Salvemos a Verónica (4/4): segunda parte de tres - Las Bolas de Pablo

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19 mar 2020

Salvemos a Verónica (4/4): segunda parte de tres

SALVEMOS A VERONICA! Parte 4 (2 de 3).
ECRITA POR: ZATN
CONTIENE BALLBUSTING F/M, M/M Y CUNTBUSTING F/F.

4.2. PELIGRO EN EL HOSPITAL.

En la primera entrega de esta cuarta parte, Verónica cambió de planes, dado el poco tiempo disponible antes de ser encontrada por todas las autoridades, entonces  decide colocar una única bomba usando todo el explosivo ANFO.

El ser asaltada le da la idea de hallar un delincuente que le venda un detonador, es así como la demente científica llega a la guarida del –Tekas- y su escolta, un enorme moreno apodado sarcásticamente “Pulgarcito”. La científica siendo reconocida por el Tekas, como la buscada por las autoridades, debe pelear contra el dúo. A pesar de la inmensa fuerza del moreno, Verónica logra derribarle y abandona el sitio con una bomba ya armada.

Al final nos enteramos que la científica se encuentra en el mismo hospital dónde todos los involucrados en relatos previos se hallan, pero que hace ahí? Ahora lo sabremos.

Antes de la 1:45Am, Verónica llegaba al hospital, su blanco elegido! Era muy factible dado que muy pocos ataques terroristas son contra la misión médica, nunca esperarían una bomba allí; Las autoridades protegerían primero, obras civiles, sitios de gobierno o lugares comerciales y de entretenimiento, eso incluía estadios y centros comerciales.

La entrada de urgencias, (la única en servicio a esa hora), estaba muy custodiada no solo por familiares de pacientes ingresados, sino por agentes de policía, la científica se mostró extrañada… había mucha seguridad, que habrá sucedido, se preguntó.

Decidió dejar el auto a unas cuadras y caminar, su entrada es por el estacionamiento público subterráneo, la cual era vigilada por un guardia en una garita, parecía algo fácil de entrar por allí; Pero vio otra entrada… un estacionamiento privado también subterráneo, el cual ésta cerrado y requiere una clave de acceso, sin duda una entrada exclusiva para los directivos y especialistas médicos…
          
…un poco más allá observó algo que la interesó, algo enorme.

“Eso es!...la explosión será mucho mayor si uso eso”.

Un demente plan se cráneo de inmediato, pero para llegar allá debía lograr acceso a esa zona privada, desde adentro, ya que por fuera había policías patrullando el perímetro y eran varios, sin mencionar las cámaras de seguridad… solo desde dentro sería indetectable.

Una rápida distracción le permitió burlar la entrada del estacionamiento público, el anciano guardia no dejaba de leer su revista de historietas de un cóndor chileno.

Una vez dentro del hospital se dirige al estacionamiento privado, ambos estacionamientos subterráneos no se comunicaban, así que debe ir por el acceso de personal desde el edificio, pero desde adentro hay una sólida puerta codificada, se necesita una tarjeta de acceso; No era un imprevisto, así que se dirige al área hospitalaria para encontrar algún médico a quien hurtarle la tarjeta.

La científica pronto observa a una enfermera, le pide dirección aduciendo que se ha perdido, cuando la incauta se le acerca, se lleva un golpe al rostro, y un puñetazo en el plexo solar que la deja sin sentido…Verónica rápidamente la encierra en un cuarto de servicio y se coloca sus prendas…

…Ahora es una enfermera más y con libertad de movimiento en las instalaciones. Ubica una camilla y esconde en la parte inferior, bajo un monto de sábanas, un morral donde lleva la bomba ya lista… Sólo resta activarla. 

Inicialmente busca una computadora para obtener planos del lugar e información útil del personal; Cuál es su sorpresa al hallar en la lista de ingresados, a Miguel y sus amigos… 

Perfecto podré acabar con Miguel de una vez por todas, Jajaja. — Pensó.

… Así como el tío Edgar y Lilia…también están dos oficiales de policía, por las fotos en sus archivos, les reconoce como el par que golpeó en el callejón junto a la casa de Rebeca Artigas.

Ah, la bruja Artigas…no me he olvidado de ti, una vez acabe con todo esto iré a hacerte una visita. — Pensaba maquiavélicamente la científica.

“Enfermera, los pacientes que traerá la policía, ya ingresaron?, me dijeron que presentan trauma testicular y quieren mi valoración, esta noche sí que ha habido pacientes con trauma testicular”. Le preguntaba un médico especialista en Urología, con un parecido a DAVID BECKHAM, y en cuya identificación solo se leía: Mateo.

Y el apellido de este tonto?, parece que  a “alguien” se le olvidó colocarle el apellido en sus relatos del blog.

Verónica actuó perfectamente ante la pregunta, revisó en la lista de ingresos y negó la entrada reciente, aunque estaban programados dos ingresos con alta prioridad.

“Esos deben ser los que traerá la policía… hágame el favor y me avisa apenas lleguen, llámeme por el parlante, o vaya a mi consultorio en el área de citas particulares, estaré allí”.

“Pierda cuidado doctor, le avisaré”. Verónica no creía tanta suerte, un especialista médico que estaría en un área solitaria a esas horas; Tras unos segundos, fue con la camilla tras el especialista, mantenía la distancia pero no le perdía de vista… Cuando el profesional  llegase a su consultorio, no sólo le quitaría la tarjeta del estacionamiento particular, sino que se divertiría un poco con él. 

En el camino sonrió al recordar lo dicho por el Urólogo: <Esta noche sí que ha habido paciente con trauma testicular>. De seguro le tocó las pelotas a todos los varones que este día ha pateado… y dos más vienen en camino!…Ese sujeto del auto robado y Javier Suarez… sin duda el fanático Julio contó todo a la policía…

Ese traidor!— Pensó.

Apenas Mateo cerró la puerta de su consultorio, Verónica ingresaba, tras dejar la camilla afuera.

“Que ocurre enfermera?”.

“Ocurre que me vas a dar tu tarjeta de acceso del estacionamiento privado, o si no…”.

El extrañado Mateo vio las cosas como eran, cómo una amenaza, aunque no entendía bien que sucedía.

“Estás bien?, que tienes en la cabeza para venir a amenazarme…”.

