El luchador de Ámbar - Las Bolas de Pablo

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5 may 2020

El luchador de Ámbar

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BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Pablo caminó en solitario por los distintos estudios de Cinturón de honor observando esos lugares donde se efectuaban las peleas, la batalla millonaria, la lucha a muerte donde el talento deportivo se enfrentaban encerrados en una jaula, todavía se reunía con el nuevo directivo de la empresa configurando el relanzamiento de la temporada Cinturón de honor. En los últimos años se construyó un estudio de pelea para cada club diseñado con las luces y gemas de cada equipo. 

   Mientras estaba bajo las luces amarillas de Ámbar se consiguió a uno de sus luchadores. Era un hombre de estatura alta, imponente, de pecho fuerte y rostro atractivo. Algunas canas empezaban a brotar de su cabeza. Vestía bóxers azules tan ceñidos que resaltaban su paquete dejando en claro donde estaban sus bolas y la pija. Sus muslos también eran fuertes productos de día a día de entrenamiento. 

   —Así que aquí tenemos a Pablo Chacón —dijo el hombre cuando sus miradas se encontraron—, el recién llegado nuevo jefe. 

   Pablo que como buen gerente y profesional de su área había detallado con exhaustividad el resumen curricular de los luchadores, recordó su nombre. Y actuaría tan socarrón como la actitud de ese sujeto. 

   —Pol, el tipo rudo de Ámbar. Siempre has aspirado a la capitanía del equipo, y cada vez te la rechazan. ¿Nunca te han enseñado a respetar a las autoridades? Podría despedirte, recuerda que estamos en reestructuración. Supongo que no tienes actitud de lider.

   Pol lanzó una risa fría. Apoyando ambas manos en las cuerdas del ring de pelea. 

   —¿Respetar a las autoridades? ¿A caso eres tú una? Yo solo veo a un niño inexperto jugando a ser jefe. Te apuesto a que en tres meses fracasas y te iras a llorar a tu casa en brazos del otro mariquita de tu esposo. 

   —Cuida tus palabras, Pol. No juegues con tu suerte. 

   —La suerte siempre me acompaña —Pol flexionó uno de sus bíceps y le dio un beso—. Yo solo respeto a quien se lo merece. Veo en ti solo un oportunista, ¿por qué no subes al ring y luchas conmigo? ¿Se te parte una uña? Ja, ja, ja —se echó hacia atrás para dar acceso a Pablo. 

   Chacón apretó las manos en un puño, si éste tipo quería luchar pues bien valdría la pena, tenía tanto tiempo sin pelear que la invitación bien valdría la pena para medir sus fuerzas. Pablo se quitó la chaqueta, camisa, zapatos y jeans. Tenía calzoncillos y trotando subió al ring. 

   —Encima veo que utilizas relleno, niño. Eres todo una decepción desde tu llegar a la presidencia hasta la desnudez. 

   —No es un relleno, es así de grande. 

   Pol se mordió el labio sintiéndose divertido. 

   —Y te lo voy a meter en la boca —complementó Pablo creyéndose superior. 

   —No me gusta comer tela, así que comienza por sacarte el calcetín entre las piernas. La pelea será como las de Cinturón de Honor, vale todo. 

   —¡Que así sea! Te enseñaré a respetarme. 

   Pol empezó a moverse con cautela, conocía el pasado de Pablo como luchador y sabía que era grande y fuerte. Pero la verdad no le tenía respeto y solo así se lo iba a otorgar. 

   Confiado en sus habilidades para derrotar al luchador, Pablo decidió aceptar el desafío. 

   —Esto está a mi favor, ¿por qué no bajas ahorrándote la humillación? 

   ¡Con la velocidad de un animal salvaje, Pablo corrió hacia adelante! Saltó en el aire y extendió su poderosa pierna.

   ¡Incrustó el pie en el pecho de Pol! ¡El sorprendido luchador cayó aturdido en la lona! Parecía sorprendido pero también atontado. 

   —¡Me dices niño y tú eres tan débil como un bebé! Mi sobrino de 4 años tiene más fuerza que tú.

   Pol gruñó en estado de shock.

   Aún con su rival aturdido en el suelo, Pablo detalla su cuerpo, tenía los músculos en cada parte correcta de su cuerpo, la vista en su entrepierna hizo que se le volviera rígido el pene.

   Pablo levantó ambos brazos apretando los músculos de sus bíceps. 

   —¿Quieres rendirte? —le preguntó con sonrisa petulante.

   —N... no... —gimió Pol.

   La virilidad de Pablo se elevó a la vista del Pol derribado, que le hizo lamerse los labios; y comenzó a pensar en todas las formas en tener a Pablo desnudo en una cama. 

   Aunque Pol estaba en el suelo, Pablo sabía claramente que era un rival poderoso. 

   Permitió que Pol se arrodillase antes de levantarse.

   —¡LEVÁNTATE YA! —gritó Pablo, agarrando a Pol por la cabeza—. ¡Te voy a enseñar a respetarme, cabrón!

   Pol hizo una mueca mientras el rubio intentaba alzarlo. Mientras levantaba a Pol, el luchador del club ámbar en Cinturón de Honor decidió jugar sucio.

   Pablo observó el torso de Pol y se lamió los labios.

   Nunca vio la sonrisa que su oponente tenía en el rostro.

   Los ojos de Pablo se abrieron cuando la mirada arrogante de Pol se encontró con la suya. El  luchador a la velocidad del rayo agarró las pesadas bolas de Pablo.

