CONTIENE
SEXO HETEROEXUAL
BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
4 aƱos atrĆ”s fue la primera apariciĆ³n de Horacio en el blog, a continuaciĆ³n les dejo el link y mĆ”s abajo el nuevo relato:
Horacio jadeaba mientras las Ćŗltimas gruesas gotas de semen caliente y blanco escapaban de su pene para resbalar por un diminuto frasco dĆ³nde se mezclarĆa con otro generoso charco de la espermĆ”tica sustancia. El guapo varĆ³n hijo de Wilcar ChacĆ³n cerrĆ³ el envase y se limpiĆ³ las empegostadas manos con un trapo y luego apartĆ³ el sudor de su cuadrada cara. ColocĆ³ en pausa el video sexual casero que proyectaba la televisiĆ³n y como un loco enamorado besĆ³ la pantalla que proyectaba la imagen de su rubia esposa teniendo sexo con Ć©l.
Horacio apagĆ³ el televisor y se vistiĆ³ Ćŗnicamente con un ajustado boxer. AgarrĆ³ el envase repleto de la leche fabricada por sus bolas y saliĆ³ de su habitaciĆ³n. Se encontraba en la hacienda ChacĆ³n donde se desarrollaba el proyecto Bastian.
El joven de cabellos negros caminĆ³ por los solitarios pasillos nocturnos dirigiĆ©ndose a la habitaciĆ³n que su cientĆfico tĆo habĆa dispuesto para sus estudios (si se pudiesen describir como profesionales).
Y ahĆ estaba Bastian, su imagen distaba de la tradiciĆ³n, y aunque vestĆa de manera informal tenĆa unos grandes lentes de lectura y guantes.
—AcĆ” estĆ” la segunda muestra —indicĆ³ Horacio.
Bastian la sostuvo y aƱadiĆ³ con su habitual gracia.
—ReciĆ©n ordeƱada... como todo un semental.
Horacio sonriĆ³ se estaba haciendo una prueba de calidad espermĆ”tica para determinar si Ć©l o su esposa tenĆan problemas de fertilidad. Aunque ya en una ocasiĆ³n Bastian le habĆa asegurado que ningĆŗn hombre ChacĆ³n tenĆa o iba a tener problemas para concebir.
—¿Cuando tendrĆ”s el resultado? —quiso saber Horacio.
—MaƱana.
—TĆo, no podrĆ© soportar tanto tiempo.
—Hombre, has aguantado tantos aƱos casado con tu esposa. No podrĆas esperar un tiempo mĆ”s. Aunque ya te jurĆ© que nunca ha existido un ChacĆ³n con los huevos secos. Y tĆŗ no vas a ser la excepciĆ³n, tonto.
Horacio lanzĆ³ un suspiro.
—¿Has estado haciendo la tarea con tu esposa, cierto? PicarĆ³n.
Horacio sonriĆ³.
—Pues sĆ, mi querido sobrino. Si me lo permites me gustarĆa evaluar a tu mujer. Ella debe ser la del problema. ¿Han considerado adoptar?
Horacio se aclarĆ³ la garganta.
—No... porque quiero un hijo propio.
Bastian afirmĆ³ con la cabeza resguardando la muestra de su sobrino.
—En la familia uno de tus tantos primos es adoptado...
—Lo sĆ©.
—JerĆ³nimo y su esposa intentaban e intentaban y no podĆan tener un hijo. Resignados adoptaron... con el tiempo y con mi ayuda nacieron los hermosos varones de huevos grandes ChacĆ³n.
Horacio y Bastian se rieron.
Amaba a su esposa, todavĆa recordaba la Ćŗltima vez que tuvieron sexo semanas atrĆ”s. Donde Horacio optĆ³ por quedarse seco al estar con ella. Y es que desde que estuvo en sus Ćŗltimas vacaciones y cada vez que tenĆa un tiempo libre para estar con ella juntos hacĆan la excitante faena para poder concebir el ansiado hijo.
