BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
A Bastian Alfredo le pareciĆ³ muy atractivo si se le comparaba con David. El bello rubio que estaba delante de Ć©l habĆa sido novio de Pablo durante mucho tiempo aƱos atrĆ”s. VestĆa jeans y una elegante camisa blanca. SeguĆa siendo fuerte y de serio semblante.
—Hola —dijo y ocupando un asiento.
—Alfredo, ¿verdad? —Bastian le sonriĆ³ dĆ”ndole la mano.
Alfredo saludĆ³.
—Gracias por venir. Es un poco temprano. ¿Quieres una bebida?
Alfredo negĆ³ con la cabeza. —Siempre he sido muy puntual. Y mĆ”s cuando Lenin me ha invitado. Me dijo que iba a encontrarme con muchas sorpresas por aquĆ.
Bastian afirmĆ³ con la cabeza.
—Los muchachos en cualquier momento llegarĆ”n.
Alfredo levantĆ³ las cejas. —¿Quienes?
De repente, la puerta se abriĆ³ y entrĆ³ Pablo ChacĆ³n acompaƱado de una pequeƱa comitiva. DetrĆ”s de Ć©l iban Erick y GastĆ³n.
—¡Oh, Dios mĆo! Alfredo, ¿quĆ© estĆ”s haciendo aquĆ? No me digas que te unes al proyecto?
El aspecto en el semblante de Alfredo no era el mƔs amigable posible.
—Lenin me invitĆ³ a una reuniĆ³n. Me aseguro que me iba a divertir pero creo que no. Veo que me tomĆ³ el pelo. Tengo cosas que hacer y me voy a casa.
Pablo se sonrojĆ³. —Oh por supuesto que no no es necesario que llegues a tal extremo.
Alfredo lo mirĆ³ congelado, queriendo irse de ahĆ. Desde que supo del matrimonio de Pablo, lo odiaba. Consideraba a su actual esposo un idiota y perdedor, que no lo merecĆa. Y mĆ”s teniendo un hijo de una relaciĆ³n heterosexual del pasado. Aunque Ć©l estaba en el closet no se veĆa en algĆŗn momento usando a una mujer como su tapadera.
—Muchachos, no demoren tanto y comiencen a quitarse la ropa...
Ante la peticiĆ³n de Bastian; GastĆ³n, Erick y Pablo se quitaron los zapatos, los jeans y las camisas, revelando sus cuerpos entrenados.
La boca de Alfredo se abriĆ³.
Erick y GastĆ³n sonrieron. Ambos llevaban calzoncillos ajustados que destacaban su extraordinario equipo. Sus penes y bolas se veĆan muy grandes.
Pablo llevaba calzoncillos.
—¡TenĆa mucho tiempo sin saber de ti! —sonriĆ³ Pablo—. ¿DĆ³nde estĆ”s trabajando?
Alfredo le mirĆ³ la entrepierna.
Pablo tenĆa una erecciĆ³n muy obvia que llenaba su ropa interior. Finalmente, Alfredo encontrĆ³ su voz. —¿QuĆ© demonios te interesa a ti mi vida?
Pablo, GastĆ³n y Erick lo miraron.
Alfredo se volviĆ³ hacia Bastian —. ¿QuĆ© clase de broma es esta? ¿DĆ³nde estĆ” Lenin? Lo conozco desde el bachillerato y sĆ© las bromas estĆŗpidas que le gusta hacer.
—Lenin hoy tiene el dĆa libre. En cambio vamos a hacer un pequeƱo juego —dijo Bastian lentamente. —El perdedor tendrĆ” sus huevos revueltos.
La boca de Alfredo quedĆ³ abierta.
—Bueno —Pablo se aclarĆ³ la garganta..
Alfredo parpadeĆ³. —A mi no me gusta esa ridiculez del ballbusting.
La cara de Pablo se ruborizĆ³. —Lo sĆ©, Alfredo, pero ya que Lenin te invitĆ³ podrĆas cooperar, ¿no?
Alfredo lo mirĆ³ fijamente.
—Esto no es broma —comentĆ³ Bastian lentamente.
Alfredo frunciĆ³ el ceƱo. —¿QuĆ©?
—Ellos van a hacerte ballbusting —comentĆ³ Bastian.
—JĆ³dete —gruĆ±Ć³ Alfredo levantĆ”ndose de su asiento—. Me voy.
El guapo rubio se dirigiĆ³ a la puerta, pero fue detenido por hombres musculosos que le bloquearon el paso.
—TĆŗ eres el invitado —sonriĆ³ Jean ChacĆ³n. Llevaba gorra, pantalones y el pecho desnudo, lo secundaban Horacio e Ignacio.