   ¡El muchacho se sorprendió cuando Pol agarró sus testículos!

   —¡UAAAAAGH! —gritó en agonía mientras sus gónadas eran aplastadas. 

   Echó los brazos hacia atrás y luchó para soportar el dolor.

   —¡Ja, ja, ja, ja! —se burló Pol con aire de suficiencia ante la difícil situación del nuevo director de la empresa—. ¡Haces muecas graciosas apretado de las pelotas! ¿Dónde está tu poder ahora?

   Apretó la virilidad de Pablo una y otra vez, arrancando de su ser gritos cada vez más fuertes. 

   La polla de Pol comenzó a gotear presemen antes su repentina dominación.

   —Cuando Pol gane —agregó abruptamente—. ¡¡Les va a demostrar a todos que Pablo Chacón es una mariquita lame suelos!!

   Envalentonado por su jugada sucia, se tomó su tiempo para admirar el cuerpo esculpido de Pablo a la par que le torturaba las bolas. 

   Observó cómo se formaban gotas de sudor y resbalaban a los suculentos pectorales del joven.

   Los dientes de Pablo se apretaban y respiraba agitado.

   ¡Pol mantuvo la presión, apretando las grandes bolas de Pablo con su fuerte agarre!

   Pablo ya no podía soportarlo era como si destriparan sus tripas. Y emitió un potente gruñido. 

   La sonrisa de Pol se evaporó instantáneamente y, sin darse cuenta, aflojó su control sobre los cojones del rubio. Aprovechando la oportunidad, Pablo tiró de su cadera hacia atrás, escapando sus bolas sudorosas del agarre del peleador.

   Gruñó otra vez pero con menos fuerza y envió un fuerte golpe a la cabeza de Pol.

   Pol retrocedió del duro golpe a su hermoso rostro. Pablo se enfureció y lo redujo golpe tras golpe.

   —¡Augh! —Pol hizo muecas de dolor.

   Pablo cayó al suelo mientras su contrincante estaba aturdido, y ejecutó un fuerte barrido de piernas. 

   Pol sucumbió fácilmente al movimiento, sus piernas temblorosas cedieron.

   —¡Unh! —gimió, sintiendo el mundo a su alrededor inclinarse. 

   Pablo no permitió que se recupase. Estaba convencido que iba a salir con el respeto ganado en esa sala. Se puso de pie y preparó su próximo movimiento. 

   ¡Pol yacía indefenso mientras Pablo saltaba en el aire!

   Una expresión horrorizada dominó la cara de Pol ante la rapidez de su joven oponente. ¡Así no era como esperaba que fuera!

   ¡Solo pudo ver cómo Pablo cayó sobre él!

   —¡¡NOOOO!! —alcanzó a gritar. 

   ¡Pero Pablo no mostró piedad!

   Se preparó para el impacto, ¡y nada pudo prepararlo para el dolor!

   ¡Pablo puso su rodilla (y todo su peso) sobre la entrepierna del luchador. ¡Su movimiento hostíl dejó sin aire y sin fuerzas a su enemigo!

   —¡¡GWARRRRGHH!! —bramó Pol al sentir como si sus testículos hubieran explotado ante la presión del peso. Hicieron un rugido espeluznante.

   Pablo le regaló a Pol unos momentos misericordiosos para recuperar el aliento. Se arrodilló y miro con lástima el cuerpo musculoso del hombre que yacía casi moribundo. 

   —Caramba, si todos los luchadores del club ámbar son así de débiles como tú, me temo que tendremos que hacer un despido masivo —se echó a reír maltratando su orgullo. 

   Aunque sin aliento y herido, Pol se negó a admitir la derrota. 

   —No... —declaró a través de una serie de toses—. Pol nunca se rinde y menos ante Pablo… 

   Sin desanimarse, Pablo levantó a su oponente en sus brazos, ¡listo para acabar con él!

   Pol fue fácilmente levantado y puesto boca abajo.

   El luchador sintió la sangre correr por su cabeza mientras colgaba impotente en las manos de Pablo. Luchó para evitar que la erección de su oponente se frotase contra su cara.

   En un acto final de desesperación, suplicó que el director de la empresa se detuviera. 

   Sosteniendo el cuerpo de Pol con fuerza, Pablo dio un salto. 

   Pol sintió que los poderosos muslos de Pablo mantuvieron su cabeza firme, ¡sellando su destino!

   Hubo un fuerte sonido de golpe. 

   Pol quedó devastado por el piledriver. 

   ¡Pablo se puso de pie de un salto y levantó a Pol de una oreja!

   La fuerza restante del luchador del club ámbar abandonó su cuerpo, sólo gemía de dolor. 

   —Idiota —dijo Pablo. 

   Y por último dio un pisotón a sus bolas. 

   El luchador se acurrucó en posición fetal quejándose de dolor agarrando sus testículos con ambas manos y metiéndolas dentro de la pretina. 

   Pablo flexionó sus biceos mostrando su cuerpo a una audiencia invisible.

   Pol bajó la cabeza en derrota total. Apretó los dientes y gimió. 

   —Te… has ganado mi respeto —dijo Pol. Tragó saliva y luchó para aliviar el dolor de sus testículos. Ya había perdido la pelea; no había vuelta atrás—. Aún así, considero que eres un tonto. 

   Pablo se cruzó de brazos y se echó a reír. Con la derrota y humillación de Pol le bastaba. 

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