Las bolas del reencuentro (2/?): Alfredo - Las Bolas de Pablo

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8 feb 2020

Las bolas del reencuentro (2/?): Alfredo

CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   A Bastian Alfredo le pareciĆ³ muy atractivo si se le comparaba con David. El bello rubio que estaba delante de Ć©l habĆ­a sido novio de Pablo durante mucho tiempo aƱos atrĆ”s. VestĆ­a jeans y una elegante camisa blanca. SeguĆ­a siendo fuerte y de serio semblante.


   —Hola —dijo y ocupando un asiento.


   —Alfredo, ¿verdad? —Bastian le sonriĆ³ dĆ”ndole la mano.


   Alfredo saludĆ³.


   —Gracias por venir. Es un poco temprano. ¿Quieres una bebida?


   Alfredo negĆ³ con la cabeza. —Siempre he sido muy puntual. Y mĆ”s cuando Lenin me ha invitado. Me dijo que iba a encontrarme con muchas sorpresas por aquĆ­.


   Bastian afirmĆ³ con la cabeza.


   —Los muchachos en cualquier  momento llegarĆ”n.


   Alfredo levantĆ³ las cejas. —¿Quienes?


   De repente, la puerta se abriĆ³ y entrĆ³ Pablo ChacĆ³n acompaƱado de una pequeƱa comitiva. DetrĆ”s de Ć©l iban Erick y GastĆ³n.


   —¡Oh, Dios mĆ­o! Alfredo, ¿quĆ© estĆ”s haciendo aquĆ­? No me digas que te unes al proyecto?


   El aspecto en el semblante de Alfredo no era el mĆ”s amigable posible.


   —Lenin me invitĆ³ a una reuniĆ³n. Me aseguro que me iba a divertir pero creo que no. Veo que me tomĆ³ el pelo. Tengo cosas que hacer y me voy a casa.


   Pablo se sonrojĆ³. —Oh por supuesto que no no es necesario que llegues a tal extremo.


   Alfredo lo mirĆ³ congelado, queriendo irse de ahĆ­. Desde que supo del matrimonio de Pablo, lo odiaba. Consideraba a su actual esposo un idiota y perdedor, que no lo merecĆ­a. Y mĆ”s teniendo un hijo de una relaciĆ³n heterosexual del pasado. Aunque Ć©l estaba en el closet no se veĆ­a en algĆŗn momento usando a una mujer como su tapadera.


   —Muchachos, no demoren tanto y comiencen a quitarse la ropa...


   Ante la peticiĆ³n de Bastian; GastĆ³n, Erick y Pablo se quitaron los zapatos, los jeans y las camisas, revelando sus cuerpos entrenados.


   La boca de Alfredo se abriĆ³.


   Erick y GastĆ³n sonrieron. Ambos llevaban calzoncillos ajustados que destacaban su extraordinario equipo. Sus penes y bolas se veĆ­an muy grandes.


   Pablo llevaba calzoncillos.


   —¡TenĆ­a mucho tiempo sin saber de ti! —sonriĆ³ Pablo—. ¿DĆ³nde estĆ”s trabajando?


   Alfredo le mirĆ³ la entrepierna.


   Pablo tenĆ­a una erecciĆ³n muy obvia que llenaba su ropa interior. Finalmente, Alfredo encontrĆ³ su voz. —¿QuĆ© demonios te interesa a ti mi vida?


   Pablo, GastĆ³n y Erick lo miraron.


   Alfredo se volviĆ³ hacia Bastian —. ¿QuĆ© clase de broma es esta? ¿DĆ³nde estĆ” Lenin? Lo conozco desde el bachillerato y sĆ© las bromas estĆŗpidas que le gusta hacer.


   —Lenin hoy tiene el dĆ­a libre. En cambio vamos a hacer un pequeƱo juego —dijo Bastian lentamente. —El perdedor tendrĆ” sus huevos revueltos.


   La boca de Alfredo quedĆ³ abierta.


   —Bueno —Pablo se aclarĆ³ la garganta..


