La condena - Las Bolas de Pablo

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25 abr 2020

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La condena

LA CONDENA.
ESCRITO POR: ZATN
CONTIENE: SEXO HETEROSEXUAL, BALLBUSTING F/M Y CUNTBUSTING F/F.

   La saga SALVEMOS A VERƓNICA!, terminĆ³ con mucha gente en el hospital, una bomba desactivada y la captura de la demente criminal; La ciudad estĆ” a salvo!, ĀæPero quĆ© consecuencias judiciales vendrĆ”n para VerĆ³nica Arango?


3 MESES DESPUƉS.
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   El dĆ­a 21, Miguel llegaba a un hospital psiquiĆ”trico, muy concurrido aquella jornada por familiares de los pacientes al ser dĆ­a de visita;  El joven detallĆ³ las instalaciones, le permitĆ­an visitar a su amada VerĆ³nica cada 20 dĆ­as, para Ć©l era una tortura no verla por tanto tiempo.

   El juicio contra la cientĆ­fica durĆ³ poco, un rĆ”pido tratamiento con medicamentos antipsicĆ³ticos y un constante sueƱo (ayudado con fĆ”rmacos) hizo que pronto la personalidad demente perdiera su libertad de emerger, sĆ³lo en secciones de psicoterapia o bajo mucho estrĆ©s, se revelaba aquella patolĆ³gica personalidad.

   Con la joven en proceso de recuperaciĆ³n y su conciencia restablecida, decidiĆ³ declararse culpable de todos los cargos por consejo de su abogadoā€¦ Estos incluĆ­an robo, lesiones personales a servidor pĆŗblico y fabricaciĆ³n de explosivos, entre muchos otros, finalmente la sentencia fue de 3 aƱos de prisiĆ³n, algo muy benigno dado la cantidad de cargos, pero esto se debiĆ³ al testimonio de psiquiatras y mĆ©dicos, entre Ć©stos Sigfredo Krapp, quien asesorĆ³ antes a Miguel acerca del trastorno de su novia. 

   TambiĆ©n por orden de psiquiatras la sentenciada serĆ­a trasladada a un pabellĆ³n de mĆ”xima seguridad dentro de un hospital mental.

   Solo tras cumplir un aƱo internada, y con la opiniĆ³n de los tratantes, podrĆ­a salir y cumplir en casa los otros dos aƱos de condena, eso sĆ­, alejarse hasta nueva orden de un juez de cualquier laboratorio de quĆ­mica.
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   Miguel observĆ³ el Ć”rea comĆŗn, dĆ³nde los pacientes podĆ­an caminar con sus visitantes y charlar, eso sĆ­, altas rejas les mantenĆ­an encerrados.

   Miguel se extraĆ±Ć³ cuando tardaban en traer a VerĆ³nica, siempre habĆ­a medidas de seguridad, pero hoy demoraban mĆ”s que ocasiones previas.
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   Finalmente vio emerger a su novia, un guardia armado de bastĆ³n le permitiĆ³ avanzar para reunirse con Miguelā€¦ El joven quedĆ³ impactado al verla a la caraā€¦tenĆ­a una enorme hinchazĆ³n en su mejilla izquierda.

   ā€œHola, mi querido Miguelā€. La cientĆ­fica buscĆ³ un beso labial, pero ante la impresiĆ³n de su novio, solo pudo dĆ”rselo en la mejillaā€¦ pero era esperable la reacciĆ³n de su pareja.

   ā€œQue te hicieron!?ā€. Miguel tratĆ³ de tocarle el Ć”rea, pero defensivamente VerĆ³nica lo evitĆ³ā€¦ la mirada del novio hacĆ­a el lejano guardia fue de enojo puro.

   ā€œEstoy bien, Miguel, Lo que me sucediĆ³ ayer me lo merecĆ­aā€¦ caminemos y te contarĆ© todoā€.

   La pareja comenzĆ³ a deambular por el extenso terreno enrejado.

   ā€œAyer tuve otra recaĆ­da, Miguelā€.

   En su mente Miguel no se mostrĆ³ sorprendido, anoche habĆ­a recibido una llamada de su exnovia Rebecas Artigas, la ā€œbrujaā€ le contĆ³ que las cartas indicaban un resurgir momentĆ”neo de la oscuridad alrededor de VerĆ³nica, asĆ­ que debĆ­a tener cuidado si la viese, aunque le expresĆ³ que dĆ­a a dĆ­a la luz era la dominante en su actual noviaā€¦Entonces lo dicho pro Rebeca fue cierto.

   ā€œQue sucediĆ³?ā€.

