Maestro de guerra (1/5): la casa de las luces en el cielo - Las Bolas de Pablo

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4 mar 2020

Maestro de guerra (1/5): la casa de las luces en el cielo


   Los habitantes del planeta NĆ”ri fueron una sociedad feliz, simple, culta y avanzada, muy similar a los humanos, que apenas comenzaban sus primeros pasos en la exploraciĆ³n espacial. Pero la invasiĆ³n alienĆ­gena terminĆ³ con todo eso...


   La invasiĆ³n conocida como los leva llegĆ³ un dĆ­a, aparentemente de la nada, en pequeƱas cantidades, y al principio eran una fuente de novedad: una mancha de limo extraƱa e inofensiva que se movĆ­a lentamente a travĆ©s del paisaje. Las gotas comenzaron a dividirse como amebas, a multiplicarse, pero todavĆ­a se les consideraba mĆ”s molestas que cualquier otra cosa, se interponĆ­an en el camino, y nadie podĆ­a encontrar una forma adecuada de eliminarlas. Pasaron muchos aƱos. Las manchas inofensivas se hicieron comunes, principalmente se les encontraba en el campo muy rural, y nadie tenĆ­a preocupaciones sobre el peligro que podrĆ­an representar.



   Un dĆ­a, un joven de 19 aƱos, caminando en un momento caluroso y veraniego, se encontrĆ³ con una de las manchas y decidiĆ³ divertirse. Como muchos lo habĆ­an hecho antes, comenzĆ³ a pincharla con un palo. No hubo ninguna respuesta. Le arrojĆ³ piedras, y nada. Luego, aburrido, decidiĆ³ desnudarse y nadar en una piscina cercana. DespuĆ©s de unos minutos en el agua frĆ­a, su mente, como la mente de todos los hombres jĆ³venes, inevitablemente se volviĆ³ hacia el sexo. DecidiĆ³ masturbarse. Se tumbĆ³ al costado de la piscina y acariciĆ³ su larga polla, felizmente, sin saber que, a solo unos metros de distancia, se estaba produciendo una reacciĆ³n extraƱa en la gota mĆ”s cercana, un temblor en la superficie, y la gota comenzĆ³ a cambiar de forma. y un tentĆ”culo transparente y pegajoso emergiĆ³, moviĆ©ndose silenciosamente a travĆ©s de la maleza, hacia el muchacho musculoso, que estaba pajeando firmemente su pene. Los ojos del joven estaban cerrados, perdidos en el Ć©xtasis sexual, y no tenĆ­a idea del horror que se acercaba.



   El joven se acercĆ³ al clĆ­max, su mano bombeaba mĆ”s rĆ”pido, mĆ”s rĆ”pido, desconociendo que el clĆ­max nunca llegarĆ­a, de hecho, que nunca llegarĆ­a al clĆ­max sexual, jamĆ”s en su vida...



   —¡AARgh!



   No fue el grito de un muchacho llegando a un punto de liberaciĆ³n sexual. Fue el grito seco y asustado de un joven que acababa de encontrar un tentĆ”culo alienĆ­gena frĆ­o envuelto firmemente alrededor de sus bolas. El tentĆ”culo habĆ­a golpeado a la velocidad del rayo, envolviendo los testĆ­culos  como un lĆ”tigo, pero luego el tentĆ”culo inmediatamente comenzĆ³ a disolverse, convirtiĆ©ndose en una masa sĆ³lida, ahorcando permanentemente la carne que acababa de envolver. El muchacho intentĆ³ retroceder, quiso soltarse, pero su cuerpo no obedeciĆ³ su orden. GritĆ³ de miedo, totalmente consciente de que estaba demasiado lejos de la ciudad para que alguien lo oyera, observĆ³ con horror cĆ³mo el limo se tragaba todo sus testĆ­culos y subĆ­a a su falo erecto, moviĆ©ndose hacia la cabeza de la polla, encerrando todo dentro de una semi-membrana transparente llena de limo sucio y pegajoso.



