Los habitantes del planeta NĆ”ri fueron una sociedad feliz, simple, culta y avanzada, muy similar a los humanos, que apenas comenzaban sus primeros pasos en la exploraciĆ³n espacial. Pero la invasiĆ³n alienĆgena terminĆ³ con todo eso...
La invasiĆ³n conocida como los leva llegĆ³ un dĆa, aparentemente de la nada, en pequeƱas cantidades, y al principio eran una fuente de novedad: una mancha de limo extraƱa e inofensiva que se movĆa lentamente a travĆ©s del paisaje. Las gotas comenzaron a dividirse como amebas, a multiplicarse, pero todavĆa se les consideraba mĆ”s molestas que cualquier otra cosa, se interponĆan en el camino, y nadie podĆa encontrar una forma adecuada de eliminarlas. Pasaron muchos aƱos. Las manchas inofensivas se hicieron comunes, principalmente se les encontraba en el campo muy rural, y nadie tenĆa preocupaciones sobre el peligro que podrĆan representar.
Un dĆa, un joven de 19 aƱos, caminando en un momento caluroso y veraniego, se encontrĆ³ con una de las manchas y decidiĆ³ divertirse. Como muchos lo habĆan hecho antes, comenzĆ³ a pincharla con un palo. No hubo ninguna respuesta. Le arrojĆ³ piedras, y nada. Luego, aburrido, decidiĆ³ desnudarse y nadar en una piscina cercana. DespuĆ©s de unos minutos en el agua frĆa, su mente, como la mente de todos los hombres jĆ³venes, inevitablemente se volviĆ³ hacia el sexo. DecidiĆ³ masturbarse. Se tumbĆ³ al costado de la piscina y acariciĆ³ su larga polla, felizmente, sin saber que, a solo unos metros de distancia, se estaba produciendo una reacciĆ³n extraƱa en la gota mĆ”s cercana, un temblor en la superficie, y la gota comenzĆ³ a cambiar de forma. y un tentĆ”culo transparente y pegajoso emergiĆ³, moviĆ©ndose silenciosamente a travĆ©s de la maleza, hacia el muchacho musculoso, que estaba pajeando firmemente su pene. Los ojos del joven estaban cerrados, perdidos en el Ć©xtasis sexual, y no tenĆa idea del horror que se acercaba.
El joven se acercĆ³ al clĆmax, su mano bombeaba mĆ”s rĆ”pido, mĆ”s rĆ”pido, desconociendo que el clĆmax nunca llegarĆa, de hecho, que nunca llegarĆa al clĆmax sexual, jamĆ”s en su vida...
—¡AARgh!
No fue el grito de un muchacho llegando a un punto de liberaciĆ³n sexual. Fue el grito seco y asustado de un joven que acababa de encontrar un tentĆ”culo alienĆgena frĆo envuelto firmemente alrededor de sus bolas. El tentĆ”culo habĆa golpeado a la velocidad del rayo, envolviendo los testĆculos como un lĆ”tigo, pero luego el tentĆ”culo inmediatamente comenzĆ³ a disolverse, convirtiĆ©ndose en una masa sĆ³lida, ahorcando permanentemente la carne que acababa de envolver. El muchacho intentĆ³ retroceder, quiso soltarse, pero su cuerpo no obedeciĆ³ su orden. GritĆ³ de miedo, totalmente consciente de que estaba demasiado lejos de la ciudad para que alguien lo oyera, observĆ³ con horror cĆ³mo el limo se tragaba todo sus testĆculos y subĆa a su falo erecto, moviĆ©ndose hacia la cabeza de la polla, encerrando todo dentro de una semi-membrana transparente llena de limo sucio y pegajoso.
