CONTIENE BALLBUSTING M/M Y F/M.
MOUSSA NDIDI es un jugador de futbol de origen nigeriano, el joven a los 19 aƱos debutĆ³ en el segundo equipo del Chelsea de Inglaterra, era su sueƱo, pensaba en poco tiempo debutar en primera divisiĆ³n de la Premier league…
…Pero por algunos problemas menores de salud, el equipo decidiĆ³ venderlo al Betis de EspaƱa, Moussa aceptĆ³ su destino y entrĆ³ a la liga espaƱola…El futbolista nigeriano dio lo mejor de sĆ y destacĆ³ pronto...completĆ³ una temporada con muchos Ć©xitos.
El entrenador del Manchester City, Pep Wardiola, (Primo del famoso entrenador del Barcelona FC) observo a Moussa y pidiĆ³ su contrataciĆ³n, era el volante de marca que necesitaba.
Moussa supo del interĆ©s y su sueƱo una vez mĆ”s estaba vivo, estarĆa en la Premier League y en el Manchester City, el mejor equipo de los Ćŗltimos aƱos, estaba muy feliz.
Pero de inmediato uno de sus colaboradores le advirtiĆ³ a Wardiola de los problemas de salud que Ndidi habĆa tenido la temporada pasada; Actualmente Moussa se encontraba en perfectas condiciones, pero era entonces una contrataciĆ³n riesgosa, pues temĆan que el jugador nigeriano pudiera volver a padecer de aquellos quebrantos de salud.
Se decidiĆ³ entonces realizarle los exĆ”menes mĆ©dicos con el mĆ”ximo de detalle, no podrĆa haber duda alguna sobre la salud del jugador, si superaba la evaluaciĆ³n serĆa contratado. Un equipo mĆ©dico viajĆ³ a EspaƱa a realizarle los exĆ”menes en la propia sede del Betis.
El Ćŗnico problema para Moussa era Fernanda, su novia espaƱola desde hace 8 meses, el jugador se ennoviĆ³ con ella apenas pisĆ³ tierras ibĆ©ricas, estaba muy interesado en la mujer. El lĆo se dio porque Fernanda quiso acompaƱarlo a los exĆ”menes, pero el jugador se negĆ³ rotundamente, la chica se incomodĆ³ por haber sido hecha a un lado…
…Y todo estallĆ³ entonces! Fernanda dejĆ³ claro que todo el tiempo Ndidi anteponĆa el futbol a su relaciĆ³n sentimental, ella tambiĆ©n era parte de su vida y planteĆ³ un ultimĆ”tum, o la incluĆa mĆ”s en la toma de decisiones o se terminaba la relaciĆ³n.
Moussa estaba en un verdadero lĆo y cometiĆ³ el error de colgarle a Fernanda, ahora sĆ³lo le importaban los exĆ”menes mĆ©dicos, despuĆ©s se disculparĆa con ella.
Aquel dĆa el jugador llegĆ³ entusiasmado a la maratĆ³nica jornada de exĆ”menes, Moussa narrĆ³ todo lo que le practicaron:
Inicialmente me trasladaron a un laboratorio. AhĆ me realizaron diferentes exĆ”menes: hemograma, glicemia, colesterol, parcial de orina, coprolĆ³gico y estudios serolĆ³gicos.
Luego fui trasladado a otro centro mĆ©dico, donde me realizaron un ecocardiograma. Buscaban saber cĆ³mo estaba trabajando el corazĆ³n elĆ©ctricamente en base a los cambios que se registran al hacer deporte.
Esa era una de las pruebas que mĆ”s me preocupaba porque implicaba al corazĆ³n. El doctor que me atendiĆ³, me revisĆ³ detalladamente el Ć³rgano mĆ”s importante de todo el cuerpo.
Pasamos luego a una prueba de esfuerzo cardiaco. En este examen el objetivo es medir el flujo sanguĆneo hacia el corazĆ³n y encontrar, si es que hay, las Ć”reas con los daƱos. Me conectaron unos aparatos al pecho y comencĆ© a trotar sobre una mĆ”quina que medĆa cada una de mis pulsaciones.