Alfredo frunciĆ³ el ceƱo ante ellos. —Me largo de aquĆ, todos ustedes son unos malditos locos. No voy a lastimar mis cojones por...
Fue bruscamente interrumpido por un rodillazo de Jean.
Los ojos del guapo rubio se hincharon y dejĆ³ escapar un suave gemido.
Jean se echĆ³ a reĆr.
—Idiota, no me golpees en las...
Otro rodillazo aterrizĆ³ en la entrepierna de Alfredo, crujiendo sus gĆ³nadas haciendo que se doblara de dolor.
—¿Ya terminaste? —sonriĆ³ Jean mirando al otro trĆo parado en medio de la habitaciĆ³n.
Horacio e Ignacio sonrieron.
Alfredo gimiĆ³ de dolor. —¿Quien eres?
—Jean ChacĆ³n —le dijo poniĆ©ndose serio de repente—. ¿Sabes? No te soporto. Tienes una adtitud bastante engreida
Horacio e Ignacio sonrieron.
Jean agarrĆ³ la barbilla de Alfredo y levantĆ³ su cabeza.
La cara de Alfredo estaba retorcida de dolor.
—Eres un engreĆdo —continuĆ³ Jean, apretando la barbilla de Alfredo—. Y estamos aquĆ para darte una lecciĆ³n.
Alfredo se agarraba la entrepierna, gimiendo de dolor.
Erick, GastĆ³n y Pablo estaban sin palabras, viendo con horror cĆ³mo el guapo rubio estaba siendo golpeado.
Finalmente, Pablo logrĆ³ gritar: —¡Basta! ¡Deja de lastimarlo, grandĆsimo cabrĆ³n!
Jean levantĆ³ las cejas y mirĆ³ a su primo.
En cuestiĆ³n de segundos, la sala se llenĆ³ de gruƱidos y gritos cuando Horacio e Ignacio se enfrentaron a Erick, GastĆ³n y Pablo, mientras Jean estaba ocupado reventando las bolas de Alfredo, aplastando sus delicadas pelotas con rodillazos y provocando gritos agudos en Alfredo.
Horacio estaba de pie frente a Pablo. El rubio tratĆ³ de razonar con el de cabellos negros. —Oye, no hay necesidad de violencia, Horacio. ¿Por quĆ© se estĆ”n comportando asĆ?
Horacio sonriĆ³ y dio un paso hacia Pablo.
Pablo retrocediĆ³. —Lo digo en serio. Podemos resolver esto como...
Horacio se encogiĆ³ de hombros y lanzĆ³ una fuerte patada a las bolas de Pablo. La punta de su zapato chocĆ³ sus objetivos y estrellĆ³ las preciosas joyas en la pelvis.
Pablo parpadeĆ³.
El dolor lo golpeĆ³. GimiĆ³ y se agarrĆ³ la entrepierna.
Horacio se riĆ³ y agarrĆ³ la truza de Pablo, tirĆ”ndolos hacia abajo exponiendo su furiosa erecciĆ³n.
—Es otro experimento de Bastian —Horacio le susurrĆ³ al oĆdo a su primo—. Nos ha pedido actuar como chicos malos con el rubio para observar tu reacciĆ³n. Pero no le digas nada, ¿eh?
Mientras tanto, Alfredo se habĆa derrumbado en el suelo, agarrando sus doloridas joyas y gimiendo de dolor.
Jean se elevaba sobre Ć©l, con las manos en las caderas. —Echemos un vistazo a tus productos —sonriĆ³, ignorando las sĆŗplicas de piedad de Alfredo. DesabrochĆ³ sus jeans y los bajĆ³.
Jean silbĆ³ y sonriĆ³ cuando vio por primera vez la polla de gran tamaƱo de Alfredo y sus colgantes bolas. El hermoso ex de Pablo no tenĆa ropa interior.
Jean agarrĆ³ los testĆculos desnudos de Alfredo y los apretĆ³ con fuerza.
Alfredo gritĆ³ a todo pulmĆ³n y su polla comenzĆ³ a endurecerse.
Jean se riĆ³ entre dientes.
Del otro lado Ignacio tenĆa a GastĆ³n y a Erick agarrados de los testĆculos desnudos empujandolos hacia abajo, logrando que ambos lloraran de dolor. Ignacio los hizo caminar por toda la habitaciĆ³n sostenidos de sus bolas, hasta que finalmente se parĆ³ junto a Jean y Alfredo.