   ā€œLa otra personalidad emergiĆ³ ayer tarde durante una secciĆ³n de psicoterapia, les advertĆ­ del riesgo, pero el Psiquiatra precisĆ³ arriesgarseā€.

   ā€œEsto pasĆ³ā€¦ā€.
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   Eran las 3 Pm, cuando VerĆ³nica fue conducida a la amplia habitaciĆ³n destinada a las psicoterapias, escoltada por un guardia de nombre Santiago, y otra llamada Macaria, una malgeniada y rubia guardia, que comĆŗnmente tenĆ­a fricciones con las internas.

   La cientĆ­fica habĆ­a advertido que era riesgoso intentar llegar a su alter ego  por medio de hipnosis o terapia regresiva, ya en el pasado los contactos con esta personalidad habĆ­an resultado en incidentes, si bien no mĆ”s allĆ” de la agresiĆ³n verbal, dado que por la agudeza de los sĆ­ntomas, la paciente estaba  siempre esposadaā€¦Pero hoy solo dos guardias con garrotes custodian a la paciente, VerĆ³nica insiste en restringir su movilidad, y la guardia Macaria exige colocarle una camisa de fuerza, aun a pesar de la queja del Psiquiatra Adolfo OrdoƱezā€¦ 
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ā€¦OrdoƱez es un optimista y reciĆ©n graduado especialista, quien estĆ” seguro de que su tratamiento va bien y ya la paciente no es un peligro.

   En cierto momento de la sesiĆ³n, VerĆ³nica se queda dormida, y es cuando la demente personalidad alterna aparece.
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   ā€œMalditos imbĆ©ciles!!ā€. La joven, se ve restringida por la camisa de fuerza.

   ā€œVeo que usan mĆ©todos anticuado, que no estĆ”n fuera de uso las camisas de fuerza?ā€¦ o es que tanto miedo les provoco, Jajajaā€.

   VerĆ³nica se incorpora mirando de reojo a la guardia Macaria quien alista su bastĆ³n, la demente vuelve a sentarse dirigiĆ©ndose al psiquiatra preguntando que quiere.

   ā€œAsĆ­ me gusta, hablando se entiende la gente, tengo preguntas que hacerteā€.

   ā€œEstĆ” bien niƱo bonito, responderĆ© tus preguntas, solo tengo una observaciĆ³n que hacerteā€.
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   El joven psiquiatra se acercĆ³ a la sentada paciente, esperando que comenzase a hablar, en ese momento VerĆ³nica levantĆ³ su pierna derecha con fuerza, impactando la ingle del especialista.

   ā€œAAAAHHHH!!!ā€. GritĆ³ el profesional, y de inmediato se fue al suelo. El contundente golpe en sus testĆ­culos le dejĆ³ paralizado por completo.

   ā€œAprende que la camisa de fuerza no evita que uses tus piernas, estĆŗpido!ā€.

   De inmediato la restringida mujer se levantĆ³, y saltando propinĆ³ una patada voladora a la guarda llamada Macaria, la mujer impactada en el rostro rodĆ³ por el suelo, mientras su colega lanzaba un golpe de bastĆ³n contra la cabeza de VerĆ³nica, le fue muy fĆ”cil a la demente esquivar el golpe y enterrarle la rodilla en los testĆ­culos.
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   ā€œUUGGHHH!ā€. ExclamĆ³ el fauleado varĆ³nā€¦ sus testĆ­culos crujieron levemente; VerĆ³nica le rematĆ³, levantando la pierna y dejando caer su talĆ³n en la nuca del guarda.

   Macaria le llegĆ³ por detrĆ”s a la paciente, aplicĆ”ndole un abrazo de oso, pero no tardĆ³ en soltarla, cuando recibĆ­a una patada de mula a su zona Ć­ntima.
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   ā€œAAayyyy!ā€. La guarda se inclinĆ³ y se tomĆ³ la vulva, un segundo despuĆ©s recibĆ­a una patada de karate en el oĆ­do izquierdo que la dejĆ³ sin sentido.

   VerĆ³nica se inclinĆ³ y quitĆ³ la costosa pluma de escribir del psiquiatra, con la punta metĆ”lica logrĆ³ cortar un poco la camisa de fuerza, debilitada la atadura, sĆ³lo hizo un contorneo a su cuerpo para sacĆ”rsela de encimaā€¦
ā€¦Antes de salir de la habitaciĆ³n, tomĆ³ impulso y pateĆ³ los testĆ­culos del guardia, quien estaba en cuatro patas e intentaba levantarseā€¦ El nuevo trauma a las pelotas, casi se las introduce en el cuerpo, quedarĆ­a de cara contra el suelo, soltando abundante babaza.