“Me darás la tarjeta o te enviaré como mínimo a la urgencia odontológica, y mira que en estos tiempos reponer piezas dentales sale costoso, Jajajaja”. 

Mateo se le acercó para tomarla del brazo, planeaba sacarla y luego pondría una queja ante la jefe de enfermeras, aunque por un instante pensó que tal vez no fuera una enfermera real… sería una ladrona?, igual se arrepentiría.

“A mí no me vienes a amenazar jovencita, y entérate que te voy a hacer pagar por tu atrevimiento, porque yo soy…”. Un fugaz movimiento le dejó sin palabras.

Con velocidad la pierna de Verónica se hundía en su ingle, la patada a la ingle le hizo agarrarse los cojones y retroceder hasta apoyarse contra su escritorio, el hombre se mordió los labios conteniendo un quejido agudo.

La científica se le acercó con una sonrisa de oreja a oreja.
“Tuviste suficiente Doc?”. Todo parecía fácil, pero Verónica se sorprende de la respuesta de Mateo, un puñetazo al rostro de la falsa enfermera, quien retrocede, salvando su quijada del golpe.
“Pero qué?... Veo que eres resistente, ese golpe derribaría a la mayoría de los hombres”.
Mateo se incorpora colocándose en guardia.
“Cómo Urólogo, se todo sobre la Orquialgia (dolor de testículos), me han pateado y muy seguido, por eso aguanto el dolor”. Mateo rememoraba momentos de sus privados gustos, atender e incluso confrontar a hombres físicamente bien dotados, en un proyecto secreto y particular dedicado a los golpes bajos.
La chica se quedó analizando el rostro del tal Mateo, de repente le pareció familiar.
“Ahora te reconozco!, Eres mi padre perdido, soy tu hija!”.
“Qué diablos?!”. El rostro de Mateo palideció unos segundos.
“Solo bromeaba, ya sé de dónde te he visto, y es que he leído antes sobre eso de ser pateado allí abajo… te refieres a hombres que luchan golpeándose repetidamente los testículos, es el enfermo proyecto de un ex profesor mío, Bastián, sí, a él me refiero”.
“Donde lo leíste?”. Se interesó Mateo.
“Ah, en un web blog, un sitio con ya 9 años de existencia… Por cierto, que clase de persona se pasa 9 años escribiendo sobre una ficticia familia de varones con voluminosas gónadas y que reciben golpes en los testículos?...sin mencionar a un montón de personas que cada dos o tres días sacan tiempo para leer a este sujeto… se ha de estar muy desocupado, maduren!”.
“Cállate!”. Mateo no soportaba los comentarios despectivos e irrespetuosos hacía sus gustos secretos.
“Ah!, y no olvidemos al sujeto llamado ZATN, el también aporta con historias, en mi opinión es el más patético!... Bueno, aunque parece que va a dejar de escribir al blog, más le vale…por su bien!”.
“De quien hablas?”.
“De nadie que conozcas, seguimos en lo que estábamos?…para que te enteres te iba a patear el trasero, pero mejor uso esto…”. Verónica asomó un escalpelo de su uniforme.

“Por las buenas, sí me das la tarjeta?, o el doctor tendrá una inesperada incisión”.

“Y crees que yo estoy pintado en la pared?, como doctor estoy preparado también”.  Dijo retirando la mano de sus huevos y sacando del bolsillo un escalpelo.

“Jajajaja, que divertido eres Mateo sin apellido, entonces no perdamos el tiempo, a ver que habilidad tiene el cirujano”.

“No sé de dónde te escapaste loquita, pero te arrepentirás de venir a amenazarme, y no te preocupes, soy doctor y es mi deber defender la vida, solo te heriré para desarmarte, luego te llevaré a urgencias y ante la policía, que esta noche se encuentra ahí mismo…”. Mateo se quitó la bata para tener más libertad de movimiento.

“…Terminarás internada en el quinto piso de este hospital”. Mateo se refería a la ubicación del pabellón de Psiquiatría.

Fue Verónica quien lanzó el primer ataque, el afilado instrumento cortó parte de la manga del galeno, quien evadió un segundo “navajazo”. Mateo contraatacó con igual habilidad, Verónica retrocedió hasta quedar contra la pared… El Urólogo estaba complacido con la ventaja sobre su oponente... pero todo era una treta por parte de la científica, quien apenas tocó al pared con la espalda, contraatacó con las extremidades inferiores… un veloz y fino puntapié acertó en el escroto de Mateo.

“Oughh!”. Se quejó el varón, quien cerró los muslos, y retrocedía dando leves brincos.

“Cuida mejor tu guardia, cariño”.

Manteniendo el arma levantada y atento a su oponente, el médico se retorcía como podía, soportando el dolor, el puntazo le había acertado en un solo huevo, haciéndole sentir leves nauseas en la boca del estómago.

Con velocidad, la demente pasó a su lado, evadiendo un desesperado corte por parte de Mateo, ahora tras él, le propinó un puntapié en el tobillo, dejándole aún más inestable.

Mateo gira para no seguir dando la espalda, pero es cuando con su propio escalpelo Verónica le golpea el filoso objeto, logrando sacarle chispas y quitándoselo de la mano… Mateo está ahora desarmado.

“Quieto, quieto, o te corto cariño”. Verónica se le acercaba con mucho sigilo… el escalpelo se blandía como un puñal presto a entrar en el cuerpo del Urólogo.

Mateo estaba atónito, pero intentó algo y quiso golpearla, pero fue demasiado fácil para la científica evitarle el golpe y colocaba con sumo cuidado el escalpelo a un lado de la ingle, casi tocándole el testículo derecho. Mateo se asusta al tener ese filo a centímetros de su muy importante hueva.

“Dime cuál de los dos es más importante para un hombre?, Derecho o izquierdo?, creo que es una decisión difícil de tomar, Jajajaja”.

“Quieta, quieta…”. Ahora era el Urólogo el que pedía mesura.
“Me estaré quieta si me dices ya, donde está la tarjeta de acceso, y ni se te ocurra preguntar el para que la quiero, no me hagas enojar”.
“Está… en mi bata, con mis llaves”.
“Que obediente… dime algo, te gustaría verte sin un huevo?… Jajaja  huevo, bola, pelota, Jajaja, que jerga más divertida”.
Mateo estaba inmóvil del dolor, y el miedo, el filoso instrumento ahora estaba en contacto con su pantalón y solo éste y el interior, lo separaban de sus órganos reproductores.
“A cuántos hombres les has tenido que “cortar” los testículos en un quirófano?, Jajaja, como Urólogo a muchos… pero te gustaría ser tú mismo a quién se los extirpen?, Jajaja”.
“Por favor no me capes”. El sudoroso Mateo tuvo que suplicar por su hombría.

