Salvemos a Verónica (4/4): Primera parte de tres - Las Bolas de Pablo

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3 mar 2020

Salvemos a Verónica (4/4): Primera parte de tres

Escrito por: ZATN
CONTIENE BALLBUSTING F/M.

Esta última Cuarta parte, la he decidido subdividir en tres Episodios más cortos. 

4.1. CAMBIO DE PLANES.

   Eran la 12:20 de la madrugada, cuando Verónica Arango conducía el auto robado al chofer del Uber, se detuvo en un callejón, estaba molesta por lo sucedido en el laboratorio, su otra personalidad se había entrometido en sus planes.

   Ahora tenía unos kilos de ANFO, un potente explosivo, que si bien era poco para hacer mucho daño, lo tenía como medio de crear caos en la ciudad… Enviaría paquetes a múltiples personas y estos les explorarían al abrirlos, ese era su plan original, pero había un problema… Al jactarse de sus acciones malévolas, había contado sus intenciones a Julio, el tonto fanático, y seguro contaría todo a la policía, debía cambiar su plan, o de mantenerlo, hacerlo más pronto, así no habría reacción de la policía; Además sin una guarida secreta, tenía que huir de un lado a otro y más temprano que tarde le encontrarían… Que decidiría hacer ahora?

   Pensó por unos segundos y su ágil cerebro produjo una maquiavélica idea… la científica mostró una sonrisa… era un plan audaz y a la vez brillante… Y lo mejor, muchas víctimas caerían hoy mismo… Pero le hacía falta algo.

   En ese momento dos sujetos tocaron las ventanas del auto uno a cada lado, tenían unas navajas a la vista… era un asalto sin duda. Verónica les observó y sonrió, pensando:

Vaya, que conveniente… Como dice el adagio popular, Dios proveerá! 

   “Mami porque no te haces un favor y bajas, no intentes arrancar porque te rompo el vidrio, Ven, baja y te diviertes con nosotros”. Expresó uno de los malvivientes, quien enseñó una pesada roca en su mano opuesta a la navaja.

   Verónica descendió del vehículo, y de inmediato una navaja se ubicó en su cuello.

   “Bueno mami, primero suelta el teléfono y más atrás nos vas facilitando el bolso, y esperemos que pese bastante, si no es así, nos pagarás con tu cuerpecito, me entiendes verdad?”. Expresó con burla un criminal.

   “Y no se te olvide las llaves del auto mi vida, Jajajaja”. Se apresuró a exponer el otro bandido.

   “Pero que asaltantes más educados…”. Verónica parecía muy calmada.

   “Se te agradece, lindura”.

   “Educados, pero estúpidos”. Sonrió la científica.

   “A quien llamas estúpido, perra!”. Se enojó el ladrón que le mantenía la navaja al cuello.
   De repente la científica actuó, en menos de un segundo, la navaja estaba en la garganta del criminal, quién al tiempo recibía un golpe de puño en el plexo solar, dejándole la boca abierta; El cómplice se sorprendió por lo que veía, y finalmente atacó… Se abalanzó por un costado contra la joven, pero esta ya lo esperaba y con una rápida patada lateral, le acertaba en la entrepierna.

   “AAhhhhhhhh!”. Gritó el ladronzuelo, cuando sus cojones quedaron estampillados por la suela del zapato.

   “Te gustó eso, facineroso”. Verónica sabía que casi se los metió al cuerpo.

   Teniendo al cómplice de rodillas y con las manos entre las piernas, Verónica tuvo más tiempo para charlar.

   “Sshhh… no te asustes, no te haré nada…”. La joven recorría la yugular del ladrón cautivo con la navaja.

   “…De hecho necesito tu ayuda… Que te parece si subes al auto y nos vamos, mientras tu amiguito se encuentra los testículos, sólo mírale la cara de estreñido que tiene, Jajaja”. 

   Así, a punta de navaja, le hizo entrar en el auto, el sujeto condujo mientras Verónica mantenía el arma blanca cerca de su cuello.

   En el camino el sujeto no dejaba de pedir clemencia.

   “Tengo hijos, no me mates, por favor…”.

   “Ya cállate!, te informé que necesito algo de ti”.

   “Que, que quieres?”.

   “Necesito quien maneje equipos electrónicos en el mercado negro”.

   “Pero yo no sé de eso”.

