Antes de que el superhĆ©roe pudiera preguntar quĆ© era el Manthrax, habĆan entrado al gran salĆ³n, una larga estructura de madera con techo de paja, decorado solo con vigas talladas y columnas adornadas con bestias mĆticas y ceremoniales. Axterux se dirigiĆ³ a una silla elevada y muy tallada en el extremo mĆ”s alejado de la estructura, ocupando su lugar. Se tumbĆ³ en el trono con el desdĆ©n de alguien nacido con gran poder. EmitiĆ³ un aura de autoridad tan fuerte que parecĆa que ocupaba el doble del espacio de su cuerpo. El hĆ©roe no pudo evitar sentirse impresionado. Axterux era muy joven para ser un monarca pero dirigĆa a su pueblo con bastante fuerza y pasiĆ³n.
Un marceliano atado fue arrastrado ante Ć©l.
—Estos son los Ćŗltimos momentos de tu vida, marceliano. No rezes a tus dioses con esa asquerosa boca. ¿Por quĆ© has traĆdo a estos hombres a este lugar?
Grolaz se arrastrĆ³, hablando al suelo.
—Gran seƱor, humildemente vengo ante ti con un mensaje de mi maestro el Emperador —una risa retumbante llenĆ³ la habitaciĆ³n.
—¿QuĆ© dice tu insignificante emperador, vil maestro?
—El Emperador saluda al bello y poderoso Axterux. El mĆ”s grande de sus adversarios, y su oponente mĆ”s digno. Con el mayor respeto, extiende su deseo de paz, y anhela ansiosamente ese gran dĆa en el que puedan encontrarse. Se rinde ante tu vengativo pene pero aƱora tu culo indefenso y joven —varios colmillos cayeron sueltos al suelo cuando un Axterux enfurecido le estampĆ³ su mejor golpe a la criatura. Grolaz volĆ³ por el aire y aterrizĆ³ con un fuerte golpe contra una viga de madera. El poderoso jefe agarrĆ³ una lanza cuando el marceliano se arrastrĆ³ hacia Ć©l recogiendo sus colmillos perdidos. El Coronel Poderoso notĆ³ que uno de ellos parecĆa contener una pequeƱa luz roja.
—¡Ahora te mueres!
El marceliano levantĆ³ su mano delgada para protegerse del golpe mortal.
El marceliano levantĆ³ su mano delgada para protegerse del golpe mortal.
—¡Espera! Tengo un mensaje mĆ”s del Emperador.
Axterux le hablĆ³:
—¿QuĆ© quiere?
—El dĆa ha llegado.
La criaturaa arrojĆ³ el diente a la entrepierna de Axterux que emitiendo un quejido se doblĆ³ llevĆ”ndose las manos a las gĆ³nadas. De repente, la sala se llenĆ³ de humo verde acre. Como gĆ©iseres, un pequeƱo ejĆ©rcito de marcelianos se dispararon desde el suelo. La estructura hogareƱa se iluminĆ³ con estallidos brillantes como un relĆ”mpago de nubes, cuando los alienĆgenas invasores disparaban con extraƱas armas. Con un ruido agudo, una espeluznante luz verdosa envolviĆ³ su objetivo, baƱando los temblorosos mĆŗsculos desnudos de las vĆctimas en un resplandor muy fuerte tumbĆ”ndolos inertes al suelo. Los hombres cayeron a izquierda y derecha, el Coronel Poderoso solamente observĆ³.
Hubo una fuerte sacudida y diferentes marcelianos penetraron en la sala atacando. Un joven guerrero llamado Trag luchĆ³ con una de esas grotescas criaturas, mientras otro estaba apuntando a cualquiera con un desagradable cilindro de aspecto fĆ”lico. Axterux saltĆ³ a la lĆnea de fuego para salvar a un hombre joven, pero todo se llenĆ³ de un humo pesado que bloqueĆ³ la vista. El superhĆ©roe echĆ³ a volar, disparando una explosiĆ³n de poder que arrojĆ³ a los invasores muertos al suelo. Volando por encima de la refriega, creĆ³ un efecto ciclĆ³n para extraer el humo y despejar la vista.
Con un movimiento, lanzĆ³ un poderoso campo de fuerza para proteger a los hombres que lo rodeaban y golpeĆ³ las armas de las manos de los atacantes. Luego cayĆ³ en picada hacia la batalla. Combinado sus golpes en conjunto con los esfuerzos de los muchos valientes guerreros, los atacantes cayeron o huyeron en cuestiĆ³n de segundos.
Pero algo fue demasiado tarde. El Coronel Poderoso vio a los marcelinos restantes moverse a velocidad sobrenatural arrastrĆ”ndose para atacar a los lĆderes mĆ”s poderosos del grupo.