Y en un movimiento quirúrgico, la científica levanta el escalpelo cortando como mantequilla el pantalón y cinturón, sin tocar la piel del médico, el corte hace caer las prendas a los tobillos del Urólogo, hasta el calzoncillo termina abajo…ahora la desnudez del doctor está a la vista, no hay nada malo en las proporciones del caballero, pues tenía una considerable erección y unas lindas y firmes pelotas.

Cuando cayeron sus ropas, el hombre no solo estaba desnudo, sino sin guardia y la chica le enterró un sólido rodillazo en las pelotas, el duro golpe le revolvió el esperma en el interior de las gónadas.

“AAAHHHHH!”. Gritó Mateo ante un nuevo golpe bajo, el Urólogo se desplomó al suelo, en posición fetal. La vista se le nublo por un instante… no lograba ver a la falsa enfermera. Fue entonces cuando recibió un duro golpe en la cabeza…Verónica le había golpeado con un pesado pisapapeles con forma de pirámide, que Mateo había traído como suvenir en un viaje de turismo a Egipto.
El impacto noqueó a Mateo, Verónica soltó el objeto y se quedó mirando su pene erecto.
“Me hubiera gustado seguir pateándote los testículos, parece que disfrutas el ser golpeado allí… mira lo duro que estás… eres un pervertido… pero no puedo seguir perdiendo el tiempo, aun así te felicito cariño…”.
Verónica se inclinó y le acarició los testículos, jugó unos segundos con ellos, para finalmente acercarse y besarle el falo en proceso de relajación, el estímulo le dio nueva fuerza al pene que trató de erguirse nuevamente.
Ya con la tarjeta de acceso, Verónica toma rumbo con la camilla al área de estacionamiento, debe pasar cerca de la urgencia, y es entonces cuando se topa con el detective Armando Díaz, el policía informaba por teléfono a la Teniente Gertrudis Ferrer sobre los últimos acontecimientos, especialmente sobre el hallazgo y pronta llegada de los otros dos golpeados por la demente.
Verónica sonreía y continuaba con su camino…el detective ni se dio cuenta de la enfermera que pasó a su lado, eran las 2:10 Am.

Solo unos minutos después llegan los dos pacientes nuevos, César, el conductor del Uber (Previamente golpeado por la taxista Lorena) y Javier Suarez, el encargado actual del laboratorio, están sin sentido, bajo los efectos de un somnífero, los doctores reciben la pronta orden de la policía de despertarles con medicación; Con Julio el fanático las cosas fueron diferentes, pues llegó ya despierto al centro médico, al parecer la dosis del somnífero no hizo mucho efecto en él, al ser lo último del frasco. Por ahora tardarían un rato en recuperarse por completo y poder dar su declaración.

Es entonces cuando se da un descubrimiento clave. Con el ingreso de los pacientes, se solicita la asistencia del Urólogo, pues ya sabían por Julio que la científica les golpeo las gónadas, pero el urólogo Mateo no aparece, al enviar por él, le hallan desnudo y sin sentido en su alejado consultorio privado.

Armando Díaz se pone al frente de la investigación… Mateo no tarda en recuperar el conocimiento, sobándose los genitales, -ahora cubiertos por una sábana-, se presta a contar los hechos:

“Me atacó una falsa enfermera…estoy seguro que nunca la había visto aquí”.

“Pero porque?, Que quería?”. Armando interroga.

“De seguro robarme el auto… la maldita buscaba mi tarjeta de acceso al estacionamiento privado”.

Díaz sospecha: “Como era?... que edad aparenta?”.

“Es muy joven, una mocosa, y es bonita sin duda, aunque si le noté unas ojeras”.

El detective confirma su sospecha y le enseña una foto de Verónica al Urólogo.

“Si!, es ella!”.

“Rayos! Algo pasa aquí…pero que hace en el hospital esa atrevida?”. El detective teme lo peor ahora que la demente tiene el ANFO…planea alguna venganza?, sus amigos y novio esta en este hospital, les habrá seguido?

Decide de inmediato llamar nuevamente a su superiora, mientras da órdenes de reforzar todo el lugar e iniciar la búsqueda de la demente.

La Teniente Gertrudis Ferrer, vestía de civil e iba en su auto a considerable velocidad, estaba a 5 minutos del hospital cuando recibió la llamada, de inmediato se alarma al escuchar del nuevo ataque de Verónica. 

“QUE?, está allá?, Oh Dios mío!, cierre el edificio y llame más unidades…inicie la búsqueda de la loca esa, pero con cuidado…no puede saberse o habrá pánico en esa emergencia, le quedó claro!”.

“Si mi Teniente”. Respondía en total acuerdo Díaz, no podían evacuar un hospital solo por la sospecha de que la enmascarada estuviera allí, además primero había que comprobar que llevaba consigo los explosivos, y no había venido al sitio con otro fin, después de todo podría buscar rematar a los que atacó en el laboratorio.

Gertrudis continuó dando órdenes: “También llame al escuadrón antibombas…Ah, y recuerde que yo me encargaré de ella, esa loquita es mía!”.

La Teniente acelera el auto, no percatándose de un taxi que viene de frente, con una maniobra audaz la taxista llamada Lorena (Relato: CONDUCIENDO UN TAXI DE NOCHE), esquiva el auto particular (sin identificación policial) de la Teniente, ambos vehículos quedan ilesos pero detenidos. Lorena, solo hace unos minutos había sido asaltada y se había desquitado y recuperado sus bienes, tras patearle los testículos y otras partes del cuerpo al ladrón…

Ante el casi accidente, la taxista le grita al otro auto, de quien alcanzó a ver es conducido por una femenina:

“DEMENTE!, MUJER TENÍAS QUE SER!”. 

AUCH!, El comentario es ridículo proviniendo de una mujer, entonces su cerebro rectifica y vuelve a gritar:

“ANCIANA TENÍAS QUE SER!”.