   La demente tomĆ³ las llaves del guardia Santiago, y saliĆ³ del lugarā€¦Una amplia sonrisa iba en cara de VerĆ³nica. Cuando estaba a punto de abrir una tercera puerta, las llaves en su mano cayeron al piso, la demente sintiĆ³ un intenso malestar en su cabezaā€¦ Enseguida se inclinĆ³ y retomĆ³ las llaves, cabizbaja regresĆ³ a la habitaciĆ³n de psicoterapia.

   Se acercĆ³ al psiquiatra quien al verla se asustĆ³, pero el rostro de la chica no expresaba enojo o maldad.

   ā€œNo se asuste doctor OrdoƱez, soy la personalidad original, perdĆ³neme por golpearleā€¦ DĆ©jeme ayudarleā€. El especialista dio un suspiro de alivio, le extendiĆ³ la mano y la chica le ayudĆ³ a incorporarā€¦
ā€¦En ese instante ingresaban dos guardias armados de bastones, las cĆ”maras habĆ­an captado a la demente correr libremente por los pasillos y venĆ­an a detenerla, tras ellos esperaban que viniesen mĆ”s refuerzos.

   El ver a la chica tocando al Psiquiatra y percatarse de los guardias en el suelo, les hizo actuar, y la atacaron con sus bastones.

   ā€œEsperen, yo no soyā€¦ UUUFFFF!!ā€. De nada le sirviĆ³ a VerĆ³nica levantar las manos y tratar de razonar, pues un bastonazo en el estĆ³mago la callaba, la chica se doblĆ³ del dolor, y fue rematada con un contundente golpe de bastĆ³n en la mejilla que la derribĆ³; Para su fortuna, el psiquiatra -aun con una mano en los huevos-, se interpuso protegiĆ©ndola de mĆ”s golpes y deteniendo todo ataque.

   Tras la narraciĆ³n Miguel reaccionĆ³: 

   ā€œAun asĆ­ no debieron golpearte, otra vez padeces por esa malditaā€.

   ā€œEllos hicieron lo correcto, no podĆ­an estar seguros si se trataba de mĆ­ o de ella, y mi otro yo es muy peligroso como para dudar en actuarā€.

   ā€œPero la reprimiste tu sola, eso es buenoā€.

   ā€œCoincido, calculo que en algunas semanas esa demente no serĆ” mĆ”s que un mal recuerdoā€.

   La pareja continuĆ³ con su caminata, de repente VerĆ³nica se detuvo y le dio un beso en la frente a Miguel, el novio extraƱado, pregunto el motivo.

   ā€œHace unos dĆ­as el Detective Armando DĆ­az me visitĆ³, tenĆ­a asuntos de mi caso que certificar, mĆ”s bien era papeleo, pero tambiĆ©n querĆ­a saber cĆ³mo iba mi recuperaciĆ³n; Gracias a su visita pude preguntarle por detalles durante mi estancia sedada, asĆ­ me enterĆ© que te opusiste a que fuera entregada a Gustavo PiƱeres, aduciendo que podĆ­a intentar algo contra mĆ­ā€¦ algo de Ć­ndole sexual, aunque DĆ­az se asegurĆ³ de que no me sucediera nada maloā€.

   ā€œY le estoy agradecido por eso, pero por mi parte no podĆ­a permitir que fueras lastimada, ni siquiera puesta en riesgo mi amor, ese individuo PiƱeres tenĆ­a algo contra ti, buscaba hacerte algo, de eso estoy seguro!ā€.

   ā€œQue tierno, y una vez mĆ”s te estoy agradecida, ese riesgo de parte de PiƱeres era real, estoy segura, incluso al escritor ZATN se le ocurriĆ³ hacer un relato donde plasmase un perverso desquite por parte de a quienes les causĆ© daƱo, principalmente PiƱeres, con quien ya lo intentĆ³ en el relato anteriorā€¦ AdemĆ”s pensĆ³ en incluir el decano PĆ©rez Ayolaā€¦que perverso escritor!, celebro que no llevĆ³ a cabo su idea del relato, pero se dĆ© buena fuente que aĆŗn persiste esa idea en su menteā€¦ malvado!ā€.

   Miguel quedĆ³ sin palabras, no entendĆ­a del todo a que se referĆ­a su novia; Entonces expresĆ³:

   ā€œTodos prometimos salvarte Vero, y lo hicimos, jamĆ”s permitirĆ­amos que te pasase nada, sea quien sea el que te desee algĆŗn malā€.

   ā€œLa verdad nunca les he agradecido a ustedes todo lo que hicieron por ayudarme, se preocuparon mucho por mĆ­, y yo les paguĆ© golpeĆ”ndolesā€.