   Alfredo parpadeĆ³. —A mi no me gusta esa ridiculez del ballbusting.


   La cara de Pablo se ruborizĆ³. —Lo sĆ©, Alfredo, pero ya que Lenin te invitĆ³ podrĆ­as cooperar, ¿no?


   Alfredo lo mirĆ³ fijamente.


   —Esto no es broma —comentĆ³  Bastian lentamente.


   Alfredo frunciĆ³ el ceƱo. —¿QuĆ©?


   —Ellos van a hacerte ballbusting —comentĆ³ Bastian.


   —JĆ³dete —gruĆ±Ć³ Alfredo levantĆ”ndose de su asiento—. Me voy.


   El guapo rubio se dirigiĆ³ a la puerta, pero fue detenido por hombres musculosos que le bloquearon el paso.


   —TĆŗ eres el invitado —sonriĆ³  Jean ChacĆ³n. Llevaba gorra, pantalones y el pecho desnudo, lo secundaban Horacio e Ignacio.


   Alfredo frunciĆ³ el ceƱo ante ellos. —Me largo de aquĆ­, todos ustedes son unos malditos locos. No voy a lastimar mis cojones por...


   Fue bruscamente interrumpido por un rodillazo de Jean.


   Los ojos del guapo rubio se hincharon y dejĆ³ escapar un suave gemido.


Jean se echĆ³ a reĆ­r.


—Idiota, no me golpees en las...


Otro rodillazo aterrizĆ³ en la entrepierna de Alfredo, crujiendo sus gĆ³nadas haciendo que se doblara de dolor.


—¿Ya terminaste? —sonriĆ³ Jean mirando al otro trĆ­o parado en medio de la habitaciĆ³n.


Horacio e Ignacio sonrieron.


Alfredo gimiĆ³ de dolor. —¿Quien eres?


—Jean ChacĆ³n —le dijo poniĆ©ndose serio de repente—. ¿Sabes? No te soporto. Tienes una adtitud bastante engreida


   Horacio e Ignacio sonrieron.


   Jean agarrĆ³ la barbilla de Alfredo y levantĆ³ su cabeza.


   La cara de Alfredo estaba retorcida de dolor.


   —Eres un engreĆ­do —continuĆ³ Jean, apretando la barbilla de Alfredo—. Y estamos aquĆ­ para darte una lecciĆ³n.


   Alfredo se agarraba la entrepierna, gimiendo de dolor.


   Erick, GastĆ³n y Pablo estaban sin palabras, viendo con horror cĆ³mo el guapo rubio estaba siendo golpeado.


   Finalmente, Pablo logrĆ³ gritar: —¡Basta! ¡Deja de lastimarlo, grandĆ­simo cabrĆ³n!


   Jean levantĆ³ las cejas y mirĆ³ a su primo.


   En cuestiĆ³n de segundos, la sala se llenĆ³ de gruƱidos y gritos cuando Horacio e Ignacio se enfrentaron a Erick, GastĆ³n y Pablo, mientras Jean estaba ocupado reventando las bolas de Alfredo, aplastando sus delicadas pelotas con rodillazos y provocando gritos agudos en Alfredo.


   Horacio estaba de pie frente a Pablo. El rubio tratĆ³ de razonar con el de cabellos negros. —Oye, no hay necesidad de violencia, Horacio. ¿Por quĆ© se estĆ”n comportando asĆ­?


   Horacio sonriĆ³ y dio un paso hacia Pablo.


   Pablo retrocediĆ³. —Lo digo en serio. Podemos resolver esto como...


   Horacio se encogiĆ³ de hombros y lanzĆ³ una fuerte patada a las bolas de Pablo. La punta de su zapato chocĆ³ sus objetivos y estrellĆ³ las preciosas joyas en la pelvis.


   Pablo parpadeĆ³.


   El dolor lo golpeĆ³. GimiĆ³ y se agarrĆ³ la entrepierna.


