DespuĆ©s que el azar seleccionara al candidato de los hombres comunes que se enfrentara a un Chacón siendo Walter. Era su segunda pelea y buscaba la victoria. VestĆa de jeans. Era de tez morena con una cara bonita.
Farid entregó varios recortes de papeles a los Chacón y el Ćŗnico marcado con una equis fue para el debutante Jaime quien nunca antes habĆa luchado en aquellos retos
Jaime frunció el ceƱo y miró a Walter. āĀæEstĆ”s preparado para que te castre?
Walter sonrió dĆ©bilmente. āBueno, veremos quien perderĆ” sus estĆŗpidas bolas de adorno. Grandes, gordas y feas.
Jaime puso los ojos en blanco y se rió. Cuando se percató que Walter estaba con la guardia baja le plantó una patada sólida en la entrepierna. Su zapato chocó con su pronunciado bulto, aplastÔndolo y haciendo que Walter dejara escapar un grito de sorpresa, seguido de un gemido largo y miserable.
Jaime miró a Bastian.
āĀæEso es todo? Ya ganĆ© el puntaje para mi familia.
Sus primos le aplaudieron.
Walter tosió. Se rió entre dientes, haciendo una mueca de dolor.
Jaime le lanzó una mirada despreciativa.
āTendrĆ”n que luchar uno contra otro hasta que uno de ustedes se rinda āaclaró Bastian.
Jaime puso los ojos en blanco.
āTal vez perderĆ”s āsugirió Walter, amasando sus bolas.
Jaime se echó a reĆr. āSĆ, claro ādijoā, lo dice el tipo con los huevos revueltos.
Walter sonrió tĆmidamente.
āMuy bien āJaime suspiró y se volvió hacia su oponenteā. Vamos a comenzar.
Walter se frotó la entrepierna y se llevó las manos a las caderas. āBien, cuanto tĆŗ quie...
Con toda la fuerza que pudo reunir, Jaime apoyó el pie en la entrepierna de Walter, aplastó sus vulnerables testĆculos con el empeine de su zapato y crujió sus huevos con un ruido sordo.
Los ojos de Walter se hincharon y dejó escapar un rugido agonizante. Miró a Jaime con incredulidad mientras sus manos encontraban sus bolas doloridas y las agarraban para salvar su vida.
Jaime sonrió.
āEl mĆ”s pillo de los hermanos Palacios y pierde la guardia contra Jaime ācomentó Pablo.
Walter se dobló. Sus rodillas se volvieron hacia adentro y gimió de dolor.
Jaime se ajustó la entrepierna y vio las manos de Walter cuidar sus cocos. Lo miró y se burló.
Jaime gruñó de dolor cuando aterrizó sobre su espalda. āĀ”Hijo de puta!
Walter lo ignoró, apretó el puño y lo condujo contra el bulto de Jaime, haciendo que gimiera de dolor.
Volvió a levantar el puño.
Jaime gimió ante su suerte.
Walter gritó y golpeó las inmensas bolas de Jaime con fuerza.
Jaime dejó escapar un grito agudo.
āĀ”Basta, maldito imbĆ©cil!
Los dos muchachos lucharon, pero Walter parecĆa estar ganando.
Levantó el puño de nuevo. Segundos después se encontró con las bolas de Jaime, provocando un gemido miserable del macho.
Walter parecĆa orgulloso. Se giró para mostrarse triunfante frente a sus compaƱeros.
Afortunadamente, Jaime encontró fuerza y āālevantó su rodilla hacia las costillas de Walter.
El morenazo gimió.
Jaime rodó hacia un lado y se alejó arrastrÔndose. Se acarició la ingle y miró a Walter con rabia y desprecio.
āMaldito imbĆ©cil āgruñó. Se levantó y caminó hacia Walter, que estaba de rodillas, sujetĆ”ndose el costado.
Jaime gruñó y movió el pie, apuntando a la cabeza de Walter. Su zapato se conectó con la mandĆbula y el luchador gritó de dolor. Apretó la mandĆbula y gimió.
Jaime repitió el movimiento conduciendo la pierna hacia atrÔs. Dio una patada justo entre las piernas de Walter, atrapando su bulto.
Walter gimió y se dobló.