Axterux, comenzabar a jeadear. Largos dedos se cerraron alrededor de su escroto. Su carnoso culo se inclinĆ³ cuando le apretaron las bolas dejando su retaguardia expuesta. Un premio digno para un emperador.
Los marcelianos usaron toda su inteligencia para llegar al asentamiento rebelde y esclavizar al valiente jefe y sus hombres. El emperador marceliano habĆa enviado su propia nave con un dispositivo de ubicaciĆ³n. Grolaz sonriĆ³ al superhĆ©roe y desapareciĆ³ con su presa, Axterux, bajo el suelo de Marcel V.
El Coronel Poderoso examinĆ³ rĆ”pidamente el daƱo; se habĆan llevado secuestrados a menos de una docena de hombres. Uno o dos habĆan sido fuertemente golpeados, y estaban demasiado atontados para pararse, de pronto sospechĆ³ que algĆŗn marceliano iba a aparecer y lo raptarĆa. Entonces se disparĆ³ en el aire. Y tenĆa razĆ³n la incursiĆ³n habĆa resurgido. Uno de ellos levantĆ³ un cilindro y lanzĆ³ un chorro espeso. El hĆ©roe intentĆ³ contrarrestar su trayectoria, pero de alguna manera lo siguiĆ³ y fue golpeado por una ligera capa del lĆquido. Su corazĆ³n se acelerĆ³ y su visiĆ³n se volviĆ³ borrosa cuando se encontrĆ³ en sĆ iba cayendo al suelo. RegresĆ³ a la vida justo a tiempo, el superhĆ©roe logrĆ³ aterrizar con un ruido sordo. Y la paz habĆa resurgido, el marceliano atacante se habĆa hundido en el suelo.
—¡Puffin!
El militar apareciĆ³:
—¡SĆ, seƱor!
—ReĆŗna un equipo de los mejores quince hombres y deje que los demĆ”s vigilen el asentamiento.
Los hombres se reunieron rĆ”pidamente; entre ellos estaba Stud, la mano derecha de Axterux, un hombre hermoso, y un joven de cara ancha llamado Trag. El hĆ©roe sospechĆ³ que podrĆa ser demasiado joven, pero no habĆa tiempo para discutir. Usando sus sĆŗper habilidades de rastreo, pudo seguir el curso de los merodeadores, pasando las formaciones rocosas. MĆ”s allĆ” de la aeronave, habĆa un bosque de colores brillantes, hacia allĆ se dirigĆan.
Trag |
Stud estaba decidido a salvar al rey y no se permitĆa perder su misiĆ³n.
Todos se fueron a toda prisa en direcciĆ³n al bosque.
El sitio tenĆa un fuerte olor dulce, y cuando mĆ”s lo penetraban, el olor se hacĆa mĆ”s fuerte y pegajoso. El Coronel Poderoso cruzĆ³ al otro lado de un claro cuando escuchĆ³ a Puffin gritar. Se volviĆ³ impaciente para mirar a los hombres que se habĆan detenido en el lado opuesto.
—Coronel, es Stud —jadeĆ³ Puffin—. No quiere ir por este camino, dice que hay peligro.
—¿QuĆ© peligro?
Stud |
Los ojos de Stud indicaban miedo. Sus pupilas habĆan crecido enormemente. Cuando encontrĆ³ la voz dijo.
—¡Es el Manthrax!
El superhĆ©roe estaba paralizado por una brillante variedad de colores como nunca antes habĆa visto. Frente a sus ojos habĆa unua flor de tamaƱo colosal y consistĆa en dos gigantes pĆ©talos iridiscentes rodeados por un abanico de espinas de aspecto mortal. HabĆan surgido de la nada, y no fue sino hasta que notĆ³ que uno parecĆa arquear su tallo, las hojas se desplegaron y comenzaron a lanzarse hacia Puffin que se puso en acciĆ³n. Cuando levantĆ³ el brazo para disparar y atacar, se encontrĆ³ envuelto entre las ramas. La flor lo habĆa atrapado como una rana que atrapa una mosca. A travĆ©s de los pĆ©talos translĆŗcidos se podĆa ver a Puffin y los todos los demĆ”s hombres quedaron atrapados de la misma manera por otras flores incluyendo al superheroe.
El Coronel Poderoso golpeĆ³ la membrana con toda su sĆŗper fuerza. Ćsta brillĆ³, pero no se rompiĆ³. Sin embargo, comenzĆ³ a rezumar, un fluido viscoso claro y cĆ”lido que se acumulaba a sus pies lloviendo gruesas semillas. El repugnante perfume se habĆa vuelto casi insoportable a medida que la sustancia pegajosa se atoraba en sus pies. Cuanto mĆ”s luchaba contra eso, mĆ”s atascado parecĆa estar.
