Los hombres de Micaela (2/5) - Las Bolas de Pablo

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26 may 2022

Los hombres de Micaela (2/5)


HasĆ”n Abou Kheir entornĆ³ los ojos despuĆ©s de estar un tiempo inconsciente. Estaba atado de brazos un poste. Alguien lo habĆ­a despojado de su camisa y le habĆ­a dejado Ćŗnicamente el jeans. Sus pies tambiĆ©n estaban descalzos.

 

—¡SĆ”quenme de aquĆ­! —gritĆ³ con potencia en su voz.

 

IntentĆ³ recordar quĆ© le habĆ­a pasado. SalĆ­a de su local comercial de muebles y caminaba a su camioneta cuando fue abordado por tres hombres encapuchados que se apearon de un auto color negro.

 

—Sube al vehĆ­culo —le ordenĆ³ uno.

 

—Vete a la mierda —respondiĆ³ el moro. IntentĆ³ abrir lo mĆ”s pronto la puerta de su automĆ³vil, arrepintiĆ©ndose de haber dejado su arma reglamentaria en la guantera. Uno de sus posibles secuestradores lo tomĆ³ del hombro y Ć©l reaccionĆ³ dĆ”ndole un puƱetazo en el rostro. 

 

El ladrĆ³n cayĆ³ al suelo de culo. HasĆ”n daba vuelta a la llave de la puerta cuando de repente, uno de los tipos plantĆ³ desde atrĆ”s una patada fuerte y bien colocada entre sus piernas, conduciendo sus bolas contra su pelvis.

 

—¡Aaaaah! —gritĆ³ HasĆ”n lleno de sorpresa abriendo los ojos y llevĆ”ndose las manos a la entrepierna doblando sus rodillas y cayendo de costado al suelo.

 

Uno de los secuestradores lo levantĆ³ y le inmovilizĆ³ los brazos, fue empujado al vehĆ­culo negro. Ya dentro le aplicaron un paƱo contra su rostro que lo hizo dormir sin saber mĆ”s de Ć©l hasta ahora.

 

Un puƱetazo en la zona de la costilla hizo que HazĆ”n gruƱera. Alguien lo habĆ­a golpeado desde atrĆ”s. Cuando girĆ³ la cabeza, una oleada de rabia lo invadiĆ³. Ɓlvaro Rouco, estaba ahĆ­ y lo habĆ­a golpeado.

 

—¡SĆ”came de aquĆ­, maldito cobarde! —lo insultĆ³ con furia.

 

Ɓlvaro simplemente se echĆ³ a reĆ­r, siguiĆ³ caminando y se detuvo frente a HazĆ”n. El ex esposo de Micaela vestĆ­a jeans y una ajustada camiseta que dejaba a la vista la potencia muscular de sus grandes brazos.

 

—¿Por quĆ© me tienes aquĆ­, canalla? ¡SuĆ©ltame, hijo de perra! ¿QuĆ© pretendes? 

 

Ɓlvaro Rouco simplemente cerrĆ³ el puƱo y sacĆ³ el aire del cuerpo de HazĆ”n al darle un golpe en el estĆ³mago.

 

—Turco de mierda, ¿quĆ© pretendes acostĆ”ndote con mi mujer? ¡Te vas a arrepentir, turco mal nacido!

 

—Micaela no es tu mujer, cabrĆ³n. ¿Quieres pelear? ¿Por quĆ© no me sueltas y peleamos como los machos?

 

Ɓlvaro se echĆ³ a reĆ­r.

 

—Micaela sigue siendo mi mujer. No me ha firmado ningĆŗn divorcio, hijo de puta. AsĆ­ que sigue siendo mĆ­a.

 

—¡Pues no! Porque ahora estĆ” conmigo, cabrĆ³n. No te tengo miedo.

 

—¿No me tienes miedo? ¡Caramba! Pues serĆ” hora de que me empieces a temer.

 

Un momento despuĆ©s, HazĆ”n gritĆ³ a todo pulmĆ³n, justo cuando el pie de Ɓlvaro se clavĆ³ en sus delicados testĆ­culos.

 

Los huevos de HazƔn fueron aplastados entre su pelvis y la punta del zapato de su enemigo.

 

—Si quieres seguir conservando la poca hombrĆ­a que tienes, afeminado de mierda, serĆ” mejor que me jures dejar a mi mujer. ¿QuĆ© dices? Tienes para elegir. Son tus bolas o la madre de mis niƱas.

 

—Vete a la mierda, maldito enfermo —lo desafiĆ³ HazĆ”n levantando con mucho orgullo su barbilla y escupiĆ©ndolo.

 

Ɓlvaro se limpiĆ³ la mejilla, su rostro se habĆ­a transformado en autĆ©ntica furia. GolpeĆ³ varias veces a HasĆ”n en el estĆ³mago y lo rematĆ³ con una patada en las bolas, crujiĆ©ndolas en su cuerpo.

