Alimañas de la noche 3: Bandora - Las Bolas de Pablo

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6 abr 2020

Alimañas de la noche 3: Bandora

Esta es otra historia escrita en esta cuarentena social que se ha establecido en todo el mundo. Todavía no está decidido si será parte de una serie por lo que es bueno saber sus opiniones y votos al final de este relato. El policía Iván es uno de los personajes favoritos por lo que es bueno volverlo a ver en una nueva entrega, ¿será serie? Ustedes dirán...

CONTIENE
BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
SEXO HETEROSEXUAL

   El jefe de la división de asuntos paranormales de la ciudad de Biloba entró en la casa de Bandora, la bruja. Iván Espósito es un hombre alto, robusto y muy musculoso. A los 51 años, un señor fuerte que ha estado en demasiadas peleas y ha asesinado a innumerables criaturas malignas: vampiros, ky, incubos y sucubos, recientemente se encargó del asesinato de una momia en Egipto y su ayuda implementada en el caso de una Caoineag, en Escocia. Sus fríos ojos negros escanean la habitación a la luz de la antorcha que lleva. Su mandíbula cuadrada vestida de las canas que poblaban su barba no ocultaban un ceño sospechoso. Su franela empapada de sudor proyecta los pezones que coronan sus enormes pectorales. Un arma cargada con balas paralizante está al alcance de la mano en el cinturón que cuelga libremente de sus caderas delgadas. Años atrás se inició su linea de investigación por una serie de ataques de brujas contra varios hombres jóvenes en la región. Le habían mostrado los cuerpos que habían encontrado. Nunca olvidaría a un joven y guapo oficial encontrado colgando sobre una tumba, con un pezón mordido, heridas punzantes profundas en su entrepierna y cuello, y de lo que alguna vez había sido su pene goteaba semen verdoso. Lo que le habían hecho a los cuerpos de las víctimas lo llenó de repugnancia, y él está ansioso por librar al mundo de esas alimañas pervertidas. Encuentra una lámpara vacía en la que colgar la antorcha y pasa un altar de piedra y un nicho vacío hacia un inmensa cama cubierta de cortinas al centro de la habitación. No ve la figura oscura que acecha en la sala. 

   Por supuesto, es Bandora, cuya espalda encorvada y piel pálida, tan blanca como el mármol se esconde detrás, la ayudan a permanecer invisible y encorvada en su larga capa negra. Sus manos extendidas tienen uñas imposiblemente largas y dobladas. Oculta su sonrisa burlona y sus brillantes ojos rojos. Su larga melena brilla suavemente a la luz de las antorchas.


   El Cazador de alimañas de la noche planta sus piernas de par en par frente a la cama matrimonial, toma su arma, escupe y dice con desprecio:


   —Di buenas noches, asquerosa puta enferma —cuando abre la cortina, una columna de niebla narcótica brota del interior vacío hacia su cara. ¡Una trampa!


   Nuestro héroe apenas consciente cae de espaldas hacia la bruja que le acecha, cuyos brazos rodean su torso esculpido, tirando de la camisa para exponer un tierno pezón al tormento de una uña irregular. La otra mano de Bandora que cubre la cara, gira la cabeza del cazador y permite el acceso al grueso y fibroso cuello. Ella muestra sus dientes putrefactos pero se detiene, y en su lugar lame lentamente el cuello de su víctima, desde el hombro hasta el lóbulo de la oreja.


   —No, todavía no —susurra—, estás demasiado bueno para asesinarte... Voy a tomar un tiempo contigo —con una fuerza descomunal levanta el hombre sobre su hombro, la delgada tela de sus pantalones se aferra a sus duras nalgas como rocas, los enormes brazos se balancean ligeramente, y lo coloca suavemente sobre el altar. La bruja desnuda con amor su musculoso premio, acariciando cada centímetro de carne. Un tirón rasga la camisa en dos. Es imposible no mordisquear delicadamente esos sabrosos pezones, consumir el almizcle que se aferra en las axilas y con su boca babeante seguir el rastro que se extiende entre los pectorales a lo largo de los abdominales hasta la impresionante virilidad abultada en el pantalón. Los deltos y hombros increíblemente anchos, los muslos, todo expuesto para ella. La boca de la bruja estaba seca y su respiración se acortaba. Al darse cuenta de que nunca había encontrado una perfección tan masculina en una víctima, sonríe.


   Ella envuelve el semental con sus brazos delgados y vestidos con la capa. El fuerte contraste del maduro hombre desnudo contra las voluminosa túnica negra le hace parecer tan desnudo y vulnerable a la vez.


   —No temas, mi belleza, he decidido no matarte hasta ahora. Porque antes te voy a agotar hasta la muerte.


   En lo interno Iván luchó para volver a la conciencia y retomar su fuerza, Bandora procede a besarlo y de repente se encuentra golpeada contra el muro de piedras de la habitación.