   SintiĆ³ pequeƱos pinchazos en toda la piel, como pĆŗas sobre sus testĆ­culos, perforando y pinchando la carne y su pene. Luego, el tentĆ”culo se apretĆ³, con una fuerza casi inimaginable, cortando el semen que estaba surgiendo para ser liberado. Ɖl volviĆ³ a gritar, y agarrĆ³ al intruso alienĆ­gena con una mano libre, desesperado por sacarlo de su preciosa virilidad. Pero otro tentĆ”culo agarrĆ³ su otra muƱeca. AlgĆŗn tipo de anestĆ©sico por el contacto lo paralizĆ³. Se encontrĆ³ levantado lentamente en el aire, y luego vio la burbuja que lo habĆ­a alzado, temblando, la membrana se abriĆ³ como una boca gigante. LuchĆ³ con todas sus fuerzas jĆ³venes, pero fue inĆŗtil: estaba inmovilizado. Fue succionado, con los pies primero, lentamente, y cuando su cabeza luchando finalmente se deslizĆ³ por debajo de la superficie, sintiĆ³ el asfixiante y asqueroso sabor de la baba alienĆ­gena mientras los fluidos entraban por su nariz, su boca y sus orejas. cualquier cavidad en la que puediera entrar.



   A partir de entonces, el joven permaneciĆ³, congelado en el sitio, dentro de una membrana transparente, con la polla aĆŗn erecta y agarrada dentro de su mano, mantenida viva y consciente, mientras la burbuja comenzaba a devorarlo lentamente. representaba nueva fuente de nutrientes. Nadie lo encontrĆ³ hasta mĆ”s de una semana despuĆ©s, y para entonces quedaba poco por descubrir.



   Y Ć©so se convirtiĆ³ en el destino de muchas personas. Cualquier lugareƱo que intentara tener relaciones sexuales, o que tuviera otras emociones fuertes de cualquier tipo dentro de diez metros de una gota se veĆ­a tragado por ella antes de que pudiera llegar al clĆ­max. Cuanto mĆ”s joven y mĆ”s viril es el cuerpo, mayor era el riesgo, y los hombres jĆ³venes se vieron atacados por las manchas alienĆ­genas. Los intentos del ejĆ©rcito de destruirlos solo las extendieron mĆ”s, ya que cada pieza de macha explotada se convertĆ­a en una nueva. Cualquier cuerpo de NĆ”ri extraĆ­do de una burbuja poco despuĆ©s de la absorciĆ³n sobrevivĆ­a, pero solo como un zombie de ojos muertos. No habĆ­a ningĆŗn lugar para esconderse: ninguna pared, puerta o defensa que detuviera a las levas; podĆ­an licuarse y pasar por casi cualquier obstrucciĆ³n, antes de reformarse en el otro lado, listas para paralizar y luego absorber a su indefensa vĆ­ctima.



   Y a medida que las gotas se extendĆ­an, incontrolables e indestructibles, a travĆ©s de la superficie del planeta, las personas se encontraron restringidas, obligadas a vivir una existencia sin sexo, caminando con miedo entre las millones de leva que cubrĆ­an la superficie del planeta. Mientras no se excitaran demasiado cerca de una de las manchas, sobrevivirĆ­an. Pero las gotas se estaban volviendo cada vez mĆ”s comunes, pronto llegarĆ­a a un punto en el que los habitantes pudieran encontrar un lugar seguro para reproducirse y repoblar su especie sin un malvado y viscoso tentĆ”culo que rezumara a travĆ©s de una pared hacia ellos. Estaban condenados.



   A medida que la sociedad del planeta comenzĆ³ a colapsar, un grupo de cientĆ­ficos, que habĆ­an estado trabajando desesperadamente en una cura, se comprometieron a encontrar aliados y una forma de derrotarlos.



   Pero al principio, el progreso fue lento. Descubrieron que gran parte del universo ya estaba infectado con las manchas sucias y chupadoras de vida. Algunos viajeros, sobrevivientes ofrecieron ayuda, pero dudaron de su capacidad para hacer mucho. PequeƱos trozos de informaciĆ³n se filtraron en su camino. Los leva eran una forma de vida extraƱa, poco mĆ”s que una gota indescriptible, con tentĆ”culos y limo que rezumaba. ParecĆ­an atraĆ­dos especialmente por los altos estados emocionales en otras especies, y luego absorbieron a sus vĆ­ctimas a menudo justo antes del punto de liberaciĆ³n sexual, manteniĆ©ndolas vivas y alimentĆ”ndose lentamente de ellas hasta que el pobre cautivo se disolviera. Al igual que las amebas, se reproducĆ­an dividiĆ©ndose, lo que los hacĆ­a prĆ”cticamente imposibles de matar.



