Día del padre: regalo para papá - Las Bolas de Pablo

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20 jun 2020

Día del padre: regalo para papá

   Rafael Chacón y su hermana Oriana ingresaron a la casa materna, eran las ocho de la noche y su padre los regresaba de nuevo con su madre después de pasar largas horas en un familiar domingo del día del padre. 

   La hija menor de Israel sostenía en su mano el celular de su padre donde efectuaba una videollamada con Marcos Chacón. 

   —Si y fue una tarde espectacular —explicaba a su abuelo—, papá nos llevó a ver una película y después fuimos por helados y más tarde comimos pizza. 

   —Pero que padre tan regalón —se escuchó la voz de Marcos—, así no se puede ser chicos, es el día del padre y era él quien merecía que lo mimaran y le dieran besos, abrazos y regalos. 

   —Le hemos comprado… —decía la rubia de 15 años, pero su hermano Rafael se interpuso en la comunicación, era alto y fuerte para su joven edad, su rostro era similar al de Israel y el color de sus cabellos de la herencia genética materna pero sus testículos eran reflejo de su sangre Chacón. 

   —Le he dicho que lo que invirtió este día en nosotros lo anote en su agenda que algún día le pagaremos. 

   Marcos Chacón dio una carcajada. 

   —Ay, no, Rafael —negó Oriana—, le hemos regalado una corbata muy bonita que lucirá en su consultorio. La escojí yo porque Rafa tiene los gustos en los pies.

   —Así será, mi amor —dijo Marcos—, ya la veré. 

   —Bueno, abuelo. No te quito más el tiempo, deseo que estés bien y pases una noche regia. Feliz noche, te quiero. 

   —Adiós, hijo. 

   —Yo también te adoro —complementó la adolescente lanzando un beso—, que hayas pasado un feliz día del padre. Pronto iré a verte. 

   —Que así sea, mi amor. Quiero verlos muy pronto por aquí. 

   Los jóvenes nietos se despidieron del rozagante abuelo y enseguida le devolvieron el celular a Israel que estaba en aquella sala de estar con decorados en madera. 

   —¿Y tu hijo, no me digas que a esta hora de la noche vas a subir a Caracas? Es muy noche. 

   —No, dormiré en casa de mi madre —aseguró Israel—, Raquel ha pedido hablar conmigo y bueno, acá estoy —el rubio sonrió desviando la mirada hacia su ex esposa allí en la sala. 

   —¿Todo bien, hijo? 

   —Sí, papá. Ya me despido, te deseo otra vez feliz día del padre. Muy pronto llevaré a los niños para que te visiten. 

   Cuando la comunicación terminó Israel sonrió y se quedó ante Raquel, la mujer suspiró y observó a sus hijos. 

   —Niños —se dirigió a los adolescentes con esa manía que tienen los padres de seguir viéndolos como un crío—, necesito hablar con su padre, así que por favor suban y dejenme hablar con él. 

   —¿Qué hablarán que no podemos saber? 

   Raquel hizo una mirada a su hijo como si estuviera desafiándola. 

   —Bueno, está bien. Me resigno, subiré y llamaré a Gisela. 

   Rafael y Oriana subieron las escaleras que conducía a sus habitaciones. 

   —Toma asiento. 

   Israel y Raquel se sentaron juntos en el mueble, la mujer lucía preocupada. 

   —Ante todo deseo que hayas tenido un feliz día del padre. 

   —Gracias, preciosa —el rubio acarició su mejilla con el dorso de sus dedos y la dama fue uraña en sus caricias, eso significaba que era serio lo que tenía que decirlo. 

   —Antes de iniciar espero que me disculpes, lo que debo hablar contigo es delicado. No podía decírtelo por celular, ni iba a viajar a Caracas para verte, no tenía como hacerlo y creo que esta es la mejor opción. 

   —¿Qué sucede, Raquel? Me estás preocupando. ¿Es por Rafael u Oriana? ¿Te preocupa que Rafa se quiera mudar conmigo para ir a la universidad? 

   —No, no, eso es lo de menos —Raquel tragó saliva y aguardó en silencio varios segundos. 

   —¿Qué pasa, Raquel? Habla, me estás asustando. ¿Se trata de drogas? 

   —No, Rafael y Oriana están bien. Es de mi… y de ti. 

   Israel sonrió y apresuró su cuerpo al de la mujer. 

   —¿Estás decidida por fin a recuperar nuestro amor? Sí, han pasado muchos años desde nuestro divorcio pero, mi amor por ti sigue intacto. Y sí, acepto que fui un patán y la cague pero todo fue muy rápido y no me dejaste enmendar mi error pero quiero intentarlo. Eres la madre de mis hijos. 

   —Has silencio, Israel —pidió Raquel—, y déjame hablar que de por sí es difícil para mi. ¿Cuándo fue el día de las madres

   Israel dobló las cejas. 

   —No recuerdo la fecha pero siempre es el segundo domingo de mayo. 