 

El hombre chillĆ³, seguido dejĆ³ escapar un sonido de arcadas. Ɓlvaro lo vio en su desdicha y se burlĆ³ de Ć©l.

 

—Eres un maldito demente —catalogĆ³ HazĆ”n cuando pudo recuperarse—, un… cobarde. ¿Por quĆ©? ¿Por quĆ© no me sueltas y te enfrentas a mĆ­ como un verdadero hombre?

 

—Esas no son las palabras que quiero oĆ­r, turco de mierda —afirmĆ³ Ɓlvaro agarrando al hombre de los hombros—. Te estoy dando a escoger. ¿Te quedas con mi esposa pero sin bolas o abandonas a mi mujer y sigues conservando ese par de pelotitas? —ante el silencio de su presa, levantĆ³ la rodilla y asestĆ³ un golpe brutal a los repletos testĆ­culos de HasĆ”n.

 

Las cejas del descendiente de Ɣrabes se levantaron y sus ojos se cruzaron mientras gemƭa de dolor, con la cara empapada de sudor. Querƭa que le soltaran las manos y retorcerse en el suelo agarrƔndose las bolas.

 

Ɓlvaro lo observĆ³ con sus oscuros ojos.

 

—¡No quiero pensar que estĆ”s decidido a renunciar a tus bolas para quedarte con mi mujer, hijo de puta! ¡Si es asĆ­, te va a ir muy mal! —con su mano se apoderĆ³ de los esfĆ©ricos Ć³rganos de HasĆ”n y retorciĆ³ sus testĆ­culos, haciendo que HasĆ”n chillara de dolor.

 

—¿Piensas renunciar a tus huevos por quedarte con mi mujer, maricĆ³n? —reclamĆ³ Ɓlvaro con los ojos brillantes de furia.

 

HasĆ”n gimiĆ³ con una mueca dolorosa.

 

Ɓlvaro soltĆ³ sus huevos, pero negĆ³ con la cabeza y le dio un rodillazo en las bolas, haciendo que HasĆ”n gritara y colapsara de dolor.

 

—Si esa es tu opciĆ³n, te juro por tu AlĆ” que te voy a castrar, maldito —blasfemĆ³ Ɓlvaro, totalmente furioso. Con su mano volviĆ³ a agarrar las bolas del Ć”rabe.

 

HasĆ”n inhalĆ³ profundamente.

 

Ɓlvaro sonriĆ³ de forma malvada. JugĆ³ con las bolas de HasĆ”n durante un par de segundos apretĆ”ndolas con la yema de sus dedos.

 

—¡TĆŗ ganas, hijo de puta, pero suĆ©ltame por AlĆ”! —rogĆ³ HasĆ”n.

 

—¿QuĆ©? —a Ɓlvaro se le iluminĆ³ la cara por la sorpresa, al instante dejĆ³ de torturar las bolas del capturado.

 

—¡Me alejarĆ© de Micaela, pero dĆ©jame los huevos!

 

Ɓlvaro se echĆ³ a reĆ­r.

 

—SabĆ­a que eras un cobarde. Ja, ja, ja. ¡Micaela es mucha mujer para alguien como tĆŗ! Turco de la chingada.

 

HasĆ”n clavĆ³ la vista al suelo, respirando con dificultad. Enseguida Ɓlvaro le desatĆ³ los brazos, el moro se fue de lleno al suelo, acariciando sus doloridas gĆ³nadas.

 

—Falta algo, cabrĆ³n —dijo Ɓlvaro—, te alejarĆ”s de mi mujer, pero hay algo mĆ”s —al instante se escuchĆ³ el sonido de la cremallera de su pantalĆ³n bajar.

 

HasĆ”n subiĆ³ la mirada entregando un vistazo lleno de odio. Frente a Ć©l estaba la gorda y erecta polla de Ɓlvaro, era blanca, llena de venas y cabezona, chorreante de lĆ­quido preseminal, su dueƱo la apuntĆ³ contra su boca.

 

Si quieres salir con vida de aquĆ­, chĆŗpame la verga, Ć”rabe de mierda.

 

—¿QuĆ© quieres enfermo? —se quejĆ³ HazĆ”n—. ¡Me voy a alejar de Micaela!

 

Furioso Ɓlvaro lo tomĆ³ de los cabellos y los halĆ³ levantando su cara.

 

—¡Que me chupes el pene si quieres irte con vida, puto!

 

HasĆ”n mirĆ³ a Ɓlvaro y abriĆ³ la boca.

 

—Si me muerdes el pene o algo parecido —amenazĆ³ Ɓlvaro—, te arrancarĆ© los huevos y la salchicha con un cuchillo de sierra afilada.

 

Ɓlvaro se burlĆ³, inhalĆ³ profundamente y golpeĆ³ con su polla la lengua de HasĆ”n.

