Chacon vs Comun (8/13): - Las Bolas de Pablo

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8 mar 2020

Chacon vs Comun (8/13):

BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   DespuĆ©s que el azar seleccionara al candidato de los hombres comunes que se enfrentara a un ChacĆ³n siendo Walter. Era su segunda pelea y buscaba la victoria. VestĆ­a de jeans. Era de tez morena con una cara bonita.


   Farid entregĆ³ varios recortes de papeles a los ChacĆ³n y el Ćŗnico marcado con una equis fue para el debutante Jaime quien nunca antes habĆ­a luchado en aquellos retos 



   Jaime frunciĆ³ el ceƱo y mirĆ³ a Walter. —¿EstĆ”s preparado para que te castre?



   Walter sonriĆ³ dĆ©bilmente. —Bueno, veremos quien perderĆ” sus estĆŗpidas bolas de adorno. Grandes, gordas y feas.



   Jaime puso los ojos en blanco y se riĆ³. Cuando se percatĆ³ que Walter estaba con la guardia baja le plantĆ³ una patada sĆ³lida en la entrepierna. Su zapato chocĆ³ con su pronunciado bulto, aplastĆ”ndolo y haciendo que Walter dejara escapar un grito de sorpresa, seguido de un gemido largo y miserable.



   Jaime mirĆ³ a Bastian.



   —¿Eso es todo? Ya ganĆ© el puntaje para mi familia.



   Sus primos le aplaudieron.



   Walter tosiĆ³. Se riĆ³ entre dientes, haciendo una mueca de dolor.



   Jaime le lanzĆ³ una mirada despreciativa.



   —TendrĆ”n que luchar uno contra otro hasta que uno de ustedes se rinda —aclarĆ³ Bastian.



   Jaime puso los ojos en blanco.



   —Tal vez perderĆ”s —sugiriĆ³ Walter, amasando sus bolas.



   Jaime se echĆ³ a reĆ­r. —SĆ­, claro —dijo—, lo dice el tipo con los huevos revueltos.



   Walter sonriĆ³ tĆ­midamente.



   —Muy bien —Jaime suspirĆ³ y se volviĆ³ hacia su oponente—. Vamos a comenzar.



   Walter se frotĆ³ la entrepierna y se llevĆ³ las manos a las caderas. —Bien, cuanto tĆŗ quie...



   Con toda la fuerza que pudo reunir, Jaime apoyĆ³ el pie en la entrepierna de Walter, aplastĆ³ sus vulnerables testĆ­culos con el empeine de su zapato y crujiĆ³ sus huevos con un ruido sordo.



   Los ojos de Walter se hincharon y dejĆ³ escapar un rugido agonizante. MirĆ³ a Jaime con incredulidad mientras sus manos encontraban sus bolas doloridas y las agarraban para salvar su vida.



   Jaime sonriĆ³.



   —El mĆ”s pillo de los hermanos Palacios y pierde la guardia contra Jaime —comentĆ³ Pablo.



   Walter se doblĆ³. Sus rodillas se volvieron hacia adentro y gimiĆ³ de dolor.



   Jaime se ajustĆ³ la entrepierna y vio las manos de Walter cuidar sus cocos. Lo mirĆ³ y se burlĆ³.



   Aprovechando su oportunidad, Walter saltĆ³ hacia delante y derribĆ³ a Jaime al suelo.



   Jaime gruĆ±Ć³ de dolor cuando aterrizĆ³ sobre su espalda. —¡Hijo de puta!



   Walter lo ignorĆ³, apretĆ³ el puƱo y lo condujo contra el bulto de Jaime, haciendo que gimiera de dolor.



   VolviĆ³ a levantar el puƱo.



   Jaime gimiĆ³ ante su suerte.



   Walter gritĆ³ y golpeĆ³ las inmensas bolas de Jaime con fuerza.



   Jaime dejĆ³ escapar un grito agudo.



   —¡Basta, maldito imbĆ©cil!



   Los dos muchachos lucharon, pero Walter parecĆ­a estar ganando.



   LevantĆ³ el puƱo de nuevo. Segundos despuĆ©s se encontrĆ³ con las bolas de Jaime, provocando un gemido miserable del macho.



   Walter parecĆ­a orgulloso. Se girĆ³ para mostrarse triunfante frente a sus compaƱeros.



   Afortunadamente, Jaime encontrĆ³ fuerza y ​​levantĆ³ su rodilla hacia las costillas de Walter.



   El morenazo gimiĆ³.



   Jaime rodĆ³ hacia un lado y se alejĆ³ arrastrĆ”ndose. Se acariciĆ³ la ingle y mirĆ³ a Walter con rabia y desprecio.



   —Maldito imbĆ©cil —gruĆ±Ć³. Se levantĆ³ y caminĆ³ hacia Walter, que estaba de rodillas, sujetĆ”ndose el costado.



   Jaime gruĆ±Ć³ y moviĆ³ el pie, apuntando a la cabeza de Walter. Su zapato se conectĆ³ con la mandĆ­bula y el luchador gritĆ³ de dolor. ApretĆ³ la mandĆ­bula y gimiĆ³.



   Jaime repitiĆ³ el movimiento conduciendo la pierna hacia atrĆ”s. Dio una patada justo entre las piernas de Walter, atrapando su bulto.