Ferrer voltea y el oído le zumba al escuchar la palabra anciana. Pero no tiene tiempo para eso, así que reinicia el auto y retoma su camino… Desquitarse de la taxista o atrapar a la joven Arango?, que es más urgente?… quiere regresarse pero se aguanta, primero es lo de la psicópata con una bomba….es lo más urgente sin duda, pero solo por poco, en opinión de la ofendida Teniente. 

Por radio alguien intercepta la comunicación desde la frecuencia policial…es Darío el caza recompensas. Quien toma rumbo al hospital, no está muy lejos, pues algo le llevaba en aquella dirección.

El caza recompensas desvía la mirada a su teléfono móvil, dónde confirma que la señal que seguía proviene de la misma ubicación que el hospital, Allí se encuentra el detonador del Tekas, Y es que Darío es aquel anónimo que recibió del Tekas la información, y se encargaría de aprender a la fugitiva.

El Tekas había sido un importante soplón para Darío, y hoy le daba información para obtener los 10.000 dólares de recompensa, aunque esa sería para Gustavo Piñeres, quien debía pagarle 15.000 dólares por llevarle a la fugitiva.

Distraído unos segundos en ver el localizador, no se concentró en el camino, fue cuando una luz le hace ver que un auto viene de frente, Darío esquiva el auto por milímetros, ganándose un insulto de quien conducía, es un taxi, conducido nuevamente por Lorena.

“MALDITO IMBÉCIL!”. Lorena está iracunda, toparse con dos idiotas en menos de 3 minutos, es demasiada mala suerte, sin mencionar todo lo malo desde que ayer salió a conducir el taxi.

Darío retoma el control y dirección rumbo al hospital, sabe que será difícil rastrear el dispositivo allí adentro, no solo por ser una estructura de gruesos muros, sino por la excesiva interferencia electrónica de un sitio lleno de aparatos encendidos. De hecho repentinamente el aparato deja de transmitir su ubicación…sin duda la interferencia es extrema esté donde esté; Por lo que alcanzó a ver el detonador está en el nivel inferior de ese lugar.

También hay otro problema, la policía está en alerta, y con eso será más complicado, lo mejor es mantener la distancia y esperar el momento oportuno, no dejará que se le escape la cuantiosa recompensa.

Empieza el cerramiento del hospital, el movimiento repentino entre los policías del lugar genera intriga en Miguel, quien sospecha que algo sucede, sale de la urgencia en un descuido de los custodios, y escuchando tras las puertas, logra enterarse de la presencia de su novia en el edificio, pide a un agente le lleve con Díaz, haciéndole creer que tiene información valiosa sobre Verónica.

En el consultorio de Mateo…Armando Díaz había enviado agentes al estacionamiento privado con órdenes de confirmar la presencia allí de Verónica, pero sin confrontarla. Ahora recibe el reporte de que no hay nadie en el sitio y nadie ha salido del hospital por allí, según los policías afuera del edificio. El detective quiere tener acceso a las cámaras de vigilancia, pero eso tardará, además el sistema del hospital no es sofisticado. También le informan que descubrieron a una enfermera sin su uniforme y golpeada, de ella fue quien Verónica tomo ropa e identificación.

Miguel aparece en el consultorio del Urólogo, sorprendiendo al detective, él novio se ofrece a ayudar.

“Lo lamento, pero es un asunto policiaco, regresa a la urgencia y quédate ahí”. Armando sabe que el joven solo busca lo mejor para su novia, pero no puede aceptar que interfiera.

Gertrudis llega e ingresa al consultorio, enseguida es informada de los últimos detalles.

“Pero que buscará aquí?, no vino para robarse un auto, hay que suponer lo peor, que el hospital es el blanco para los explosivos que tiene”.

La falta de información les lleva a preguntar más detalles al Urólogo Mateo, el adolorido doctor menciona el asunto de los escalpelos, pero describiendo las cosas más como un ataque despiadado y defensa de su parte, que un duelo justo de dos armados… Recalca además el gran interés por el acceso a estacionamiento privado.

De pronto Gertrudis deduce que si la científica planea usar los explosivos, debería buscar el lugar más vulnerable en la edificación, tal vez los pilares del estacionamiento…pero es poco probable que el ANFO que tiene derrumbe el edificio, ni siquiera una porción.

“Buscará hacer más daño. Pero donde puede ser?”. La Teniente se mata la cabeza.

Una enfermera presente, expresa una idea: “Los tanques de oxígeno!”.

“Que hay con ellos?, un tanque de oxígeno no haría mucho daño, aunque si son muchos, podría ser…¿dónde almacenan los tanques de oxígeno?, cuántos tienen?”. Preguntó Díaz.

Mateo coincide con la enfermera y aporta: “La enfermera se refiere a los tanques primarios de almacenamiento, están en el exterior, son enormes y guardan muchos litros de oxígeno líquido, es todo el que necesita el hospital para funcionar por un buen tiempo…ellos están junto al estacionamiento privado”.

Gertrudis dudo un momento: “Pero están afuera, si pusiera los explosivos allí…Oh Dios, podría ser!”.

La enfermera confirma: “Los tanques están más allá del estacionamiento privado, saltando una reja pequeña se puede llegar a ellos, están afuera pero adyacente a la estructura del estacionamiento”.

Díaz se convenció: “Eso debe ser mi Teniente!, esa loca es muy lista, y si esos tanques almacenan muchísimo, sería perfecto para sus planes demenciales. No podría llegar a ellos por afuera, la verían, pero desde adentro, desde el estacionamiento privado puede hacer la fechoría impunemente…Además los agentes que envié no la vieron, porque estaba aún más allá, casi del lado externo”.

La pareja de oficiales se convencen y tomarán rumbo al sitio. 

Salen del consultorio, y se topan con Miguel quien se mantuvo afuera y alcanzó a escuchar algo,  les suplica les dejen ir con ellos.

“Déjenme hablar con ella por favor”.

“Y tú qué quieres?”. Pregunta Gertrudis, y Armando enseguida le informa que él se encargará.

Díaz le planta cara a Miguel recalcándole que no puede dejar que vaya con ellos.

“Pero, por favor detective, déjeme… AAAHHH!!!”. Miguel fue interrumpido con un duro rodillazo en los testículos por parte del detective, el joven enseguida se dobló a la mitad, sus adoloridos huevos no estaban para soportar más castigo gonadal, no tardó en irse al piso, tomando la posición fetal.