   “Eso es obvio, tu cerebro da para apenas superar a un macaco, pero si roban autos, teléfonos y computadores, sabes a quien se lo llevas para que los altere, o los desarme… y todo en silencio”.

   El ladrón respondió afirmativamente, y ante la promesa de Verónica de un dinero por su ayuda, se tranquilizó, Y más cuando la chica le quitó el cuchillo del cuello.

Mientras esto sucedía, en un hospital no muy lejos de ahí, ingresaba un numeroso grupo de pacientes. Todos provenientes de la universidad.

   Los pacientes eran Miguel Lozano, Vanessa e Iván Mosquera, Yuki y Taro Takahashi, así como dos más, Julio Huertas y un guarda de seguridad de apellido Montoya.

   Cada quien tenía diferentes lesiones, todas causadas al parecer por la buscada científica, Verónica.

   La policía llegó al laboratorio, ante el llamado de los supervisores de guardia, quienes avisaron a las autoridades cuando su empleado no se reportó en un tiempo acordado, los oficiales encontraron a todos inconscientes o dando señas de recobrar el sentido…
…Paradójicamente el hospital era el mismo donde estaban internados los policías Soler y Yañez, previamente agredidos por la científica, y pocas horas antes también habían ingresado al sitio, Edgar, tío de Verónica y su amante Lilia. 

   El personal médico atendió a los lastimados; En una despejada zona de urgencias se hizo la revisión, había cubículo independientes, separados por gruesas cortinas, allí cada lesionado era revisado por dos galenos, uno de cada género, así por azar una doctora atendió a Iván Mosquera.

   “Bájese los pantalones por favor”. Expuso la médica, quien era bastante joven, parecía recién graduada.

   El moreno se azoró por la situación, dejó caer sus ropas y la profesional palpó sus huevos.

   “AAauu, Aauu, mis bolas, cuidado!”.

   “Están algo hinchadas, pero colabore con el examen, resista un poco por favor”.

   “Como usted no tiene”. Reclamó Iván.

   “Ya no te quejes!”. Intervino Yuki, quien estaba al lado siendo revisada en privado.

   Luego de la revisión, cada uno dio una corta declaración a un grupo de policías, los uniformados solo tomaban nota de todo lo expuesto, sería su superior quien entrara luego en detalles.

   Y ese superior era Armando Díaz, estaba desde antes en el hospital y se apersonó de los ingresados, recibió el reporte de sus hombres, y se dio una primera impresión de lo sucedido; Esperaba obtener más información interrogando en persona a los lesionados, pero primero recibió un detallado informe de uno de los médicos en turno, sobre las lesiones de cada quién:

   “Un grupito muy particular Detective, le contaré el estado de cada uno… Primero Lozano Miguel, tiene un trauma testicular de leve a moderado, ya está algo recuperado, le dolerá un rato; Takahashi Yuki, está consciente, recibió un fuerte golpe en la cabeza, pero sin secuelas; Mosquera Vanessa, si está más afectada, presenta una fuerte inflamación en región genital, requiere des inflamatorios inyectados, y control cada 3 horas para descartar algún sangrado vaginal, si no hay complicación se le dará de alta… También tenemos a Mosquera Iván, él presenta un trauma testicular moderado, solo requiere analgesia y buen reposo; Takahashi Taro presentó un fuerte choque eléctrico a nivel costal, tiene leves temblores, pero se recuperará en unas horas… Además tenemos a Huertas Julio, éste también tiene trauma testicular moderado, al igual que Mosquera, parece que había recibido repetidos traumas previos, y todo en las últimas horas… Y para finalizar tenemos al guardia Montoya, éste recibió trauma testicular y agresión eléctrica, ya está recuperándose… Eso es todo”.

   “Gracias por el reporte Doc, ya puede volver a sus labores… ah y hágame un favor”. 

   Al oído le planteó una idea, el doctor no vio inconveniente.

   Minutos después se escuchaban gritos masculinos y femeninos, todos desesperados, Díaz y un agente fueron a ver, en ese instante Iván salía de la habitación como alma que lleva el diablo, mientras una enfermera con una gigantesca aguja salía tras él.

   “Atrápeme a ese!”. Ordenó Díaz, y el agente no tardó en agarrar a Iván, que corría por la urgencia con las piernas abiertas, debido al dolor  y a una bolsa de hielo en los calzoncillos, caminaba como un pingüino.

