BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Eugenia sonriĆ³ cuando Ari apareciĆ³ en el umbral de la cocina. Iba vestido con la ropa del trabajo y aunque tenĆa perfume no podĆa despejar el aroma a mecĆ”nico impregnado desde dĆas en la ropa. Su mujer lo abrazĆ³ y besĆ³.
–Feliz aniversario de boda, mi amor.
Ari la envolviĆ³ entre sus fuertes brazos.
–Feliz aniversario, amor de mi vida. Veo que la niƱa amaneciĆ³ mejor de salud hoy.
–SĆ. EstĆ” mucho mejor.
DespuĆ©s de una extenuante noche donde la hija de ambos estaba que herbĆa de fiebre, la aurora presentĆ³ una notable mejorĆa en su salud.
–Si ocurre algo con ella no vayas a dudar en llamarme. Dejo el trabajo y corro para acĆ”.
–AsĆ va a ser, amor.
–AdemĆ”s –dijo Ari estrechĆ”ndola en sus fuertes brazos–. Hoy en la noche no te me vas a escapar.
Eugenia se riĆ³ y posĆ³ una mano en el amplio pectoral de su marido.
–Hoy en la noche vengo con todo para complacerte. Una noche de aniversario por el matrimonio, inigualable.
Eugenia se echĆ³ a reĆr y le dio un dulce beso a su esposo donde ambos cerraron los ojos.
Tras tomar el desayuno Ari se marchĆ³ al trabajo y Eugenia se dirigiĆ³ a la habitaciĆ³n matrimonial y extrajo de la gaveta donde desde meses atrĆ”s ocultaba su celular y observĆ³ unos mensajes de Chester su amante:
Estoy llegando de trotar. SerĆa delicioso que me recibieras sudando y oliendo a macho... ¿CĆ³mo amaneces hoy? Supongo que feliz con tu aniversario de matrimonio.
Chester era el jefe de Ari, tambiĆ©n estaba casado y tenĆa muchos hijos. Eugenia no demorĆ³ en responder.
Estoy bien. SĆ, un feliz aniversario de bodas. Ari acaba de salir al taller.
Cuando recibiĆ³ el mensaje Chester enseguida lo leyĆ³. Y decidiĆ³ llamarla.
–Mientras llega Ari, te estoy llamando. AsĆ que muy contenta por tu aniversario. Seguramente tu marido te ha tocado esta maƱana. Que envidia me da. DeberĆa ser yo el que posa su mano en ese culo tan delicioso tuyo.
–No seas tonto –le respondiĆ³ Eugenia–. Esta maƱana no tuvimos relaciones, la niƱa pasĆ³ una mala noche con fiebre y por poco el sueƱo nos gana y nos hace pasar de largo con el horario.
–Oye pero que emociĆ³n para mi... No te ha tocado el inĆŗtil Ć©se. ¿CĆ³mo sigue tu niƱa?
–Ella estĆ” muy bien. Pero no le vuelvas a decir inĆŗtil a Ari.
El viejo Chester emitiĆ³ una risa pesada.
–Lo digo para molestarte. Es mi rival, tu esposo. ¿Entonces Ć©l no te dio hoy en el aniversario ni una mamada de teta?
–No, tonto. Celebraremos el aniversario esta noche. Me prometiĆ³ un encuentro inolvidable.
–¿EstĆ”s segura que tendrĆ”n algo esta noche? Porque yo me puedo asegurar que no.
–¿A quĆ© te refieres, tonto?
–No lo sĆ©. Pero podrĆa encargame de que Ari hoy no te pueda tocar.
–No seas iluso, Chester. ¿EstĆ”s delirando?
Otra vez Chester se empezĆ³ a reĆr.
–Ya vas a ver. Hoy Ari no te va a tocar y entonces tĆŗ vas a acudir a mi y te harĆ© sentir mujer, la mĆ”s feliz del mundo.
–Eres un idiota, Chester. Atrevete a hacerle algo malo a Ari.
Indignada Eugenia cortĆ³ la comunicaciĆ³n. Su relaciĆ³n con Chester no iba en serio, solo era sexo. Y no pasaba porque Ari le fallara como hombre, su esposo resultaba estupendo en todos los sentidos pero el viejo Chester tenĆa un sex appeal que la excitaba.
Por su parte Chester estaba decidido a que esa noche el aniversario de boda de su empleado y la amante no se ejecutara. Su plan consistĆa en fastidiar los testĆculos de Ari y apenas el joven apareciĆ³ en el taller dio rienda suelta a su misiĆ³n.
—Eh campeĆ³n, buenos dĆas. ¿CĆ³mo amaneces, tigre? Aye me dijiste que era tu aniversario de boda. ¿Ya consumaste con tu mujer?
Antes de que Ari pudiera dar respuesta, Chester abriĆ³ la mano como garras y se adueƱo de la entrepierna del muchacho.