SintiĆ³ pequeƱos pinchazos en toda la piel, como pĆŗas sobre sus testĆculos, perforando y pinchando la carne y su pene. Luego, el tentĆ”culo se apretĆ³, con una fuerza casi inimaginable, cortando el semen que estaba surgiendo para ser liberado. Ćl volviĆ³ a gritar, y agarrĆ³ al intruso alienĆgena con una mano libre, desesperado por sacarlo de su preciosa virilidad. Pero otro tentĆ”culo agarrĆ³ su otra muƱeca. AlgĆŗn tipo de anestĆ©sico por el contacto lo paralizĆ³. Se encontrĆ³ levantado lentamente en el aire, y luego vio la burbuja que lo habĆa alzado, temblando, la membrana se abriĆ³ como una boca gigante. LuchĆ³ con todas sus fuerzas jĆ³venes, pero fue inĆŗtil: estaba inmovilizado. Fue succionado, con los pies primero, lentamente, y cuando su cabeza luchando finalmente se deslizĆ³ por debajo de la superficie, sintiĆ³ el asfixiante y asqueroso sabor de la baba alienĆgena mientras los fluidos entraban por su nariz, su boca y sus orejas. cualquier cavidad en la que puediera entrar.
A partir de entonces, el joven permaneciĆ³, congelado en el sitio, dentro de una membrana transparente, con la polla aĆŗn erecta y agarrada dentro de su mano, mantenida viva y consciente, mientras la burbuja comenzaba a devorarlo lentamente. representaba nueva fuente de nutrientes. Nadie lo encontrĆ³ hasta mĆ”s de una semana despuĆ©s, y para entonces quedaba poco por descubrir.
Y Ć©so se convirtiĆ³ en el destino de muchas personas. Cualquier lugareƱo que intentara tener relaciones sexuales, o que tuviera otras emociones fuertes de cualquier tipo dentro de diez metros de una gota se veĆa tragado por ella antes de que pudiera llegar al clĆmax. Cuanto mĆ”s joven y mĆ”s viril es el cuerpo, mayor era el riesgo, y los hombres jĆ³venes se vieron atacados por las manchas alienĆgenas. Los intentos del ejĆ©rcito de destruirlos solo las extendieron mĆ”s, ya que cada pieza de macha explotada se convertĆa en una nueva. Cualquier cuerpo de NĆ”ri extraĆdo de una burbuja poco despuĆ©s de la absorciĆ³n sobrevivĆa, pero solo como un zombie de ojos muertos. No habĆa ningĆŗn lugar para esconderse: ninguna pared, puerta o defensa que detuviera a las levas; podĆan licuarse y pasar por casi cualquier obstrucciĆ³n, antes de reformarse en el otro lado, listas para paralizar y luego absorber a su indefensa vĆctima.
Y a medida que las gotas se extendĆan, incontrolables e indestructibles, a travĆ©s de la superficie del planeta, las personas se encontraron restringidas, obligadas a vivir una existencia sin sexo, caminando con miedo entre las millones de leva que cubrĆan la superficie del planeta. Mientras no se excitaran demasiado cerca de una de las manchas, sobrevivirĆan. Pero las gotas se estaban volviendo cada vez mĆ”s comunes, pronto llegarĆa a un punto en el que los habitantes pudieran encontrar un lugar seguro para reproducirse y repoblar su especie sin un malvado y viscoso tentĆ”culo que rezumara a travĆ©s de una pared hacia ellos. Estaban condenados.
A medida que la sociedad del planeta comenzĆ³ a colapsar, un grupo de cientĆficos, que habĆan estado trabajando desesperadamente en una cura, se comprometieron a encontrar aliados y una forma de derrotarlos.
Pero al principio, el progreso fue lento. Descubrieron que gran parte del universo ya estaba infectado con las manchas sucias y chupadoras de vida. Algunos viajeros, sobrevivientes ofrecieron ayuda, pero dudaron de su capacidad para hacer mucho. PequeƱos trozos de informaciĆ³n se filtraron en su camino. Los leva eran una forma de vida extraƱa, poco mĆ”s que una gota indescriptible, con tentĆ”culos y limo que rezumaba. ParecĆan atraĆdos especialmente por los altos estados emocionales en otras especies, y luego absorbieron a sus vĆctimas a menudo justo antes del punto de liberaciĆ³n sexual, manteniĆ©ndolas vivas y alimentĆ”ndose lentamente de ellas hasta que el pobre cautivo se disolviera. Al igual que las amebas, se reproducĆan dividiĆ©ndose, lo que los hacĆa prĆ”cticamente imposibles de matar.