   —Calcula el número de semanas. 

   —A lo sumo tuvo que ser exactamente hace seis semanas. 

   —Estoy embarazada desde entonces, Israel. 

   —¿Qué? —Israel dobló las cejas y parpadeó luciendo confundido. 

   —Y es tuyo porque de eso estoy completamente segura. 

   Israel se llevó las manos a la frente pareciendo preocupado y pensativo. 

   —Se que nunca vas a olvidar lo que pasó entre nosotros el día de las madres. 

   —No, por supuesto que no. 

   —Me hice una prueba casera y dio positiva, no tengo dudas de que sea tuyo porque a la mañana siguiente de lo que ocurrió Ramiro tuvo un inconveniente laboral y se fue de viaje y no ha vuelto porque es un gran problema. 

   —No dudo de tu palabra —respondió Israel enderezándose en el asiento y cogiéndola de la mano—, si éste hijo en nuestro que sea bienvenido al mundo, lo voy a recibir con los brazos abiertos y, además, puede ser un motivo para que tú y yo volvamos como pareja, como una familia. 

   —¡Pero qué dices, Israel, te has vuelto loco! 

   —Loco, no, preciosa. Ya me lo has demostrado, el vínculo entre tú y yo jamás se va a borrar. ¿Por qué no volverlo a intentar? Es una gran oportunidad de estar juntos. Nuestro divorcio fue muy apresurado. 

   —No lo sé. Tengo miedo de volver a fallar. 

   —Ni lo digas. 

   Israel se acercó a ella y la tomó de la barbilla, lentamente posó sus carnosos labios sobre la fina boca de Raquel. El beso entre ambos fue leal y cariñoso, entre caricias en la espalda y abrazos. 

   —Te amo, mi mujer —respondió Israel—, sacaremos a nuestros hijos juntos. 

   —Gracias —a Raquel casi se le llenan los ojos de lágrimas. 

   —Déjame quedar a dormir esta noche. 

   —No lo sé, Israel. No sé que pensarán los niños. Yo todavía soy novia de Ramiro. 

   —¿Eres novia? ¿Y nosotros qué? 

   —Quiero decir que para ellos aún soy novia de Ramiro, no le he dicho para terminar la relación. 

   —No me importa —negó Israel—, quiero estar contigo, volver. Permite que me quede a dormir esta noche. Quiero que retomemos la familia. 

   Raquel acarició el rostro del hombre que amaba, envolvió sus brazos tras su nuca y le besó otra vez. 

   —Gracias por tu apoyo. 

   Israel se levantó del asiento, Raquel no quiso desviar la mirada pero parecía que el guapo padre de sus hijos tenía una erección. 

   —Iré a casa de mi madre para buscar ropa. Esta noche me quedo contigo, ésta y todas las que vengan. 

   Raquel se echó a reír e Israel salió del hogar. La mujer se acarició el abdomen, tenía miedo de la reacción de Israel y agradecía profundamente que la apoyara. No había ninguna duda de que el ser que crecía en su interior era fruto de su amor con aquel hombre. 

   Esa noche Israel durmió en casa de Raquel, los hijos de momento estuvieron confundidos pero ya habría tiempo para explicaciones después de todo estaban contentos de estar con papá. 

   Esa noche Israel y Raquel volvieron a tener relaciones sexuales. 

   Israel besaba las tetas al aire de su ex esposa, con los pezones duros como piedras y sensibles, como siempre se estaba dando un banquete. 

   Encerrados en la habitación, Israel le introducía el pene y Raquel gemía de lo delicioso que se sentía. 

   —Shhhhhh —pidió Israel riéndose por si los hijos escuchaban. 

   Raquel jadeó y le dio diferentes besos en el hombro. Israel la empaló y ella contuvo la respiración, siempre le resultó sabroso sentir a su marido dentro de ella. Israel comenzó a embestirla rápidamente de vez en cuando le daba nalgadas.  

   La penetraba tan rico que ella no detenía sus gemidos y solo atinaba a dar pequeños gritos. 

   —Para la próxima mandamos a los niños a tu casa —se rio Israel abrazándola sin dejar de mover sus cadera embistiendo. 

   Aumentó el ritmo, Raquel gimió al punto del orgásmo. 

   Israel se movió cada vez más rápido. 

   —Toma, toma, toma mi leche. 

   Su rostro estaba rojo y pujaba con fuerzas, Raquel tuvo su orgasmo, estaba a chorros parecía que se orinaba y gemía. Israel siguió embistiendo hasta culminar agotado, se sacó el pene y se masturbó dejando todo su lote de semen en el abdomen de Raquel fueron varios cañonazos de su crema masculina en forma descomunal. 

   Tuvieron que ir al baño para asear sus cuerpos del resto del néctar tanto de Israel como de Raquel. Finalmente se acostaron y estuvieron abrazados hasta quedar dormidos, así iban a darse una oportunidad nuevamente. 