Se levantó y tropezó hacia atrÔs.
Lo remató con otro golpe en las bolas.
Walter gimió de dolor y se desplomó en el suelo.
Jaime se arrodilló a su lado. RÔpidamente desabrochó el jeans de Walter y los bajó, dejando al descubierto sus boxers.
Walter gimió de dolor.
Jaime agarró los boxers y los arrancó, revelando los genitales desnudos de Walter. Se rió, agarrando las joyas de su oponente y apretando con fuerza.
Walter gritó.
āĀ”Esos no son huevos, son pasas! āse rió entre dientes, apretando las preciosas bolas de Walter en su mano.
Los ojos de Walter se llenaron de lƔgrimas.
Jaime giró la mano y sacó otro chillido agudo de los labios de su adversario.
Walter gimió.
Jaime retorció las huevas de Walter.
Walter gritó.
Jaime se rió mientras molĆa los testĆculos de Walter en su mano.
Walter aulló de dolor.
Jaime soltó los testĆculos, solo para lanzar su puƱo hacia abajo, aplastando las bolas, haciendo que el desafortunado hombre gritara de dolor.
Jaime se rió entre dientes y volvió a bajar el puño.
Los ojos de Walter se crisparon y se encogió, parecĆa miserable. Su mandĆbula comenzaba a hincharse y sus jeans estaban alrededor de sus tobillos. Rodó sobre su estómago, sobando su entrepierna y gimiendo de dolor.
Jaime metió la mano entre sus piernas, agarró sus gónadas y las levantó entre sus muslos.
Walter chilló.
āVoy a revolver tus huevos, āJaime colocó la planta del pie sobre los testĆculos desnudos de Walter.
El chico moreno trató de alejarse, pero Jaime presionaba, pisoteando sus bolas, moliéndolas como si estuviera apagando un cigarrillo.
Walter chillaba como un cerdo, mientras Jaime se reĆa y apretaba las bolas debajo del zapato.
Jaime sonrió y torció el pie un poco mÔs, haciendo que Walter tosiera y suplicara piedad.
āPor favor, para, por favor...
Jaime sonrió y levantó el pie, permitiéndole acurrucarse, gimiendo y sollozando.
Jaime se frotó las manos y miró a Bastian.
āHe terminado ādijo.
Bastian afirmó con la cabeza y enseguida los hombres Chacón aplaudieron entusiasmados.
Jaime se atrevió a decir:
āQuiero dedicar Ć©ste triunfo a una persona muy especial y que estĆ” aquĆ en esta sala.
Ante el asombro de algunos Bastian se sintió entusiasmado y comentó:
āHombre, no insistas. Pablo estĆ” muy bien con su esposo.
Hubo un momento incómodo en la habitación, unos se rieron y otros miraron a Pablo quien sólo tragó saliva mientras David se encogió de hombros.
Jaime hizo una sonrisa forzada y caminó hacia su tĆo Bastian.
āLo siento ādijo Ć©ste con sonrisa fingida.
Jaime gruñó y le dio una patada en la entrepierna.
Bastian lo miró fijamente. Al principio, no sintió nada, pero el dolor no tardó en estallar hacia todo su cuerpo.
āĀ”Jaime!
La voz de Bastian fue sin tono. El dolor comenzó como una ola baja y suave de nĆ”useas que salió desde sus testĆculos hasta su estómago. Sintió que sus bolas habĆan explotado y estaban luchando por dejar su cuerpo en estado lĆquido a travĆ©s de su garganta. Bastian se sintió a punto de vomitar sobre los zapatos de Jaime.
El sobrino pareció darse cuenta y dio un paso atrÔs.
Bastian se dobló, agarrĆ”ndose los testĆculos y cayendo de rodillas. Su frente tocó el suelo y dejó escapar un largo y miserable gemido. Sostuvo sus bolas con las dos manos, balanceĆ”ndose de rodillas.
David que estaba al lado de Pablo le susurró.
āBastian para ser familiar tuyo es muy dĆ©bil de bolas. Extremadamente, parece que las tiene de cristal.
Pablo afirmó con la cabeza con aquellas palabras que le causaron tanta curiosidad. Siempre le dijeron que los testĆculos de los hombres de su familia eran dĆ©biles pero a su vez resistentes.
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