“Lo lamento, pero aquí te quedas, yo también tengo a alguien que amo y sé que como sea irías a protegerla, pero no te preocupes, mi Teniente  ha dejado muy claro que la quiere viva, y yo coincido”. Díaz dio instrucciones a un agente para regresar a Miguel a la urgencias, una vez pueda incorporarse.

Los oficiales retomaron su camino. “Que fue eso? Porque le golpeó las pelotas”. Preguntó la Teniente.

“Es el novio de la demente, y está enamorado, si no lo reducía iría tras nosotros”.

La Teniente recordó que ya le había visto en la estación de policía durante el primer arresto de Verónica…Entendió los sentimientos del muchacho, pero la acción de Díaz fue la correcta. Continuaron su marcha.

Mientras todo esto ocurría, Verónica colocaba la bomba de ANFO en un sitio estratégico del hospital, los tanques de almacenamiento del oxígeno líquido, los cuales, internamente solo se podía acceder por el estacionamiento privado; A pesar de estar al aire libre la cercanía de mucho concreto interfiere las señales de teléfono, es por eso que renuncia a una detonación vía celular, así que ajusta el detonador en un conteo simple y con una clave de desactivación…La falta de lentes le hace dificultoso el activar el dispositivo, pero con enojo y perseverancia lo logra…el tiempo será de media hora, explotará a las 3:10 Am.

Regresa al estacionamiento privado, ya vestida de civil, para salir por la misma ruta de ingreso, evadirá igual de fácil al distraído y viejo guardia, Pero es entonces cuando se topa con Gertrudis Ferrer y Armando Díaz. 

“Al fin te encuentro Verónica Arango”. Gertrudis movió su dedos, previo a un calentamiento antes de una deseada pelea.

La Científica se sorprendió al ver a esos dos, pero sonrió, se trataba de los dos oficiales responsables de su encarcelamiento,  y de seguro encargados de recapturarla…era otro pendiente que podría cobrar éste día. Su ágil mente anticipó las conductas de los oficiales y sacó de su bolsillo su teléfono móvil.

Gertrudis miró un segundo a Armando: “Nos ahorramos la recompensa…”.

“Así que estaban aquí también, no saben el gusto que me da verlos, podré quitarles la vida hoy mismo”.

“Arriba las manos y ríndete”. Armando sacó su arma y apunto a la científica que estaba a unos 7 metros.

“Sabes lo que es esto?...”. Verónica enseñó su celular a distancia. “…Con solo oprimir este botón detonará la bomba, saben que hay una bomba cierto?, ese traidor de Julio Huertas les contó del ANFO”.

Gertrudis habló en voz baja a Díaz, ignorando ambos lo dicho por la científica: “Díaz, que hace?, sabe que es mía esa malcriada”.

“Los explosivos, recuerde!,  una vez que el ANFO esté en nuestro poder, si le podrá romper la madre a esa chica”.

“De acuerdo, tiene razón, pero no olvides el “Mi Teniente,” cuando te dirijas a mí, soy tu superiora”.

“Perdón mi Teniente”.

“Pero que le pasa a esos dos…?”. La charla en voz baja entre los policías incomodó a Verónica, al punto de sentirse ignorada, había sido dejada esperando justo cuando pensaba jactarse de tener el control de la detonación.

Díaz retomó sus exigencias: “Dime dónde están los explosivos!”.

“Bomba querido, una bomba, reuní todo el ANFO y con un detonador armé una bomba”.

“La colocaste en los tanques de oxígeno verdad?”.

“Vaya, que astutos, por eso nos encontramos aquí, venían a apoderarse de mi bomba”.

“Es mi última advertencia, ríndete o…”.

“Deberías ser tú el que se rindiera y dejara esa arma, por hablar con tu estúpida superior, no escuchas lo que digo, este teléfono esta enlazado con el detonador de la bomba, solo con oprimir este botón, detonará!”. 

Verónica estaba blofeando, por la gran interferencia, había puesto la bomba en conteo, pero los policías no sabían eso; Tras haber perdido el arma de fuego en el laboratorio, sus únicas armas era una eléctrica que llevaba en el morral, junto al escalpelo, pero no podía compararse con las pistolas de los oficiales, estaba en desventaja, por eso apenas los vio ideó esta estratagema para lograr tener una oportunidad.

“Si la detonas también mueres tú”. Expresó la Teniente Gertrudis.

“Y tus estudios en la policía solo te dan para deducir eso?”.

“Cierra la boca!”. La Teniente se molestó.

“Lo dice el adagio, para ser policía sólo se necesita ser bruto y una foto…”. Verónica se divertía provocando a la oficial.

“Maldita perra!!!...te voy a reventar esa boca sucia!”. Gertrudis estaba enfurecida por la burla.

“Que mujer tan temperamental…Bueno, si pleito es lo que quieres te daré la oportunidad… arrojen sus armas y yo arrojaré el teléfono, arreglemos esto a golpes”.

“Eso jamás!”. Expuso Díaz.

“Lo haremos y te arrepentirás mocosa”. La Teniente ordenó al detective cumplir la orden. Armando protestó, pero en verdad estaban en manos de la científica, si la reducían tomarían el teléfono y desactivarían la bomba.

Los oficiales arrojaron lejos sus armas de dotación.

“Anciana, por quien me tomas?, el arma de respaldo aún está en tu tobillo”. Verónica se refería al bulto bajo la media en el tobillo derecho de Gertrudis, Armando vio como las venas del cuello de su jefa se inflamaban ante el despectivo de –anciana-

“La concha de tu madre!, mocosa malhablada! Te arrepentirás por decirme anciana!”. Los puños de Gertrudis estaban blancos de la fuerza con que los apretaba. La Teniente sacó la pequeña arma y la arrojó también.

“Malhablada?, que no te acabas de escuchar? ” Verónica sacó del morral la máscara que tanto había usado estos días, tras guardar el teléfono en éste, lo arrojó debajo de unos autos, enseguida se colocó la máscara.

Gertrudis le hizo señas a Díaz de quedarse como espectador, Verónica Arango era solo suya: “A pelear se ha dicho!”.

La Teniente corrió hacía la ubicación de la enmascarada, quien colocándose de medio lado esperó el ataque, Gertrudis lanzó un golpe con su antebrazo, chocando con el propio antebrazo de Verónica, ambas mujeres quedaron probando fuerzas, cuando se rechazaron mutuamente, la enmascarada lanzó una patada a la cabeza de la policía, pero ésta la recibió con su antebrazo y respondió con una patada a las piernas de la criminal, Verónica dio un salto atrás evadiendo el golpe.