   Horacio se riĆ³ y agarrĆ³ la truza de Pablo, tirĆ”ndolos hacia abajo exponiendo su furiosa erecciĆ³n.


   —Es otro experimento de Bastian —Horacio le susurrĆ³ al oĆ­do a su primo—. Nos ha pedido actuar como chicos malos con el rubio para observar tu reacciĆ³n. Pero no le digas nada, ¿eh?


   Mientras tanto, Alfredo se habĆ­a derrumbado en el suelo, agarrando sus doloridas joyas y gimiendo de dolor.


   Jean se elevaba sobre Ć©l, con las manos en las caderas. —Echemos un vistazo a tus productos —sonriĆ³, ignorando las sĆŗplicas de piedad de Alfredo. DesabrochĆ³ sus jeans y los bajĆ³.


   Jean silbĆ³ y sonriĆ³ cuando vio por primera vez la polla de gran tamaƱo de Alfredo y sus colgantes bolas. El hermoso ex de Pablo no tenĆ­a ropa interior.


   Jean agarrĆ³ los testĆ­culos desnudos de Alfredo y los apretĆ³ con fuerza.


   Alfredo gritĆ³ a todo pulmĆ³n y su polla comenzĆ³ a endurecerse.


   Jean se riĆ³ entre dientes.


   Del otro lado Ignacio tenĆ­a a GastĆ³n y a Erick agarrados de los testĆ­culos desnudos empujandolos hacia abajo, logrando que ambos lloraran de dolor. Ignacio los hizo caminar  por toda la habitaciĆ³n sostenidos de sus bolas, hasta que finalmente se parĆ³ junto a Jean y Alfredo.


   Pablo tambiĆ©n estaba desnudo. Sus ropa interior se habĆ­a deslizado hasta sus tobillos cuando Horacio le lanzĆ³ otra patada a sus pelotas, maltratando ambas albĆ³ndigas y golpeĆ”ndolas en su pelvis. La dura polla de Pablo golpeĆ³ sus abdominales.


   Mientras tanto, Ignacio estaba empujando a GastĆ³n y Erick sobre sus rodillas.


   —Siempre quisiste chuparle la polla a un rubio como Ć©ste, ¿verdad? —se burlĆ³ Ignacio—. Es tu oportunidad...


   GastĆ³n abriĆ³ la boca para protestar, pero Ignacio lo empujĆ³ hacia abajo, insertando la dura polla de Alfredo en su boca.


   Alfredo gimiĆ³ cuando los labios de GastĆ³n se cerraron alrededor de su furiosa serpiente carnosa.


   Jean se mordiĆ³ los labios y vio a GastĆ³n chupar la polla del atractivo rubio. RĆ”pidamente, se bajĆ³ los pantalones y su propia erecciĆ³n chocĆ³ contra sus abdominales.


   La polla de Jean ChacĆ³n era una belleza, una vara larga y gruesa que era mĆ”s grande que los impresionantes pollones de cualquier otro hombre de su familia. Estaba dura como roca y su punta brillaba con presemen.


   Jean respiraba con dificultad. SacudiĆ³ su pene un par de veces antes de golpearla en la cara de Alfredo, dejando un rastro de lĆ­quido preseminal en su mejilla.


   Alfredo lo mirĆ³ con cĆ³lera.


   —Vamos, abre la boca —susurrĆ³ Jean.


   —¡PĆŗdrete!


   Jean abofeteĆ³ su polla carnosa y goteante en los labios de Alfredo.


   —Abre la boca —sonriĆ³ Ignacio. MetiĆ³ la mano debajo de la cabeza de GastĆ³n y apretĆ³ las huevas de Alfredo con fuerza.


   Alfredo gritĆ³ de dolor, permitiendo a Jean meter su pene gordo entre sus labios, silenciĆ”ndolo y empujĆ”ndose profundamente en su garganta.


   —Chupa —jadeĆ³ Jean, echando la cabeza hacia atrĆ”s en Ć©xtasis—. ChĆŗpalo, estĆŗpido enclosetado —comenzĆ³ a follar la cara de Alfredo a ritmo constante, empujando su polla en la boca hasta que sus bolas golpearon la barbilla cuadrada del rubio.