Horacio sonriĆ³ a su esposa y se arrodillĆ³ ante ella. BajĆ³ su apretada tanga que se pegaba a sus finos labios vaginales y se dedicĆ³ a probar con su boca y lengua cada pliego de piel.
La rubia Beatriz cerrĆ³ los ojos al sentir el Ć©xtasis que se generaba en su entrepierna gracias a los besos y lengĆ¼etazos de su marido. Entre las paredes de esa pequeƱa habitaciĆ³n se repetĆan los gemidos de placer que le provocaba Horacio a su mujer. El hombre probaba y saboreaba con deleite la vagina de Beatriz. PodĆa decirse que era un matrimonio que se amaba y apoyaba mutuamente. Hubo un tiempo en el que ninguno conseguĆa trabajo, entonces decidieron crear una academia de educaciĆ³n sexual.
Horacio subiĆ³ por su cuerpo, besando apasionadamente, recorriĆ³ los pechos y cuello de su mujer, sus labios tocaron cada zona que le erizaban la piel a Beatriz. Su pene estaba duro y tieso como palo. Beatriz le acariciĆ³ los grandes pechos y despuĆ©s se inclinĆ³ y le lamiĆ³ el pene.
—Oh, asĆ, asĆ, mi amor. Que buena eres. No te olvides de mis bolas.
Beatriz continuĆ³ con los ojos cerrados saboreando los pliegues de aquella reciĆ©n lavada verga. Su lengua empapaba al pene de cabeza rosaba. DespuĆ©s le dedicĆ³ unos segundos a masajear y besar sus testĆculos.
Horacio se sentĆ³ en un respaldo y BeatrĆz se subiĆ³ sobre Ć©l, acomodĆ”ndose sobre su pene. El hijo Wilcar ChacĆ³n empezĆ³ a penetrarla entre besos, caricias y jadeos placenteros.
—Quiero que me aprietes las bolas —le pidiĆ³ Horacio—, quiero vaciar toda mi leche en ti hasta que no quede nada. Todo mi semen debe ser quedar en tu interior.
Beatriz afirmĆ³ con la cabeza pero acto seguido mordiĆ³ el hombro de su amado sintiendo como su pedazo de pene la abrĆa por dentro partiendola de placer.
Extasiado Horacio empezĆ³ a jadear fuertemente moviendo su cadera cada vez mĆ”s rapido, compaginando el ritmo de sus embestidas en su esposa.
—Haz... hazlo. Estoy a punto de acabar.
Horacio se echĆ³ hacia adelante abrazando muy duro a su esposa. Beatriz arqueĆ³ la esplada para poder estirar su cuerpo y tener mejor alcance sobre las grandes toronjas de su macho.
ApretĆ³ los testĆculos con mucha fuerza. Horacio lanzĆ³ un potente gruƱido que se confundĆa con su dolor y su placer sexual.
La rubia empezĆ³ a sentir el semen caliente de su marido empaparle la entrepierna. ApretĆ³ con toda su fuerza las bolas de Horacio que estaban elevadas.
Horacio gritĆ³ apretando los dientes. Sus testĆculos fueron liberados y Ć©l se quedĆ³ quieto eyaculando sus Ćŗltimas gotas en el interior de su mujer.
En la actualidad Horacio miraba sus muestras de semen.
—Te has quedado callado, sobrino, y mostrĆ”ndome una grosera erecciĆ³n.
Horacio se riĆ³ y le dijo que estaba recordando a su esposa. Bastian se riĆ³ y le indicĆ³:
—IrĆ© a dormir, maƱana a esta hora tendremos tus resultados.
Horacio afirmĆ³ con la cabeza, finalmente la prueba arrojarĆa resultados mĆ”s que satisfactorios. Era un hombre con infinitas potencias para concebir con semen de alta calidad.
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