Escrito por: FabiƔn Urbina
Ser escritor de relatos de
ballbusting no siempre es tan divertido como muchos creen. Buscar tramas
nuevas, golpes creativos, reacciones excitantes y personajes originales puede
provocar en cualquiera una tremenda crisis creativa.
Eso nos sucedió a Errante 9191,
Zatn, FerchoMX y a un servidor, FabiƔn Urbina, los escritores del exitoso blog
“Las Bolas de Pablo”. Lo que sucedió es que llegó el dĆa en que ya no tuvimos
mucho que aportar. Errante 9191, el fundador del sitio, se dio cuenta por la
escasez paulatina de lectores. Entonces convocó a una reunión para presentarnos
una novedosa propuesta: escribir una novela entre los cuatro.
Zatn y yo lo apoyamos, pero
Fercho estaba renuente. Al final, lo convencimos y comenzamos a trabajar. SerĆa
una novela sobre las aventuras de cuatro superhĆ©roes llamados “Defender Team”,
dedicados a proteger a la comunidad LGBT de malvados villanos rompebolas. Con
episodios trepidantes, escenas homoeróticas no explĆcitas y muchos golpes
bajos, la novela quedó terminada en unos meses.
Luego tocamos muchas, muchĆsimas
puertas, hasta que, por fin, un editor aficionado al ballbusting quedó
fascinado con el texto y nos dio un contrato de edición. Publicitada como “La
primera novela de ballbusting”, nuestra obra hizo que emergieran miles de
aficionados a ese fetiche para adquirirla.
No lo podĆamos creer. No sólo se
agotaron las primeras dos ediciones, sino que los lectores del blog se
multiplicaron por cien hasta convertirlo en un sitio de culto.
AsĆ fue como llegamos a este dĆa
de octubre y a esta singular convención, la WonderCon, un evento de superhéroes
con pelĆculas, disfraces, cómics, actores, dibujantes, juguetes y memorabilia.
La editorial quiso que nos presentƔramos para firmar ejemplares de la novela y
nos tomƔramos fotos con los fans.
El problema es que, ¡tuvimos que
ir vestidos con los trajes de nuestros superhĆ©roes! SĆ, los chicos del Defender
Team: Red Stud, Blue Hot, Green Hunk y White Hard. El delgado Errante se veĆa
divino con su traje rojo. El atlĆ©tico Zatn lucĆa muy varonil de azul. Yo no me
veĆa nada mal con mi traje verde. Pero si alguien lucĆa irresistible era
Fercho: su traje blanco y su complexión musculosa le daban el aire de un
superhombre potente, hipermasculino e irresistible.
Ese aspecto sexy que tenĆamos se
notó en cuanto los fans comenzaron a llegar por decenas. En pocos minutos,
¡nuestra mesa estaba repleta de chicos que deseaban autógrafos y fotos con
nosotros! Jóvenes de diferentes edades nos expresaron su admiración por nuestro
trabajo, lo que en algún momento nos hizo derramar alguna que otra lÔgrima de
satisfacción.
Y no faltaron las preguntas
singulares: “¿Practican cada golpe antes de escribirlo?”, “¿QuĆ© golpe les gusta
mĆ”s?”, “¿A quĆ© personaje de cómic quisieran deshuevar?”, “¿Han tenido sesiones
de roshambo?”. Y la pregunta mĆ”s difĆcil: “¿AceptarĆan ser deshuevados ahora
mismo por sus fans?”. Obviamente, nos negamos bajo el pretexto de que eso
retrasarĆa la firma de ejemplares.
—¡En mi vida dejarĆa que esos
chicos me deshuevaran! —dijo Zatn en una pausa.
—Yo tampoco —apoyó Errante—. Una
cosa es escribir los relatos y otra exponer las joyas propias a estos chicos
sedientos de dolor testicular.
La actividad continuó todavĆa
dos horas mĆ”s, pero gracias a una presentación de trĆ”ilers de pelĆculas,
nuestra mesa se vació de repente.
—¡Enhorabuena, chicos! —dijo la representante de la Editorial—. ¡Somos la mesa mĆ”s concurrida de la convención! Y podremos aumentar nuestros seguidores en redes sociales gracias a un amiguito que quiero presentarles.
A una seña, se acercó a la mesa
un jovencito de unos 16 aƱos, delgado, simpƔtico y con el pelo largo. Sus
lentes redondos le daban un aire serio y tĆmido.
—Hola, amigos... Soy Tito...
Encantado de conocerlos —dijo con la vista abajo.
Los cuatro nos acercamos para
saludarlo, pero Ć©l se mantuvo un poco retraĆdo.
—Nuestro amiguito quiere
pedirles algo especial —intervino la joven de la editorial—: ¿querrĆan
acompaƱarlo a su casa para conocer a su hermanito? Es un chico que no puede
caminar y que deseaba venir. Verlos a ustedes lo harĆa muy feliz.