   Pero luego, a medida que los cientĆ­ficos desesperados se movĆ­an lentamente a travĆ©s del espacio de un mundo en ruinas, comenzĆ³ a escucharse un rumor, un rumor de un Ć”rea del universo totalmente despoblada por los leva. Un pequeƱo sistema solar con un planeta habitable, con una poblaciĆ³n de miles de millones. El planeta se llamaba La Tierra. Se desconocĆ­a por quĆ© el planeta permaneciĆ³ libre de los invasores alienĆ­genas.



   Los cientĆ­ficos habĆ­an estado trabajando en el principio de que los extraterrestres se sentĆ­an atraĆ­dos de alguna manera por la energĆ­a sexual que emitĆ­an los jĆ³venes varones del planeta, e incluso habĆ­an progresado en la definiciĆ³n de la energĆ­a emitida durante el Ć©xtasis sexual, habĆ­an podido medirlo en su instrumentaciĆ³n, pero tenĆ­an un progreso limitado en convertir la informaciĆ³n en un arma que pudiera usarse contra las burbujas sin rasgos distintivos.



   Un cientĆ­fico, trabajando solo en la noche, de repente se dio cuenta de una sorprendente investigaciĆ³n. Los extraterrestres no se alimentaban de la energĆ­a, de hecho la repelĆ­an. DetenĆ­an el acto sexual antes de que llegara al clĆ­max, y absorbieron los cuerpos jĆ³venes para destruir su energĆ­a sexual, porque la energĆ­a los lastimaba. Esa fue la clave para derrotarlos.



   Ahora los cientĆ­ficos conocĆ­an la debilidad del alienĆ­gena y comenzaron a trabajar en un plan. HabĆ­a algo acerca de los llamados humanos que mantuvieron a los invasores alienĆ­genas lejos de su planeta. Algo que podĆ­an usar, algo que podĆ­a cosecharse. La tripulaciĆ³n puso rumbo al misterioso planeta...



   En una ciudad importante de la Tierra, a principios del siglo XXI, muchos aƱos despuĆ©s...



   El Ćŗltimo dĆ­a antes de cumplir 21 aƱos, Max terminĆ³ su faena en el sitio de construcciĆ³n, planeando ir directamente al gimnasio. A pesar de haber estado cavando trincheras todo el dĆ­a, todavĆ­a necesitaba hacer ejercicio. Una chica esperaba verlo alrededor de las 7pm, bueno, ella solo tendrĆ­a que esperar. Y si no lo hacĆ­a, habĆ­an muchas mĆ”s por la ciudad, pensĆ³. Sus compaƱeros de trabajo no lamentaron verlo irse: se paseaba por el lugar como si fuera el rey del sitio, haciendo un gran espectĆ”culo de cuĆ”ntos ladrillos podĆ­a llevar mĆ”s que nadie, cuĆ”nto mĆ”s rĆ”pido podĆ­a subir a la cima del andamio. Como era un dĆ­a caluroso, trabajaba sin camisa, y todos envidiaban lo que veĆ­an: un joven alto, de cintura estrecha pero hombros anchos, con una fina capa de sudor y polvo sobre su pecho musculoso y sus pectorales, pero mientras muchos hombres, incluidos algunos heterosexuales, recordaban ese cuerpo mucho despuĆ©s de que su dueƱo se fue, nadie se arrepintiĆ³ cuando se marchĆ³, porque su arrogancia y falta de humildad se volvĆ­an imposibles de soportar a los pocos minutos de conocerlo.



   Max ignoraba cĆ³mo lo veĆ­a la gente, por una razĆ³n.



   Porque era un caballero, un guerrero, y un dĆ­a salvarĆ­a al mundo.



   Al menos, ese era el sueƱo recurrente que tenĆ­a, desde que podĆ­a recordar, varias veces al mes. Los eventos en el sueƱo a menudo eran diferentes, pero un par de imĆ”genes seguĆ­an siendo las mismas... la imagen de sĆ­ mismo, vestido solo con un bĆ³xer, con su cabello ondeando al viento, parado sobre una pila de cuerpos enemigos, sosteniendo su espada en alto mientras varias mujeres de grandes pechos se arrodillaban ante Ć©l, aferradas a sus piernas.



   Era una variante de arte erĆ³tico y fantasĆ­a que vivĆ­a desde que estuvo en el orfanato, pero su mente lo adaptĆ³ a sus sueƱos, y esos no eran sueƱos como lo tuviera una persona normal. Para Max, eran totalmente reales. ConocĆ­a su destino, como prĆ­ncipe entre simples mortales, y si los que lo rodeaban no podĆ­an sentir su poder, si las mujeres no caĆ­an para besarle los pies cuando pasaba, entonces eran tontas por no darse cuenta de su importante destino. ¿No podĆ­an entender que Ć©l serĆ­a el salvador del planeta?