El siguiente paso era una resonancia magnĆ©tica. Para eso fui trasladado por unas horas a un centro mĆ©dico mĆ”s especializado, donde me acostaron en una mĆ”quina para revisar todas mis articulaciones, tejidos blandos, cartĆlagos, ligamentos, ademĆ”s del cerebro, el otro Ć³rgano mĆ”s importante del cuerpo.
Los exĆ”menes concluyeron con revisiones de audiciĆ³n, vista y salud oral.
Finalmente lo mĆ”s importante pues era la revisiĆ³n con el mĆ©dico en jefe del Manchester City, el Dr. Wilson… Se suponĆa que Ć©l analizarĆa todos los resultados al tiempo que evaluarĆa lo bĆ”sico: MediciĆ³n de presiĆ³n, peso, estatura, pero a continuaciĆ³n sucederĆan cosas fuera de mi imaginaciĆ³n.
El doctor Wilson ordenĆ³ a Ndidi que se quitara la ropa, el galeno se calzĆ³ los guantes y se dispuso a examinarle. Dos enfermeras bastante atractivas estaban atentas al examen del profesional.
Moussa no se cohibiĆ³ por la presencia de las mujeres, era un hombre bien dotado y orgulloso de su virilidad, su novia Fernanda estaba feliz de tenerle como pareja por la tremenda polla que probaba en la cama…RecordĆ³ a su novia y su enojo para con Ć©l, pero ahora debĆa concentrarse en los exĆ”menes.
El mĆ©dico bajĆ³ el calzoncillo de Ndidi y su polla vio la luz.
—EstĆ” bien armado no?—BromeĆ³ el galeno ante la polla de 15 centĆmetros en reposo del negro, las enfermeras se colorearon y sonrieron…MĆ”s cuando el doctor comenzĆ³ a manipular el falo del nigeriano, al parecer para palpar toda su dimensiĆ³n.
El doctor palpĆ³ el escroto de Moussa, era largo, muy delgado y las pelotas del negro se movĆan fĆ”cilmente dentro de las bolsas, el galeno afirmaba con la cabeza, cĆ³mo aprobando lo que palpaba; De repente los dedos del examinador comenzaron a apretar un testĆculo cĆ³mo si fueran una pinza.
—QuĆ© hace Doc?—Se apresurĆ³ a reclamar el futbolista.
—Mantenga las manos atrĆ”s, colabore con el examen—Ahora la seriedad del Dr Wilson era absoluta. Las enfermeras miraban contentas lo que sucedĆa y murmuraban entre ellas.
La molestia aumentaba con la presiĆ³n y el nigeriano se movĆa, trataba de llevar las manos a su ingle, a lo que el doctor se las alejĆ³.
—Manos atrĆ”s, colabore!—El doctor se mostrĆ³ algo enojado—…O puede olvidarse de pertenecer al Manchester City.
La amenaza obligo a Moussa a no volver a traer sus manos para protegerse.
Ahora el mĆ©dico pinzĆ³ cada hueva con ambas manos, entre el Ćndice y el pulgar ponĆan a prueba la resistencia de los testĆculos del negro.
—AAAgghhh!!!—Moussa apretaba los dientes tratando de aguantar el dolor de pelotas, el doctor veĆa su reacciĆ³n y apretaba mĆ”s fuerte, el negro mirĆ³ al techo desahogando su padecimiento con quejidos lastimeros, las enfermeras se reĆan de ver al africano sufrir como nadie.
—Yyoouu!!!—ExhalĆ³ Moussa cuando por fin el doctor liberĆ³ sus pelotas.
El nigeriano enseguida se sobĆ³ los testĆculos, mientras el doctor se incorporaba y le daba la espalda. Al ver a las enfermeras, una leve sonrisa asomĆ³ en sus labios, a lo que las mujeres respondieron con risillas.
—Doc y para que fue eso?—Moussa casi daba brincos para aliviar el tormento de sus huevos, sentĆa ademĆ”s que perdĆa fuerza en las piernas.