   Iván reclamaba, “Alejen a esa enfermera loca de mí, me quiere apuñalar”.

   Una vez forzado a regresar a la habitación, Díaz  observó a los 5 jóvenes apoyados contra la cama o acostados. Todos tenían algo en común…se sobaban la nalga después de recibir una inyección de analgésicos… De pronto ordenó con voz de mando:

   “Escuchen todos!, ustedes violaron la ley al hacer lo que hicieron, y de aquí no se van hasta que mi superior la Teniente Ferrer decida si los van a procesar por algún delito, y conociéndola, si les va a presentar cargos… Así que aflojen la nalga porque en 3 horas les toca otra inyección… Por lo que ustedes deciden, un puyazo y siguen aquí, o de una se van para una celda, así con todo y bolsa de hielo, porque pediré que me traigan una neverita aislante para llevar todo el hielo que necesiten”. 

   Las inyecciones eran necesarias, pero también fueron una forma de castigo particular que el detective le solicitó al doctor… el grupillo de infractores se merecía al menos eso.

   El guardia de la universidad levantó la mano queriendo decir algo, pero Díaz se anticipó:

   “Con usted no va el asunto, apenas de una declaración más extensa y le den de alta se puede ir”.

   Armando Díaz se acercó a Julio, quién estaba cabizbajo y le dijo: “Usted está en graves aprietos amiguito, más le vale colaborar en todo”. Julio quiso decir algo, pero Miguel pidió hablar con Díaz, y ambos caminaron hasta la puerta.

   El  detective habló entonces con Miguel, quien parecía ser el líder del grupillo, éste le confesó lo que ya daba por cierto, el hecho de que intentaron capturar a la científica por su cuenta… Eso de por si era una violación a la ley, ocultar información, y tomar riesgos ya advertidos, dado que Verónica era muy peligrosa; Miguel explicó sus motivos… No querían que la policía la lastimara, también le hizo ver que según el psiquiatra que había visto, su novia sufría de personalidad múltiple, y todas las malas acciones eran causadas por su lado alterno.

   “Eso no importa, Aunque sea otra personalidad, ella es un peligro para todos!”. Un profesional de la estación de policía también había sugerido algo así… Díaz retomó la charla:

   “Pregunta aparte, sobre el guardia de la universidad, su novia también lo golpeo?”.

   Miguel quedó viendo hacía el techo, y fue cuando Yuki, quien estaba atenta  al conversación, intervino.

   “Si!, esa maldita le metió un patadón por los huevos, y por detrás la muy cobarde!”.

   “Ya veo…”. Díaz se mostró algo intrigado “…Aunque él dice que estaba por abrir la puerta del laboratorio y le atacaron por atrás, pero se suponía que la chica Arango estaba adentro…”.

   Yuki afirmó: “Pues quién sabe cómo hizo esa puta para logarlo, pero se debió salir por algún lado y le tendió una emboscada, yo misma le vi su científico trasero cuando atacó impunemente al pobre guardia”.

   “Así que de esa manera fueron las cosas”.

   “Si, así pasaron”. Confirmó Miguel, salvando de toda culpa a Yuki. La cual con una sonrisa parecía petrificada esperando que cambiasen de tema.

   Díaz fue llamado por un oficial, al parecer Julio Huertas el cómplice de la enmascarada quería hablar con él, parecía tener información urgente por dar…literalmente dijo: “La ciudad está en peligro!”.

   Tras llegar a un establecimiento, Verónica y el ladrón bajaron del vehículo, el sujeto tocó la puerta de un garaje, y tras una respuesta por citófono, ésta se abrió, dentro del lugar son recibidos por un hombre de lentes, parece ser el encargado del lugar, responde al apodo de --El Tekas- 

   “Esta muchacha quiere comprarte algo Tekas”. El ladrón expuso las cosas, ya había dejado atrás la agresión a él y a su compañero -Estreñido-, ahora se interesaba en la posible recompensa que le ofreció la joven. 

   El Tekas era un comprador y vendedor, toda clase de dispositivos electrónicos les eran llevados y el los alteraba, desarmaba y vendía en el mercado negro, el garaje era prácticamente un centro de artículos piratas; Tras observar al dúo expresó:

   “Que quieren, y lo más importante, más les vale que traigan dinero o se las verán con Pulgarcito”.