Pablo tambiĆ©n estaba desnudo. Sus ropa interior se habĆa deslizado hasta sus tobillos cuando Horacio le lanzĆ³ otra patada a sus pelotas, maltratando ambas albĆ³ndigas y golpeĆ”ndolas en su pelvis. La dura polla de Pablo golpeĆ³ sus abdominales.
Mientras tanto, Ignacio estaba empujando a GastĆ³n y Erick sobre sus rodillas.
—Siempre quisiste chuparle la polla a un rubio como Ć©ste, ¿verdad? —se burlĆ³ Ignacio—. Es tu oportunidad...
GastĆ³n abriĆ³ la boca para protestar, pero Ignacio lo empujĆ³ hacia abajo, insertando la dura polla de Alfredo en su boca.
Alfredo gimiĆ³ cuando los labios de GastĆ³n se cerraron alrededor de su furiosa serpiente carnosa.
Jean se mordiĆ³ los labios y vio a GastĆ³n chupar la polla del atractivo rubio. RĆ”pidamente, se bajĆ³ los pantalones y su propia erecciĆ³n chocĆ³ contra sus abdominales.
La polla de Jean ChacĆ³n era una belleza, una vara larga y gruesa que era mĆ”s grande que los impresionantes pollones de cualquier otro hombre de su familia. Estaba dura como roca y su punta brillaba con presemen.
Jean respiraba con dificultad. SacudiĆ³ su pene un par de veces antes de golpearla en la cara de Alfredo, dejando un rastro de lĆquido preseminal en su mejilla.
Alfredo lo mirĆ³ con cĆ³lera.
—Vamos, abre la boca —susurrĆ³ Jean.
—¡PĆŗdrete!
Jean abofeteĆ³ su polla carnosa y goteante en los labios de Alfredo.
—Abre la boca —sonriĆ³ Ignacio. MetiĆ³ la mano debajo de la cabeza de GastĆ³n y apretĆ³ las huevas de Alfredo con fuerza.
Alfredo gritĆ³ de dolor, permitiendo a Jean meter su pene gordo entre sus labios, silenciĆ”ndolo y empujĆ”ndose profundamente en su garganta.
—Chupa —jadeĆ³ Jean, echando la cabeza hacia atrĆ”s en Ć©xtasis—. ChĆŗpalo, estĆŗpido enclosetado —comenzĆ³ a follar la cara de Alfredo a ritmo constante, empujando su polla en la boca hasta que sus bolas golpearon la barbilla cuadrada del rubio.
GastĆ³n estaba chupando ruidosamente el miembro de Alfredo con Ignacio empujando su cabeza de un lado a otro, dictando el ritmo de la mamada.
De repente, tirĆ³ de la cabeza de GastĆ³n hacia atrĆ”s. La polla de Alfredo se escapĆ³ de su boca, dejando a GastĆ³n mirando el pedazo de carne mojado.
—Es turno de Erick —sonriĆ³ Ignacio.
Erick se lamiĆ³ los labios. AbriĆ³ mucho la boca e Ignacio lo empujĆ³ salvajemente sobre la polla de Alfredo, enterrandola completa dentro de su boca.
Al mismo tiempo, Alfredo estaba tratando de escupir al feroz miembro de Jean, pero Ć©ste sostuvo su cabeza en sus manos y tirĆ³ de la cabeza de Alfredo hacia Ć©l, empujando su gruesa y gorda verga hasta el fondo de su garganta.
En el otro extremo de la habitaciĆ³n, Pablo estaba en el suelo, gimiendo de dolor y agarrando sus gĆ³nadas.
Horacio estaba de pie junto a Ć©l. MirĆ³ a sus amigos y se riĆ³ al verlo. Dentro de su pantalĆ³n, su pene se crispĆ³ y comenzĆ³ a levantarse.
Pablo decidiĆ³ aprovechar la oportunidad. JuntĆ³ las manos y apretĆ³ los puƱos. Su cara estaba roja y lĆ”grimas corrĆan por su mejilla. InhalĆ³ lentamente. Luego empujĆ³ sus puƱos a la entrepierna de Horacio desde abajo.
Los nudillos de Pablo golpearon las toronjas de Horacio y desinflaron el bulto en su pantalĆ³n.
Horacio dejĆ³ escapar un grito sorprendido que fue seguido por un gemido gimoteante. MirĆ³ a Pablo, quien sonriĆ³ en medio de su dolor.
En rĆ”pida sucesiĆ³n, Pablo apuntĆ³ una serie de golpes a las bolas de Horacio, aturdiendo a su primo musculoso y haciendo que sus ojos se abultaran y sus labios temblaran. Ignacio y Jean estaban completamente ajenos a su terrible experiencia.
