La historia original data de los primeros relatos de Ć©ste blog, decidĆ desempolvarla y readaptarla al momento actual de los personajes pero su esencia se mantiene. Una de mis historias preferidas que los lectores mĆ”s antiguos de las bolas de Pablo pueden recordar o los mĆ”s nuevos fascinarse al conocer.
CONTIENE
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Pablo estaba de visita en la finca Altamira, la hacienda familiar. Manipulaba su celular comunicĆ”ndose con David Aceituno, cuando a la sala ingresĆ³ Rodrigo ChacĆ³n, el hermano menor del vaquero RomĆ”n, el joven se sentĆ³ a su lado y se quedĆ³ en silencio tambiĆ©n empezando a usar su mĆ³vil.
CONTIENE
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Pablo estaba de visita en la finca Altamira, la hacienda familiar. Manipulaba su celular comunicĆ”ndose con David Aceituno, cuando a la sala ingresĆ³ Rodrigo ChacĆ³n, el hermano menor del vaquero RomĆ”n, el joven se sentĆ³ a su lado y se quedĆ³ en silencio tambiĆ©n empezando a usar su mĆ³vil.
—¡hey! ¿No me vas a contar acerca del empleado— le reclamĆ³ Pablo cuando el recuerdo vino a su mente.
Rodrigo tambiĆ©n sonriĆ³ cuando recordĆ³ al nuevo empleado de aquella porciĆ³n de tierra.
—No es un sujeto feo, es bastante sensual... caliente. Es una pena que por estos dĆas no pueda asistir y tus ojos no lo hayan visto.
—CuĆ©ntame.
—EmpezĆ³ a laborar poco en la hacienda, papĆ” lo contratĆ³ y trabaja en el campo... Me gusta su sudor —hablaba Rodrigo—. Se coloca unos pantalones muy apretados, se le marca un inmenso bulto, y ni hablar del trasero, todo redondo... es increĆble... pero... es heterosexual.
—¿CĆ³mo empezaron sus aventurillas?
—Pues fue hace un par de semanas, Ć©se dĆa el campo amaneciĆ³ soleado, como cuando en las maƱanas el sol calienta la tierra con toda su inclemencia, pero que en las tardes las nubes lo tapan y llueve a relĆ”mpagos. Fue como a las diez de la maƱana que me levantĆ© y me iba a trabajar en al campo y me atrajo ese hombre sin franela, con pantalones ajustados, y sudoroso. Es alto, musculoso y de piel blanca, al trabajar su faz cambia y se ve como un macho rudo. Le preguntĆ© a otro jornalero por el nombre del nuevo empleado y me respondiĆ³ que era FabiĆ”n y que mi padre lo habĆa contratado dos dĆas antes.
—Ve al grano, Rodrigo, no me interesa si ese dĆa hubo sol, lluvia o si saliĆ³ la luna a las 3 de la tarde. ¿CĆ³mo le batiste los huevos?
—Espera, tengo que ser especĆfico.
—Al diablo, no me interesa el clima. No estudiĆ© climatologĆa.
—Durante las horas de trabajo intentĆ© acercarme a FabiĆ”n, pero parecĆa que no le gustaba que lo fastidiaran con la jornada, me presente como hijo del jefe y me trato con sumo respeto, mucho dirĆa yo. Al oĆr su voz, fuerte, tambiĆ©n note algo... era sumamente educado... su fuerza me atrapĆ³... sus mĆŗsculos, sus piernas, su bulto.
—Me voy a dormir, Rodrigo —indicĆ³ Pablo con poca emociĆ³n en su voz—. Si no me dices como le pegaste, te pegare yo a ti.
Rodrigo doblĆ³ la cara, se protegiĆ³ los testĆculos con la mano y siguiĆ³ relatando
—Todo el dĆa intente hablarle, me daba respuestas cortas, pero educadas, ya al mediodĆa las nubes taparon al sol y el clima cambiĆ³, almorcĆ© con los empleados, escuchĆ© que uno de ellos invitaba a otro a beber licores, entonces hice lo mismo y FabiĆ”n se negĆ³ a ir. HabĆa empezado a llover y muchos de los obreros se fueron, FabiĆ”n se quedĆ³ recogiendo no se que pertenencia suya. Antes de irme a casa, lo vi parado en la entrada de la finca esperando a que cesara la lluvia. Le preguntĆ© a dĆ³nde iba y me respondiĆ³:
—Al pueblo a terminar uno asuntos.