   El oír su nombre hizo aparecer a un gigantesco hombre de tez morena y cabellos teñidos de rubio…era sumamente acuerpado…el apodo sin duda hacía parte del sarcasmo. El ladronzuelo retrocedió un poco, “Pulgarcito” era de temer.

   “Busco un dispositivo iniciador con temporizador, es para una carga de nitrato de amonio”. Expuso Verónica sin la menor cohibición.

   El Tekas se asombró inicialmente, luego expresó: “Hablas de un detonador para una bomba”.

   El ladrón se asustó por el tema que trataban. El Tekas se mostró pensativo un instante, luego respondió:

   “Sí tengo alguno, pero te diré que es algo costoso, lo que se hace con esas cosas atraen la atención de las autoridades, y no quiero ninguna atención”.

   “Estoy segura que alguien tan inteligente como tu ha modificado el dispositivo para que no sea rastreable”. Verónica negociaba como si se tratase de un producto de aseo o un alimento.

   “En efecto, pero igual es costoso”.

   “Te pagaré 1.000 dólares, aquí y ahora”. Verónica hablaba con mucha seguridad, pero era cierto que no tenía aquel dinero encima.

   “Muéstrame el dinero”. El Tekas por un instante analizó el rostro de la científica…algo en ella le llamaba la atención.

   “No antes de ver el detonador”. Verónica parecía leer las expresiones en la cara del Tekas.

   Tras un instante de duda, el sujeto dejó el lugar, para regresar con algo en las manos.

   “Es esto lo que quieres?”. Le enseñó a distancia el dispositivo.

   “Aleluya, eso es, hacemos el trato entonces?”.

   “Lo siento, pero no lo creo… Tú, lárgate de aquí!”. El Tekas se refería al ladrón, el cual ante la orden y un arma nueve milímetros apuntándoles a los dos invitados, no lo dudó… salió corriendo como un conejo asustado.

   “Que sucede?, te pagaré bien”.

   “Ya sé de dónde me es familiar tu rostro… y hay 10.000 dólares que me van a dar por ti”. El Tekas, la reconoció del anuncio por televisión y cobraría ese dinero.

   “Ya veo, eres ambicioso y te arriesgas a tener la recompensa por mí, pero no podías por lo menos darle un poco a ese ladronzuelo…”. Tras una señal del Tekas, Verónica comenzó a caminar hacía el armado sujeto.

   “No lo compartiré con nadie, cariño”.

   En ese momento se escuchó una tos reforzada, era el enorme negro que hacía notar su presencia en el lugar.

   “No me refería a ti Pulgarcito, tu eres parte de la nómina, claro que compartiré un poco de la recompensa”.

   Verónica sonrió, observando al enorme sujeto: “Pulgarcito, estas seguro que te tocará algo de pastel?”.

   Fue en ese instante que en un ágil movimiento, Verónica tomó el arma del sujeto, ladeándola, apartándola la mira de ella, un forcejeo inició entre los dos por el arma;  Mientras el guardaespaldas, corría hacía la joven, en dos segundos el Tekas logró hacerse con la pistola,

   El negro se detuvo sabiendo que ya no era necesaria su intervención… Verónica se alejó dos pasos del Tekas, el cual con una sonrisa le apuntó…
…Pero fue algo inútil, pues la científica en su hábil maniobra le había desarmado la corredera y el cañón…el arma de fuego estaba inutilizada.
     
   Desarmado y sorprendido, el Tekas retrocedió, mientras la joven sonreía con la parte robada de la pistola, el sujeto no tuvo alternativa más que dar una simple orden: 

   “Pulgarcito, acábala!”. En ese instante recibía un puñetazo en la manzana de Adán, por parte de la chica, dejándole en el suelo, buscando aire.

   De inmediato el enorme hombre de color dio un paso, colocándose justo ante la menuda Verónica… la científica levantó la cabeza a más no poder para observar al rostro al gigante.

   “Vaya que eres enorme”.

   “Y fuerte…”. Expresó con una sonrisa el negro y falso rubio.

   El Tekas recuperó el habla y con los ojos enrojecidos opinó: “Puta!... Pero ahora vas a sentir lo que es el dolor niña, como Pulgarcito te dé de pleno en la cabeza, te hará papilla el cerebro”.

   “Eso no lo dudo”. Opinó Verónica, quien no desvió un segundo los ojos de su gigantesco oponente.