   ā€œNo eras tĆŗ culpa, Veroā€.

   ā€œAun asĆ­ me siento responsable y es mi deber disculparme, cuando salga tendrĆ© que disculparme mucho con Yuki, Vanessa, Taro e IvĆ”nā€.

   ā€œLes puedo decir que vengan a visitarteā€.

   ā€œNo, no quiero que me vean aquĆ­ detenida, cuando pueda salir lo harĆ©ā€.

   Tras unos minutos mĆ”s de charla, VerĆ³nica recordĆ³ otro tema que querĆ­a tratar con Miguel.

   ā€œā€¦Golpes bajos!ā€.

   ā€œQue?... Que hay con ellos?ā€.

   ā€œTe golpee los testĆ­culos aquella vez en el laboratorio de quĆ­mica, aquella vez me vi obligada, para que mi otro yo no te dispararaā€¦ Ahora es mi deseo hacerte una nueva promesaā€¦ No te darĆ© golpes bajos por un aƱo entero!ā€¦ Pero solo contigo, el resto de varones que se atengan a las consecuencias gonadales si me agredenā€.

   ā€œPues gracias, la verdad no puedo rechazar esa promesaā€¦ me convieneā€.

   ā€œPero referente a esto, quiero enseƱarte algoā€.

   ā€œQue cosa?ā€.
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   VerĆ³nica se moviĆ³ como un rayo y apuntĆ³ su mano hacia la entrepierna de Miguel, en un segundo la mano adoptĆ³ tres posiciones, puƱo, palma abierta(o dedos en lanza llamado NUKITE) y en garra, dejando claro las posibles formas de maltratar los testĆ­culos. Los dedos de la cientĆ­fica quedaron a un par de milĆ­metros del saco escrotal de su novio, que formaba un buen bulto en su blue jeans.

   Miguel quedĆ³ petrificado, una gota de sudor bajĆ³ de su frente:

   ā€œQuĆ© opinas?ā€.

   ā€œOpinoā€¦ Opino que por favor no me des en las pelotas!ā€.

   ā€œNo lo harĆ©, te lo acabo de prometerā€¦ Te pregunto por mis tĆ©cnicas de agresiĆ³n testicularā€.

   ā€œImpresionante, pero y esa habilidad?ā€.

   ā€œHe comenzado a tener mĆ”s conciencia de los recuerdos de la demente, todo lo que hizo y todo lo que aprendiĆ³ā€¦ incluyendo su habilidad en artes marciales, VerĆ”s Miguel, poco a poco he tenido acceso a su experiencia, y es curioso, pero creo poder dominar Ć©stas artes con prĆ”ctica. Incluso podrĆ­a llegar a superar sus habilidades, por supuesto el tiempo lo dirĆ”ā€.

   ā€œEspero que solo sea conciencia de sus recuerdos, mĆ”s que no te influencie la personalidad de esa demente, eso serĆ­a preocupante VerĆ³nicaā€.

   ā€œNo pasarĆ” eso, ya habĆ­a anticipado ese temor por parte de los demĆ”s, y te aseguro que nunca serĆ© cĆ³mo ella, aunque has notado como hablo ahora?, ni expresiĆ³n oral es mĆ”s neutraā€.

   ā€œEso sĆ­, ya no hablas con tantos tĆ©rminos cientĆ­ficosā€.

   ā€œNo lo veo mal, me he rendido en ese aspecto, no considero que mi previa forma de hablar fuese incorrecta, pero el comunicarme mĆ”s como la primitiva masa popular, ayudarĆ” a integrarme mejor en sociedadā€¦ Mi querido Miguel, incluso mi repulsiĆ³n por el fĆŗtbol ha menguado un pocoā€.

   ā€œEn serio!?ā€. Se animĆ³ Miguel.

   ā€œPero solo un poco, primates o no, los practicantes merecen mĆ”s tolerancia de mi parteā€.

   ā€œGraciasā€¦ā€. ExpresĆ³ con sarcasmo el novio.

   Una vez mĆ”s la pareja detiene su caminar, y VerĆ³nica besa a Miguel, es ahĆ­ cuando le toca el paquete, el azorado novio reacciona:

   ā€œVero no toques ahĆ­, me van a expulsar del hospitalā€¦ā€. Ante la reacciĆ³n de Miguel, la chica sonriĆ³. 

   ā€œPues te tengo una sorpresa, Por la injusticia cometida conmigo ayer, logrĆ© convencer al Psiquiatra OrdoƱez de permitirme algoā€¦ā€.

   ā€œY quĆ© es?, Y porque sonrĆ­es asĆ­ Vero?ā€.