   GastĆ³n estaba chupando ruidosamente el miembro de Alfredo con Ignacio empujando su cabeza de un lado a otro, dictando el ritmo de la mamada.


   De repente, tirĆ³ de la cabeza de GastĆ³n hacia atrĆ”s. La polla de Alfredo se escapĆ³ de su boca, dejando a GastĆ³n mirando el pedazo de carne mojado.


   —Es turno de Erick —sonriĆ³ Ignacio.


   Erick se lamiĆ³ los labios. AbriĆ³ mucho la boca e Ignacio lo empujĆ³ salvajemente sobre la polla de Alfredo, enterrandola completa dentro de su boca.


   Al mismo tiempo, Alfredo estaba tratando de escupir al feroz miembro de Jean, pero Ć©ste sostuvo su cabeza en sus manos y tirĆ³ de la cabeza de Alfredo hacia Ć©l, empujando su gruesa y gorda verga hasta el fondo de su garganta.


   En el otro extremo de la habitaciĆ³n, Pablo estaba en el suelo, gimiendo de dolor y agarrando sus gĆ³nadas.


   Horacio estaba de pie junto a Ć©l. MirĆ³ a sus amigos y se riĆ³ al verlo. Dentro de su pantalĆ³n, su pene  se crispĆ³ y comenzĆ³ a levantarse.


   Pablo decidiĆ³ aprovechar la oportunidad. JuntĆ³ las manos y apretĆ³ los puƱos. Su cara estaba roja y lĆ”grimas corrĆ­an por su mejilla. InhalĆ³ lentamente. Luego empujĆ³ sus puƱos a la entrepierna de Horacio desde abajo.


   Los nudillos de Pablo golpearon las toronjas de Horacio y desinflaron el bulto en su pantalĆ³n.


   Horacio dejĆ³ escapar un grito sorprendido que fue seguido por un gemido gimoteante. MirĆ³ a Pablo, quien sonriĆ³ en medio de su dolor.


   En rĆ”pida sucesiĆ³n, Pablo apuntĆ³ una serie de golpes a las bolas de Horacio, aturdiendo a su primo musculoso y haciendo que sus ojos se abultaran y sus labios temblaran. Ignacio y Jean estaban completamente ajenos a su terrible experiencia.


   Con un golpe final y cruel, los ojos de Horacio se volvieron hacia su cabeza y se desplomĆ³ en el suelo.


   Pablo gimiĆ³ y se frotĆ³ la entrepierna.


   Luego mirĆ³ a sus amigos.


   Forzados por Ignacio, GastĆ³n y Erick se turnaban para chupar la polla de Alfredo, mientras que el guapo rubio tenĆ­a la enorme polla de Jean en la boca.


   Jean ChacĆ³n estaba cerca del orgasmo. Estaba respirando con dificultad, follando la cara de Alfredo, con la cabeza echada hacia atrĆ”s y los ojos cerrados. —SĆ­ —gimiĆ³.


   Pablo se mordiĆ³ los labios. Luego, lenta y silenciosamente, se arrastrĆ³ hacia el quinteto.


   Los gemidos de Jean se estaban volviendo mĆ”s fuertes.


   Pablo quedĆ³ detrĆ”s de Ć©l.


   —SĆ­ —susurrĆ³ Jean—. Traga mi leche, glotĆ³n.


   Pablo cerrĆ³ el puƱo.


   De repente, Alfredo dejĆ³ escapar un grito ahogado de protesta cuando las huevas de Jean se apretaron y su boca se llenĆ³ con su crema salada y caliente.


   Jean gimiĆ³ de placer cuando su polla se descargĆ³ dentro de la boca del pobre Alfredo.


   Sin previo aviso, el puƱo de Pablo se estrellĆ³ contra los testĆ­culos de Jean.