PequeƱos agujeros aparecieron en su disfraz y luego se hicieron mĆ”s grandes. El Coronel pudo ver a travĆ©s de la gasa, las espigas y las venas de la cĆ”psula tubular que esa sustancia se habĆa comido la ropa de los otros acompaƱantes. El cuerpo desnudo del Coronel Poderoso se empujĆ³ frenĆ©ticamente contra las frondosas paredes de las vainas colgantes. Todo lo que quedaba del uniforme de Puffin eran las placas en sus hombros y las botas hasta los muslos que hacĆan que su piel desnuda pareciera mĆ”s expuesta que si estuviera completamente sin ropa. El lĆquido gelatinoso se habĆa elevado por encima de sus muslos. Ćl se tensĆ³ y se retorciĆ³ cuando rezumaba muy cerca de su polla inexplicablemente erecta, cubriĆ³ sus abdominales de acero. Se quedĆ³ sin aliento cuando se contrajo alrededor de la vasta curva de sus pectorales, el perfume de sacarina era insoportable. Inevitablemente le cubrĆa la cabeza que flotaba mientras la cĆ”psula se llenaba por completo.
El Coronel Poderoso araĆ±Ć³ y pateĆ³ frenĆ©ticamente, pero no habĆa manera de salir y, cuando abriĆ³ la boca, todo su cuerpo se contrajo y se sacudiĆ³ hasta quedar inmĆ³vil mientras la cĆ”lida sustancia pegajosa llenaba sus pulmones.
¿Era este el Ć©xtasis de las profundidades? Los latidos salvajes de su corazĆ³n resonaron dentro de la cĆ”psula, profundamente en sus oĆdos como olas rompiendo en alguna orilla de playa, cada vez mĆ”s fuerte, a travĆ©s de sus pulmones y estĆ³mago, y hasta los dedos de sus pies. ¡Estaba respirando! El lĆquido contenĆa suficiente oxĆgeno para poder respirar. FlotĆ³ inmĆ³vil y encarcelado, pero vivo.
Un hormigueo iniciĆ³ en la parte posterior de su cuello y muslos. La marea respiratoria parecĆa llevar un suave suspiro a su paso, como los gritos de Ć©xtasis de Maritza Sosa durante el acto sexual, y se hizo mĆ”s rĆ”pido contra su tĆmpano y en lo profundo de su cerebro. Algo susurrĆ³ a un lado de la parte posterior de su cuello que lo hizo querer saltar; pequeƱos pelos del interior de los pĆ©talos crecĆan hacia Ć©l. Uno se aferraba a su pezĆ³n erecto, otro rozaba tan suavemente a lo largo de su perineo y en las bolas, de un lado a otro. El cautivo suspirĆ³ cuando uno rozĆ³ la punta de su polla hinchada. Tan pequeƱo, tan pequeƱo, que un micro folĆculo se abriĆ³ paso en la ranura. Demasiado pequeƱo para doler, pero comenzĆ³ a hincharse un poco, y se dio cuenta de una succiĆ³n muy leve, muy profunda en su interior. Varios se habĆan acercado y envuelto alrededor de ambos pezones, como lampreas intestinales, que tambiĆ©n comenzaron un suave movimiento de succiĆ³n que podĆa sentir consumiendo algunos fluidos de sus pezones masculinos. Un cabello fuerte se enroscaba alrededor de la base de su polla, y otro alrededor de sus bolas. Algunos recorrieron su lengua y el paladar, mientras que otros dos invadieron el canal de su oĆdo interno. Otros corrĆan arriba y abajo por la grieta entre sus firmes nalgas.
Coronel Poderoso jadeĆ³ cuando un microorganismo se lanzĆ³ y se dirigiĆ³ despacio hacia su prĆ³stata, zumbando hacia su lugar mĆ”s secreto y vulnerable. Otro, alojado en lo profundo de su polla se habĆa hinchado hasta el punto donde era casi deliciosamente incĆ³modo, y habĆa comenzado a chupar con insistencia, como si quisiera beber su alma. Esa cosa podĆa leer su mente. SabĆa exactamente dĆ³nde y cuĆ”ndo tocar, cĆ³mo enviar electricidad erĆ³tica a su cerebro y convertirlo en una masa temblorosa e indefensa de lujuria.
La planta parecĆa entender y buscar en cada punto de su carne todo lo que le hacĆa temblar, hormiguear y arder, haciendo que su cuerpo suspendido e indefenso se relajara. QuerĆa su semen... Las ondas zumbantes y estremecedoras habĆan alcanzado un ritmo febril. MirĆ³ a los hombres atrapados en las otras vainas, temblaban a merced de esos pequeƱos pelos. MirĆ³ al joven Trag, el joven estaba con la cabeza hacia atrĆ”s, mientras sus tiernos labios se abrĆan. Trag se sacudiĆ³ violentamente mientras lanzaba gruesas cuerdas de semen hacia la planta hambrienta. El fluido en la cĆ”psula se volviĆ³ opaco, por lo que solo pudo ver la silueta del joven guerrero, que ahora flotaba muy quieto. La planta convulsionĆ³ salvajemente y de repente brotĆ³ una hilera de pequeƱas vainas a lo largo de sus flores.
