĆ© en las bolas? āpreguntó sin aliento y encorvĆ”ndose.
āPara debilitarte como cualquier hombre. Nunca dejes tu zona mĆ”s dĆ©bil libre para mi o para cualquiera. Ā”Con mi madre no te metas! TambiĆ©n se lo dirĆ© a tu esposa.
āĀ”Pero si era broma! ĀæDe veras crees queā¦?
Con las frases a medio terminar, Simón recibió una patada al pecho que lo hizo caer sobre su espalda.
Alexis se sentó a horcajadas en su pecho y empezó a darle bofetadas en el rostro.
āBromas o no, aquĆ estoy, siĆ©nteme, perra. Siente. ĀæTe gusta que te den cachetadas, perra? Ā”Pues a mi no! Ā”Puta!
El joven se levantó no sin antes dar un puntapié en el abdomen del hombre sacÔndole el aire del cuerpo.
Simón sacudió la cabeza tratando de volver en sà con todo el dolor recorriendo desde sus rojas mejillas hacia todo su cuerpo. Se puso de pie cuando Alexis ya estaba sobre él ejecutando un nuevo ataque que lo desorientó por completo, era donde se manifestaba que el alumno superaba al maestro. Una patada en la cabeza paralizó sus sentidos.
Aturdido, el hombre tropezó contra las cuerdas tratando de mantener el senido.
āĀæQuiĆ©n es el mejor ahora? āgritó Alexis.
Estrelló su hombro en los abdominales de Simón.
āARRHG ārugió Simón inclinĆ”ndose sobre Alexis para apoyarse al quedar sin aliento
Alexis sonrió, retrocedió y agarró a Simón de los cabellos, inclinando su cabeza hacia atrÔs y disparando puños en su cuerpo. Costado, abdomen, pecho, costado otra vez.
Un puñetazo al abdomen del muchacho y un empujón bastó para que Simón lograse apartarlo de encima.
āCarajo, estoy cansado ādeterminó Simón. Le dio la espalda al joven para apoyarse en el esquinero y tratar de recuperar aliento. Respiraba a grandes bocanadas.
Alexis hizo una mueca malvada, después de ver de pies a cabeza a su entrenador, corrió rÔpidamente, se agachó y conectó un uppercut en sus bolas desde atrÔs.
āĀ”OOOOOOOOOOOOOOOH! āgritó Simón retorciendo la cara, se agarró los huevos y cayó de rodillas.
Alexis lo tomó de los cabellos e inclinó su cabeza hacia atrÔs, mirÔndolo a los ojos le dijo:
āĀ”Nunca le des la espalda a tu maestro, gorilón!
Con eso estrelló su antebrazo contra los grandes pectorales del hijo de Marcos Chacón.
āAARRGH. Me duelen las bolas, mocoso del infierno.
Simón Chacón se recostó sobre la lona con ambas manos en los testĆculos. Los acariciaba entre sus dedos, mientras frotaba sus dedos en los genitales, su gran bulto de huevos se marcaba en su pantalón. Alexis se le quedó mirando y sonrió.
āNo es de caballeros pegar en las bolas, Alexis.
āCualquier tĆ©cnicas es legal para ganar una pelea āafirmó el joven. Colocó la suela de su zapato sobre el pecho de Simónā. Supongo que tus lecciones estĆ”n completas. Tuve una gran ventaja sobre ti. Ya no soy el mismo de hace semanas atrĆ”s.
āEres muy bueno, Alexis. Igualmente tienes que contener tu fuerza. Defenderte en el momento ideal.
āSi pude vencerte a ti, puedo vencer a cualquiea, tus grandes mĆŗsculos no pudieron vencer mi juventud y poder.
āNo digas tonterĆas āafirmó Simón apartando el pie de su pecho y acomodĆ”ndose para seguir acariciando sus lastimadas gónadasā. Me duelen las pelotas, pequeƱo bastardo. Eso no se hace.
āJa, ja, ja āse burló Alexis, seguido se acarició el bĆcepsā, y como se sienten grandes, Ā”eh!. Como dos grandes esferas. ĀæTe pesan las bolas, Simón?
āMucho.
āDebes tener bastante leche ahĆ guardada.
Simón se sonrojó mientras Alexis se lamĆa los labios, fueron interrumpidos por la llegada de la madre del joven al cuadrilĆ”tero, siendo recibida por este que le contó su Ćŗltima hazaƱa: lograr tumbar por primera vez al gran Simón Chacón.
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