   ā€œMe permitirĆ” visitas conyugales a partir del cuarto mes, aunque no somos un matrimonio, el que seas mi novio si se acerca al tĆ©rmino conyugal. AsĆ­ que en diez dĆ­as ya podrĆ”s visitarme y tendremos la intimidad que anhelo, Te lo confieso asĆ­ abiertamente!ā€¦ AdemĆ”s es un dĆ­a seguro en mi ciclo, serĆ” una jornada perfectaā€.

   Miguel estaba colorado, pero alegre, Ć©l tambiĆ©n anhelaba retomar su vida sexual con su novia, y era una grata sorpresa el poder hacerlo pronto.

   ā€œTodo eso es maravilloso, ademĆ”s no debo esperar los 20 dĆ­asā€.

   ā€œAsĆ­ es, En la prĆ³xima visita podrĆ© pasar tiempo a solas con este caballeroā€¦ā€. El pene de Miguel se levantĆ³, ante el nuevo estĆ­mulo manual de su noviaā€¦VerĆ³nica sonreĆ­a al observar la entrepierna de su novio mĆ”s tensada que carpa de circoā€¦ la cientĆ­fica humedeciĆ³ sus labios. 

   ā€œBueno ya me hacen seƱales el guardia, creo que debo partir, alguna otra cosa que quieras hablar VerĆ³nica?ā€.

   ā€œPor supuesto, ademĆ”s es algo que desde hace tiempo querĆ­a expresar; No te parece extraƱo el hecho de que durante todo mi periplo con la demente, ninguno de mis progenitores apareciese en escenaā€¦ No puedo imaginar unos padre mĆ”s irresponsable con su hija, aunque me parece mĆ”s un descuido del escrito ZATN, sin duda fue simple pereza mental el no incluirlos en la historia.ā€.

   ā€œSi tĆŗ lo dicesā€¦ Bueno, adiĆ³sā€.

DƍA 1ro DEL MES SIGUIENTE.

   Se cumplĆ­a el cuarto mes y Miguel venĆ­a a realizar su primera visita conyugal.
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   ExtraƱamente en la entrada le pidieron una requisa, quien se lo exigĆ­a era la guarda Macaria, quiĆ©n balanceaba su bastĆ³n de forma casi amenazadora, Miguel accediĆ³ a la requisa, siendo trasladado a una habitaciĆ³n.

   ā€œDesnĆŗdate!ā€. Fue la primera orden de la guardia.

   ā€œPero porque?ā€.

   ā€œHazlo, Ćŗltimamente ha habido reportes de visitantes que traen sustancias prohibidas, obedece!ā€.

   Miguel tuvo que cooperar, se desprendiĆ³ de pantalĆ³n y camisa, quedando en medias y pantaloncillos.

   ā€œDesnudarse que quitarse todo, a ver que no escondas nada en el interiorā€.

   La guarda vio el paquete de Miguel, era de buen tamaƱo y por un segundo sintiĆ³ envidia de la prisionera VerĆ³nica.

   Los interiores de Miguel quedaron en sus tobillos.

   ā€œAhora separa las piernas, y manos tras la cabezaā€. OrdenĆ³ Macaria.

   La guarda sonriĆ³ al ver cumplir sus Ć³rdenes, Miguel dejaba ver su polla en reposo, resaltando el gordo glande circuncidado, y mĆ”s abajo, colgaban indefensos aquellos buenos testĆ­culos.

   Todo esto se debĆ­a a un reprimido deseo de desquite de Macaria, se vengarĆ­a con el novio por la agresiĆ³n de la dementeā€¦ la enviĆ³ a la clĆ­nica por un dĆ­a, sumado a 3 dĆ­as de incapacidadā€¦ No podĆ­a vengarse directamente de VerĆ³nica Arango, pues cualquier golpe evidenciable serĆ­a investigado, y ademĆ”s si la agredida contaba algo, podrĆ­a ser sancionadaā€¦ Normalmente la palabra de un guardia valĆ­a mĆ”s que la de cualquier prisionero/paciente, pero Ćŗltimamente el joven Psiquiatra OrdoƱez se habĆ­a interesado mucho con la evoluciĆ³n de la paciente, podĆ­a creer lo que chica Arango le dijera.

   Ahora Miguel Lozano pagarĆ­a por los golpes que recibiĆ³!

   Macaria se colocĆ³ tras Miguel, y comenzĆ³ a tocarle la espaldaā€¦fingĆ­a que le registraba y Miguel se contenĆ­a de reclamarle el abuso de autoridad del que era objeto. La mujer llegĆ³ a las duras nalgas del joven, y agachĆ”ndose observĆ³ sus testĆ­culos, colgaban libremente y sanos.
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Lindas pelotas, chico!ā€” PensĆ³.