   ¿Pero cuál hubiera sido la reacción de Raquel si la respuesta de Israel hubiera sido negativa e hiriente? En un mundo paralelo hubiera ocurrido ésto:

   —¿Qué sucede, Raquel? Me estás preocupando. ¿Es por Rafael o por Oriana? ¿Te preocupa que Rafa se quiera mudar conmigo para ir a la universidad? 

   —No, no, eso es lo de menos —Raquel tragó saliva y aguardó en silencio varios segundos. 

   —¿Qué pasa, Raquel? Habla, me estás asustando. ¿Se trata de drogas? 

   —No, Rafael y Oriana están bien. Es de mi… y de ti. 
  
   Israel sonrió y apresuró su cuerpo al de la mujer. 

  —¿Estás decidida por fin a recuperar nuestro amor? Sí, han pasado muchos años desde nuestro divorcio pero mi amor por ti sigue intacto. Y sí, acepto que fui un patán y la cague pero todo fue muy rápido y no me dejaste enmendar mi error pero quiero intentarlo. Eres la madre de mis hijo. 

   —Has silencio, Israel —pidió Raquel—, y déjame hablar que de por sí es difícil para mi. ¿Cuándo fue el día de las madres? 

   Israel dobló las cejas. 

   —No recuerdo la fecha pero siempre es el segundo domingo de mayo. 

   —Calcula el número de semanas. 

   —A lo sumo tuvo que ser exactamente hace seis semanas. 

   —Estoy embarazada desde entonces, Israel. 

   —¿Qué? —Israel dobló las cejas y parpadeó luciendo confundido. 

   —Y es tuyo porque de eso estoy completamente segura. 

   Israel se llevó las manos a la frente pareciendo preocupado y pensativo. 

   —Se que nunca vas a olvidar lo que pasó entre nosotros el día de las madres. 

   —Lo sé pero nada me certifica que el bebé que estás esperando sea mío. 

   —¿Qué dices? Israel, a la mañana siguiente Ramiro tuvo que irse de viaje por asuntos laborales y no ha vuelto para la fecha. 

   —Eso no certifica nada. Puede ser producto de una cogida que hayan tenido muchos días antes. 

   —Ramiro ya tiene hijos y se hizo la vasectomía hace muchos años. 

   —¿Y qué más te dice que es mi hijo? Roberto y Oriana fueron planificados. Ése bebé no lo es, puede no ser mío. ¿A caso no sabes la cantidad de hijos que me han puesto sin serlo? No quieras manchar tu buen nombre. 

   Raquel abrió la boca sorprendida. 

   —Israel, ¡por Dios! ¿Vas a dudar de la madre de tus hijos? 

   —Estamos divorciados desde hace años. No hay duda de que te amo pero no me quieras embaucar de esta manera. 

   Raquel se sintió herida y furiosa. No tenía duda alguna que su embarazo era de Israel. ¡Ninguna puta duda y él desconfiaba de ella! Quien siempre lo amó y adoró. Los ojos de Israel se abrieron de golpe y un grito de dolor y sorpresa surgió de sus pulmones cuando sintió que sus enormes testículos se comprimieron entre las manos de la dama. 

   —¡¿Todavía dudas que éste bebé que está creciendo en mi interior haya salido de este par de bolas?! 

   —¡AAAUUCH

   Raquel no se calmó de dejar de apretar las dos bolas de toro y gigantescas de Israel. El aplastamiento obviamente le causaba un gran dolor muscular, ya que se dobló hacia adelante queriendo quitar las manos de Raquel de sus fábricas de esperma. 

   —¡Para llevarme ése día a la cama no lo dudaste! ¿Cierto? Y todo por una gargantilla. 

   Israel estaba tenso, y sus músculos se apretaron. Estaba balbuceando incoherencias. 

   —Me siento decepcionada de ti, Israel —dijo Raquel—, nunca vas a cambiar, serás el mismo mujeriego de siempre. 

   Israel no quería alertar a sus hijos pero dio un grito de angustia y agonía 

   Todo su cuerpo comenzó a sacudirse y temblar violentamente, Raquel se aferró desesperadamente al enorme hombre musculoso, con la mano envuelta firmemente alrededor de su escroto.

   Pero los ruidos de pasos bajando la escalera hicieron que la mujer cancelara toda incentiva de ataque a la ingle de su ex marido. Raquel retiró la mano e Israel se encogió en el asiento agarrando sus testículos doloridos. 

   —¿Qué sucedió, mamá? 

   —Tuve una conversación con tu padre. 

   —¿Es cierto eso? No lo veo así? ¿Estás bien, papá? 

   Israel gimió. 

   —Rafael, voy a encargarme que tú nunca seas un canalla con las mujeres —juró Raquel. 

   Así hubiera sido la reacción de la mujer si Israel pusiera en duda la paternidad de su embarazo. 

   En éste momento de la realidad ambos se abrazaban encerrados en la habitación. 

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