Cazador-cazado (2/6): ¿Nunca pierde? - Las Bolas de Pablo

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1 may 2020

Cazador-cazado (2/6): ¿Nunca pierde?

CONTIENE
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Pablo estaba hablando por celular con uno de sus nuevos socios como hombre de negocios:


   —Sí, la próxima semana estaré de vuelta a la ciudad y ahí nos pondremos de acuerdo con la reestructuración en Gema. He estado pensando en nuevas ideas para Cinturón de honor……… Sí, tan pronto llegue nos vamos a reunir……… así será……… sí, hasta luego.



   Tan pronto como culminó la llamada, de forma inesperada recibió una patada en los testículos desde atrás que lo hizo caer mareado al piso, tosiendo. Y con el celular escapando de su mano.



   —Sí, justo en esas horribles papas que tienes entre las piernas —celebraba Alejandro—. Te dije que yo nunca pierdo.



   —Eres un hijo de puta —sonrió Pablo, agarrándose la entrepierna, metió la mano en sus pantalones y sacó sus genitales, dejando que su polla gorda y carnosa y su pesado par de bolas colgaran entre sus musculosas piernas—. Me duele, cabrón.



   —Joder, se ven hinchados—se rió Alejandro—. ¿No se supone que eres el más resistente entre no sé cuántos? –rugió de risa.



   —No están hinchados, idiota, son así de grandes.



   —Parecen pelotas de béisbol, son horribles. ¿Cómo a alguien puede gustarle eso tan feo?



   —A tu madre les gustan —se rió Pablo, abriendo las piernas y presentando sus bolas desnudas—, me dice —e imitó una voz femenina—. «Oh, Pablito, quiero lamerlas. Oh, Pablo, necesito saborearlas. Oh, Pablote eres un potro».



   Alejandro alzó una ceja ofendiéndose por la infantil broma de Pablo, entonces se adelantó pateando sus dos grandes y gordas bolas con la punta del calzado.



   Pablo dejó escapar un gemido a través de sus dientes apretados antes de doblarse en posición fetal.  Buscó entre sus piernas y acarició sus maltratadas bolas.



   —¿Qué? ¿Estallaron? ¿Dejaste a David sin fábrica de alimentos?



   Pablo gimió y se levantó lentamente.



   —Oh, no. No te dije que te levantaras. El juego no ha terminado y yo nunca pierdo.



   De nuevo atacó la hombría de Pablo con una patada. El muchacho gruñó de dolor y se desplomó en el suelo, agarrando su entrepierna. Levantó la vista hacia Alejandro con el rostro retorcido de dolor pero con su pene creciendo. Emitió un gemido.



   Alejandro dejó escapar un gruñido y pateó las huevas de Pablo con toda la fuerza que pudo reunir. Su pie chocó con las grandes y pesadas bolas y las embistió contra su cuerpo con un golpe contundente.



   Los ojos de Pablo se abrieron y dejó escapar una tos.



   Alejandro echó la pierna hacia atrás y pateó los testículos una vez más, haciéndolo aullar de dolor. Otra patada aterrizó de lleno entre las piernas, golpeando las regordetas bolas.



   La cara de Pablo estaba contorsionada y dejó escapar un sonido de angustiado gemido.



   —Yo nunca pierdo —repitió Alejandro. Un golpe resonó en la sala cuando las gruesas pelotas de Pablo fueron aplastadas con la fuerza del pie.



   Pablo dejó escapar un aullido, aún así su pene estaba duro y derramaba presemen.



   Alejandro clavó otra patada en las bolas de Pablo con toda la fuerza que pudo reunir. Las papas de Chacón fueron comprimidas a una fracción de su tamaño original.



   Pablo gritó de dolor.



   Otra vez el pie del muchacho se estrelló contra los testículos de Pablo hinchándolos rápidamente.



   Pablo gimió.



   —¡Infeliz! ¿Que pretende? ¿Romperlos en pedazos?



   Alejandro afirmó con la cabeza, echó la pierna hacia atrás y pateó las gónadas de Pablo lo más fuerte que pudo.



   Pablo gritó de dolor. Y respondió:



   —¡Entonces conviértelos en papilla!



   Una y otra vez, Alejandro envió su pie entre los muslos de Pablo, golpeando brutalmente a sus delicadas bolas.



   Pablo gritaba, reía y chillaba, abriendo las piernas para darle a Alejandro el máximo acceso a sus gordas pelotas.



   Alejandro se limpió la frente con el dorso de la mano. Dejó escapar un gruñido enojado, y estrelló sus patadas contra la ingle de Pablo.



   Por último Pablo se acurrucó, agarrándose la entrepierna.



   —Mataste mis huevos —indicó con lamento pero después se burló de su chiste.



   Alejandro miró a Pablo. Levantó el pie y pisoteó con fuerza su entrepierna.



   Pablo chilló de dolor y deleite. Su miembro palpitaba y temblaba.



   Alejandro apoyó todo el peso de su cuerpo en la hombría.



   Pablo echó la cabeza hacia atrás, su rostro se retorcía de éxtasis y agonía. Su polla disparó una gran cantidad de esperma que cayó en su abdomen, barbilla y suelo.



   Pablo gritó, chilló, y se burló.



   Cuando Alejandro retiró el pie contempló como el cuerpo de Pablo se había empapado con su semen.



   —Oooooooh —gimoteó Pablo acunando su virilidad.



   Alejandro extrajo su celular del pantalón e inició un video.



   —He aquí amigo Bastian. Hoy es Sábado 02 de mayo y en el suelo está Pablo Chacón. Ya lo he tomado por sus bolas —enfocó a Pablo echado en el suelo frotando sus genitales—. Me debes mis 200 dólares del día y voy por los otros 600 que me debes porque yo nunca pierdo.

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