“No peleas nada mal para tu edad”.

“Y es solo el principio mocosa, hoy te enfrentarás a alguien que si sabe de combate, te arrepentirás por lesionar a mis policías”. Gertrudis se refería a los agentes Soler y Yañez.

Ahora fue Verónica quien atacó primero, Gertrudis se movió bien evadiendo los golpes de puño y la patada a la rodilla, la Teniente contraatacó, propinando un golpe en el costado de la enmascarada; Adolorida, trató de retroceder, pero la policía, le tomó del hombro y haciendo tracción hacía ella, le pudo colocar un rodillazo en el bajo vientre.

“UUugghh!”. Se quejó la enmascarada cuando sintió sus intestinos y vejiga aplastados.

“Eso es mi Teniente, ya la tiene!”. Animó Díaz, pero ante una mirada de regaño de su superior mantuvo cerrada la boca.

Gertrudis volvió a la carga y logró impactar con su puño el hombro derecho de Verónica, quien parecía perder el balance, una patada a la pierna la arrojó contra un auto, la científica retrocedió adolorida de tres lugares distintos, La Teniente danzaba con los puños en guardia… Esperó a que la enmascarada se alejara del vehículo. 

Verónica tomó aire y se sobo al vientre. “Vaya…eso me dolió, pero…pero estás lejos de vencerme…”.

“Quieres el segundo round niña, pues lo tendrás!”.

Las dos féminas volvieron a chocar antebrazos, Verónica dio un salto evitando una barrida de Gertrudis y le pateó el rostro, pero la Teniente había evitado el golpe y contraatacaba con su propio puño a la máscara de la fugitiva. Falló por milímetros su rostro, Gertrudis se asombró al errar el puño, fue entonces cuando recibía un golpe de puño en la nariz…
…La policía retrocedió confundida, como había podido darle, no fue un golpe fuerte, pero sintió escozor en la nariz, observó un momento a la enmascarada que parecía estar esperando que la volviera a atacar…Algo no estaba bien, la fugitiva peleaba diferente ahora, su ritmo había cambiado, tanto así que le era difícil leer sus ataques como desde el principio.

“Ánimo jefa”. Díaz pareció entender el momento de duda de la Teniente.

Gertrudis respondió enfurecida: “Que te calles, coño!!”. 

“Perdón”. Díaz se coloreó.

“Si Detective, no incomode a su superior que parece tener dificultades en la pelea, no es tan buena como ella creía”. Verónica buscaba enfadar a su rival, y lo lograba con facilidad.

“Maldita zorra!!!”. Gertrudis se abalanzó hecha una animal rabiosa contra la enmascarada, Verónica retrocedió haciendo espacio, logrando esquivar un fortísimo puñetazo, luego ladeó la cabeza evitando una patada alta, fue entonces que contraatacó proyectando de frente su pierna, y dándole a la Teniente un golpe de talón en la cadera.

Gertrudis se sobó la zona golpeada y una vez más la enmascarada se quedó expectante, pero de repente se fue contra ella, la Teniente más prevenida ahora se tornó defensiva.

El intercambio de golpes fue parejo, hasta que la policía conecto un dudoso golpe en el rostro a la enmascarada, Verónica se dio media vuelta por el impacto, pero solo para girarse sobre sí misma, (terminando la vuelta completa) y conectándole un puño en el oído opuesto a la atacante.

Gertrudis se aturdió, pero hizo un esfuerzo y lanzó un rodillazo contra la entrepierna de la científica, quién al tiempo le daba también un idéntico golpe, ambas fallaron su objetivo, recibiendo Verónica  el sordo dolor en la cadera, mientras Gertrudis lo recibía en el muslo. 

El combate de féminas era intenso y se dio una nueva pausa, Gertrudis parecía en peores condiciones y la enmascarada peleaba cada vez mejor. La Teniente no podía entender el estilo cambiante de pelear de la chica Arango, a quién contrariamente, le era cada vez más fácil evitar los golpes de Gertrudis.

Verónica atacó una vez más, recibiendo una patada defensiva por parte de la policía, tras evitarla con facilidad, propinó un golpe al rostro de Gertrudis, superando sin dificultad la guardia de ésta… la Teniente retrocedió unos pasos, pero descuido su guardia baja.

La abertura fue aprovechada por la enmascarada para propinar un puntapié en la vagina de Gertrudis.

La punta del zapato de la científica impacto entre los labios menores y la entrada a la cueva intima de la Teniente, de hecho casi se introduce en aquella dilatada vagina, el dolor de inmediato hizo quejar a Gertrudis.

“AAAAaayyyy!!”. La oficial se agarró la vulva, el palpitar de su húmeda área intima era intenso…

…Incluso algunas gotas de orina escapaba de su vejiga, la Teniente se mordió los labios, contrajo la vagina a pesar del dolor y mantuvo el resto del líquido renal en su interior.

Pero la enmascarada le remataba con una patada en la espalda baja, Gertrudis terminó contra un pilar de cemento del estacionamiento, golpeándose el pómulo, Verónica sonrió bajo la máscara y fue cuando sus reflejos se activaron, alcanzó a voltear y colocar los brazos cruzados, recibiendo una patada voladora por parte de Armando Díaz, la fuerza del impacto la tumbó al suelo.

Armando no se andaría con asuntos de honor y juego limpio, después de ver la habilidad con la que había golpeado a su jefa, (Quien era más hábil peleando que él) esa enmascarada era una dura oponente, debía aprovechar cualquier ventaja…después de todo, no quería terminar como su dos subalternos hospitalizados, aunque con una bomba por explotar, si perdían el combate, la muerte era lo que les esperaba a muchos.

El detective lanzó sendos pisotones contra el cuerpo de la derribada, la cual rodaba por el suelo del estacionamiento evitando ser pisada, contra atacó con un ascendente talonazo a la entrepierna de Díaz, pero éste esquivo el golpe bajo, sus pelotas por reflejo ascendieron dentro de su calzoncillo. Para nada quería sentir de nuevo aquel terrible dolor…

…Pero recibió de inmediato un golpe en su tobillo por el pie opuesto de Verónica, el daño a sus ligamentos le hizo soltar un quejido y se quedó inmóvil un instante, Verónica aprovechó para incorporarse…
…Fue entonces cuando Gertrudis volvía a la carga, y por sorpresa le conectaba un golpe al rostro derribando a la enmascarada.