   Walter gimiĆ³ y se doblĆ³.



   Se levantĆ³ y tropezĆ³ hacia atrĆ”s.



   Lo rematĆ³ con otro golpe en las bolas.



   Walter gimiĆ³ de dolor y se desplomĆ³ en el suelo.



   Jaime se arrodillĆ³ a su lado. RĆ”pidamente desabrochĆ³ el jeans de Walter y los bajĆ³, dejando al descubierto sus boxers.



   Walter gimiĆ³ de dolor.



   Jaime agarrĆ³ los boxers y los arrancĆ³, revelando los genitales desnudos de Walter. Se riĆ³, agarrando las joyas de su oponente y apretando con fuerza.



   Walter gritĆ³.



   —¡Esos no son huevos, son pasas! —se riĆ³ entre dientes, apretando las preciosas bolas de Walter en su mano.



   Los ojos de Walter se llenaron de lĆ”grimas.



   Jaime girĆ³ la mano y sacĆ³ otro chillido agudo de los labios de su adversario.



   Walter gimiĆ³.



   Jaime retorciĆ³ las huevas de Walter.



   Walter gritĆ³.



   Jaime se riĆ³ mientras molĆ­a los testĆ­culos de Walter en su mano.



   Walter aullĆ³ de dolor.



   Jaime soltĆ³ los testĆ­culos, solo para lanzar su puƱo hacia abajo, aplastando las bolas, haciendo que el desafortunado hombre gritara de dolor.



   Jaime se riĆ³ entre dientes y volviĆ³ a bajar el puƱo.



   Los ojos de Walter se crisparon y se encogiĆ³, parecĆ­a miserable. Su mandĆ­bula comenzaba a hincharse y sus jeans estaban alrededor de sus tobillos. RodĆ³ sobre su estĆ³mago, sobando su entrepierna y gimiendo de dolor.



   Jaime metiĆ³ la mano entre sus piernas, agarrĆ³ sus gĆ³nadas y las levantĆ³ entre sus muslos.



   Walter chillĆ³.



   —Voy a revolver tus huevos, —Jaime colocĆ³ la planta del pie sobre los testĆ­culos desnudos de Walter.



   El chico moreno tratĆ³ de alejarse, pero Jaime presionaba, pisoteando sus bolas, moliĆ©ndolas como si estuviera apagando un cigarrillo.



   Walter chillaba como un cerdo, mientras Jaime se reĆ­a y apretaba las bolas debajo del zapato.



   Jaime sonriĆ³ y torciĆ³ el pie un poco mĆ”s, haciendo que Walter tosiera y suplicara piedad.



   —Por favor, para, por favor...



   Jaime sonriĆ³ y levantĆ³ el pie, permitiĆ©ndole acurrucarse, gimiendo y sollozando.



   Jaime se frotĆ³ las manos y mirĆ³ a Bastian.



   —He terminado —dijo.


   Bastian afirmĆ³ con la cabeza y enseguida los hombres ChacĆ³n aplaudieron entusiasmados.



   Jaime se atreviĆ³ a decir:



   —Quiero dedicar Ć©ste triunfo a una persona muy especial y que estĆ” aquĆ­ en esta sala.



   Ante el asombro de algunos Bastian se sintiĆ³ entusiasmado y comentĆ³:



   —Hombre, no insistas. Pablo estĆ” muy bien con su esposo.



   Hubo un momento incĆ³modo en la habitaciĆ³n, unos se rieron y otros miraron a Pablo quien sĆ³lo tragĆ³ saliva mientras David se encogiĆ³ de hombros.



   Jaime hizo una sonrisa forzada y caminĆ³ hacia su tĆ­o Bastian.



   —Lo siento —dijo Ć©ste con sonrisa fingida.



   Jaime gruĆ±Ć³ y le dio una patada en la entrepierna.



   Bastian lo mirĆ³ fijamente. Al principio, no sintiĆ³ nada, pero el dolor no tardĆ³ en estallar hacia todo su cuerpo.



   —¡Jaime!



   La voz de Bastian fue sin tono. El dolor comenzĆ³ como una ola baja y suave de nĆ”useas que saliĆ³ desde sus testĆ­culos hasta su estĆ³mago. SintiĆ³ que sus bolas habĆ­an explotado y estaban luchando por dejar su cuerpo en estado lĆ­quido a travĆ©s de su garganta. Bastian se sintiĆ³ a punto de vomitar sobre los zapatos de Jaime.



   El sobrino pareciĆ³ darse cuenta y dio un paso atrĆ”s.



   Bastian se doblĆ³, agarrĆ”ndose los testĆ­culos y cayendo de rodillas. Su frente tocĆ³ el suelo y dejĆ³ escapar un largo y miserable gemido. Sostuvo sus bolas con las dos manos, balanceĆ”ndose de rodillas.



   David que estaba al lado de Pablo le susurrĆ³.



   —Bastian para ser familiar tuyo es muy dĆ©bil de bolas. Extremadamente, parece que las tiene de cristal.



   Pablo afirmĆ³ con la cabeza con aquellas palabras que le causaron tanta curiosidad. Siempre le dijeron que los testĆ­culos de los hombres de su familia eran dĆ©biles pero a su vez resistentes.




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