El mĆ©dico le volviĆ³ a dar el frente, mientras se retiraba los guantes.
—Para quĆ©?...No queremos un jugador que se desmaye en plena cancha por recibir un simple balonazo en los testĆculos…SerĆa una vergĆ¼enza para el club y alarmarĆa a los aficionados de pasar algo asĆ, el marketing es importante en estos tiempo, y todo escenario posible se debe valorar.
Ahora era el turno de las enfermeras quien por orden del Dr. Wilson debĆan inspeccionar mĆ”s al moreno, Ć©ste debiĆ³ contenerse para que su promiscuo falo no se elevara.
—Suba a la camilla de rodillas—La mujer le ordenĆ³ y el desnudo negro cumpliĆ³.
Acomodado en cuatro Moussa debiĆ³ elevar una pierna, la dama le tanteaba las nalgas, el muslo y pronto le tocĆ³ la zona del perineo.
La enfermera estaba tentada a tocarle el escroto por detrĆ”s, finalmente lo hizo cuando pasaba un dedo por su perineo hasta llegar a sus bolas, parecĆa una maniobra mĆ©dica pero sĆ³lo era perversiĆ³n.
—Ahora realice flexiones (lagartijas o planchas), no pare hasta que se le ordene—OrdenĆ³ la otra mujer.
El atlĆ©tico varĆ³n comenzĆ³ a realizar el ejercicio sobre la camilla, sus mĆŗsculos se tensionaban, mientras con disimulo las damas se saboreaba viendo las duras nalgas del nigeriano contraerse con las flexionas, una mirĆ³ un poco abajo, detallando los movimientos del pene del macho, y como el escroto del dotado negro subĆa y bajaba.
Una de las enfermeras no se contuvo mĆ”s y le agarrĆ³ el escroto a Moussa.
El hombre se vio sorprendido y suspendiĆ³ el ejercicio, quedando en posiciĆ³n de 4.
—ContinuĆ©—OrdenĆ³ la otra enfermera.
—Pero…—Quiso reclamar el africano al no ser posible moverse si le tenĆan agarrado del escroto.
—No puedo.
—QuĆ© continĆŗe! —OrdenĆ³ la otra enfermera pero Moussa no se movĆa.
—Querida, ensƩƱale a este negro a obedecer—Dijo con morbo la mujer, su colega afirmo y apretĆ³ de inmediato el escroto del jugador
—Pero quĆ©?!!
Ndidi mostrĆ³ una expresiĆ³n de dolor y tratĆ³ de alguna forma liberar su escroto, las manos de la enfermera rechazaron fĆ”cilmente los intentos del macho por llegar a sus bolas.
—No querido, ahora yo tengo el control de tus huevos.
Una nueva indicaciĆ³n de la otra enfermera y la mujer apoderada del escroto usĆ³ toda su fuerza!
Con violencia la mujer tiro del escroto de Moussa y le dio un giro brutal!
—AAAHHHHH!!!!!!!!!!!—GritĆ³ el negro ante el salvaje movimiento a su escroto, el cual quedĆ³ hacia arriba, con el semirerecto falo mirando para abajo
La otra se saboreaba queriendo ser ella quien lastimara los cojones del negro.
—Este negro si que tiene las pelotas grandesssss—La enfermera apretĆ³ los dientes y usĆ³ mĆ”s fuerza, tirĆ³ del escroto del nigeriano casi queriendo arrancarle los testĆculos.
—AAAAiiiiiiii!!!!!!!! —Moussa chillaba como un animal.
—Dale mĆ”s duro, quiero que me entregues las bolas de ese negro en mi palma—Se regodeĆ³ la otra enfermera…Pero su amiga no podĆa hacer mĆ”s fuerza, era su lĆmite.
Moussa no soportĆ³ mĆ”s y se desmayĆ³, el inerte nigeriano yacĆa boca abajo sobre la camilla. Mientras la enfermera que le castigĆ³ ahora se inclinaba y le tanteaba las bolas, la otra revisĆ³ su rostro, metiĆ©ndole las manos en la boca, incluso revisando su dentadura, casi como inspeccionando a un caballo en el hipĆ³dromo.