—¡Oooooohhhhhhh! —rugiĆ³ Ari al sentir como los dedos del mecĆ”nico se ponĆan en contacto en el centro de sus jeans y le apretaba las bolas. AbriĆ³ la boca y torciĆ³ los ojos.
—¿QuĆ© pasa, pibe? —se reĆa Chester aferrando las manos en el frĆ”gil paquete. SonriĆ³ con un brillo en los ojos y soltĆ³ a Ari quiĆ©n se doblĆ³ con las manos sobando su entrepierna.
—Oh, amigo. ¿Fue muy duro? Amigo no querĆa qutĆa hacerte daƱo. ¿Te sientes mal?
—¡¡Ay, mis bolas!! —dijo Ari embargado de dolor. Torciendo su hermoso rostro—. Estoy bien, pero duele mucho.
—Oh, amigo, lo siento. Busca una silla y recuperate. ¿Tu esposa cĆ³mo estĆ”? ¿Tuvieron un maravilloso maƱanero? —agregĆ³ una pĆcara sonrisa.
Ari a pesar del dolor, sonriĆ³ y negĆ³ con la cabeza explicando los detalles de salud con su hija.
—Lo importante es que la nena hoy amaneciĆ³ bien. No te preocupes hoy te darĆ© permiso de retirarte temprano y podrĆ”s llegar a casa a tiempo. Cuando puedas ve debajo de aquel vehĆculo y lo reparas.
Masajeando aun sus pelotas, Ari afirmĆ³ con la cabeza. Ocho minutos mĆ”s tarde se habĆa acostado en el piso y con las herramientas a un lado ya estaba en la parte inferior del automĆ³vil.
Chester se burlĆ³ silenciosamente. Las piernas se Ari reposaban fuera del carro dejĆ”ndolo en una posiciĆ³n muy vulnerable. Sobretodo el Ć”rea de la entrepierna. Diez minutos despuĆ©s el joven seguĆa reparando el vehĆculo cuando Chester pesĆ³ en sus manos una pieza de motor. Enseguida caminĆ³ hacia Ari con otro malvado plan en mente.
Cuando estuvo cerca del mecĆ”nico en el suelo, el viejo dramatizĆ³ que se tropezaba y lanzando un grito y tambaleĆ”ndose dejĆ³ caer el equipo de hierro en direcciĆ³n a la entrepierna de Ari.
Enseguida el joven mecĆ”nico sintiĆ³ como un pesado objeto cayĆ³ contra sus pelotas. Estaba ocupado haciendo la reparaciĆ³n cuando el impacto fue de lleno en los huevos.
—AAAAGGGGHHHH —aullĆ³ dando un fuerte brinco y ademĆ”s chocando la frente con los tubos del vehĆculo.
Chester sonriĆ³ pero tuvo que ocultar su felicidad y actuar de una manera preocupada asĆ que se inclinĆ³ y con fuerza extrajo a Ari fuera del vehĆculo que se retorcĆa de dolor. El muchacho ya tenĆa un chichĆ³n en su frente.
—Amigo, disculpa. Me tropecĆ© y se me cayĆ³. Carajo, no sĆ© quĆ© pasa con tus huevos hoy.
Ari parecĆa no escucharlo. TenĆa lĆ”grimas en los ojos y oprimĆa ambas manos en sus testĆculos. Chester echĆ³ una mirada al repuesto sin duda que era grande y pesado, y tuvo que pulverizar sus bolas en el acto. Seguramente hasta matĆ³ su semen.
Chester le buscĆ³ agua y despuĆ©s lo ayudĆ³ con un ejercicio de levantamiento de piernas. Ari estaba devastado y su dolor en las bolas se mantuvo por cuarenta minutos.
—¿EstĆ”s bien? —le preguntĆ³ Chester cuando lo vio con Ć”nimos de hablar.
—AquĆ siguen mis dos bolas —respondiĆ³ con buen humor Ari.
—No sĆ© como tropecĆ©. Que odiota fui.
Cuando pudieron, regresaron al trabajo entre llantas, repuestos y vehĆculos.
DespuĆ©s de la hora del mediodĆa cuando tomaron el almuerzo y reposaron Chester tuvo otra maligna idea. En esa oportunidad saliĆ³ del local y fue a su casa, en el departamento de al lado. Su hijo menor tenĆa 10 aƱos. Y sonriendo le pidiĆ³ un favor.
—Es un juego, hijo. Y vas a hacer lo siguiente.
AsĆ comenzaron sus palabras...
El niƱo ingresĆ³ al taller y manipulĆ³ algunas piezas.
Ari lo saludĆ³ y continuĆ³ en su faena.
Llegado un momento el niƱo se acercĆ³ al muchacho para inspeccinar su trabajo. Cuando Ari se alzĆ³ terminando su labor recibiĆ³ un fuerte puƱetazo en las entrepierna.
Ari emitiĆ³ un fuerte rugido sintiendo las pelotas rebotar. CayĆ³ al piso cubriĆ©ndose con las manos. El niƱo se echĆ³ a reĆr y saliĆ³ corriendo del taller.
