CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
TIENE RELACIĆN CON:
Farid estaba sentado en la biblioteca de la hacienda Chacón. El hombre barbudo sostenĆa un libro de notas mientras conversaba con su amigo Bastian sobre los proyectos a futuro. El hijo de Ć”rabes vestĆa un blue jeans que se ceƱĆa a sus gruesos muslos y una franela negra sin mangas.
Bastian estaba cerca de Ć©l tomando una taza de cafĆ©. Afirmaba con la cabeza mientras se rascaba las lampiƱas piernas. TenĆa un pantalón corto y el torso desnudo.
—Entonces como conclusión podemos seƱalar que te gusta mĆ”s mi planteamiento de los jóvenes Chacón versus los viejos, padres o tĆos.
—AsĆ es —dijo Bastian.
—¿Aprobado Ć©se plan?
—AsĆ es —repitió Bastian.
—¿Y cuando le daremos luz verde?
—Desde ya —respondió Bastian—. Te darĆ© un listado de los hombres de mi familia, mis hermanos, otros primos, mis sobrinos, mi generación y la de relevo.
—Me gusta la idea —respondió Farid con mucha emoción—. Ya veo las peleas, luchas, los viejos contra los jóvenes, ¿quien ganarĆ”? Ja, ja, ja. Tu familia es muy extensa.
—SĆ. Mi papĆ” fue un pica flor teniendo hijos aquĆ, allĆ” y mĆ”s allĆ” —lanzó un suspiro—, maƱana a primera hora te entregarĆ© todos mis estudios del Ć”rbol genealógico familiar. Es como un inmenso Ć”rbol centenario con muchas ramas. Te encantarĆ”. He volcado mi experiencia en ciencias para el estudio de mi familia.
—Lo sĆ©. Toda tu familia es asombrosa. Hermanos y sobrinos. Y tus hijos no se quedan atrĆ”s.
Bastian se sonó la garganta.
—¿Mis hijos? ¿No los pensarĆ”s incluir en tu proyecto o sĆ? Y espero que a mi tampoco, soy tu amigo. Tu compadre, sabes que mis testĆculos son de vidrio.
Farid se echó a reĆr con mucha gracia.
—Tus hijos estarĆ”n en el proyecto sólo si ellos quieren. Y tĆŗ tambiĆ©n serĆ”s parte de Ć©l pero a la fuerza.
—No me gustan las peleas —declaró.
—El proyecto Farid: generaciones, te encantarĆ” —el hijo de Ć”rabes soltó otra risa.
—Te darĆ© una recomendación —dijo Bastian—. Al darte los datos de los hombres de mi familia: hermanos, primos, tĆos, hijos y nietos con edades actas para pelear. DeberĆ”s entrevistarte con ellos como una especie de casting y conformar tu grupo de jóvenes contra vieja escuela.
Farid afirmaba con la cabeza.
—Sólo espero —continuó Bastian mirĆ”ndole a los ojos—. No ser parte de Ć©se proyecto.
Farid se echó a reĆr.
—SerĆ”s el primero.
Bastian dio un gemido.
—¿Cómo a cuĆ”ntos hombres crees que usarĆ”s?
—QuizĆ”s cinco u ocho hombres en cada grupo. No lo he pensado.
—Creo que entre menos personas tendrĆ”s resultados efectivos.
—Pero entre mĆ”s —indicó Farid—, son mĆ”s bolas por ver triturar. SerĆ” genial ver los huevos reventar.
Bastian suspiró y comentó:
—Y estudiar a las muestras antes del proyecto.
—No lo entiendo. ¿QuĆ© quieres decir?
—Si vas a convocar a mi hermano Marcos no te recomiendo que del lado de jóvenes uses a Pablo. Ya ves como es de de celoso con su familia. Imagina que en un ataque de ira porque Marcos pierda contra uno de los hijos de mi hermano Wilcar, Pablo le rompa los huevos en venganza a su tĆo.
—Ja, ja, ja. Eso es lo que hace mĆ”s divertido mi proyecto. Bueno, Simón o Israel no son descartables.
—Para los padres que tienen muchos hijos no tener a los muchachos en el otro equipo, serĆa letal.