   ā€œQue traes aquĆ­!ā€. MacarĆ­a introdujo sus dedos entre las nalgas del joven, generando su reclamo:

   ā€œOiga, pero que hace?, que pretende?ā€.

   ā€œTe resistes, Eh!ā€. En ese instante, le golpeaba desde atrĆ”s los colgantes testĆ­culos con el bastĆ³n de defensa, como si fuera un taco de billar impactando una bola del mismo juego de mesa.

   ā€œAAaahhhhh!!ā€. GritĆ³ Miguel, quien tras morderse los labios, guiĆ³ sus manos a cubrir sus dolidas gĆ³nadas, pero Macaria se anticipĆ³, y proyectĆ³ ahora su bastĆ³n hacia arriba, aplastando los cojones del joven contra su cuerpo.

   ā€œAARGHH!ā€. RugiĆ³ el muchacho; El sĆ³lido objeto se retiraba y las manos de Miguel cubrĆ­an sus pelotas, el joven se fue al suelo, acostĆ”ndose de medio lado.

   ā€œAAayyyy!ā€.Se quejaba ante el doble castigo gonadal.

   ā€œJajajajaā€¦esto es por lo que me hizo tu noviecitaā€¦Ahora escucha bien esto!...ā€.

   Le colocĆ³ la punta del batĆ³n en la barbilla, levantĆ”ndosela un poco, querĆ­a que le viera de frente y a los ojos.

   ā€œā€¦Si te atreves a contar algo de esto, me asegurarĆ© de hacer de Ć©ste lugar un infierno para tu noviecita, entendido inĆŗtil!?ā€. Macaria estaba segura que con la intimidaciĆ³n le mantendrĆ­a callado.

   En medio del dolor, Miguel solo asintiĆ³ con la cabeza.

   Finalmente Macaria arrojĆ³ las ropas al adolorido joven, ordenĆ”ndole vestirse e ingresar a hacer su visita.

   Estaba feliz porque ademĆ”s le daĆ±Ć³ la cita conyugal con su novio, daba por hecho que al chico no se le pararĆ­a la verga, asĆ­ adolorido como estaba.

   Miguel se reuniĆ³ con VerĆ³nica, decidiĆ³ dejar atrĆ”s el incidente, no querĆ­a que su pareja se enterase de lo ocurrido, si el estrĆ©s era muy intenso con tal noticia, podrĆ­a volver a aparecer aquella demente personalidad, y su chica Ćŗltimamente mejoraba en su estado mental.

   Con motivo de la visita conyugal, la pareja se reuniĆ³ en una habitaciĆ³n, era similar a la de algĆŗn motel, y decidieron entregarse de inmediato a las cariciasā€¦el dolor testicular no mermĆ³ le excitaciĆ³n del joven, respondiendo enseguida con una fuerte erecciĆ³n.
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   Ya desnudos, VerĆ³nica se arrodillĆ³ y comenzĆ³ a chupar el miembro de Miguel, se engolosinĆ³, mordisqueando su glande, le fascinaba lo gordo y rojo que era, la lengua de la cientĆ­fica hacĆ­a ver el cielo a su amado

   Por un instante se dedicĆ³ a besarle las pelotas, dio besos a su escroto.

   Miguel hizo un comentario: ā€œLa Ćŗltima vez que te tuve asĆ­, me golpeaste las bolas y me privasteā€.

   ā€œEs cierto, pero fue necesario para salvar tu vida... Te di justo aquĆ­ā€¦ā€. VerĆ³nica apuntĆ³ con un dedo al Ć”rea frontal del escroto de Miguel. ā€œā€¦TĆŗ punto escrotal mĆ”s sensibleā€.

   ā€œNo me vayas a golpear ahĆ­, te lo ruego mi amorā€. Los tenĆ­a demasiados sensibles tras el ataque de la guarda.

   ā€œEso jamĆ”s mi vida, ademĆ”s te prometĆ­ antes no volver a hacerlo por un aƱo, y apenas van 10 dĆ­asā€.

   ā€œCierto!ā€. Miguel recordĆ³ la promesa de hace dĆ­as.

   ā€œAAYYY!ā€. ExclamĆ³ cuando VerĆ³nica le acariciĆ³ el escroto por todos lados.

   ā€œPero quĆ© es esto? Tienes un enrojecimiento en la regiĆ³n postero-inferior del escrotoā€¦ te has golpeado Miguel?ā€.