Erranta, Fercho y yo aceptamos,
pero Zatn se mantuvo reservado. No fue sino hasta que le insistimos que aceptó.
—Bien, Tito —le dijo Errante—,
deja que nos cambiemos y estaremos contigo.
—¡No, no! —suplicó Tito—. A mi
hermanito le encantarĆa conocerlos asĆ vestidos de superhĆ©roes. ¡Se emocionarĆa
mucho!
Sin objeción, los cinco
abordamos el auto de Fercho y nos dirigimos a la zona centro de la ciudad. Al
llegar a su casa, Tito nos pidió que no hiciéramos ruido.
—¿Me ayudan a preparar la
sorpresa? Mi hermanito quiere ser parte del Defender Team, por eso le gustarĆa
probar quƩ se siente salvar a sus compaƱeros.
—Dinos quĆ© tenemos que hacer, y
dalo por hecho —le ofrecĆ.
Tito fue por una cuerda y nos
pidió que colocÔramos cuatro sillas en hilera.
—¿Podemos jugar a que ustedes
estƔn atados para que mi hermanito los rescate?
La propuesta nos pareció
divertida, asĆ que los cuatro nos sentamos en las sillas y dejamos que Tito nos
atara.
—Para ser tan joven —afirmó
Fercho—, manejas muy bien los nudos, Tito.
El chico pasó la cuerda por
encima de nuestro pecho y sobre las piernas y le dio varias vueltas hasta que
la ató de tal manera que no podĆamos levantarnos.
—Ahora llamarĆ© a mi hermanito...
—dijo Tito mientras subĆa unas escaleras.
—AquĆ es cuando el villano ataca
nuestras bolas —seƱaló Zatn con gracia.
Todos reĆmos, pero nos quedamos
serios cuando vimos que Tito bajaba la escalera vestido de negro, con el pelo
desparpajado, sin sus lentes y con un gesto hostil. Cargaba al hombro una
especie de caƱon que me hizo presentir algo malo.
—¡Hola, superidiotas! ¡No puedo
creer que fuera tan fÔcil traerlos aquà y atarlos!
Fercho, Errante y yo no
comprendĆamos, pero Zatn lo aclaró:
—Yo sospechĆ© desde que te vi
actuar como el inocente nerd. AdemĆ”s, esto ya habĆa sucedido en el relato
“Fiesta para uno”: un tipo lleva con engaƱos a su casa a un superhĆ©roe para
torturarle los huevos.
—¡Si seremos idiotas! —intervino
Fercho—. ¡Tantos relatos que hemos escrito, y caemos como babosos en la trampa
de un chamaco tonto!
Tito se acercó a Fercho y le
hundió el pie en sus enormes bolas. El pobre dio un grito ahogado y se puso a
soplar sobre su paquete, como si pudiera aliviarlo.
—¡Los traje aquĆ para vengarme
de ustedes! —explicó Tito—. Por su culpa, mi hermano mayor fue deshuevado
salvajemente. Ćl trabajaba animando fiestas infantiles como Superman. Pero unos
adolescentes idiotas que habĆan leĆdo sus relatos de superhĆ©roes lo encerraron
después de una fiesta y lo deshuevaron hasta que mi hermano terminó con las
bolas rojas e hinchadas.
—¿Y eso por quĆ© es nuestra
culpa? —interpelĆ© a Tito.
—¡Si ustedes no hubieran escrito
ese relato, esos chicos no habrĆan sabido cómo atacar a mi hermano Pedro! Por
eso, cuando llegue de su entrenamiento, se vengarĆ” de ustedes... SĆ, mi hermano
juega futbol. Sus patadas son letales para los balones. ¡ImagĆnense cómo
quedarĆ”n sus huevos cuando Ć©l los use para practicar! ¡Ja, ja, ja!
Mis amigos escritores y yo nos
miramos con preocupación. Por fin sentimos lo que experimentan nuestros
personajes cuando ven amenazada su hombrĆa.
—Oye, Tito —intervino Errante—,
entiendo que fue horrible lo que le pasó a tu hermano Pedro, pero no fue
nuestra intención incitar a nadie. Si nos desatas, podremos compensarlo de otra
maner...
—¡CĆ”llate, Errante! —gritó
Tito—. Mi hermano me agradecerĆ” toda su vida por haberle traĆdo a los
responsables de que lastimaran su hombrĆa.
Lleno de ira, Tito activó el
cañón que traĆa en las manos. Con la velocidad de un rayo, una pelota de tenis
se estampó contra las bolas de Errante. Y sin previo aviso, Tito también
disparó contra Zatn, Fercho y yo. Adoloridos, le pedimos que se detuviera, pero
su expresión de profunda satisfacción le impidió escucharnos. Al contrario,
comenzó a cargar de nuevo el cañón para otra sesión de disparos.