   Pero en la Tierra existĆ­an otros 49 hombres, todos exactamente de la misma edad que Max, de todas las razas y credos, que tenĆ­an los mismos sueƱos, o similares, durante toda su vida, que tambiĆ©n eran catalogados como arrogantes y distantes porque se consideraban mejores que los que los rodeaban, los cuales se habĆ­an sentido obligados desde una edad temprana a hacer ejercicio, o vincularse al deporte, para perfeccionar sus cuerpos. AdemĆ”s, todos eran huĆ©rfanos en todo el mundo.



   Gregory no tenĆ­a mucho en comĆŗn con los 50 jĆ³venes. Era mayor, y vivĆ­a enojado. Enojado con el mundo, con las personas que lo despreciaron, los inteligentes, los ricos, los hermosos. VivĆ­a en la misma ciudad que Max, pero podrĆ­a haber estado en un planeta diferente, ya que no habĆ­a similitud entre su vida y la del joven semental arrogante. Gregory pasĆ³ su vida moviĆ©ndose de trabajo de baja categorĆ­a a otros peores. Pobre y solo, asĆ­ definĆ­a su existencia. Las vacaciones eran las peores. Estaba barriendo basura en los parques, y no habĆ­a descanso para mirar a aquellos hombres jĆ³venes, perfectamente formados, sin camisa, corriendo, practicando deportes, holgazaneando, relajados e informales. Gregory los codiciaba y los odiaba en igual proporciĆ³n, porque su conducta siempre habĆ­a sido rechazada, a veces con humillaciĆ³n pĆŗblica, a veces con insultos y violencia.



   TambiĆ©n tenĆ­a un sueƱo recurrente. En su sueƱo, llevaba una especie de tĆŗnica ceremonial, como un sumo sacerdote, y caminaba por lo que parecĆ­a ser un desierto extraƱo, pĆ”lido e irregular. Caminaba sobre cuerpos desnudos, cuerpos masculinos y musculosos, todos atados, desnudos y sudando, todos gruƱendo de dolor mientras sus botas apretaban sus estĆ³magos, abdominales o genitales.



   Siempre se despertaba del sueƱo sudando, y enojado. Porque el mundo de los sueƱos era tan abstracto y maravilloso, y el mundo real era tan deprimente y gris. LlegĆ³ a despreciar el sueƱo porque se burlaba de Ć©l. Nunca tendrĆ­a los cuerpos de aquellos hombres que despreciaba rendidos ante Ć©l, para hacerles lo que quisiera.



   Y esa noche, el jueves 05 de marzo, comiĆ³ una cena sencilla, pasĆ³ algunas horas en sus sitios web favoritos de Internet, se masturbĆ³ en la ducha, vio televisiĆ³n y luego fue a dormir, solo como siempre, sin darse cuenta de que al despertar su vida cambiarĆ­a para siempre.



   Sin darse cuenta tambiĆ©n de que, a pesar de su soledad, habĆ­an otros hombres como Ć©l, que odiaban el mundo, que codiciaban los cuerpos masculinos jĆ³venes de aquellos que no podĆ­an tener, se extendĆ­an por todo el planeta. De todas las edades, credo y complexiĆ³n fisica. Lo mĆ”s especial era que esa noche todos tendrĆ­an el mismo sueƱo. Exactamente el mismo sueƱo, un sueƱo que los enviarĆ­a a un lugar donde todas sus fantasĆ­as mĆ”s extremas y perversas se harĆ­an realidad.