Coronel Poderoso se quedĆ³ mirando al desnudo Puffin que se retorcĆa y luchaba. Una cuerda le estaba halando los testĆculos.
Tras una luz cegadora y una corriente de agua. El hĆ©roe cayĆ³ boca abajo al suelo. QuedĆ³ con la cadera y su furiosa polla descansando sobre una raĆz, levantando su trasero. TenĆa un dolor en los cojones, y el pequeƱo cabello incrustado en su uretra bloqueaba el flujo de semen y frustraba su intensa necesidad de eyaculaciĆ³n. De un momento a otro empezĆ³ a oir voces, eran los marcelianos.
—Parece que conseguimos a este justo a tiempo. ¡Date prisa, terminen con los demĆ”s!
PodĆa sentir ojos hambrientos sobre su trasero desnudo.
—¡Miren Ć©sta elecciĆ³n! ¿Alguna vez has visto un culo tan firme?
—Este semental estĆ” destinado al Emperador, y no a otro. Es el indicado. Dicen que es el superhĆ©roe mĆ”s poderoso de la galaxia.
—No parece tan poderoso en este momento, ¿verdad? El semental pensĆ³ que vendrĆa aquĆ y salvarĆa a todos con su sĆŗper fuerza, y ahora mĆralo, solo es otro delicioso pedazo de carne para la polla hambrienta del emperador. Creo que puede escucharnos en este estado. ¡Es cierto, semental, tu culo redondo y perfecto ahora pertenece al Emperador! ¡Ja, ja!
Coronel Poderoso podĆa oĆrlos, pero los espasmos que lo atravesaban, provocaba que no pudiera moverse.
—Mejor atalo de todos modos. Ha recibido suficiente jugo para mantenerlo paralizado durante dĆas, pero es mejor estar seguro.
El Coronel Poderoso sintiĆ³ un aliento caliente en la curva firme de su trasero. SintiĆ³ una gota de humedad en su piel, que supuso era baba, y se dio cuenta intensamente en su desnudez vulnerable. El calor de la lujuria clavada en sus musculosas ancas hizo que su palpitante polla quisiera presionar contra la raĆz expuesta y elevar su gran trasero hacia los voraces ojos, pero estaba paralizado. Solo podĆa quedarse quieto, expuesto a la crueldad de sus captores. SintiĆ³ que los largos dedos marcelianos se cerraban alrededor de sus muƱecas y lo ataban a la espalda; las uƱas afiladas corrĆan suavemente a lo largo de las curvas de sus muslos y pantorrillas internas para atar tambiĆ©n sus tobillos.
—¡MaldiciĆ³n, mira Ć©sta belleza tan atada asĆ! ¡Tenemos que follarlo... ahora!
—No, dije que este pertenece al Emperador. Toma al militar.
Sostuvieron al fuerte humano y lo arrojaron sobre un carro. A travĆ©s de los ojos entrecerrados, Coronel Poderoso vio la increĆble fuerza de las patas de langosta marcelianas,
El hĆ©roe se sintiĆ³ desdichado, su fuerza sobre humana era inĆŗtil ahora, estaba completamente a merced de aquellos monstruos pervertidos.
—¿CĆ³mo se supone que debemos regresar con este semental sin violarlo?
—Si la tentaciĆ³n se vuelve demasiado fuerte, simplemente follamos a uno de los otros tipos que los demĆ”s estĆ”n recogiendo, este estĆ” fuera de los lĆmites.
Su compaƱero gruĆ±Ć³, menos que satisfecho.
Pasaron junto a Trag, todavĆa encerrado en su cĆ”psula.
—¡MaldiciĆ³n, estoy muy caliente necesito follar aunque sea a Ć©ste!
—No, deja este dulce bocado joven como recompensa a la planta por hacernos una buena captura, se desintegrarĆ” y ella lo tomarĆ” para sus nutrientes. Ahora vamos, tenemos un regalo para el emperador.
Los marcelianos continuaron con sus pesadas cargas. Las indefensas extremidades del semental se balancean suavemente mientras lo llevan a su destino. Un gemido amortiguado rompiĆ³ el silencio del bosque vacĆo. La solitaria figura que quedaba dentro de la vaina se convulsionĆ³ de nuevo, y los pequeƱos hilos crecieron un poco mĆ”s adueƱƔndose de su vida
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