   El joven ya habĆ­a preparado una excusa, no podĆ­a ocultarle en la intimidad el llamativo enrojecimiento en su escroto: ā€œFue un golpe esta maƱana, me golpee con el barandal de la escalera de mi casa, resbale y terminĆ© con la entrepierna sobre la madera, fue un accidente tonto, pero estoy bienā€.

   VerĆ³nica dudĆ³ ante la obvia falsa excusa: ā€œDime la verdadā€¦ la confianza es necesaria en una parejaā€.

   Incapaz de mentir decentemente, y ante la inquisitiva mirada de VerĆ³nica, Miguel debiĆ³ confesar: 

   ā€œOk te contarĆ©, pero no te enojes y promĆ©teme que te mantendrĆ”s calmadaā€¦ā€.

   ā€œComo tĆŗ quieras mi amor, pero expĆ³n que te ocurriĆ³ā€. VerĆ³nica se mostrĆ³ inexpresiva, una actitud propia de su labor cientĆ­ficaā€¦ mientras escuchaba la narraciĆ³n de Miguel, alcanzĆ³ a verse impactada, pero al final retoma la tranquilidad.

   ā€œPero como se atreviĆ³ a eso?, fue injusto su actuaciĆ³n, MĆ”s no la culpo del todo, anhela un desquite contra mi otra personalidad, deberĆ­a hacerle pagar por tu dolor Miguelā€¦ā€.

   ā€œPromete que no buscaras desquite, promĆ©telo!, no te metas en lĆ­os, eres presa aquĆ­, un incidente de venganza podrĆ­a hacer que aumente tu condena y ademĆ”sā€¦ā€.

   ā€œDe acuerdo querido, lo prometo, ademĆ”s piensas que el enfado contra esa mujer pueda hacer surgir a la demente verdad?, pero no te preocupes, no sucederĆ” nadaā€.

   La sonrisa de Miguel hizo que VerĆ³nica dejara atrĆ”s el tema, de inmediato retomĆ³ el pene de su novio, volviĆ³ a chuparloā€¦el contacto rĆ”pidamente devolviĆ³ la erecciĆ³n al jovenā€¦ VerĆ³nica se metĆ­a la barra de carne hasta la garganta, iba tan profundo que prĆ”cticamente aplastaba el glande con las amĆ­gdalas.

   ā€œUUhhh, no hagas eso Vero!ā€. Miguel sentĆ­a un insoportable y rico cosquilleo. 
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   La chica no hizo caso y continuo comprimiĆ©ndole el glande, Miguel dio una Ćŗltima advertencia y sus pelotas ascendieron soltando enseguida un grueso y espeso lote de leche caliente, que golpeĆ³ la pared posterior de la garganta femenina, VerĆ³nica se sacĆ³ el pene y comenzĆ³ a toser, expulsando semen por la nariz.

   Casi trasboca la joven, pero tragĆ³ lo que pudo y aspirĆ³ con fuerza el semen en la nariz, llevĆ”ndolo atrĆ”s para ser deglutidoā€¦ Finalmente comenzĆ³ a reĆ­rā€¦ por poco el semen de Miguel termina en sus pulmones.

   Ya calmada la tos, se besaron de nuevo y terminaron en la cama.

   Justo antes de la penetraciĆ³n vaginal, Miguel decidiĆ³ aclarar el tema de su virilidad en duda ante el trauma reciente:

   ā€œMi amor, te puedo coger aun con dolor, extraƱaba mucho estar contigo, y nada me lo impedirĆ”ā€.
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   ā€œDel que me puedas coger no me queda duda, recuerdas en el laboratorio, como tras ser pateado me hiciste el amor por primera vez, jamĆ”s dudarĆ© de tu capacidad virilā€. 

   VerĆ³nica se colocĆ³ encima del Miguel, acomodando el erecto pene de su pareja en la entrada de su vagina, fue entonces cuando comenzĆ³ a sentarse sobre este, Miguel empujaba hacĆ­a arriba lentamente aunando mĆ”s la penetraciĆ³nā€¦pronto la vagina de la cientĆ­fica estuvo dilatada al mĆ”ximo por el gordo glande de su pareja, entonces empezarĆ­a a brincar sobre Ć©ste como una vaqueraā€¦El placer inundaba a ambos, VerĆ³nica extraƱaba que la empalasen, sobre todo un dotado miembro, grueso y venoso como el circuncidado falo de Miguel Lozano, Ć©ste la atrajo hacĆ­a sĆ­ y devorĆ³ su cuello a mordiscos y besos.