   El gigante va al ataque!, un poderoso puño, que es evitado por la científica, termina impactando un muro tras ella y haciéndolo pedazos… restos de bloques inundan toda el área…
…Verónica ve el daño de reojo y no puede dejar se sentirse aliviada y asombrada…ese negrote tiene una fuerza colosal, era cierto lo dicho por el Tekas, de darle tal vez la hubiera decapitado.

   Como un enorme oso hambriento el moreno avanza sobre la joven, quien retrocede con agilidad, esquivado un segundo y un tercer puño, que generan sendas corrientes de aire al no dar en su bello objetivo… El rostro de la científica.

   Verónica contra ataca con una patada voladora a la cabeza, pero el negro se cubre bien, impactándole en el hombro del sujeto, con esto ni siquiera le mueve… deberá atacar lugares con menos músculos y más sensibles… La mirada de la chica se centra en su entrepierna, está segura que ahí si le dolerá.

   Una vez más la joven retrocede, hasta ir contra el Tekas, éste le recibe con un puñetazo, fácilmente evitado, y una vez tras él, alcanza una lámpara de mesa, rompiéndosela en la nuca… El sujeto cae de cara impactándose la barbilla contra el borde de la mesa… los dos impactos son suficientes para dejarle los ojos en blanco; Ya en el suelo, Verónica le da un pisotón en la cabeza, sólo por gusto.

   Pero no hay tiempo de regodearse, “Pulgarcito” ya le alcanzó y con un salto atrás evita otro golpe brutal del negro, Verónica queda contra la pared, parece atrapada, pero se arma con una escoba... No duda en usar el palo, pero éste se hace pedazos en el antebrazo del atacante… con la madera hecha trizas, la joven le felicita una vez más.

   “Rayos, eso sí que fue inútil… eres demasiado fuerte!”. 

   “Ahora si te tocó sufrir nenita… Jajaja”.Tenía acorralada a la chica.

“Serás fuerte pero no olvides que tienes debilidades… como esta!”.

   Verónica lanzó el medio palo de escoba contra el rostro del negro… su objetivo, los ojos!, a último instante “Pulgarcito”, interpuso el codo, salvado su visión. Pero era lo que buscaba la chica, pues tenía totalmente a su disposición la entrepierna del gigante, frente a él, balanceó su pierna entre sus robustos muslos, dándole un patadón en los genitales.

   El empeine femenino golpeó aquellas negras, grandes y colgantes pelotas, “Pulgarcito” arrugó la boca al sentir como su cojones eran aplanados por ese pequeño pie, se agarró los huevos con una mano, y volteó la cara hacía su rival, la cual salía del encierro contra el muro…
…La chica continuó con su ataque, pateándole el hueco de la rodilla, haciendo que el enorme macho se fuera hacia adelante estrellándose contra la pared. Pero reaccionó tras pocos segundos…
…Verónica le observó erguido una vez más, con una mano cubriéndose la masculinidad, pero la otra empuñada, en busca de su víctima… el rostro del moreno más que asustaba.

   “Diablos, Y también eres muy resistente”.

   La científica determinada a acabar con el moreno toma ahora la iniciativa, ya estaba bien de retroceder… Con agilidad corre hacía éste, quien se cuadra, recibiéndola con un puñetazo arranca-cabezas, la chica se desliza inclinando el tronco hacía atrás evitando el impacto…
… Ahora ante la monumental escultura del moreno, Verónica se lanza hacía arriba, conectándole un fuerte rodillazo en la mandíbula, el negro es forzado a mirar al techo del impacto, pero la científica subestimó la fuerza del hombre, y con la mano que acababa de usar para atacarla, la regresa, logrando atraparla por la cintura, Verónica queda en el aire sostenida por el grueso antebrazo del negro, quien sonriente comienza a apretar la delicada silueta femenina…

   “AAAaaahhh…suel…tamee”. El dolor rápidamente invade su delgado cuerpo.

   El negro refuerza el agarre con su mano opuesta, ahora sus huevos están desprotegidos, pero ladea su cadera protegiéndose de cualquier patada, al tiempo que teniendo a la científica a más de un metro del suelo, y con los brazos igualmente atrapados por los brazos de oso, no puede atacarlo con libertad.