   Jean gritĆ³ con toda la fuerza de su ser. TropezĆ³ hacia atrĆ”s y su palpitante miembro saliĆ³ de la boca de Alfredo. Continuaba disparando chorros y chorros de semen caliente y cremoso cubriendo la cara de Alfredo.


   Ambos gritaban mientras Ignacio, Erick y GastĆ³n los miraban.


   Pablo golpeĆ³ de nuevo las bolas de Jean con un gancho que hizo rebotar sus aguacates.


   Jean chillĆ³ con voz aguda.


   TropezĆ³ hacia atrĆ”s con Pablo, cayendo al suelo mientras su pene disparaba su semen y rociaba el piso como una manguera contra incendios.


   La boca de Ignacio estaba abierta.


   GastĆ³n y Erick decidieron tomar el asunto en sus propias manos. Se dieron la vuelta y empujaron a Ignacio al suelo.


   GastĆ³n se sentĆ³ en la cara de Ignacio, con las rodillas apoyadas sobre sus brazos, manteniendo las piernas separadas para que Erick causara un buen gope en la ingle.


   Ignacio gimiĆ³ cuando su nariz quedĆ³ enterrada con la grieta del culo de GastĆ³n.


   Erick no perdiĆ³ el tiempo. LevantĆ³ la pierna y pisoteĆ³ la entrepierna de Ignacio con el pie descalzo. Su talĆ³n se clavĆ³ en la ingle expuesta de Ignacio, crujiendo sus huevos en su pelvis y haciendo que el sexy chico dejara escapar un grito ahogado. Una y otra vez, Erick pisoteĆ³ las canicas de Ignacio, apretando sus bolas dentro de su pantalĆ³n con la punta del pie.


   Mientras tanto, Alfredo decidiĆ³ vengarse de Jean. Se abalanzĆ³ sobre Ć©l, agarrĆ³ la polla cubierta de esperma de Jean con su mano derecha y sus grandes y resbaladizas bolas con la izquierda. Estaba arrodillado al lado de Jean, con sus jeans a la mitad de sus muslos, su culo estaba desnudo en plena exhibiciĆ³n.


   —¡EstĆŗpido cabrĆ³n! —gritĆ³ Alfredo torciendo la polla de Jean y sus bolas.


   Jean gritĆ³ cuando sus cocos recientemente escurridos fueron aplastados.


   Alfredo le retorciĆ³ y apretĆ³ las bolas mientras estiraba su gran y linda polla.


   —¡Hijo de puta! —gritĆ³ Alfredo.


   Jean tratĆ³ de defenderse, pero Alfredo clavĆ³ las uƱas en sus carnosos testĆ­culos, logrando que gritara con voz soprano.


   Jean apretĆ³ el puƱo y lo estrellĆ³ contra la entrepierna de Alfredo.


   El guapo rubio gritĆ³ de dolor, pero logrĆ³ mantenerse enfocado en la virilidad de Jean. TorciĆ³ sus Ʊemas 180 grados, haciendo que los ojos de Jean se llenaran de lĆ”grimas.


   —¡Hijo de puta! —se lamentĆ³ Alfredo.


   Jean tosiĆ³.


   —Ha tenido suficiente —dijo Pablo suavemente. Puso su mano sobre el hombro de Alfredo.


   Alfredo se dio la vuelta y mirĆ³ a Pablo de manera asesina.


   SoltĆ³ la polla de Jean, permitiendo que el semental rubio se dejara caer de rodillas agarrando sus pelotas y despuĆ©s se acurrucara en posiciĆ³n fetal, sollozando de dolor.


   —¡TĆŗ! —susurrĆ³ Alfredo.


   Pablo tragĆ³ saliva.


   Con un aullido, Alfredo se abalanzĆ³ sobre Pablo, que tropezĆ³ hacia atrĆ”s, aterrizando sobre su trasero desnudo.


   Alfredo aterrizĆ³ encima de Ć©l, su rodilla golpeĆ³ las bolas de Pablo en su pelvis.


   Pablo gimiĆ³ de dolor.