Farid dobló la mirada al cielo.
—CuĆ©ntame del papĆ” del vaquero RomĆ”n, me dijiste que recientemente su novia, una jovencita le parió un bebĆ©. Que viejo tan desubicado es tu hermano.
Bastian se echó a reĆr.
—SĆ, asĆ somos los Chacón unos sementales.
—Quiero entrevistarme con el padre de RomĆ”n. Y con el vaquero tambiĆ©n.
Bastian hizo una sonrisa forzada. Preocupado por sus genitales de cristal y porque alguno de sus alocados tres hijos quisiera ser parte de ese proyecto sin pies ni cabeza.
—Me irĆ© a dormir, amigo —declaró bostezando y levantĆ”ndose del asiento—. MaƱana te entrego una copia de mi archivo.
—La espero con ansias, amigo.
Bastian se despidió de su amigo y se dispuso a abandonar la oficina. Se detuvo a medio camino. —Hey, Farid, espera. Olvido algo. —se dio la vuelta y regresó con su amigo en el sofa—. En cuanto al otro dĆa... —levantó la pierna y estampó la planta del pie en la entrepierna del desprevenido Farid—. Esto es en venganza por lo que me hiciste el otro dĆa cuando medimos nuestras vergas —Chacón movió la planta del pie como si se tratase de un cigarrillo.
—AAAAAH, AH, AHHHH, AY, AY, AY. ¡MIS BOLAS!
—Aquel dĆa me atacaste a traición, cabrón.
Bastian empujó toda la fuerza de su cuerpo en la planta del pie que pisaba los desdichados testĆculos de Farid.
—Amigo, amigo. Por favor, aparta, aparta.
Farid intentaba quitar la pierna de Bastian lejos de sus joyas que perdĆan su forma ovalada. Su cara estaba echa una mueca y su frente arrugada. Como Ćŗltimo recurso estiró el brazo hacia los huevos de Bastian en su pantalón corto.
Chacón abrió los ojos de sorpresa y a tiempo atrapó la furtiva mano de Farid.
—Ay, ¿quĆ© pretendĆas, cabronazo? ¿Joderme las pelotas?
Bastian apretó los dientes y afincó con mÔs fuerza su pie logrando que los ojos de Farid se voltearan volviéndose blancos.
—Aparte de pito chico —se reĆa Bastian—, eres un traidor. ¡Toma!
—¡OHHHHH! ¡ORGGGG!
Con un Ćŗltimo pisotón Bastian dejó de aplastar las bolas de Farid quiĆ©n enseguida se dobló metiendo sus manos dentro del pantalón para consolar sus pobres joyas de familia con todos sus dedos. GemĆa como un animal herido.
Bastian se apartó de Ć©l sin preocuparse por la carpa de circo que se habĆa hecho en su pantalón con su erección.
—¡Cabronazo! —le repitió a Farid.
El hijo de Ôrabes gimió. Se levantó del sofÔ y caminó lentamente en dirección a la salida. Caminaba con las piernas abiertas lo que le causó gracia a Bastian.
Farid empezó a susurrar en el idioma de sus padres y por el tono no parecĆan ser una lluvia de bendiciones para Bastian.
—¿QuĆ© dices? —preguntó Bastian.
Su amigo no le respondió y sin embargo continuó con la ola de insultos arabescos mientras salĆa de la oficina.
Bastian tomó impulso corriendo tras de él y con la fuerza necesaria lo pateó en medio de sus piernas abiertas.
—¡AAAAAAAAAAAAH! —gritó Farid elevĆ”ndose en el aire y abriendo mucho los ojos.
No hay nada mƔs doloroso que ser pateado en las bolas desde atrƔs.
Cuando Farid tocó piso no pudo mantenerse de pie y cayó al suelo agarrĆ”ndose las pelotas con ambas manos y revolcĆ”ndose de dolor de un lado a otro. ParecĆa que iba a limpiar el suelo mientras lidiaba y se acostumbraba al dolor proveniente de sus bolas.
Bastian se echó a reĆr. Se limpió las manos y comentó.
—Es malo insultar en un idioma que tu receptor no conoce, ¡cabronazo!
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