   Las fuerzas del moreno duelen mucho a Verónica, pero debe actuar antes que el agarre le impida respirar… Es entonces cuando proyecta su cabeza hacia adelante, dándole con la frente en la nariz del sujeto, “Pulgarcito” se queja ante el daño a su zona nasal, y un segundo cabezazo le hace soltarla…con los ojos lagrimeándole no se halla en como contraatacar. Suelta a la chica, quién cae ante el ahora vulnerable moreno, de inmediato lleva su mano y le agarra la gran masa testicular.

   “OOOouuuugggghhhhh!!!”. Rugió el negro al sentir como los finos dedos de la jovencita  le apretaban con furia las gónadas, intentó darle un golpe de puño hacía abajo, pero Verónica lo vio venir y se metió entre sus piernas, saliendo por detrás, y por desgracia para él, se llevó consigo sus pelotas.

   “AAAHHHHHHHHHHH!!!”. Grito el negro al sentir como tiraban de su escroto y pantalón hacia sus nalgas… la tensión escrotal llegó a su límite, y finalmente la chica le liberó. El negro cruzó las piernas y se agarró las pelotas, que una vez más regresaban a su posición frontal… Doblado ahora a la mitad, el gigante ya comenzaba a ver la pelea difícil.

   Verónica tomo buen aire, recuperándose por completo de aquella machacada a su cuerpo. Sonrió al ver a su rival por fin lastimado en verdad.

   “Me has dado problemas gigantón, pero te lastimé… y pude sentir que eres bien dotado de las gónadas, admito que es de las más grandes que he golpeado, es una lástima que esta noche ya no te encuentres en forma para copular, Jajajajaja”.

   El moreno saca fuerzas de donde puede, trata de erguirse y retomar la lucha, pero ya Verónica no le dará oportunidad, apenas está en pie, recibe una brutal patada de artes marciales a su expuesto rostro, y otra seguida… como un tronco talado, el negro se va de espaldas cayendo al suelo… Es el principio de su final.

   La científica ahora patea sus costillas una, dos y tres veces, los quejidos del moreno no cesan, y una patada nuevamente a su rostro le deja atontado…es entonces cuando ya sin saber dónde está, deja una vez más su ingle sin protección… y cómo esperaba aquello Verónica… La sonriente chica apunta bien y le descarga un pisotón en el inflamado escroto.

   “UUgghhh!!”. Alcanza a exhalar en moreno, antes de desmayarse.

   “Debería darte vergüenza, ser reducido por una niñata… ahora me aseguraré de que duermas plácidamente, señor Pulgarcito”.

   La científica busca en un bolsillo y saca un arma eléctrica, la cual decidió no usar en el enfrentamiento. Un choque intenso en la nuca del negro y este convulsionó levemente, liberando babaza de la boca.

   “Que hizo que!”. Se exasperó Armando Díaz al escuchar lo preparado por la científica en el laboratorio de química.

   “ANFO, es un explosivo hecho con…”. Intentó explicar Julio, pero Díaz le interrumpió.

   “Si, sé que es el ANFO, y que planea hacer con eso?”.

   “Bueno, vera… yo no quería”.

   “Hable de una vez!”. 

   “Ella habló de enviarlo en sobres por correo… para que explotara en la cara de la gente”.

   “Es una locura!”.

   “Perdón…”.

   “Pero como se le ocurrió ayudar a semejante loca!”.

   “Yo… yo no sabía que quería hacer eso, se lo juro, cuando lo supe traté de escapar, pero me electrocutó, apenas logré activar la alarma de incendio”. Julio estaba muy asustado.

   “Usted se queda aquí, y estará vigilado, aun no sé qué cargos levantaremos contra usted… le ayudó a esa demente, así que mínimo es cómplice, y ruegue para que esa loquita no haga lo que planea”.

   “Espere, debo decirles más… Ella también lastimó a otras dos personas, un conductor del auto que robó, y también a un chico que atendía el laboratorio de la universidad, así pudimos entrar”.

   “Ay Dios!, Cuente todo, rápido!”.

   Finalmente Verónica abandonó la guarida del Tekas, con el detonador en su poder, uso unos pocos minutos para armar lo que quería. Todo el ANFO en una única bomba funcional.

   El Tekas despertó minutos después, y tras ver al enorme negro sin sentido. Expresa: “Marica…”.

   Es entonces cuando busca un teléfono móvil y hace una llamada. Un anónimo contesta, y el Tekas le comenta lo ocurrido.