   —¡Estoy harto y cansado de ti y de tus recuerdos! —gritĆ³ Alfredo mientras empujaba su rodilla contra la entrepierna de Pablo una vez mĆ”s.


   La polla desnuda de Alfredo saltaba arriba y abajo.


   Pablo gimiĆ³. —Pero no tengo la cul...


   —¡QuĆ©date con tu estĆŗpido esposo y ya no me busques mĆ”s! —Alfredo lo interrumpiĆ³.


   Pablo buscĆ³ entre las piernas de Alfredo y agarrĆ³ sus testĆ­culos colgantes, apretando con fuerza.


   Alfredo gritĆ³ de dolor.


   —¡Tenemos que detener esto!— gimiĆ³ Pablo, apretando los testĆ­culos de Alfredo entre sus dedos—. En ningĆŗn momento he sido yo quien te hizo venir aquĆ­, ridĆ­culo.


   GastĆ³n y Erick giraron la cabeza.

   Alfredo estaba gritando desde lo mĆ”s alto de su voz.


   GastĆ³n se apartĆ³ del rostro de Ignacio.


   Ignacio se acurrucĆ³, agarrando sus bolas y gimiendo de dolor.


   Pablo miraba a Alfredo a los ojos mientras apretaba sus bolas.


   De repente, la polla de Alfredo estallĆ³ en una espesa corriente de lava blanca que cubriĆ³ sus abdominales y el vientre de Pablo.


   Los ojos de Alfredo estaban muy abiertos por el dolor y la confusiĆ³n cuando su miembro escupiĆ³ una gruesa carga de semen en el cuerpo de su ex.


   Pablo soltĆ³ las pelotas de Alfredo y sonriĆ³ tĆ­midamente, acariciando sus propias bolas desnudas. —Supongo que todavĆ­a te gusto...


   Alfredo se echĆ³ hacia atrĆ”s, su pene exudaba las Ćŗltimas gotas de su nutritivo jugo.


   Pablo sumergiĆ³ su dedo en el charco de esperma en su vientre y se lo llevĆ³ a la boca. Le guiĆ±Ć³ un ojo a Alfredo y sonriĆ³, chupĆ”ndose el dedo. TodavĆ­a tenĆ­a ese sabor a manzana.


   Alfredo lo mirĆ³ fijamente.


   GastĆ³n y Erick se rieron entre dientes.


   Alfredo se levantĆ³ lentamente. SacudiĆ³ la cabeza, levantando sus jeans y abrochĆ”ndose la mosca.


   —Vengan aquĆ­ —dijo Alfredo con calma a Erick, GastĆ³n y Pablo que lo miraban.


   Los tres muchachos se pararon frente a Ć©l, completamente desnudos.


   Luego, sin previo aviso, Alfredo pateĆ³ las gĆ³nadas desnudas de Pablo.


   Los ojos de Pablo se abrieron.


   Actuando rĆ”pidamente, Alfredo se volviĆ³ hacia GastĆ³n y pateĆ³ con fuerza sus bolas llenas de esperma.


   GastĆ³n dejĆ³ escapar un grito de sorpresa.


   Los ojos de Alfredo brillaron de rabia cuando lanzĆ³ una patada final a las hermosas y grandes bolas de Erick, chocĆ”ndolas en su pelvis.


   El desgreƱado hombre parpadeĆ³.


   Los tres gimieron al unĆ­sono y se arrodillaron.


   Alfredo girĆ³ sobre sus talones y saliĆ³ de la habitaciĆ³n sin decir mĆ”s nada.


   Farid levantĆ³ las cejas.


   La sala se llenĆ³ de gemidos agonizantes de seis hombres con dolor.


   Farid se echĆ³ a reĆ­r.


   —HablarĆ© con Ć©l y le ofrecerĆ© una disculpa —dijo Bastian encogiĆ©ndose de hombros.


   Farid sonriĆ³ abiertamente. —Tiene que trabajar sus modales ese tipejo no es nada parecido a David Aceituno.

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