—Yo puedo llevarte.
—Oh, no, seƱor Rodrigo, no se preocupe. Yo esperarĆ©.
—No, esta lluvia durarĆ” mucho.
—Fui a buscar el jeep y lleguĆ© a la entrada, alguien abriĆ³ el garaje y me fui con FabiĆ”n en el vehĆculo, trayecto al pueblo le dije que cuando hablaba no se expresaba como los demĆ”s trabajadores. ¿Y a que no adivinas que me dijo Pablo?
—Si yo supiera cuando le reventaste las bolas no estarĆa aquĆ oyendo esa historia tan fastidiosa —respondiĆ³ Pablo.
Rodrigo lo miro fijamente mientras Pablo se entretenĆa escribiendo un texto a David, entonces su primo le propinĆ³ un puƱetazo en el paquete, Pablo se sobresalto y se enrollĆ³ en el mueble sobĆ”ndose los testĆculos.
—SeguirĆ© con mi relato:
—Me dijo que antes su familia era adinerada, de otro estado, de GuĆ”rico. Pero se fueron a la mĆ”s pobreza ruina y quedaron sin nada de billete, y que Ć©l ahora se ganaba la vida trabajando asĆ, en el campo, pobre muchacho, no sabes cuanta lastima me dio... entonces lo lleve al pueblo y lo deje en una calle desolada, la lluvia habĆa parado en el trayecto de la finca a esa calle. Se despidiĆ³ de mi y puso camino por la calle, me quede en el jeep haciendo cualquier cosa, en realidad lo miraba a Ć©l, tiene un culo de Dios y era un manjar como se movĆa en su jeans. Pero se acercĆ³ a una muchacha, fea... le dicen Lola, trabaja de servicio en una casa y el la saludĆ³. Ya veras lo que hizo...
—Hola Lolita, ¿cĆ³mo estĆ”s? —preguntĆ³ FabiĆ”n acercĆ”ndose a la muchacha y abrazĆ”ndola, pegando su cuerpo al de ella solo porque querĆa hacerlo.
—FabiĆ”n... ya suĆ©ltame.
—No, Lolita —negĆ³ FabiĆ”n—. Hoy quiero hacerte el amor, si es necesario te lo hago en la plaza, estuve todo el dĆa pensando en ti... me gustĆ³ la manera en que lo hicimos anoche, tenĆa aƱos sin hacerlo de esa manera, parecĆamos animales. Ahora no puedo parar... vamos al primer hotel que encontremos.
—SuĆ©ltame, FabiĆ”n, ¿quĆ© va a pensar la gente? SuĆ©ltame.
—Vamos al hotel de la otra esquina.
—No, FabiĆ”n... —negĆ³ lolita ofendida con la actitud del hombre—. ¡SuĆ©ltame! —
doblĆ³ la rodilla y la impacto en los testĆculos del joven, el muchacho se agarrĆ³ la entrepierna y la soltĆ³ doblĆ”ndose Ć©l.
doblĆ³ la rodilla y la impacto en los testĆculos del joven, el muchacho se agarrĆ³ la entrepierna y la soltĆ³ doblĆ”ndose Ć©l.
—ImbĆ©cil —dijo Lolita, y se alejĆ³ calle arriba.
—O sea que finalmente ¿fue lolita quien le pegĆ³? —preguntĆ³ Pablo dejando de sobar sus testĆculos.
—No, ahĆ es que empieza todo.
—Ah, es que no has empezado.
—Pablo, hubieras visto como lolita le pegĆ³, desde mi Ć”ngulo, todo se vio perfectamente, jamĆ”s olvidarĆ© eso, vi como la rodilla de la mujer chocĆ³ en el medio de las piernas de FabiĆ”n y vi como su cuerpo se sobresaltĆ³, y lo mejor de todo. Vi como su culo apretado en los jeans, se contorsionĆ³ con el golpe, fue una vista muy caliente para mĆ. AdemĆ”s ver a FabiĆ”n agarrarse las bolas y doblarse, wow, eso hizo que la pija se me pusiera como roca. Me baje del jeep, me arreglĆ© el bulto para que no viera mi erecciĆ³n y fui a ayudarlo. Le preguntĆ© si estaba bien, y me dijo que sĆ, lo ayudĆ© a caminar a la camioneta y le dije que subiera al jeep. Le comentĆ© que con ese golpe era mejor que fuĆ©ramos a beber unas cervezas, el aceptĆ³, le asegure que yo invitaba. Fuimos a una tasca del pueblo y pedĆ varias cerrvezas para nosotros, querĆa emborracharlo, tenĆa mi plan, lolita me dejĆ³ caliente a mil. Me contĆ³ que la habĆa conocido, que fornicaban como los animales y mĆ”s cosas que solo hacĆa que me calentara mucho mĆ”s... me hubieras visto, la pija me iba a reventar los pantalones de lo dura que me ponĆa. Al final eran como las 8 de la noche y FabiĆ”n ya no podĆa ni con su alma, estaba muy borracho, toda la tarde estuvimos empinando el codo. Bueno, yo me asegurĆ© que Ć©l lo empinara mas que yo... Salimos del bar y nos regresamos a la hacienda, maneje hasta la parte de atrĆ”s, muy atrĆ”s, donde casi nadie molesta, para los establos viejos. ¿Sabes dĆ³nde es? Te he pillado salir de ahĆ varias veces con David.