   Ese mismo jueves por la noche, al otro lado de la ciudad, Max se relajĆ³ en su elegante departamento, descansando sin camisa en el sofĆ”. HabĆ­a terminado de follar con la muchacha varias horas antes. Aunque obviamente ella deseaba su cuerpo y estaba mĆ”s que satisfecha montando su enorme polla, Ć©l se sentĆ­a extraƱamente cansado. Ella estaba feliz acariciando su cuerpo por todo lo que valĆ­a, pero de alguna manera no lo satisfizo. EncontrĆ³ su mente a la deriva, como a menudo lo hacĆ­a. Nunca dudĆ³ de su virilidad; mĆ”s bien siempre culpaba a las chicas debajo de Ć©l, suponiendo que de alguna manera no eran lo suficientemente buenas como para montarlo, como campesinos que intentaban desesperadamente complacer a un prĆ­ncipe o un rey. Ɖl siempre eyaculaba eventualmente, y luego, sin ceremonias, pateaba a la chica fuera del departamento. CerrĆ³ la puerta cuando el sonido de sus maldiciones y quejas resonaban en el pasillo. Un dĆ­a, pensĆ³, los vecinos se iban a quejar por todo el ruido, pero al diablo con ellos, debĆ­an sentirse honrados de estar despiertos por el sonido de sus conquistas. Hizo algunas flexiones y se sintiĆ³ extraƱamente cansado; normalmente no dormĆ­a hasta bien pasada la medianoche, pero hoy se dio la vuelta alrededor de las once y se quedĆ³ dormido.



   Tuvo unas pocas horas de sueƱo desigual y sin descanso.



   Y entonces, el sueƱo comenzĆ³. Pero este no era el sueƱo habitual, de hecho, era un sueƱo diferente a todos los que habĆ­a experimentado antes.



   Estaba de pie, desnudo a excepciĆ³n de su calzoncillo, con vistas a un valle Ć”rido y azotado por el viento de la noche. El agua reflejaba la luna muy por debajo de Ć©l. Un Ćŗnico edificio estaba delante, una gran estructura de madera, tal vez un hotel o una mansiĆ³n, pintada de rojo brillante. La gran puerta principal se abriĆ³ y sintiĆ³ que lo arrastraban hacia adentro. El sueƱo fue el mĆ”s intenso que habĆ­a experimentado. EntrĆ³ al edificio. El vestĆ­bulo era increĆ­blemente grande, un escalofrĆ­o le recorriĆ³ la espalda. Un canto comenzĆ³ de la nada, repitiĆ©ndose en su cabeza.



La casa de las luces en el cielo



   Una y otra vez. SintiĆ³ que algo se estaba quemando fĆ­sicamente en su cerebro y, simultĆ”neamente, una intensa experiencia sexual pasĆ³ por su cuerpo. Su calzoncillo literalmente se disolviĆ³, como quemado por Ć”cido, y su cuerpo se levantĆ³ del suelo y se elevĆ³ en el aire. Mientras flotaba vio que era parte de un gran cĆ­rculo de cuerpos flotantes, tal vez 40 Ć³ 50, no podĆ­a decir cuĆ”ntos, todos los especĆ­menes fĆ­sicos perfectos, todos desnudos. Y luego, elevĆ”ndose en el centro del cĆ­rculo, una docena de hombres, de todo tipo, vestidos con tĆŗnicas como sacerdotes, sostenĆ­an sus manos sobre sus cabezas como si fueran alabanzas. Max sintiĆ³ un poderoso movimiento en su entrepierna y, mirando hacia abajo, vio que tenĆ­a una erecciĆ³n firme y dura. HabĆ­a una tenue luz alrededor de su miembro, como un resplandor radiactivo, y luego notĆ³ una lĆ­nea de energĆ­a muy tenue, casi un rayo, que dejĆ³ su miembro erecto y se dirigĆ­a a los sacerdotes. El rayo brillaba. Pulsos de energĆ­a comenzaron a correr por el rayo, y esos pulsos coincidĆ­an con fuertes olas de excitaciĆ³n sexual en su pene, mucho mĆ”s fuerte de lo que normalmente experimentaba. MirĆ³ a su alrededor y vio que lo mismo le estaba sucediendo a todas las demĆ”s figuras suspendidas, y estaba claro que todos estaban en medio de algunos impulsos sexuales incontrolables. Los signos y gemidos de Ć©xtasis resonaron.



   Los rayos de energĆ­a llegaron a los sacerdotes, y sus cuerpos enteros fueron baƱados por el tenue resplandor radiactivo de la energĆ­a sexual. Los cincuenta cuerpos comenzaron a girar y girar en espiral alrededor de ellos como una enorme rueda de bicicleta. Max estaba confundido y asustado, pero tambiĆ©n estaba muy caliente. SintiĆ³ que la sensaciĆ³n sexual se elevaba por todo su cuerpo como electricidad, mĆ”s y mĆ”s; sintiĆ³ que no podĆ­a soportarlo.



La casa de las luces en el cielo, la casa de las luces en el cielo.