La científica rodó por el suelo, alejándose a propósito de sus dos oponentes, ya a cierta distancia se incorporó y mantuvo su guardia, el impacto casi le rompe la máscara.

“Maldita, Súper abuela!”. Se dolía de la mejilla.

El término Súper abuela enfureció más a Gertrudis, quien propinó dos golpes seguidos a la enmascarada en el costado y estómago, Verónica retrocedía jadeando y con escaso aire, al quedar de espaldas contra un muro, se vio acorralada; Un fuertísimo puñetazo de la policía contra su humanidad fue esquivado por la chica, impactando el puño contra el cemento, Gertrudis sintió como por lo menos un hueso de su mano se rompía.

“AAagghh!”. 

La policía era ahora la que estaba contra la pared y Verónica aprovechó para atacar, pero Armando también la golpeaba por la espalda con una patada; La enmascarada se vio atacada por los dos a la vez…A pesar del dolor, Gertrudis lanzaba golpes con la mano sana, Verónica hizo uso de todo lo que tenía y rompía la guardia de Armando impactándole en la cara, enseguida se agachó evitando un codazo de la Teniente, y le barría el tobillo con una patada.

La pelea estaba equilibrada, los policías jadeaban agotados, al igual que la científica, pero ésta se mostró con más reservas y volvió a la carga; Una patada voladora le daba en el rostro a Gertrudis, haciéndole perder el balance, mientras esquivando un golpe de Díaz, aturdía a éste con un manotazo que entró impunemente en su entrepierna.
ZAM!, sonó el impacto al escroto de Armando.

“AAAGGHH!”. Se quejó el macho ante el castigo a sus recogidos huevos…pero Verónica no cesó en su ataque y le remataba con un puño en la manzana de adán.

Armando se fue hacia atrás, con una mano en cada lugar dolido, garganta y pelotas. La enmascarada lanzó una patada atrás, impactando en la rodilla de Gertrudis, quien estaba a punto de golpearla por la espalda.

Los ligamentos laterales de la articulación se resintieron ante la fuerte presión ejercida por el pie de la enmascarada, un nuevo grito salió de su garganta, cuando la rival, con malicia, le tomó del brazo torciéndoselo y lastimándole la articulación del codo.

Los chillidos de dolor de Gertrudis llenaban el estacionamiento. La demente científica estaba acabándola poco a poco…a medida que avanzaba la pelea, la enmascarada entendía mejor la forma de pelear de Gertrudis y ya le era fácil golpearla… un rodillazo en la cara hizo a la Teniente ver el suelo.

“Putaaa!!!! AAayyyy”. Se quejó una vez más cuando sus costillas eran pateadas con violencia por la enmascarada, luego un pisotón en su espalda cuando estaba boca abajo, desencadenó un gruñido en la policía.

Verónica se volteó y la emprendió contra Armando, quien algo mas recuperado intentaba atacarla, le alcanzó a lanzar una patada, pero interponiendo las manos, la chica evitó que le pateara en el vientre, le dolieron las manos, pero ahora no las necesitaba…se barrió golpeando una vez más el tobillo de Díaz, el detective tenía una mala guardia defendiendo sus tobillos y pies, algo que la astuta demente ya se había dado cuenta durante el combate.

Díaz dio pequeños saltos hacía atrás, pero aquí es dónde Verónica se fue sobre él, le tomó de los brazos y le enterró un contundente rodillazo en los testículos.

CRAAAKKK!, Se escuchó un crujido que hizo pensar al atontado cerebro del detective que sus pelotas se habían quebrado. La fugaz imagen de huevos de gallina con cuarteaduras pasó por su dolido cerebro

“AAAAHHHHHHHHH!!”. Gritó Armando, cuando el dolor estalló en su cerebro, enseguida se dobló, agarrándose lo que había quedado de su virilidad… 

…Por fortuna para él, aquel sonido de quebradura provenía del choque contra su aun intacto hueso púbico, pues las pelotas de Armando se estrellaron contra éste, volviéndose por unos segundos en objetos achatados, como balón de serie animada japonesa.

Un instante después, y con la rodilla de su agresora ya alejada, las esféricas partes viriles recuperaban su forma ovoide, sin duda la elasticidad de las estructuras gonadales aseguraban que Armando Díaz siguiera perteneciendo al género masculino.

El detective se fue al piso, siendo pateado por la enmascarada en la cara… Armando escupió sangre y veía todo en blanco. Sentía sus pelotas arder cada vez más, era como si le hubieran prendido fuego a su escroto, mientras la sensación de nausea ascendía de la boca del estómago a su garganta.

Gertrudis hacía un esfuerzo para incorporarse y volvía al suelo tras dos golpes de puño en sus pómulos.

Ahora los dos policías estaban en el suelo y lejos de poder levantarse, eran presa fácil para la científica.

 “Ahora si les llegó su hora, he sido tolerante, pero ya es tiempo de acabar con sus miserables vidas”. La enmascarada buscó el morral y sacó el escalpelo que usó contra Mateo, comenzó a moverlo practicando el golpe de navaja que daría con éste al cuello de los policiales.
Gertrudis y Armando estaban sin defensa alguna, veían el brillo de la filosa hoja cada vez que era balanceada…no daban para levantarse, la muerte les esperaba.
La enmascarada comenzó a avanzar hacia ellos, lentamente, disfrutando del suspenso, cuando…
“AAAHH!!!”. Expresó Verónica al sentir un agudo dolor en su glúteo izquierdo. Enseguida extrajo lo que le había lastimado.

“Un dardo?, pero quien fue?”. La punzante pieza yacía en su mano, pero su contenido ya recorría su torrente sanguíneo; La zona glútea, carnosa y amplia, era perfecta para ser usada de tiro al blanco.

“Contiene un potente narcótico, así que te he tomado por sorpresa, jovencita”. Darío el caza recompensas, salía de las sombras del estacionamiento, con una arma modificada para disparar dardos.

El caza recompensas había logrado ingresar al hospital evadiendo a los policías y analizando el último registro del localizador, supo que el detonador estaba en la parte inferior del edificio, los estacionamientos eran la ubicación más probable, al no hallar nada en el público se dirigió al privado, los chillidos de la Teniente le confirmaron que ahí estaba la acción, sólo esperó el momento para intervenir.