   —No lo creo —responde el hombre con voz áspera. Bandora se recupera de la serie de golpes que recibe. Nunca se ha enfrentado a un oponente tan fuerte. Incapaz de defenderse de su víctima, se encuentra pateada y golpeada tan rápido que no puede usar sus poderes para evadir el ataque. El policía, enfurecido por haber sido acariciado, por una criatura del diablo, ¡tan asquerosa! Lucha con precisión maníaca y mortal. Decidido a borrarla para siempre de la faz de La Tierra. Bandora finalmente se encuentra arrodillada a merced del cazador de brujas. Se da cuenta de que está a punto de ser destruida. Cuando el oficial se da vuelta para recuperar su arma y un envase con gasolina para acabar con ella, Bandora ve su última oportunidad de supervivencia. Iván vuelve a hacer una pose y destapa el frasco para acabar con ella. Con velocidad sobrenatural, cerró la boca en el pene momentáneamente indefenso y chupa... su lengua rodea el falo que se endurece rápidamente. A pesar de una valiente lucha por mantener el control, el envase vuelve a caer al suelo cuando el guerrero siente que la demonia posee su sexualidad. Trata débilmente de repeler a su atacante, pero se cae en el suelo.


   En una extraña simpatía psíquica, experimenta el ardiente deseo que la bruja siente por él. Un intenso placer crece en su interior al cubrir su excitación. La bruja cerró el puño y lo estampó en las dos grandes bolas de Iván a tiempo que le mordía el miembro.


   —¡AAAAAAAARRRRRRGGGGGG! —el varón lanza un grito que retumba en las paredes.


   La bruja a su vez estiró los testículos como si su intención fuese arrancarlos de la bolsa escrotal.


   El pene de Iván resbala algunas gotas de sangre al escapar de la boca de la bruja y sus huevos continuaban siendo apretados y estirados en la garra mortal. El corazón de Iván palpita descontrolado, no aguantó tanto dolor y se desmayó.


   Una espesa crema blanca se expulsa de la punta de su polla que Bandora no duda un instante en tragar.


   —No repetiré mi error, mi valiente amigo... esta vez te ataré para que no puedas desafiarme... gracias por proporcionar ese senen —se inclina para besar a la belleza masculina fuera de sí. Después de atar dolorosamente las muñecas y los tobillos de sus presa, una vez más levanta al héroe indefenso sobre un hombro, su cabeza inconsciente se balancea ligeramente con los movimientos de su captora. Bandora ama llevar a sus víctimas de esa manera.


   Finalmente llega a su objetivo, un receso con telarañas en un rincón oscuro que contiene otro altar de piedra debajo de la figura de una antigua deidad diabólica. Antes del altar hay un estrado elevado. Baja su premio suavemente, boca arriba, desatando las muñecas y los tobillos. El pene del robusto Iván continuaba resbalando semen y sangre. Sus partes más privadas siguen expuestas a su captora. La mente del policía, una vez más, lucha por lograr la conciencia. La bruja cae pesadamente de rodillas sobre los testículos aplastando su ovalada forma. Iván no pudo moverse pero a lo interno sintió el apresante dolor que le comprime el estómago. La bruja se burla y se aparta de los endebles testículos del varón. El policía lucha para regresar a la conciencia, un gemido bajo y retumbante escapa de sus labios.


   La bruja no puede esperar más. Desea a aquel hombre. Se para sobre el semental y rasga su túnica para revelar su desnudez, su vagina, de color blanco marfil y cubierta de pequeños pelos.


   —Y ahora, mi belleza, ¿puede tu fuerza salvarte ahora? —se sumerge sin piedad en el mástil erecto de Iván. Hay un nivel de dolor que la penetra.


   Con la sensación en su pene el oficial emite un ronco gruñido. Asco e ira luchan con intenso placer. Intenta luchar, pero solo se encuentra con la cadera de la bruja y sus ojos torcidos en lo que le cabalgaba. Debe matar a esa perra del demonio, si solo pudiera liberarse.


   La bruja estaba contenta de violar a su víctima, empalada completamente por su delicioso pene:


   —Uunhh... ungg ahhhï, hungh huh huh huh.


   La semilla de Iván inunda a la bruja. Y ella gime de placer. Ambos quedan agotados, todos los músculos se liberan y la hechicera se derrumba sobre el pecho cubierto por el sudor de su presa.


   Frenéticamente, Iván envía mensajes a sus brazos para levantarse y romper sus ataduras, pero su cuerpo todavía entumecido por la violación no responde, su miembro rígido se coloca vergonzosamente hacia arriba, conserva la fuerza que lo convierte en varón.


   La bruja presiona sus delgados labios contra la boca carnosa de su víctima, forzándolos a un prolongado beso invasivo, una mano acaricia amorosamente un pectoral agitado.


   Iván siente que la fuerza regresa a su cuerpo, y logra romper las cuerdas que le atan los brazos, justo en ese momento le aprietan las bolas, renovando un intenso dolor. Iván estampó la cabeza de la bruja contra el suelo provocando un ruido aterrador asegurando el suficiente daño al cráneo de la hechicera.


   El corazón de Iván daba golpes ensordecedores. El dolor en sus testículos se extiende a la cadera y espalda. Corre en busca del frasco con gasolina y una antorcha.


   Siente la adrenalina, la bruja seguía inconsciente en el piso. Es hora de matarla. La rocía en gasolina, ella comienza a reaccionar pero es tarde ya, Iván le arroja la antorcha encendida.


   —¡NOOOOOOOOOOOOOO!


   Fue el último grito espectral de la alimaña antes de ser envuelta en llamas.


   Iván la miraba con asco pero orgulloso de su exitosa misión.

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