Pero luego, a medida que los cientĆficos desesperados se movĆan lentamente a travĆ©s del espacio de un mundo en ruinas, comenzĆ³ a escucharse un rumor, un rumor de un Ć”rea del universo totalmente despoblada por los leva. Un pequeƱo sistema solar con un planeta habitable, con una poblaciĆ³n de miles de millones. El planeta se llamaba La Tierra. Se desconocĆa por quĆ© el planeta permaneciĆ³ libre de los invasores alienĆgenas.
Los cientĆficos habĆan estado trabajando en el principio de que los extraterrestres se sentĆan atraĆdos de alguna manera por la energĆa sexual que emitĆan los jĆ³venes varones del planeta, e incluso habĆan progresado en la definiciĆ³n de la energĆa emitida durante el Ć©xtasis sexual, habĆan podido medirlo en su instrumentaciĆ³n, pero tenĆan un progreso limitado en convertir la informaciĆ³n en un arma que pudiera usarse contra las burbujas sin rasgos distintivos.
Un cientĆfico, trabajando solo en la noche, de repente se dio cuenta de una sorprendente investigaciĆ³n. Los extraterrestres no se alimentaban de la energĆa, de hecho la repelĆan. DetenĆan el acto sexual antes de que llegara al clĆmax, y absorbieron los cuerpos jĆ³venes para destruir su energĆa sexual, porque la energĆa los lastimaba. Esa fue la clave para derrotarlos.
Ahora los cientĆficos conocĆan la debilidad del alienĆgena y comenzaron a trabajar en un plan. HabĆa algo acerca de los llamados humanos que mantuvieron a los invasores alienĆgenas lejos de su planeta. Algo que podĆan usar, algo que podĆa cosecharse. La tripulaciĆ³n puso rumbo al misterioso planeta...
En una ciudad importante de la Tierra, a principios del siglo XXI, muchos aƱos despuƩs...
El Ćŗltimo dĆa antes de cumplir 21 aƱos, Max terminĆ³ su faena en el sitio de construcciĆ³n, planeando ir directamente al gimnasio. A pesar de haber estado cavando trincheras todo el dĆa, todavĆa necesitaba hacer ejercicio. Una chica esperaba verlo alrededor de las 7pm, bueno, ella solo tendrĆa que esperar. Y si no lo hacĆa, habĆan muchas mĆ”s por la ciudad, pensĆ³. Sus compaƱeros de trabajo no lamentaron verlo irse: se paseaba por el lugar como si fuera el rey del sitio, haciendo un gran espectĆ”culo de cuĆ”ntos ladrillos podĆa llevar mĆ”s que nadie, cuĆ”nto mĆ”s rĆ”pido podĆa subir a la cima del andamio. Como era un dĆa caluroso, trabajaba sin camisa, y todos envidiaban lo que veĆan: un joven alto, de cintura estrecha pero hombros anchos, con una fina capa de sudor y polvo sobre su pecho musculoso y sus pectorales, pero mientras muchos hombres, incluidos algunos heterosexuales, recordaban ese cuerpo mucho despuĆ©s de que su dueƱo se fue, nadie se arrepintiĆ³ cuando se marchĆ³, porque su arrogancia y falta de humildad se volvĆan imposibles de soportar a los pocos minutos de conocerlo.
Max ignoraba cĆ³mo lo veĆa la gente, por una razĆ³n.
Porque era un caballero, un guerrero, y un dĆa salvarĆa al mundo.
Al menos, ese era el sueƱo recurrente que tenĆa, desde que podĆa recordar, varias veces al mes. Los eventos en el sueƱo a menudo eran diferentes, pero un par de imĆ”genes seguĆan siendo las mismas... la imagen de sĆ mismo, vestido solo con un bĆ³xer, con su cabello ondeando al viento, parado sobre una pila de cuerpos enemigos, sosteniendo su espada en alto mientras varias mujeres de grandes pechos se arrodillaban ante Ć©l, aferradas a sus piernas.
Era una variante de arte erĆ³tico y fantasĆa que vivĆa desde que estuvo en el orfanato, pero su mente lo adaptĆ³ a sus sueƱos, y esos no eran sueƱos como lo tuviera una persona normal. Para Max, eran totalmente reales. ConocĆa su destino, como prĆncipe entre simples mortales, y si los que lo rodeaban no podĆan sentir su poder, si las mujeres no caĆan para besarle los pies cuando pasaba, entonces eran tontas por no darse cuenta de su importante destino. ¿No podĆan entender que Ć©l serĆa el salvador del planeta?