 

La boca del vendedor de muebles se cerrĆ³ alrededor de la polla carnosa de Ɓlvaro y comenzĆ³ a chuparla.

 

La mano derecha de HasĆ”n subiĆ³ por la pierna de Ɓlvaro y agarrĆ³ sus bolas. CerrĆ³ la mano con fuerza, haciendo que Ɓlvaro inhalara con Ć­mpetu y retomara una amenaza:

 

—Si me haces daƱo, te voy a arrancar las pelotas, Ć”rabe de mierda. ¡No estoy jugando!

 

Resignado, HasĆ”n obedeciĆ³ liberando los fuertes testĆ­culos, a su suerte se vio forzado a lamer las bolas de ex deportista.

 

Por momentos Ɓlvaro lo tomaba de los cabellos y empujaba la nuca adelante y atrƔs, su barra carnosa y cabezona se deslizaba por completo en la boca de HasƔn, no le importaba sentir de vez en cuando los dientes inexpertos del Ɣrabe sobre su pene, se divertƭa humillƔndolo.

 

De repente, HasĆ”n se atragantĆ³ cuando su boca se llenĆ³ con el jugo cremoso de Ɓlvaro.

 

Los ojos de Ɓlvaro se pusieron en blanco cuando experimentĆ³ el Ć©xtasis de su orgasmo y su pene escupĆ­a galones de leche en la boca del Ć”rabe.

 

HasĆ”n tosiĆ³ y se atragantĆ³, tragando el semen salado de su enemigo.

 

Finalmente el orgasmo de Ɓlvaro cesĆ³, con un gemido se echĆ³ hacia atrĆ”s, su polla hĆŗmeda se deslizĆ³ fuera de la boca de HazĆ”n, que expulsĆ³ aire, baba y semen.

 

Mientras estaba ocupado en escupir, el Ć”rabe recibiĆ³ una patada en los testĆ­culos de parte de Ɓlvaro.

 

—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAY!

 

—¡Nunca mĆ”s volverĆ”s a follarte a mi mujer!

 

HasĆ”n agarrĆ³ sus bolas, cayĆ³ de costado, acurrucĆ”ndose.

 

Ɓlvaro volviĆ³ a burlarse. Se plantĆ³ a un lado de HasĆ”n, con su polla brotando gota tras gota de semen espeso que aterrizĆ³ en la cabeza del Ć”rabe. Cuando terminĆ³, se metiĆ³ la polla flĆ”cida en el pantalĆ³n. Se subiĆ³ la cremallera y mirĆ³ a HasĆ”n. MetiĆ³ la mano entre las piernas del Ć”rabe, abriĆ³ su cremallera y sacĆ³ su dura polla junto con sus grandes bolas para que quedaran en el suelo.

 

Ɓlvaro le guiĆ±Ć³ un ojo a HasĆ”n.

 

HasĆ”n lo mirĆ³ fijamente, confundido.

 

Ɓlvaro levantĆ³ el pie y pisoteĆ³ los testĆ­culos del Ć”rabe, aplastando los dos vulnerables huevos debajo de la suela de su zapato. AtacĆ”ndolos brutalmente.

 

HazĆ”n gritĆ³ de dolor y su pene comenzĆ³ a temblar violentamente.

 

Ɓlvaro torciĆ³ el pie y sonriĆ³, aplastando las bolas de HasĆ”n con toda la fuerza que pudo reunir.

 

HasĆ”n chillĆ³ y se retorciĆ³ cuando su polla estallĆ³ con chorros agresivos de semen que crearon un charco considerable en el suelo.

 

Ɓlvaro sonriĆ³ y levantĆ³ el pie, permitiendo que HasĆ”n se acurrucara como una pelota.

 

—Si quieres me denuncias, moro de mierda. Pero quiero que en tu declaraciĆ³n aparezca la inolvidable mamada que me diste, ¡JA, JA, JA, JA!

 

Ɓlvaro se dio la vuelta y saliĆ³ por la puerta iba a pedir que en cuestiĆ³n de minutos sus secuaces entraran a la habitaciĆ³n y se llevasen a HasĆ”n.

 

En pocas horas HasĆ”n iba a ser liberado y se irĆ­a completamente derrotado a su casa. Se sentĆ­a sucio y como un poco hombre. 


Le dolĆ­a todo el cuerpo, pero en especial las bolas, era como si hubiesen sido atropelladas por una aplanadora. 


Caminaba con las piernas abiertas mientras sus gĆ³nadas enrojecidas estaban hinchadas, asĆ­ estarĆ­an por varios dĆ­as mĆ”s. 


TendrĆ­a que por su bien alejarse de Micaela, usĆ³ su celular para bloquear todo contacto con la mujer, no iba a denunciar a Ɓlvaro, y someterse a la humillaciĆ³n de declarar que le tuvo que chupar la pija. Maldijo durante horas a Ɓlvaro.

 

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