—¿QuĆ© hacemos aquĆ. jefe? —preguntĆ³ FabiĆ”n.
—FabiĆ”n, ya es muy tarde, es mejor que duermas aquĆ. El suelo no molesta mucho, estĆ”s muy borracho.
—¿Que hora es, jefe?
—Casi media noche, FabiĆ”n —mintiĆ³ Rodrigo, no eran mĆ”s de las 22 horas. FabiĆ”n abriĆ³ los ojos considerablemente, se acostĆ³ en el suelo lleno de paja y extendiĆ³ los brazos detrĆ”s de su cabeza. SeparĆ³ las piernas, Rodrigo le miro el cuerpo con interĆ©s. Su suave abdomen, sus pectorales subiendo y bajando muy tranquilos con su respiraciĆ³n, su gorda polla marcado un alto relieve en el pantalĆ³n, sus muslos aferrados a la tela.
—Pablo, me acerquĆ© a Ć©l, esperaba que aprovechĆ”ndome de un borracho, Ć©l no recordarĆa nada... estaba durmiĆ©ndose, entonces, preparĆ© el pie... no resistĆ. Lo subĆ y hundĆ la punta de mi bota en su bulto, sobre sus bolas, el se despertĆ³ de un salto con un grito de sorpresa, como estabamos lejos, nadie en la casa escucharĆa, ni con el silencio de la noche. Ćl despuĆ©s de gritar rodĆ³ por el suelo agarrĆ”ndose las pelotas, lo que mĆ”s me gustĆ³ fue ver su culo moviĆ©ndose, y Ć©l adolorido, revolcĆ”ndose llenĆ”ndose de paja, quedĆ³ boca abajo cubriendo sus bolas, yo mire su culo, y habĆa una parte de sus huevos que no estaban del todo cubiertas... Y le lance otra patada a sus bolas, gritĆ³ como loco cuando recibiĆ³ el segundo golpe, considero que la patada fue muy dura, y Ć©l, no la esperaba.
—Wow, Rodrigo —Pablo estaba entusiasmado sintiendo su pene semi duro.
—FabiĆ”n se quejaba, pobrecillo, nunca habĆa sido tan golpeado, creo, o no en sus huevos.
—¿Por quĆ©?— sollozĆ³ FabiĆ”n solicitando una respuesta, todavĆa agarraba sus bolas
El jefe volviĆ³ a patear aquellas bolas. FabiĆ”n desorbitĆ³ los ojos y rodĆ³ por el establo.
—Primo, me gustaba la manera en la que ese muchacho afrontaba el dolor, su quejido, su jeans ajustado, su culo moviĆ©ndose de un lado al otro, su bulto... Pasaron como cinco minutos, y el pobre borrachĆn seguĆa tirado en el suelo, destrozado por sus bolas, si supiera que yo tengo estas bolas tan grandes, no dudo que se vengue. Pero FabiĆ”n, tan seductor seguĆa ahĆ, deseando en su borrachera y su dolor se tranquilizasen, pensĆ© en otras cosas... depravadas... Su semen de macho...
El quedĆ³ de nuevo boca abajo, me sentĆ© sobre su espalda y le peguĆ© en las costillas, tratando de hacerlo voltear, o simplemente de pegarle, logrĆ© hacerlo girar, su cara mostraba el mĆ”s infinito y cruel de los dolores, pero deseaba mĆ”s, hice un puƱo con la mano, y se lo pegue en las bolas desprotegidas, FabiĆ”n volviĆ³ a gritar, pero me gustĆ³ mĆ”s, fue el choque en sus bolas, nunca me habĆa detenido a escuchar, como 2 bolas suenan cuando son golpeadas brutalmente, inigualable sonido.