Pero en la Tierra existĆan otros 49 hombres, todos exactamente de la misma edad que Max, de todas las razas y credos, que tenĆan los mismos sueƱos, o similares, durante toda su vida, que tambiĆ©n eran catalogados como arrogantes y distantes porque se consideraban mejores que los que los rodeaban, los cuales se habĆan sentido obligados desde una edad temprana a hacer ejercicio, o vincularse al deporte, para perfeccionar sus cuerpos. AdemĆ”s, todos eran huĆ©rfanos en todo el mundo.
Gregory no tenĆa mucho en comĆŗn con los 50 jĆ³venes. Era mayor, y vivĆa enojado. Enojado con el mundo, con las personas que lo despreciaron, los inteligentes, los ricos, los hermosos. VivĆa en la misma ciudad que Max, pero podrĆa haber estado en un planeta diferente, ya que no habĆa similitud entre su vida y la del joven semental arrogante. Gregory pasĆ³ su vida moviĆ©ndose de trabajo de baja categorĆa a otros peores. Pobre y solo, asĆ definĆa su existencia. Las vacaciones eran las peores. Estaba barriendo basura en los parques, y no habĆa descanso para mirar a aquellos hombres jĆ³venes, perfectamente formados, sin camisa, corriendo, practicando deportes, holgazaneando, relajados e informales. Gregory los codiciaba y los odiaba en igual proporciĆ³n, porque su conducta siempre habĆa sido rechazada, a veces con humillaciĆ³n pĆŗblica, a veces con insultos y violencia.
TambiĆ©n tenĆa un sueƱo recurrente. En su sueƱo, llevaba una especie de tĆŗnica ceremonial, como un sumo sacerdote, y caminaba por lo que parecĆa ser un desierto extraƱo, pĆ”lido e irregular. Caminaba sobre cuerpos desnudos, cuerpos masculinos y musculosos, todos atados, desnudos y sudando, todos gruƱendo de dolor mientras sus botas apretaban sus estĆ³magos, abdominales o genitales.
Siempre se despertaba del sueƱo sudando, y enojado. Porque el mundo de los sueƱos era tan abstracto y maravilloso, y el mundo real era tan deprimente y gris. LlegĆ³ a despreciar el sueƱo porque se burlaba de Ć©l. Nunca tendrĆa los cuerpos de aquellos hombres que despreciaba rendidos ante Ć©l, para hacerles lo que quisiera.
Y esa noche, el jueves 05 de marzo, comiĆ³ una cena sencilla, pasĆ³ algunas horas en sus sitios web favoritos de Internet, se masturbĆ³ en la ducha, vio televisiĆ³n y luego fue a dormir, solo como siempre, sin darse cuenta de que al despertar su vida cambiarĆa para siempre.
Sin darse cuenta tambiĆ©n de que, a pesar de su soledad, habĆan otros hombres como Ć©l, que odiaban el mundo, que codiciaban los cuerpos masculinos jĆ³venes de aquellos que no podĆan tener, se extendĆan por todo el planeta. De todas las edades, credo y complexiĆ³n fisica. Lo mĆ”s especial era que esa noche todos tendrĆan el mismo sueƱo. Exactamente el mismo sueƱo, un sueƱo que los enviarĆa a un lugar donde todas sus fantasĆas mĆ”s extremas y perversas se harĆan realidad.
Ese mismo jueves por la noche, al otro lado de la ciudad, Max se relajĆ³ en su elegante departamento, descansando sin camisa en el sofĆ”. HabĆa terminado de follar con la muchacha varias horas antes. Aunque obviamente ella deseaba su cuerpo y estaba mĆ”s que satisfecha montando su enorme polla, Ć©l se sentĆa extraƱamente cansado. Ella estaba feliz acariciando su cuerpo por todo lo que valĆa, pero de alguna manera no lo satisfizo. EncontrĆ³ su mente a la deriva, como a menudo lo hacĆa. Nunca dudĆ³ de su virilidad; mĆ”s bien siempre culpaba a las chicas debajo de Ć©l, suponiendo que de alguna manera no eran lo suficientemente buenas como para montarlo, como campesinos que intentaban desesperadamente complacer a un prĆncipe o un rey. Ćl siempre eyaculaba eventualmente, y luego, sin ceremonias, pateaba a la chica fuera del departamento. CerrĆ³ la puerta cuando el sonido de sus maldiciones y quejas resonaban en el pasillo. Un dĆa, pensĆ³, los vecinos se iban a quejar por todo el ruido, pero al diablo con ellos, debĆan sentirse honrados de estar despiertos por el sonido de sus conquistas. Hizo algunas flexiones y se sintiĆ³ extraƱamente cansado; normalmente no dormĆa hasta bien pasada la medianoche, pero hoy se dio la vuelta alrededor de las once y se quedĆ³ dormido.