Con un golpe final y cruel, los ojos de Horacio se volvieron hacia su cabeza y se desplomĆ³ en el suelo.
Pablo gimiĆ³ y se frotĆ³ la entrepierna.
Luego mirĆ³ a sus amigos.
Forzados por Ignacio, GastĆ³n y Erick se turnaban para chupar la polla de Alfredo, mientras que el guapo rubio tenĆa la enorme polla de Jean en la boca.
Jean ChacĆ³n estaba cerca del orgasmo. Estaba respirando con dificultad, follando la cara de Alfredo, con la cabeza echada hacia atrĆ”s y los ojos cerrados. —SĆ —gimiĆ³.
Pablo se mordiĆ³ los labios. Luego, lenta y silenciosamente, se arrastrĆ³ hacia el quinteto.
Los gemidos de Jean se estaban volviendo mƔs fuertes.
Pablo quedĆ³ detrĆ”s de Ć©l.
—SĆ —susurrĆ³ Jean—. Traga mi leche, glotĆ³n.
Pablo cerrĆ³ el puƱo.
De repente, Alfredo dejĆ³ escapar un grito ahogado de protesta cuando las huevas de Jean se apretaron y su boca se llenĆ³ con su crema salada y caliente.
Jean gimiĆ³ de placer cuando su polla se descargĆ³ dentro de la boca del pobre Alfredo.
Sin previo aviso, el puƱo de Pablo se estrellĆ³ contra los testĆculos de Jean.
Jean gritĆ³ con toda la fuerza de su ser. TropezĆ³ hacia atrĆ”s y su palpitante miembro saliĆ³ de la boca de Alfredo. Continuaba disparando chorros y chorros de semen caliente y cremoso cubriendo la cara de Alfredo.
Ambos gritaban mientras Ignacio, Erick y GastĆ³n los miraban.
Pablo golpeĆ³ de nuevo las bolas de Jean con un gancho que hizo rebotar sus aguacates.
Jean chillĆ³ con voz aguda.
TropezĆ³ hacia atrĆ”s con Pablo, cayendo al suelo mientras su pene disparaba su semen y rociaba el piso como una manguera contra incendios.
La boca de Ignacio estaba abierta.
GastĆ³n y Erick decidieron tomar el asunto en sus propias manos. Se dieron la vuelta y empujaron a Ignacio al suelo.
GastĆ³n se sentĆ³ en la cara de Ignacio, con las rodillas apoyadas sobre sus brazos, manteniendo las piernas separadas para que Erick causara un buen gope en la ingle.
Ignacio gimiĆ³ cuando su nariz quedĆ³ enterrada con la grieta del culo de GastĆ³n.
Erick no perdiĆ³ el tiempo. LevantĆ³ la pierna y pisoteĆ³ la entrepierna de Ignacio con el pie descalzo. Su talĆ³n se clavĆ³ en la ingle expuesta de Ignacio, crujiendo sus huevos en su pelvis y haciendo que el sexy chico dejara escapar un grito ahogado. Una y otra vez, Erick pisoteĆ³ las canicas de Ignacio, apretando sus bolas dentro de su pantalĆ³n con la punta del pie.
Mientras tanto, Alfredo decidiĆ³ vengarse de Jean. Se abalanzĆ³ sobre Ć©l, agarrĆ³ la polla cubierta de esperma de Jean con su mano derecha y sus grandes y resbaladizas bolas con la izquierda. Estaba arrodillado al lado de Jean, con sus jeans a la mitad de sus muslos, su culo estaba desnudo en plena exhibiciĆ³n.
—¡EstĆŗpido cabrĆ³n! —gritĆ³ Alfredo torciendo la polla de Jean y sus bolas.
Jean gritĆ³ cuando sus cocos recientemente escurridos fueron aplastados.
Alfredo le retorciĆ³ y apretĆ³ las bolas mientras estiraba su gran y linda polla.
—¡Hijo de puta! —gritĆ³ Alfredo.
Jean tratĆ³ de defenderse, pero Alfredo clavĆ³ las uƱas en sus carnosos testĆculos, logrando que gritara con voz soprano.
Jean apretĆ³ el puƱo y lo estrellĆ³ contra la entrepierna de Alfredo.
El guapo rubio gritĆ³ de dolor, pero logrĆ³ mantenerse enfocado en la virilidad de Jean. TorciĆ³ sus Ʊemas 180 grados, haciendo que los ojos de Jean se llenaran de lĆ”grimas.
—¡Hijo de puta! —se lamentĆ³ Alfredo.
Jean tosiĆ³.
—Ha tenido suficiente —dijo Pablo suavemente. Puso su mano sobre el hombro de Alfredo.