Ante los gritos de Moussa el doctor Wilson retornaba.
—Doc, el rico negro se desmayĆ³—Era sarcĆ”stica la mujer, toda Ć©sta parte del examen sĆ³lo era para disfrutar del cuerpo del dotado africano.
—SeƱoritas se han pasado, retĆrense mientras le reanimo y ahora disfruto yo de volver a tocar las bolas de este negrazo—Wilson claramente era gay.
—QuĆ© lĆ”stima, yo tambiĆ©n querĆa hacerlo gritar—ExpresĆ³ la enfermera que no pudo castigarle.
Wilson le colocĆ³ boca arriba y se las comenzĆ³ a palpar, comprobĆ³ que estaban normales, el castigo de las enfermeras no le afectĆ³, aquello ya lo esperaba, el nigeriano sin duda era un negro viril y resistente allĆ” abajo.
El doctor realmente degusta el tocƔrselas, incluso le da un beso en el escroto y de paso a la punta del largo falo.
—Papi, lo que me gustarĆa hacer contigo.
El nigeriano daba seƱales de reaccionar, Wilson de colocĆ³ los guantes y comenzĆ³ a actuar.
—Dios que pasĆ³? —Moussa no recordaba lo sucedido, enseguida notĆ³ el dolor en sus bolas y vio que el doctor se las tocaba.
Wilson palpaba el escroto de Moussa de forma profesional.
La memoria volviĆ³ al jugador y se tomĆ³ los huevos de inmediato, le ardĆan mucho.
—Esas enfermeras…Ellas, ellas me apretaron los huevos!
—Ya estoy enterado, seƱor Ndidi, y las he reprendido, pero en gran parte es su culpa.
—Que? Como que mi culpa?
—DĆ©jeme aclararle, me temo que usted es un hombre demasiado atractivo, y a pesar de ser profesionales ellas se rindieron a la tentaciĆ³n de tocarlo, seƱor. Seguramente usted sabe que atrae a las mujeres.
Moussa afirmaba, siempre habĆa enamorado a las mujeres con facilidad, sobre todo a las de piel blanca…Fascinadas por su fĆsico y dotados genitales.
—Pero porque me lastimaron?, en vez que querer chupĆ”rmela.
—Las volviĆ³ locas temporalmente…y Supongo que esa locura les sacĆ³ su lado perverso y sĆ”dico, crĆ©ame cuando le digo que ellas son muy calmadas, tienen maridos y son reservadas en sus emociones, las conozco y hemos trabajado por bastante tiempo…Usted simplemente las volviĆ³ locas…Seguro fue su olor, un fuerte olor masculino.
El jugador no terminaba de entender pero le pareciĆ³ coherente lo expuesto por el doctor…AdemĆ”s Fernanda y otras mujeres, le habĆan hecho notar el fuerte y rico olor que el desprendĆa. Eran cosas del olfato de las mujeres, ella percibĆan lo muy viril que era un varĆ³n.
La rebuscada excusa el doctor para esconder los pecados de sus enfermeras, estaba por dar resultado.
—Eso sĆ seƱor Ndidi, le voy a suplicar que no cuente lo sucedido, no daƱe las carreras de mis enfermeras, que son tan buenas mujeres—Wilson seguĆa su libreto para que todos salieran indemnes por todo.
Moussa estaba dudoso, pero Wilson aƱadiĆ³:
—Le confirmo que pasĆ³ los exĆ”menes, pero si guarda el secreto eliminarĆ© de mi informe la pequeƱa y antigua lesiĆ³n en su muslo, si calla, esa lesiĆ³n no existe, ni ha existido…Es algo sin importancia pero si los directivos se enteran podrĆan dudar de alguna forma en contratarle, ellos son muy prevenidos con su dinero.
Moussa no querĆa eso.
—Entonces? Guarda el secreto y jamĆ”s sabrĆ”n que tuvo aquella lesiĆ³n.