Tuvo unas pocas horas de sueƱo desigual y sin descanso.
Y entonces, el sueƱo comenzĆ³. Pero este no era el sueƱo habitual, de hecho, era un sueƱo diferente a todos los que habĆa experimentado antes.
Estaba de pie, desnudo a excepciĆ³n de su calzoncillo, con vistas a un valle Ć”rido y azotado por el viento de la noche. El agua reflejaba la luna muy por debajo de Ć©l. Un Ćŗnico edificio estaba delante, una gran estructura de madera, tal vez un hotel o una mansiĆ³n, pintada de rojo brillante. La gran puerta principal se abriĆ³ y sintiĆ³ que lo arrastraban hacia adentro. El sueƱo fue el mĆ”s intenso que habĆa experimentado. EntrĆ³ al edificio. El vestĆbulo era increĆblemente grande, un escalofrĆo le recorriĆ³ la espalda. Un canto comenzĆ³ de la nada, repitiĆ©ndose en su cabeza.
La casa de las luces en el cielo
Una y otra vez. SintiĆ³ que algo se estaba quemando fĆsicamente en su cerebro y, simultĆ”neamente, una intensa experiencia sexual pasĆ³ por su cuerpo. Su calzoncillo literalmente se disolviĆ³, como quemado por Ć”cido, y su cuerpo se levantĆ³ del suelo y se elevĆ³ en el aire. Mientras flotaba vio que era parte de un gran cĆrculo de cuerpos flotantes, tal vez 40 Ć³ 50, no podĆa decir cuĆ”ntos, todos los especĆmenes fĆsicos perfectos, todos desnudos. Y luego, elevĆ”ndose en el centro del cĆrculo, una docena de hombres, de todo tipo, vestidos con tĆŗnicas como sacerdotes, sostenĆan sus manos sobre sus cabezas como si fueran alabanzas. Max sintiĆ³ un poderoso movimiento en su entrepierna y, mirando hacia abajo, vio que tenĆa una erecciĆ³n firme y dura. HabĆa una tenue luz alrededor de su miembro, como un resplandor radiactivo, y luego notĆ³ una lĆnea de energĆa muy tenue, casi un rayo, que dejĆ³ su miembro erecto y se dirigĆa a los sacerdotes. El rayo brillaba. Pulsos de energĆa comenzaron a correr por el rayo, y esos pulsos coincidĆan con fuertes olas de excitaciĆ³n sexual en su pene, mucho mĆ”s fuerte de lo que normalmente experimentaba. MirĆ³ a su alrededor y vio que lo mismo le estaba sucediendo a todas las demĆ”s figuras suspendidas, y estaba claro que todos estaban en medio de algunos impulsos sexuales incontrolables. Los signos y gemidos de Ć©xtasis resonaron.
Los rayos de energĆa llegaron a los sacerdotes, y sus cuerpos enteros fueron baƱados por el tenue resplandor radiactivo de la energĆa sexual. Los cincuenta cuerpos comenzaron a girar y girar en espiral alrededor de ellos como una enorme rueda de bicicleta. Max estaba confundido y asustado, pero tambiĆ©n estaba muy caliente. SintiĆ³ que la sensaciĆ³n sexual se elevaba por todo su cuerpo como electricidad, mĆ”s y mĆ”s; sintiĆ³ que no podĆa soportarlo.
La casa de las luces en el cielo, la casa de las luces en el cielo.