El quedĆ³ de nuevo boca abajo, me sentĆ© sobre su espalda y le peguĆ© en las costillas, tratando de hacerlo voltear, o simplemente de pegarle, logrĆ© hacerlo girar, su cara mostraba el mĆ”s infinito y cruel de los dolores, pero deseaba mĆ”s, hice un puƱo con la mano, y se lo pegue en las bolas desprotegidas, FabiĆ”n volviĆ³ a gritar, pero me gustĆ³ mĆ”s, fue el choque en sus bolas, nunca me habĆa detenido a escuchar, como 2 bolas suenan cuando son golpeadas brutalmente, inigualable sonido.
FabiĆ”n cayĆ³ al suelo, con los ojos cerrados, atontado por los golpes y por la borrachera, no puso resistencia cuando Rodrigo empezĆ³ a abrirle la correa y bajar la cremallera del jeans, vestĆa con un bĆ³xers color azul y sus muslos eran tan musculoso como cuando su pantalĆ³n se le pegaba. Rodrigo acariciĆ³ con su dedo, los testĆculos del borracho, luego la silueta de su pene. Cerro el puƱo y pegĆ³ como si fuera un martillo las dos bolas del empleado, FabiĆ”n empezĆ³ a gritar tratando de agarrarse los testĆculos, hasta que lo hizo.
Rodrigo de pie ante FabiĆ”n le miro el pene, su bĆ³xers de color azul claro, ahora tenia una macha que le hacia cambiar de color, se veĆa mas oscuro, y la mancha provenĆa de su pene, sus ojos miraron con sorpresa. Y le propinĆ³ otra patada en los huevos. FabiĆ”n grito casi quedando afĆ³nico, y la mancha en el bĆ³xer aumentĆ³ su tamaƱo, se estaba haciendo mĆ”s notoria.
Se inclinĆ³ delante de FabiĆ”n y volviĆ³ a martillar con su puƱo los cojones del empleado. FabiĆ”n se batĆa en el suelo. Rodrigo le quito el bĆ³xers, su pene era tan grande que se impresionĆ³, sintiĆ³ envidia y lujuria, deseaba meterlo en su boca, poseerlo, ser dueƱo de Ć©l, ser novio de FabiĆ”n.
—Y le di otro golpe, de nuevo como mĆ”s duele, con los nudillos, me sorprendĆ, Pablo, empezĆ³ a eyacular con ese ultimo golpe, gritĆ³ y gimiĆ³, no de dolor, sino de placer por eyacular, el semen salĆa disparado de su pene, a su abdomen, contra mi mano, al suelo, a sus muslos... y... y le pegue en las bolas una vez mĆ”s y su leche saliĆ³ con fuerza como si estuviera trancada y apenas sale disparada, Ć©l dejĆ³ caer la cabeza hacia atrĆ”s exhausto y derramando lagrimas... respiraba pausadamente, y yo tambiĆ©n me quedĆ© cansado. Se acurrucĆ³ sobĆ”ndose los huevos.
—Wow, y al dĆa siguiente, ¿quĆ© sucediĆ³?
—Me levantĆ© muy temprano, antes de que cantara el gallo. Cuando lleguĆ© al establo, FabiĆ”n dormĆa en el suelo, tenia el pene afuera, y lo vestĆ.
—Depierta —le dijo. decĆa
FabiĆ”n demorĆ³ en despavilarse. —¿DĆ³nde estoy?...... ¿y quĆ© hago aquĆ?
—Te quedaste dormido anoche.
—No... No me acuerdo de nada, pero me duele mucho la cabeza.
—¿No te acuerda de nada? —sonriĆ³ Rodrigo
—No, jefe.
—Es que bebiste demasiado ayer. Ven, vayamos a la casa, tomaras cafĆ© y podrĆ”s irte. Pudes faltar a tu jornada laboral del dĆa, tienes un permiso remunerado.
FabiĆ”n se levantĆ³ del suelo, le dolĆa mucho la cabeza, pero al estar de pie, sus bolas tambiĆ©n le dolieron —¡Ay! —se quejĆ³ tocĆ”ndolas
—¿QuĆ© pasĆ³?
—No, nada jefe.
Pablo parpadeĆ³.
—¿No recordĆ³ nada?
—No, primo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario