Los hombres de Micaela (1/5) - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

19 may 2022

demo-image

Los hombres de Micaela (1/5)

Micaela


elizabethhurley1-26032022-0005
Micaela Valdivieso era una mujer que todavía a mÔs de sus 53 años de edad, seguía aliada con la belleza, ademÔs de ciertas cirugías que la ayudaron, aunque que en líneas generales parecía que la mÔs celosa y divina de las diosas del Olimpo había guardado en ella la eterna belleza. Tenía una larga cabellera castaña, tez bronceada, senos grandes y carnosos, curvas agraciadas que se abrían hacia una generosa cadera. Durante años estuvo casada con Álvaro Rouco, un administrador de empresas que se aprovechó de los negocios familiares de Micaela para hacerse con su dinero. Tuvieron dos hijas y un matrimonio lleno de mentiras, infidelidades y maltratos por parte del caballero. La hermosa señora consiguió reunir fuerzas y poner fin a sus muchos años junto a Álvaro. La separación fue inminente pese a las bravuconerías del señor.

 

mrjohnbadr-26032022-0002
Estando abrazada a su soltería, un hombre volvió a acercarse a ella, era HasÔn Abou-Keir, un empresario ligado a la venta de muebles y otros objetos de madera. HasÔn y ella habían tenido un romance en la adolescencia, pero por aquellos años los padres del Ôrabe se opusieron a que el joven tuviera algún tipo de romance con una mujer de occidente que no compartiese su religión y costumbres. Obligaron a HasÔn a irse al Líbano donde regresó con una mujer y dos hijos varones. A los años la esposa de HasÔn murió dejando a sus hijos adolescentes.

 

HasĆ”n siempre estuvo rondando a Micaela, tratĆ”ndola galantemente y recordando los bellos aƱos de retozo juvenil. Por esta razón cuando ella se separó de su esposo, fue la oportunidad de oro para el libanĆ©s de recuperar a la mujer a la que el pasado no lo dejó compartir su vida. 

 

Micaela por su parte no fue arisca ante los buenos tratos del todavĆ­a atractivo hombre.

 

HasƔn Abou-Keir tenƭa 55 aƱos, su tez era aceitunada como la de todos los hombres de su etnia, sus cabellos oscuros con ciertas canas y una barba que atravesaba de lado a lado su cara. Siempre vestƭa de traje lo que acentuaba su interƩs intelectual y su vivarachez para los negocios como buen moro.

 

Cierta noche compartieron una cena en un lujoso hotel de la ciudad y tocando la palma de la mano el Ôrabe susurró a la mujer que también se había tomado la modestia en solicitar una habitación en la parte del hotel de ese edificio.

 

—Solo tĆŗ tendrĆ”s la decisión, si deseas subir o no… cuĆ”l sea tu sentencia, Micaela, la celebrarĆ©.

 

Micaela se echó a reír y respondió con una respuesta afirmativa. Decidió subir y entregarse al Ôrabe. Después de todo ya eran mÔs de 20 años sin recorrer su cuerpo.

 

mrjohnbadr-26032022-0008~2
Encerrados en la habitación, los besos comenzaron a ser apasionados. HasĆ”n comenzó con besos en el cuello y en la oreja, lo que puso a Micaela muy fogosa. El Ć”rabe con los aƱos conoció muchas de las costumbres paganas de occidente que en su paĆ­s no hubiesen sido muy bien vistas, como arregostar su miembro por encima de la ropa, lo que hizo que Micaela soltara algunas palabras soez que no se permitiera una dama de su sociedad, frases como: Ā«Quiero que me la entierres lo mĆ”s pronto posible, no me hagas esperar, mĆ©telaĀ» hubieran hecho que cualquier fĆ©mina de Arabia la mirase como una impĆŗdica. Ellos tomaron una breve distancia para desnudarse sin perder la pasión del momento y siguieron restregando sus cuerpos, su delicado cuerpo femenino contra la tosca figura masculina. La vulva de Micaela contra el moreno pene de buenas proporciones de HasĆ”n, el seƱor tenĆ­a una morcilla entre las piernas. 

 

Mientras estaban abrazados le metió la polla en la vagina y ambos soltaron un grito al unísono. ”Plena satisfacción! La sensación de como su pene se abría camino en su estrecha vagina, fue delicioso. Bombeó a Micaela suavemente con movimientos de cadera bien hechos, los dos jadeaban y se miraban a los ojos. HasÔn tomó una posición mÔs erguida mientras continuaba bombeando, y su pene, de tamaño considerable, chocaba contra la pared vaginal, una y otra vez, Micaela extasiada a mÔs no poder, no se contuvo y tuvo su primer orgasmo. Gritó, gimió y se retorció de gusto. QuizÔ en el pasillo la escucharon y eso hizo que ambos se rieran, él le dio unos minutos de tregua.

 

mrjohnbadr-26032022-0009~2
HasÔn se tumbó en la cama y Micaela se montó encima de su bonito pene. Entró directo, ya con todo su coño chorreando, los líquidos le resbalaban. La mujer comenzó a cabalgarlo.

 

—Me encanta ver esas tetas rebotar. Son bastante grandes, no abarcas con la mano.

 

elizabethhurley1-26032022-0001

Micaela se sintió fogosa con el comentario y siguió cabalgando como un potro salvaje. Y él para domarla la cogió del pelo, tirando de su cabeza para atrÔs. Se escuchaba la cama, gruñir a cada embestida y el jadeo de ambos casi sin respiración. Llegaron al orgasmo a la vez, gritando y gimiendo. Se regalaron unos minutos para saborear el orgasmo en el que estaban atrapados. El Ôrabe tomó a Micaela de la cadera y con un movimiento rÔpido la puso cara abajo, totalmente estirada, de una manera un poco salvaje, le tomó las piernas y las puso entre las suyas. Así con el chocho chorreando, aunque un poco apretado por la postura, metió su polla por detrÔs. Micaela gimió sintiendo el miembro entrando y saliendo.

 

elizabethhurley1-26032022-0002
La mujer gozaba con su cuerpo estirado, sintiendo la polla bien dura, haciendo babear su coño. HasÔn le dio un par de azotes en el culo que entre gemidos, ella dejó caer algún chillido de placer y sorpresa.

 

Su novio de la juventud y ahora de la edad madura continuó bombeando fuerte. Eso desató en la mujer un nuevo nivel de orgasmo.

 

mrjohnbadr-26032022-0003
Ɖl llegaba al punto mĆ”ximo, y con el sudor goteando de su frente expulsó de su verga un torrencial rió de semen. Las cataratas de leche que Micaela tenĆ­a entre las piernas parecĆ­an de un parque natural. DespuĆ©s de ese colosal orgasmo HasĆ”n se quedó con la polla dentro de ella, tumbado encima, dĆ”ndole calor con su cuerpo y Micaela en actitud recĆ­proca. Terminaron agotados y Ć©l se acostó en la cama, a su lado, abrazĆ”ndola.

 

elizabethhurley1-26032022-0003
Siguieron dÔndose mimos durante varios minutos, quizÔs horas. Era muy tarde en la noche cuando abandonaron el hotel, ella quería volver a casa, no deseaba que llegase el amanecer y sus hijas no la descubriesen. HasÔn condujo su vehículo hasta la residencia de Micaela. Ya en el frente de la vivienda el hombre de manera galante acudió a ayudarla a bajar del vehículo. Al mismo tiempo la puerta de entrada de la casa se abría y un hombre de estatura alta y cabellos canos cruzaba el jardín, se trataba de Álvaro Rouco.

 

n__fleming-26032022-0002
En años de la juventud Álvaro prÔctico deportes, por esa razón logró desarrollar su cuerpo en grandes proporciones musculares. Consiguió trabajar para el padre de Micaela en sus empresas y enamoró a la muchacha. Con el control de las zapaterías logró hacerse de un dinero y abrió sus propios almacenes deportivos. En la actualidad lucía cabello cano, una barba cubierta de canas y amplio torso. Seguía siendo muy atractivo. Vestía de jeans y simple camiseta.

 

—¿QuĆ© horas son estas de llegar, Micaela? —preguntó abriendo la reja de entrada—. ĀæPara esto te separaste de mĆ­? ĀæPara irte como una puta con este marica?

 

—”Baja la voz porque no quiero despertar a los vecinos! —Micaela apretó los dientes con furia.

 

—MĆ”s respeto para Micaela, hombre —HasĆ”n dio un paso adelante, plantĆ”ndose muy seguro de sĆ­ mismo.

 

Micaela se sintió feliz y protegida. Sin embargó se quejó:

 

—¿QuĆ© haces en mi casa a esta hora? Ā”LĆ”rgate!

 

—Sigue siendo mi casa —dijo Ɓlvaro—, te recuerdo que tĆŗ y yo no nos hemos divorciado, Micaela. AdemĆ”s es la casa de mis hijas y estaba aquĆ­ cuidĆ”ndolas mientras tĆŗ te ibas a revolcar como puta con este afeminado.

 

—”Oye bien, huevón! Ā”Una falta de respeto mĆ”s para Micaela y te parto la cara! —seƱalaba HasĆ”n amenazador con el dedo Ć­ndice.

 

Álvaro se echó a reír. Micaela contuvo a HasÔn.

 

—Mi amor, muchas gracias por la noche que me has hecho pasar —le dijo—. Ya todo estĆ” bien. MaƱana temprano te llamo —tomó la mejilla de HasĆ”n y le dio un beso en los labios.

 

Álvaro se echó a reír.

 

n__fleming-26032022-0001~3
—”Que patĆ©tica, Micaela! —dijo—. ĀæTe estĆ”s viendo? Actuando como una quinceaƱera. ĀæA caso no te ves? Ya tu tiempo pasó, eres una vieja patĆ©tica. EstĆŗpida. Te ves ridĆ­cula actuando asĆ­. Como una puta barata y ridĆ­cula.