Y luego, una oleada de energĆa a travĆ©s de su cuerpo cuando lo golpeĆ³ un clĆmax enorme, y un rayo de energĆa blanca pura explotĆ³ desde el extremo de su polla, y el pene de todos los otros sementales, disparando simultĆ”neamente hacia los sacerdotes.
Una enorme explosiĆ³n de fuego llenĆ³ el aire, la bola de fuego se expandiĆ³ y luego alcanzĆ³ a los sacerdotes, que estaban protegidos por algĆŗn tipo de escudo brillante, que emergiĆ³ rayos de luz, corriendo contra ellos como una lĆnea de gasolina, directamente a los penes, y los 50 cuerpos estallaron en llamas. Max se sintiĆ³ envuelto por el fuego, su carne ardiĆ³, se encontrĆ³ luchando, ahogĆ”ndose, tratando de apagar las llamas.
Y se despertĆ³ gritando.
Le llevĆ³ unos segundos reconocer su entorno. Estaba en su piso, en el suelo. Las sĆ”banas y las mantas de su cama estaban apiladas y en desorden, como si hubiera peleado una guerra mientras dormĆa, y se dio cuenta de que su estĆ³mago y el piso de madera estaban manchados de su propio semen pegajoso. TodavĆa era temprano, justo antes del amanecer, pero sentĆa que no habĆa dormido en quince dĆas. Y su cerebro estaba totalmente sobrecargado. Destellos de imĆ”genes seguĆan volviendo, una y otra vez.
Durante dos horas permaneciĆ³ allĆ, escuchando los sonidos de la ciudad al despertar, tratando de calmar su mente, pero el sueƱo no se desvanecĆa. Incluso tenĆa un poco de miedo, ya que nunca habĆa tenido una experiencia sexual, ni en un sueƱo ni en la realidad, donde Ć©l no era responsable, donde no era el maestro, pero en esa ocasiĆ³n se habĆa sentido usado.
La casa de las luces en el cielo.
Finalmente se despabilĆ³. Esa frase daba vueltas y vueltas en su cabeza y, a diferencia de la mayorĆa de los sueƱos, se negaba a desvanecerse. Lo escribiĆ³ en su computadora portĆ”til; debĆa significar algo. Cuando no encontrĆ³ nada que aƱadiera misterio al texto, buscĆ³ imĆ”genes y se congelĆ³.
ApareciĆ³ en la bĆŗsqueda una imagen de esa casa roja, exactamente como la recordaba del sueƱo. Hizo clic en el enlace y descubriĆ³ que la casa era un viejo hotel, en una isla frente a la costa de Colombia. Una voz en su cabeza hablĆ³ claramente, tan clara como si alguien estuviera de pie en la habitaciĆ³n con Ć©l.
—Ve a la casa.
Supo de inmediato lo que debĆa hacer; debĆa ir allĆ, a esa casa, sin demora. Era su destino. PasĆ³ diez minutos arrojando prendas de ropa en su bolso, junto con su pasaporte y el dinero que pudo encontrar, y saliĆ³ del departamento, sin molestarse en cerrar la puerta de entrada tras Ć©l. QuerĆa correr, porque sabĆa que finalmente estaba en bĆŗsqueda de la misiĆ³n que habĆa nacido. No tenĆa dudas de que estaba haciendo lo correcto.
Y, en su sombrĆa habitaciĆ³n, Gregory tambiĆ©n estaba empacando su bolso. Porque habĆa experimentado el mismo sueƱo, la Ćŗnica diferencia era que estaba del lado de los monges, absorbiendo la energĆa de los cincuenta cuerpos que circulaban a su alrededor. TambiĆ©n habĆa escuchado las palabras y, tan pronto como se despertĆ³, hizo el mismo descubrimiento en Internet y tuvo el mismo impulso. DebĆa ir a ese lugar, ahora mismo.
En todo el planeta, muchas personas estaban en movimiento esa maƱana, algunas con viajes muy largos por delante, sin saber cĆ³mo llegarĆan allĆ o por quĆ©, pero sabiendo que debĆan llegar. Y, en algĆŗn lugar del cielo sobre ese planeta, un grupo de cientĆficos, refugiados de otro mundo, monitoreaban sus movimientos con calma. DespuĆ©s de una larga espera, a muchos aƱos de su mundo natal, la prĆ³xima fase del plan se estaba escribiendo...
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