De pronto, se escuchó el ruido
de una motocicleta que se estacionaba en la entrada.
—¡Es mi hermano Pedro! ¡SĆĆĆ!
¡DespĆdanse de sus huevos, superidiotas!
El ruido de la puerta al abrirse
nos hizo sudar frĆo. Una voz varonil se escuchó como si rompiera el hielo del
silencio.
—Ya vine, Tito. ¿Cómo est...?
Pedro vio con sorpresa y horror
la escena de la sala: cuatro treintaƱeros vestidos como superhƩroes atados y
listos para perder la virilidad.
Ante nosotros se presentaba un
joven muy alto, guapĆsimo, esbelto, con cuerpo atlĆ©tico trabajado en arduas
horas de gimnasio. Sus shorts holgados dejaban ver unas piernas potentes y
musculosas que se encargarĆan de acabar con nuestras gónadas.
—¡Tito! ¿QuĆ© es esto? —preguntó
Pedro todo asustado.
—¡Hermano! —respondió Tito con
euforia—. ¡Son mi regalo para ti! ¿No los conoces? Son los cabrones que
escriben en el blog Las Bolas de Pablo. Gracias a ellos, esos desgraciados te
atacaron en la fiesta.
El semental Pedro se nos quedó
viendo con gesto de furia, lo que aumentó nuestra angustia.
—AsĆ que... —preguntó—, ¿ustedes
son Errante, Fercho, Zatn y FabiƔn Urbina?
TraguƩ saliva antes de
responderle afirmativamente. Entonces, Pedro gritó:
—¡SĆĆĆĆ! —gritó con suma
alegrĆa—. ¡Mis admirados escritores! ¡Por fin pude conocerlos! ¡Gracias,
hermanito!
Pedro nos desató rÔpidamente y
abrazó a cada uno con efusividad.
—¡Siento no haber podido ir a la
WonderCon! Es que tenĆa entrenamiento de futbol... ¡Pero tenerlos aquĆ es lo
mejor que me ha pasado! ¡Por favor, firmen mi ejemplar de su novela! —dijo al
entregarnos una copia de Defender Team.
Los cuatro estƔbamos pasmados.
Fue Zatn el que pudo articular palabra:
—E... ¿Entonces no nos golpearĆ”s
los huevos?
—¡Nooo! ¡Nunca lo harĆa! ¡Si
gracias a ustedes he pasado largos ratos de diversión con sus emocionantes
relatos!
Respiramos tranquilos y nos
relajamos. AsĆ pudimos firmar con calma el ejemplar.
Tito gritó:
—¡Pedro! ¿No les harĆ”s nada?
¡Ellos incitaron a esos cabrones que te deshuevaron!
—Hermanito, calma. Mis amigos
escritores no tienen la culpa. AdemĆ”s, hace unos dĆas pude darles su merecido a
esos tipos con la ayuda de dos cuates del futbol.
Tito gruñó y se subió
rƔpidamente a su recƔmara.
—Por favor —suplicó Pedro—,
perdónenlo. Sólo querĆa complacerme, pero Ć©l no es malo. Quedó muy enojado con
lo que me hicieron, asà que actuó sólo por el cariño que me tiene. Por eso les
pido que no levanten cargos contra Ć©l, ¿sĆ?
—Descuida —dijo Errante—, entendemos
la situación. Incluso, esto fue una gran aventura para nosotros, ¿no es asĆ,
amigos?
Fercho, Zatn y yo lo apoyamos.
Pedro sonrió aliviado y nos volvió a abrazar.
—¡Ustedes son geniales, como lo
imaginaba! Por eso, no dejarĆ© que se marchen sin darles un regalo —se quitó el
short holgado, una trusa y su camiseta, lo que nos permitió ver una portentosa
verga y unas pelotas viriles del tamaƱo de naranjas—. Amigos escritores, para
compensar las molestias, dejaré que cada uno juegue con mis gónadas como guste.
No habĆa terminado de hablar
cuando Fercho le habĆa soltado una ligera patada. El dolor del joven semental
nos excitó a todos, asà que Errante le sujetó las bolas y se las apretó con
fuerza, seguido de Zatn, quien le dio dos puñetazos leves. Luego llegó mi
turno. Pero en vez de golpearlo, me hinquƩ y le chupƩ las naranjas, lo que le
provocó un fuerte orgasmo que nos salpicó a todos.
De vuelta a casa en el auto de
Fercho, Ćbamos cansados, pero contentos. Fue el genial Errante quien rompió el
silencio.
—Entonces, amigos, ¿de quĆ© tratarĆ” nuestra siguiente novela?
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