El negro aceptĆ³ sin duda, ademĆ”s era coherente, no quedaba bien que se supiera que unas enfermeras —Enloquecidas por su masculinidad— le apretaron las bolas hasta desmayarle, y todo durante un examen mĆ©dico… Por dĆ³nde lo veĆa serĆa incĆ³modo.
—De acuerdo Doc! Nada pasĆ³.
Wilson terminĆ³ la palpaciĆ³n, y le ofreciĆ³ unas pastillas analgĆ©sicas.
—Bueno, ahora pĆ³ngase los interiores, ya puede irse.
Moussa tardĆ³ en poder levantarse y guardar sus bolas y polla en sus ropas…Vaya que le dolĆan las pelotas.
Wilson saliĆ³ de la habitaciĆ³n sonriente. Analizaba:
—Negro, como te deseo, pero serĆ” allĆ” en Inglaterra que intente probar esa rica polla, no serĆ” difĆcil engaƱarte con algo porque sĆ que eres tonto en verdad! creerte todo ese cuento de mis enfermeras, vaya ingenuo!
Por otra parte Fernanda arribĆ³ a la sede del club, se convenciĆ³ que dar un ultimĆ”tum a Moussa estaba mal y querĆa hacer las paces, despuĆ©s de todo se trataba del sueƱo de su novio por triunfar en Inglaterra. AdemĆ”s pensando bien las cosas, no querĆa perder a un hombre como Moussa, esa polla que tenĆa y que ella disfrutaba,…La joven sonriĆ³ por los pecadillos que cometĆa con aquel tremendo falo.
Pero minutos despuĆ©s Fernanda estaba muy seria…
…En la entrada del club vio la salida de dos mujeres, las mismas enfermeras que asistieron al doctor en el examen a Moussa, la novia alcanzĆ³ a escuchar cuando Ć©stas conversaban y una decĆa en medio de las risas:
—Vaya polla la de ese negro!
—Y yo que querĆa agarrarle las bolas tambiĆ©n, serĆ” a la prĆ³xima.
—Jajaja, amiga, quĆ© bueno que pasĆ³ los exĆ”menes, lo veremos mĆ”s seguido entonces—ContestĆ³ la compaƱera muy sonrosada y feliz.
La escucha enfureciĆ³ a Fernanda.
Minutos despuĆ©s Fernanda se anunciaba y Moussa sabido de su arribo, salĆa a recibirla.
El moreno estaba feliz de verla, fue a su encuentro y Ć©sta le esperaba con una sonrisa, pero ocultaba su verdadera molestia, Moussa la abrazĆ³ y Fernanda levantĆ³ la rodilla de una manera brutal. La rotula de la espaƱola hizo mella en el delicado escroto del negro.
—AAAAAHHHHHHH!!!!!!—Moussa se desplomĆ³ de inmediato ante su enfurecida pareja, el castigo testicular durante los exĆ”menes le dejaron muy dĆ©bil de las gĆ³nadas, y Fernanda le dio con furia.
—Le gustĆ³ eso a tus negras bolas?, eh?...Infiel!.—Fernanda querĆa lastimarlo en verdad—…QuĆ©date con tu futbol, CRETINO!—Le gritĆ³ la mujer, mientras el futbolista se retorcĆa del dolor, y casi lloraba del dolor.
—Que hice, Fernanda? —El nigeriano daba lastima, yacĆa tirado y vencido.
—JĆ³dete!—Fernanda se alejĆ³ con el ceƱo fruncido, mientras su novio suplicaba para que lo ayudase.
La relaciĆ³n entre Fernanda y Moussa era historia.
Los resultados de los exĆ”menes dijeron que el jugador podĆa entrar al Manchester City, la transacciĆ³n se cerrĆ³ en 40 millones de euros.
Moussa lamento el fin de su noviazgo con Fernanda, pero ella era ya parte de su pasado, la Premier League le esperaba ahora. Eso sĆ, siempre tratĆ³ de mantener distancia con el insistente Doctor Wilson y sus sĆ”dicas enfermeras.
FIN.
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