“Quién diablos eres tú?, y como te atreves a...”. Verónica se sobaba la nalga penetrada, comenzó a sentirse somnolienta, el efecto de lo que fuera que le inyectó, era casi inmediato. 

La enmascarada estaba enfurecida, pero por el efecto de la sustancia no podía expresarlo…como se atrevía ese sujeto desconocido a drogarla. Y de esa manera, como si fuese un oso, o algún otro animal salvaje.

Darío estaba muy bien informado sobre el caso: Sabía de la falta de sueño de Verónica y que eso podía hacerla comportarse más peligrosamente, él tenía sus contactos en la policía y gracias a esto tuvo acceso al expediente de Verónica, incluido el análisis que un médico de la estación de policía, le había dado al detective Díaz…según éste, la falta de sueño agravaba su enfermedad mental. La solución perfecta era sedarla.

El hombre se acercó a la enmascarada que comenzaba a tambalearse, le pareció prudente evitar su caída brusca al suelo. De repente la enmascarada retoma fuerza y lanza una patada contra la entrepierna del varón que está a un metro de ella. Es su última oportunidad, tratará de reducirlo para emprender la huida antes de caer dormida.

Pero el zapatazo golpea una estructura sólida entre las piernas del caza recompensas.
El impacto lastima un poco el pie de la científica quien sabe que golpeó. 

“Lo siento querida pero uso protector”. Darío golpeo la dura concha que mantenía a salvo sus dotados huevos. En ese momento Darío agradecía a su esposa Yolanda por obligarle a usar siempre protector testicular (relato: ES DEBER DE UNA ESPOSA CUIDAR DE SU ESPOSO).
Es entonces cuando desesperada, Verónica lanza un ataque con el escalpelo al cuello del varón, pero por su debilidad, le es muy fácil a Darío retenerle la muñeca…un leve apretón, dolor y el arma cae al piso.

“Nada de eso criatura, ya duérmete y no molestes más”.
“Que maldi…to…hijo de…”. Verónica cayó sobre el musculoso pecho del caza recompensas, quedando profundamente dormida. 
El hombre retira la máscara, pudiendo ver a la joven dormir, se nota algo de sangre en su boca e inflamación en una de sus mejillas, la pelea también ha causado estragos en ella.
“Así está mejor, nada de máscaras de psicópatas, ahora querida, haremos un pequeño viaje con mi empleador”.

Armando Díaz y Gertrudis apenas logran levantarse, y observan al desconocido. Darío de inmediato toma a Verónica, le esposa las manos a la espalda, y se la coloca dormida sobre el hombro.
“Oficiales, mi nombre es Darío, soy caza recompensas certificado, y esta presa es mía”.
“Entrégala, la policía se hará cargo”. Expresó Armando, quien ya reconoció al caza recompensas, alguna vez le vio llevando un evadido a las autoridades.
“Claro que la entregaré, pero a mi empleador, hasta que no tenga los 15.000 dólares que me prometió, esta bella durmiente se queda conmigo”.
“Maldito caza recompensas”. Gertrudis estaba iracunda ante la derrota y el oportunismo del sujeto.
“Oh Teniente, la ley es clara, tengo derecho a retenerla, hay una recompensa por ella”.
“La recompensa es de 10.000 si la entregas a la policía”. Díaz le aclaró las cosas.
“15.000 si se la entregó a mi contratante, en esta jurisdicción es legal que un privado ofrezca recompensa por un criminal, y ustedes mismos con ese anuncio por televisión certifican que esta chica lo es, así que se la llevaré a mi empleador, y ustedes arréglense con él”.
“HIJO DE PUTA!”. Estalló Gertrudis.
“Teniente por favor…Renuncie a su orgullo, la chica les dio una paliza, sean agradecidos, les salvé la vida”.
Díaz también se molestó: “Idiota, ella colocó una bomba en el edificio, hay que hallarla y desactivarla, esa es la prioridad”.
“Es su prioridad, agentes del orden, salven a la ciudadanía, para eso les pagan buenos sueldos…Pero seré generoso, me quedaré aquí con ella mientras encuentran la bomba, tal vez se las deje unas horas para que la interroguen, pero luego se va conmigo, Ah, pero eso sí, admitan que es mi captura, vamos háganlo y les colaboro”.
En verdad a Darío le convenía mostrarse colaborador, porque tenía algo que esconder, y es que él sabía de la existencia de la bomba, gracias a la información del Tekas, si las autoridades se enteraban de ello, podrían imputarle algún delito por omitir información clave…ahora quería que se hallara la bomba y que nadie saliera herido.
“Si, si, tú la atrapaste, contento!?...”. Gertrudis dio su brazo a torcer “…Díaz vaya por esa bomba, pero ya!”.
El detective se fue brincando a toda prisa, se agarraba los testículos, sobándolos para retomar más y más fuerzas.
“Vaya que les fue mal Teniente”. Casi se burló Darío.
“Cállese o lo arrestaré!”.
“No lo tome a mal, esta jovencita sí que les ha dado problemas, pero al fin todo acabó”.
Díaz regresó dos minutos después, aun sobándose las pelotas, su rostro era pálido y desconcertado.
“Que le ocurre?, y la bomba?”. Gertrudis buscaba con la mirada algo que trajese su subalterno en la mano.
“No está, no hay nada allí…”.
“Qué?, como que no hay nada, entonces dónde la puso esa condenada?”. Los cabellos de la Teniente se alborotaron ante la noticia.
Darío expresó entre dientes: “Diablos!”. Con esto, su plan se alteraba drásticamente, debía inevitablemente dejar a la chica con la policía para que la hicieran hablar, pero primero había que despertarla, y el tiempo no estaba a favor de nadie con una bomba activa en algún lugar del hospital. 
Las cosas ahora estaban fuera de control, mucha gente podría morir.
Son las 2:55 Am, la bomba explotará en 15 minutos.


CONTINUARÁ…
Gracias.

La siguiente será la última entrega de esta extensa Saga.





NOTA:
 Hola soy Verónica!, se supone que en estos momentos estoy dormida, pero hay algo que no puedo pasar por alto…
…Y el apellido de Darío el caza recompensas?, otro error de esta chusma de escritores, ésta vez es culpa de ese sujeto ZATN, reafirmando lo patético que es!

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