   “Dime que el detonador tiene un chip de rastreo… siempre los usas verdad?”. El anónimo conocía la forma de actuar del Tekas.

   “Si, siempre los colocó en mi mercancía, solo lo retiro si lo vendo a alguien confiable, te daré el código para que puedas rastrearlo, pero como sabes, solo muestra un área amplia en donde está el dispositivo, no es un sistema tan sofisticado, aun así sabrás en que zona o edificación está el detonador”.

   “Bien, bien, te contaré que logro”.

   “Hey brother, reconóceme algo si atrapas a esa zorra, mira que son 10.000 por ella, y la maldita barrió el piso con mi gorila y conmigo… esa putica sabe pelear”.

   “De acuerdo, tu sabes que yo soy justo con mis soplones, tendrás lo tuyo, ahora deja las cosas en manos de los profesionales, adiós”.

   En el hospital, Miguel estaba pensativo, analizaba lo sucedido en el laboratorio. Finalmente concluyó que si bien Verónica le dejó inconsciente golpeándolo bajo, habría tenido alguna buena razón. Lo debió hacer por su bien, su otro lado estaba  a punto de volarle la cabeza y le debía la vida a la reacción del lado bueno de su novia…Esperaba que su chica siguiera luchando contra su lado malvado.

   En ese momento se le acercó Edgar, el tío de la joven, ya se habían visto al entrar a la urgencia, pero con el interrogatorio de la policía y el asunto de las agujas, no había tenido tiempo para conversar con él.

   Los dos comenzaron una charla, donde Miguel contó lo sucedido en el laboratorio, Edgar por su parte narró su historia de la tarde de ayer.

   “Entonces querían la recompensa por su sobrina, no me mienta”. Miguel se tornó serio ante el actuar de Edgar.

   “NO lo niego, pero es que Lilia insistía mucho, además ella esperaba no tener que lastimarla, pero Vero salió muy peleonera, pero te aclaro que para mí primero estaba el bienestar de mi sobrina”. Trató de excusarse el sujeto, más Miguel no le creyó.

   De pronto el rostro de Edgar pareció descomponerse, el hombre maduro comenzó a levantar los pies y se agarró la entrepierna.

   “Que le sucede?”.

   “Esa maldita mocosa que me pateo los huevos como si quisiera dejarme sin cojones, otra vez me están doliendo, esa agua que le inyecta a uno no sirve para nada, malditos doctores! , que me inyecten algo más efectivo!”. Edgar se retiró rumbo a la sala de observación, quería que le pusieran más analgésico…
…Al ver cojear a su colega hombre, Miguel se tomó sus propias partes nobles, comenzó a sobarse, el dolor aún estaba ahí, pero gracias al cielo era leve…Recordó a Verónica arrodillada ante él, justo antes de faulearlo…sintió una leve, pero doloroso erección.

   En otro lado de la amplia sala de urgencia, Díaz hablaba por teléfono con su superior, la Teniente Gertrudis Ferrer.

   “…Si mi Teniente, apenas me enteré envié por los dos dormidos, ya me confirmaron que les hallaron y están por llegar al hospital, según el informante son: Un desconocido conductor de un Uber, y un joven llamado Javier Suarez, quien es el encargado de un laboratorio de la universidad, y según lo narrado, dio la clave de acceso al lugar, claro que bajo maltrato, esa Verónica no deja de darnos problemas”.

   En ese momento una enfermera pasaba lentamente a su lado, empujando una camilla vacía.

   “Ya mismo voy para allá, es hora de ponerme directamente al comando de esta situación!”. Ferrer exponía un tono de severidad.

   “Pero mi Teniente…”.

   “Pero nada!, si lo de los explosivos es cierto, esto ya pasó de castaño a oscuro, en 15 minutos estoy apareciendo por allá, espero que no pase nada mientras llego, usted sí que es un inútil Díaz!”.

   Tras colgar la teniente, Díaz amenazó con arrojar el teléfono contra el muro, conteniéndose a último momento.

   “Condenada muchacha! Tienes el diablo adentro, pero detendremos tu locura…”.

   Al escuchar esto, la enfermera de la camilla mostro una malévola sonrisa…
…Y es que era la mismísima Verónica Arango, quién pasó sin ser notada junto al cavilante y preocupado Detective.

   Son ahora las 2:10 Am.


CONTINUARÁ…
Gracias. 

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