Ari sentĆa un profundo dolor. Como si sus testĆculos hubieran sido pisados por una manada de elefantes.
Se quedĆ³ tendido allĆ cerca de quince minutos mĆ”s y cuando Chester regresĆ³ observĆ³ que caminaba con las piernas abiertas y con gran malestar.
—Ari, ¿estĆ”s bien? ¿QuĆ© te pasa?
—Honestamente me siento muy mal. Quisiera irme temprano. Me duelen mucho las pelotas.
—¿Pero quĆ© pasĆ³? ¿Fue por el repuesto, cierto? ¿Tan mal estĆ”s?
Ari omitiĆ³ el Ćŗltimo golpe recibido.
—Me siento muy mal. Quisiera irme y descansar un poco.
Chester afirmĆ³ con la cabeza. Internamente estaba orgulloso del certero golpe de su hijo. AĆŗn le faltaba la escena final y ya la habĆa planificado.
—Claro, amigo. Termina lo que estĆ”s haciendo, si tienes fuerza y te retiras. AdemĆ”s sĆ© que hoy es un dĆa muy especial en tu vida.
Ari meneĆ³ la cabeza. Con pesar se agarrĆ³ las bolas y se inclinĆ³ para apretar unas llantas. Cuando terminĆ³ fue al baƱo para asear su cuerpo y quitarse el olor a grasa. DetallĆ³ que sus bolas estaban enrojecidas. Chester manipulĆ³ su celular.
Ari se despidiĆ³ del jefe y a paso lento abandonĆ³ el taller. HabĆa sido un dĆa pĆ©simo para sus bolas, su lugar de residencia era cercano al trabajo por lo que no demorarĆa en llegar, tomarĆa otra ducha al llegar e iba a descansar. No se percatĆ³ de los tres hombres que lo estaban siguiendo y que lo abordaron en la calle solitaria que conducĆa a su casa.
—No camines mĆ”s y danos todo lo que tienes.
—¿QuĆ©? No tengo nada de valor.
RecibiĆ³ un puƱetazo en el estĆ³mago que le sacĆ³ todo el aire.
—No pedimos tu opiniĆ³n. Danos todo lo que tienes.
—¡VĆ”yanse a la mierda!
En circunstancias nornales hubiese peleado con aquellos tipos. Pero la entrepierna le dolĆa como para levantar un muslo y lanzar una patada.
Entonces le pasĆ³ lo no previsto.
Una severa patada, malogrĆ³ sus ya maltratadas bolas cuando las empujĆ³ y aplastĆ³ en su hueso pelvico
—¡AAAAARRRRGGGGGG!
Ari emitiĆ³ un lastimero grito.
El ladrĆ³n ignorĆ³ el profundo dolor de Ari, por si fuera poco le propinĆ³ dos patadas mĆ”s de manera fulminante en la entrepierna.
Ari no pudo soportar tanto dolor en su cuerpo y cayĆ³ desmayado al suelo.
Cuando abriĆ³ los ojos estaba en la cama de su habitaciĆ³n. Su mujer lo cuidaba. Ćl estaba tendido en el colchĆ³n cubierto por una manta pero con sus grandes pectorales al aire.
—Shhh, no te muevas —lo calmĆ³ Eugenia—. Vino la vecina y te inyectĆ³ un calmante para el dolor, tienes los testĆculos muy hinchados.
Ari recordĆ³ las dedichas de aquel dĆa, levantĆ³ la sĆ”bana y detallĆ³ el monstruoso tamaƱo de sus huevas, se veĆan insanas y horribles.
—Te robaron. Chester estaba preocupado por ti y saliĆ³ para ver si te conseguĆa en la calle para traerte. Fue cuando te encontrĆ³ desmayado y robado. Te trajo aquĆ como pudo en su motocicleta.
Ari acariciĆ³ el cabello de su esposa.
—Amor, lamento mucho no poder conplacerte esta noche que celebramos nuestro aniversario.
—Mi vida, ¿eso te preocupa a ti? A mi no. Lo importante es que estĆ”s bien y vivo. Te robaron el celular y dinero. Pero estĆ”s aquĆ con tu familia.
Eugenia tambiĆ©n acariciĆ³ a su marido desde los grandes pechos hasta su linda cara.
Cada quien tenĆa un secreto.
Ari no detallĆ³ todos los maltratos a su virilidad aquel dĆa.
Eugenia ocultĆ³ la forma en la que mientras estuvo su marido desmayado ella tuvo relaciones sexuales como los animales con Chester encerrada en una habitaciĆ³n.
—Tu marido no podrĆ” hacerte su mujer hoy pero yo sĆ.
Fue lo que le dijo antes de empezarla a besar.
Y Chester tambiĆ©n escondĆa que el asalto para Ari tambiĆ©n corrĆa por su cuenta. Su intenciĆ³n era azotar los testĆculos de Ari para que en aquella noche tan importante no tocara a su mujer, que sĆ³lo le pertenecĆa a Ć©l.
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