   Y luego, una oleada de energĆ­a a travĆ©s de su cuerpo cuando lo golpeĆ³ un clĆ­max enorme, y un rayo de energĆ­a blanca pura explotĆ³ desde el extremo de su polla, y el pene de todos los otros sementales, disparando simultĆ”neamente hacia los sacerdotes.



   Una enorme explosiĆ³n de fuego llenĆ³ el aire, la bola de fuego se expandiĆ³ y luego alcanzĆ³ a los sacerdotes, que estaban protegidos por algĆŗn tipo de escudo brillante, que emergiĆ³ rayos de luz, corriendo contra ellos como una lĆ­nea de gasolina, directamente a los penes, y los 50 cuerpos estallaron en llamas. Max se sintiĆ³ envuelto por el fuego, su carne ardiĆ³, se encontrĆ³ luchando, ahogĆ”ndose, tratando de apagar las llamas.



   Y se despertĆ³ gritando.



   Le llevĆ³ unos segundos reconocer su entorno. Estaba en su piso, en el suelo. Las sĆ”banas y las mantas de su cama estaban apiladas y en desorden, como si hubiera peleado una guerra mientras dormĆ­a, y se dio cuenta de que su estĆ³mago y el piso de madera estaban manchados de su propio semen pegajoso. TodavĆ­a era temprano, justo antes del amanecer, pero sentĆ­a que no habĆ­a dormido en quince dĆ­as. Y su cerebro estaba totalmente sobrecargado. Destellos de imĆ”genes seguĆ­an volviendo, una y otra vez.



   Durante dos horas permaneciĆ³ allĆ­, escuchando los sonidos de la ciudad al despertar, tratando de calmar su mente, pero el sueƱo no se desvanecĆ­a. Incluso tenĆ­a un poco de miedo, ya que nunca habĆ­a tenido una experiencia sexual, ni en un sueƱo ni en la realidad, donde Ć©l no era responsable, donde no era el maestro, pero en esa ocasiĆ³n se habĆ­a sentido usado.



La casa de las luces en el cielo.



   Finalmente se despabilĆ³. Esa frase daba vueltas y vueltas en su cabeza y, a diferencia de la mayorĆ­a de los sueƱos, se negaba a desvanecerse. Lo escribiĆ³ en su computadora portĆ”til; debĆ­a significar algo. Cuando no encontrĆ³ nada que aƱadiera misterio al texto, buscĆ³ imĆ”genes y se congelĆ³.



   ApareciĆ³ en la bĆŗsqueda una imagen de esa casa roja, exactamente como la recordaba del sueƱo. Hizo clic en el enlace y descubriĆ³ que la casa era un viejo hotel, en una isla frente a la costa de Colombia. Una voz en su cabeza hablĆ³ claramente, tan clara como si alguien estuviera de pie en la habitaciĆ³n con Ć©l.



   —Ve a la casa.



   Supo de inmediato lo que debĆ­a hacer; debĆ­a ir allĆ­, a esa casa, sin demora. Era su destino. PasĆ³ diez minutos arrojando prendas de ropa en su bolso, junto con su pasaporte y el dinero que pudo encontrar, y saliĆ³ del departamento, sin molestarse en cerrar la puerta de entrada tras Ć©l. QuerĆ­a correr, porque sabĆ­a que finalmente estaba en bĆŗsqueda de la misiĆ³n que habĆ­a nacido. No tenĆ­a dudas de que estaba haciendo lo correcto.



   Y, en su sombrĆ­a habitaciĆ³n, Gregory tambiĆ©n estaba empacando su bolso. Porque habĆ­a experimentado el mismo sueƱo, la Ćŗnica diferencia era que estaba del lado de los monges, absorbiendo la energĆ­a de los cincuenta cuerpos que circulaban a su alrededor. TambiĆ©n habĆ­a escuchado las palabras y, tan pronto como se despertĆ³, hizo el mismo descubrimiento en Internet y tuvo el mismo impulso. DebĆ­a ir a ese lugar, ahora mismo.



   En todo el planeta, muchas personas estaban en movimiento esa maƱana, algunas con viajes muy largos por delante, sin saber cĆ³mo llegarĆ­an allĆ­ o por quĆ©, pero sabiendo que debĆ­an llegar. Y, en algĆŗn lugar del cielo sobre ese planeta, un grupo de cientĆ­ficos, refugiados de otro mundo, monitoreaban sus movimientos con calma. DespuĆ©s de una larga espera, a muchos aƱos de su mundo natal, la prĆ³xima fase del plan se estaba escribiendo...

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