 

—Basta ya, huevón —gritó HasĆ”n plantando un sólido puƱetazo en el rostro de Ɓlvaro que lo hizo resbalar y sacar un hilillo de sangre de la comisura del labio.

 

Micaela retrocedió impactada, apartando a HasÔn tomÔndolo de los brazos.

 

—No, HasĆ”n. No caigas en las provocaciones de este hombre.

 

Álvaro se enfureció al levantarse, estaba envalentonado y con una mirada mÔs pesada que la del principio.

 

—”Esta no te la dejo pasar, turco de mierda!

 

Los dos hombres comenzaron a intercambiar varios puñetazos enfrascados el uno contra el otro. Micaela se llevó las manos a la boca y gritó pidiendo que se detuviesen. Vergüenza sentía de que los vecinos probablemente estuvieran tras la ventana de sus casas contemplando el show de auténtico barrio de clase baja.

 

Álvaro recibió varios impactos en la costilla y HasÔn otros en su cara. Como uno que recibió cuando Álvaro lo sujetó de su nuca y estampó la frente contra su rostro.

 

El pobre HasÔn retrocedió quejÔndose llevÔndose la mano a la nariz sintiendo la sangre, para su desafortunada suerte, dejó el compÔs de sus piernas abiertas y le brindó una oportunidad de oro a Álvaro que sonrió de pura malicia. Se preparó en su postura como en los años de entrenamiento de fútbol y enterró una rotunda patada en los vacíos testículos del Ôrabe. Faltó el grito de ”””GOOOOL!!! Como sus adornos en la selección del estado años atrÔs.

 

 

TDRQ03~2
—”””AAAauuch!!! —aulló Hasan sintiendo un profundo dolor en su ingle ante el inesperado y cruel ataque. Sus ojos se abrieron como platos y se fue al suelo sintiendo el dolor en sus vacĆ­as bolas despuĆ©s del grandioso sexo con Micaela, enseguida comenzó a retorcerse del dolor cuando cayó de costado en la acera, revolcĆ”ndose como una insignificante lombriz.

 

—¿QuĆ© pasa, turco de mierda? —Álvaro se acercó a Ć©l pateĆ”ndolo de costado—. ĀæSe te acabó lo bravucón?

 

HasÔn estaba muy dolorido. Sin ningún tipo de fuerza. Continuaba en el suelo con ambas manos acunando sus gónadas sintiendo los puntapiés del otro hombre.

 

—”Eres un canalla, Ɓlvaro! —gritó Micaela dando palmadas en la sólida espalda de su todavĆ­a marido—. Ā”LĆ”rgate de mi casa! Ā”LĆ”rgate!

 

ACPB03~2
Mientras arriba se producía un zarandeo e insultos, HasÔn continuaba en el suelo desesperado, cubriendo y sobando sus palpitantes testículos, con la vista nublada y un dolor que le palpitaba en la entrepierna y subía a su estómago. Estaba muy dolorido de las pelotas para poder acumular fuerzas y hacer frente a la situación, no en vano había vaciado toda la leche de sus bolas en el coño de Micaela, eso debió dejar sus testículos mÔs vulnerables al ataque canalla de Álvaro.

 

Por suerte Micaela logró empujar al marido que entre risas burlonas indicó que era su momento de irse.

 

n__fleming-26032022-0002~2
—TĆŗ siempre serĆ”s mĆ­a, Micaela. Nunca te darĆ© el divorcio.

 

Abrió la reja de la casa y se dirigió a la cochera donde en la oscuridad de la noche estaba su vehículo.

 

Micaela se inclinó y ayudó a HasÔn, le preguntó si estaba bien.

 

mrjohnbadr-26032022-0010~2
El dolorido semental se sentó en plena calle todavía con el dolor de bolas a millón, se sentía avergonzado y humillado. Miró con odio cuando el vehículo de Álvaro con él todavía burlÔndose atravesó el estacionamiento de salida.

n__fleming-26032022-0001~2
El ex esposo de Micaela bajó la ventanilla y se mofó de él.

 

—Vamos a entrar —le dijo Micaela.

 

—No —se negó HasĆ”n suavemente. Acariciaba con la yema de los dedos los ovalados órganos que le colgaban entre las piernas guardados en su pantalón.

 

mrjohnbadr-26032022-0006~2
Minutos mÔs tarde cuando el popular moro de la avenida Las Torres llegó a su casa. Lo primero que hizo al cruzar la puerta fue desabotonarse la camisa. Caminar lentamente todavía sujetÔndose las doloridas bolas, aún no lo sabía, pero a primera hora de la mañana cuando viese sus huevos, notaría el ligero color púrpura y la hinchazón. Por lo pronto en la oscuridad de la sala de estar se tumbó en su asiento para descansar y poner una mano sobre sus doloridas joyas viriles.

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages

undefined