Alfredo se dio la vuelta y mirĆ³ a Pablo de manera asesina.
SoltĆ³ la polla de Jean, permitiendo que el semental rubio se dejara caer de rodillas agarrando sus pelotas y despuĆ©s se acurrucara en posiciĆ³n fetal, sollozando de dolor.
—¡TĆŗ! —susurrĆ³ Alfredo.
Pablo tragĆ³ saliva.
Con un aullido, Alfredo se abalanzĆ³ sobre Pablo, que tropezĆ³ hacia atrĆ”s, aterrizando sobre su trasero desnudo.
Alfredo aterrizĆ³ encima de Ć©l, su rodilla golpeĆ³ las bolas de Pablo en su pelvis.
Pablo gimiĆ³ de dolor.
—¡Estoy harto y cansado de ti y de tus recuerdos! —gritĆ³ Alfredo mientras empujaba su rodilla contra la entrepierna de Pablo una vez mĆ”s.
La polla desnuda de Alfredo saltaba arriba y abajo.
Pablo gimiĆ³. —Pero no tengo la cul...
—¡QuĆ©date con tu estĆŗpido esposo y ya no me busques mĆ”s! —Alfredo lo interrumpiĆ³.
Pablo buscĆ³ entre las piernas de Alfredo y agarrĆ³ sus testĆculos colgantes, apretando con fuerza.
Alfredo gritĆ³ de dolor.
—¡Tenemos que detener esto!— gimiĆ³ Pablo, apretando los testĆculos de Alfredo entre sus dedos—. En ningĆŗn momento he sido yo quien te hizo venir aquĆ, ridĆculo.
GastĆ³n y Erick giraron la cabeza.
Alfredo estaba gritando desde lo mƔs alto de su voz.
GastĆ³n se apartĆ³ del rostro de Ignacio.
Ignacio se acurrucĆ³, agarrando sus bolas y gimiendo de dolor.
Pablo miraba a Alfredo a los ojos mientras apretaba sus bolas.
De repente, la polla de Alfredo estallĆ³ en una espesa corriente de lava blanca que cubriĆ³ sus abdominales y el vientre de Pablo.
Los ojos de Alfredo estaban muy abiertos por el dolor y la confusiĆ³n cuando su miembro escupiĆ³ una gruesa carga de semen en el cuerpo de su ex.
Pablo soltĆ³ las pelotas de Alfredo y sonriĆ³ tĆmidamente, acariciando sus propias bolas desnudas. —Supongo que todavĆa te gusto...
Alfredo se echĆ³ hacia atrĆ”s, su pene exudaba las Ćŗltimas gotas de su nutritivo jugo.
Pablo sumergiĆ³ su dedo en el charco de esperma en su vientre y se lo llevĆ³ a la boca. Le guiĆ±Ć³ un ojo a Alfredo y sonriĆ³, chupĆ”ndose el dedo. TodavĆa tenĆa ese sabor a manzana.
Alfredo lo mirĆ³ fijamente.
GastĆ³n y Erick se rieron entre dientes.
Alfredo se levantĆ³ lentamente. SacudiĆ³ la cabeza, levantando sus jeans y abrochĆ”ndose la mosca.
—Vengan aquĆ —dijo Alfredo con calma a Erick, GastĆ³n y Pablo que lo miraban.
Los tres muchachos se pararon frente a Ć©l, completamente desnudos.
Luego, sin previo aviso, Alfredo pateĆ³ las gĆ³nadas desnudas de Pablo.
Los ojos de Pablo se abrieron.
Actuando rĆ”pidamente, Alfredo se volviĆ³ hacia GastĆ³n y pateĆ³ con fuerza sus bolas llenas de esperma.
GastĆ³n dejĆ³ escapar un grito de sorpresa.
Los ojos de Alfredo brillaron de rabia cuando lanzĆ³ una patada final a las hermosas y grandes bolas de Erick, chocĆ”ndolas en su pelvis.
El desgreƱado hombre parpadeĆ³.
Los tres gimieron al unĆsono y se arrodillaron.
Alfredo girĆ³ sobre sus talones y saliĆ³ de la habitaciĆ³n sin decir mĆ”s nada.
Farid levantĆ³ las cejas.
La sala se llenĆ³ de gemidos agonizantes de seis hombres con dolor.
Farid se echĆ³ a reĆr.
—HablarĆ© con Ć©l y le ofrecerĆ© una disculpa —dijo Bastian encogiĆ©ndose de hombros.
Farid sonriĆ³ abiertamente. —Tiene que trabajar sus modales ese tipejo no es nada parecido a David Aceituno.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario