Cazador-cazado (4/6): el orgasmo de Israel - Las Bolas de Pablo

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8 may 2020

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Cazador-cazado (4/6): el orgasmo de Israel

CONTIENE
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
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   Israel salió del Ć”rea de la piscina, era una maƱana fresca y soleada. Dirigió una sonrisa amistosa a Simón, Claudia y sus hijos. Y se dirigió a su habitación. Estaba de viaje con su familia y la pasaba genial. Cogio la ropa, y una toalla para dirigirse al baƱo de su habitación. Abrió la llave de la regadera y se quitó el traje de baƱo quedando como Dios lo trajo al mundo. Se observó frente al espejo y sonrió mirĆ”ndose por todas partes, de pronto recordó a una mujer y su imagen mental fue demostrada por una erección feroz. Toco su pene mientras se observaba, era una verga hermosa, mĆ”s hermosa que la de sus hermanos, la de Simón muy gruesa y la de Pablo colosalmente grande y gruesa, la suya tenĆ­a una perfecta simetrĆ­a como si hubiese sido tallada por el mĆ”s perfecto escultor. Su pene estaba duro, bien dilatado y excitado. Ingresó a la ducha y el agua frĆ­a hizo contraste con su creciente calentura. Empezó a masajearse con el agua, y agarró el jabón. Cerró los ojos para disfrutar el suave tacto del jabón en su cuerpo. Las manos se paseaban resbaladizas, pasaron de sus pectorales, al abdomen, y luego al pubis deteniĆ©ndose en la verga. 

   La tocó suavemente, la llenaba de resbaladizo jabón, para que sus manos resbalaran produciĆ©ndole sensaciones placenteras. Se recargó en la pared para disfrutar sus propias caricias. Sus manos pasaban por todo el largo de su falo, deteniĆ©ndose en el rojo glande para tocarlo suavemente con la punta de los dedos. Su otra mano tocaba los testĆ­culos, grandes, productos de un regalo genĆ©tico de su padre. 

   Sus caricias duraron bastante tiempo, su excitación casi le provocaron que eyaculara, pero lo evitó. Varias veces casi iniciaba a hacerse una paja.
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   Terminó con la ducha, y salió vistiĆ©ndose con un boxers y sin camiseta. Entro a la habitación, y cerró con seguro, para que nadie molestara.

   Se echó en la cama y cerró los ojos, recordando a una belleza de cabellos negros, su pene ya se asomaba por la abertura de las piernas. Lo tocó desde la base y recorrió la mano hasta tocar su glande. Lo palpó hasta sacarle liquido preseminal. SentĆ­a lo duro que estaba, las venas resaltadas lo hacĆ­an tener una textura exquisita. 

   Se desnudó completamente. 

   Posó su verga en el abdomen para que sintiera lo caliente que estaba, lo sobó por debajo para que su otra mano pudiera masajear los inmensos testĆ­culos.
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   Pensaba en las chicas que habĆ­a visto, a aquella en especial, haciendo el amor en todas las posiciones. Se imaginó a una haciĆ©ndole una gran mamada, la veĆ­a como se tragaba su polla mientras la tomaba de la cabeza; jugaba con su lengua sobre el pene, pasĆ”ndola una y otra vez por la cabeza de su verga. 

   En ese momento, su mano iba mas rĆ”pido que antes, frotando todo su pene, jalando de arriba abajo, su respiración era agitada, y sentĆ­a miles de sensaciones en toda la verga. 

   Su otra mano fue suavemente por sus pectorales, tocando la suave piel, tocó sus pechos con los pezones excitados. 

   Echó una mirada a su verga: estaba roja, dilata, descomunal, deseaba que alguien llegara y la probara con su boca, que la llenara de besos, que se pusiera a disfrutar de aquel pedazo de carne, que desearan que se las metiera en su coƱo para pasar una noche ardiente.

   Se recostó en la cama bien abierto de pies, y echó lubricador en todo su pene. Eso lo puso mĆ”s excitado, estaba a mil. Empezó a jalar de arriba a bajo disfrutando cada vez que su mano llegaba a la base y subĆ­a hasta el glande. GemĆ­a de placer, se retorcĆ­a sintiendo la suaves sabanas tocar todo su cuerpo.

   En veces se detenĆ­a para no acabar, y acariciaba muy despacio. Pensaba en chicas, en sus relaciones sexuales anteriores. 

   Su webo estaba muy caliente, casi apunto de explotar.

   Lo volvió a tomar, para reiniciar su paja. 

   La tomó con fuerza, y comenzó furioso, los jadeos y movimientos eran rĆ”pidos. Su miembro escupĆ­a pequeƱos chorros de semen. Estaba apunto de desbordarse en un orgasmo. TomĆ”ndolo con las dos manos marcó un ritmo mĆ”s lento. Jalaba fuerte pero no rĆ”pido. El semen estaba ya acumulado en la base de su pene, esperando que tuviera el orgasmo para salir disparado.

   Lo tomó nuevamente con una mano, para que el ritmo se hiciera mĆ”s veloz. Israel se estaba perdiendo en un mundo de jadeos y espasmos, su respiración era agitada, los gemidos entre cortados, la sensación punzante y placentera de su pene se concentraba en el glande, estaba haciendo que se derritiera de gozo. MovĆ­a la cintura para arriba, flexionaba las piernas, y hacĆ­a un gran esfuerzo para no derramarse.

   Pasaron varios minutos luchando para evitar la eyaculacion. Pero no pudo mĆ”s, su mano se movĆ­a rĆ”pidamente, y apretaba gradualmente, algo hizo que flexionara el cuerpo, levantó levemente las piernas, y sintió como el semen recorrĆ­a todo su falo, semen caliente y espeso. 
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   Israel se innundaba en espasmos y sus mĆŗsculos se retorcĆ­an; 4 lechazos salieron veloz por el orificio del glande, llegando a pegar en su cara, en el pecho, y otros en la cama; era un orgasmo que parecĆ­a eterno, el semen que salĆ­a estaba hirviendo, lo sentĆ­a en todo el cuerpo, no dejaba de salir. Eyaculaba vilmente, un orgasmo indescriptible. La crema masculima se sentĆ­a caer en su abdomen. Los Ćŗltimos chorros de leche llenaron su rasurado pubis.
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   Los espasmos se reducĆ­an poco a poco, su respiración se calmaba y se quedó con una mano sobre el pecho y otra sobre la cama. En pocos segundos iba a sentir un profundo sueƱo. 

   Como si de la peor pelĆ­cula de terror se tratase unas manos emergieron debajo de la cama, esas manos arrastraron a unos brazos y despuĆ©s todo el suspenso se convirtió en chiste con la juguetona cara de Alejandro apareció. El muchacho salió de su escondite y se irguió mirando a un dormitado Israel cuyo cuerpo brillaba en su semen. 

   ā€”Que asco —susurró—. Bueno, ahĆ­ va. Ā”FUERA ABAJO! 
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   Y se dejó caer al colchón con la rodilla sobre las desprotegidas huevas de Israel. 

   Israel gritó a todo pulmón y se sacudió en la cama retorciĆ©ndose y gimiendo de dolor.

   Alejandro se apartó riĆ©ndose del dolor del hombre y aplaudiendo salvajemente.

   ā€”Hijo de puta… te odio… ĀæDónde estabas? —Israel respiraba con dificultad, su rostro estaba contorsionado de ira y dolor—, no es justo. No es juego… 

   Gimió.
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   RĆ”pidamente, Alejandro golpeó las bolas de Israel con el puƱo.

   Israel gritó de dolor. Se arrastró hacia un lado de la colchoneta y susurró.

   ā€”Mis huevos. 

   Su cara estaba roja. 
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   ā€”ĀæNo te da pena ser asĆ­ de puerco? Masturbarte y despuĆ©s quedarte dormido entre tu lefa. Que vergüenza y asco. 

   Rugiendo, Israel se movió para golpear a Alejandro pero el muchacho fue mĆ”s rĆ”pido y apuntó el puƱo en su entrepierna, crujiendo sus testĆ­culos con un ruido sordo.

   Israel reaccionó con los ojos bien abiertos y las mejillas hinchadas. Parpadeó un par de veces, luego dejó escapar un gemido penetrante y volvió a encogerse sobre la cama agarrando sus bolas reciĆ©n inflamadas.

Alejandro se burló de él y se acercó tomando sus piernas y las separó, haciendo que gimiera de dolor. Luego apoyó la rodilla en los testículos haciendo que Israel abriera mucho los ojos y dejara escapar un gemido ronco.

   ā€”Lo siento, muchachón —se lamentó Alejandro no muy convencido. 

   La cara de Israel estaba pĆ”lida y parecĆ­a a punto de vomitar.

   ā€”Prometo que no volverĆ” a suceder pero quiero que sepas que yo nunca pierdo. 

   Israel gimió de dolor. Miró a Alejandro sacar su celular y cuidó sus bolas maltratadas. —Bastardo —gruñó. Con toda la fuerza que pudo reunir, se lanzó contra el joven logrando enterrarle varios fuertes puƱetazos.

   Alejandro sonrió y golpeó su rodilla contra las bolas de Israel, chocando las dos y golpeĆ”ndolas en la pelvis.

   Los ojos de Israel se abrieron. Su boca formó una O silenciosa, pero ningĆŗn sonido escapó de sus labios.
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   Alejandro retrocedió, dejando que el rubio se derrumbara en el suelo, agarrando sus testĆ­culos.

   ā€”Hola, Bastian —saludó Alejandro a la cĆ”mara del celular—, al fondo ves la cama de Israel llena de leche, pero no vayas a pensar que es por mi. No, el muy sucio se masturbó. Te preguntarĆ”s dónde estĆ” Ć©l —y enfocó al suelo donde el rubio dentista se lamentaba acunando sus testĆ­culos—. SĆ­, lo derrote, jajaja. Eso significa que son 200 dólares mĆ”s para mi. Yo nunca pierdo. Ahora solo queda el mĆ”s huevudo del clan. 
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