   Luego fue el turno de los pechos de VerĆ³nicas, mordidas a sus pezones la hicieron llegar a un orgasmo salvaje, pero faltaba el de Miguel y en ningĆŗn momento permitiĆ³ que la chica se retirase, la mantuvo aferrada a su gorda verga, sosteniĆ©ndola de las caderas, entonces empinĆ³ las propias, entrando mĆ”s profundo en aquella cueva que solo derramaba fluidosā€¦
ā€¦El glande chocaba contra el fondo vaginal, parecĆ­a que entrarĆ­a al Ćŗtero de VerĆ³nica, la chica estaba boquiabierta y soltĆ³ un chillido cuando Miguel apretĆ³ los dientes y expulsĆ³ su primer chorro de espermaā€¦el lĆ­quido parecĆ­a un fluido infernal de tanta temperatura, mĆ”s y mĆ”s empujes de cadera guiaban los chorros siguientes de esperma, por fin VerĆ³nica dio un leve salto y se le quitĆ³ de encimaā€¦Un Ćŗltimo chorro de leche, surcĆ³ la habitaciĆ³n estrellĆ”ndose contra la puertaā€¦
ā€¦VerĆ³nica caĆ­a sobre la cama, a un lado de su amado, jadeante y sudorosaā€¦Miguel se ladeĆ³ y la besĆ³ complacidoā€¦ambos empaparon las sabanas de sus fluidos Ć­ntimos y salino sudor.

   Luego tendrĆ­an un segundo acto sexual, el tercero no se pudo, pues les tocaron a la puerta avisĆ”ndoles que el tiempo de visita ya se acercaba a su finā€¦Era una visita conyugal, no una orgĆ­a!

   Miguel dejarĆ­a el centro psiquiĆ”trico muy relajado y feliz, pero muy en el fondo tenĆ­a una leve preocupaciĆ³nā€¦ esperaba que los asuntos entre VerĆ³nica y la guarda Macaria no terminasen mal.


LA ƚLTIMA PRUEBA DE VERƓNICA.

   LlegĆ³ la noche tras la visita conyugal, y en la mente de la cientĆ­fica habĆ­a un intenso debate. Le producĆ­a un profundo enojo el que la guardia Macaria hubiese lastimado a su amado Miguelā€¦ y como se atrevĆ­a a lastimarle en los testĆ­culosā€¦ debĆ­a vengarse de ellaā€¦ estaba en su derechoā€¦ pero le habĆ­a prometido a su novio no buscar desquiteā€¦su promesa a Miguel tiene que respetarse, peroā€¦
ā€¦La cabeza comenzĆ³ a dolerle, sin duda el gran estrĆ©s en su mente podĆ­a dar lugar a que emergiera su otro lado, decidiĆ³ dormir.
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   Eran las 12 de la noche cuando VerĆ³nica abriĆ³ los ojos, la joven tenĆ­a una mirada de determinaciĆ³n y parecĆ­a tener un objetivo claroā€¦sacĆ³ de entre sus ropas un clip y con habilidad maestra no tardĆ³ en abrir la cerradura de su asegurada habitaciĆ³n.

   La joven caminĆ³ con sagacidad, evitando a cualquier guardia que estuviese en recorridos de vigilancia, y usando los puntos ciegos en las cĆ”maras de los pasillosā€¦ Su mente analĆ­tica previamente habĆ­a determinado su ubicaciĆ³n y como evadirlas.

   Finalmente llegĆ³ a su desino, la estaciĆ³n de vigilantes del hospital, era el sitio en el que estarĆ­a  Macaria, la cientĆ­fica con una sonrisa perversa abriĆ³ la puerta.
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   ā€œPero quĆ©?!ā€. Fue la reacciĆ³n de Macaria ante la intrusiĆ³n, pero de inmediato fue silenciada con un fuerte puƱetazo en su quijada

   La guarda quedĆ³ atontada, y solo pudo retroceder, tratĆ³ de buscar su bastĆ³n para tener posibilidades, pero Ć©ste se hallaba en una lejana mesa; AlcanzĆ³ a ver e identificar a su atacante, quien se le acercabaā€¦ En su rostro observaba a una descontrolada paciente que le miraba sonriente y seria.

   Enseguida recibĆ­a una patada en su ingle. El pie de VerĆ³nica aplastĆ³ su vulva y clĆ­toris con fuerza, extendiendo un intenso dolor por toda la pelvis, la contracciĆ³n forzosa de la vejiga liberĆ³ la orina.

   ā€œUUUghhh!ā€. Se quejĆ³ tomando su nuevamente golpeada zona intima, la cual se empapaba de su abundante y olorosa orina.

   La desesperada guardia sabĆ­a que era una venganza por lo que mĆ”s temprano le habĆ­a hecho al compaƱero sentimental de la prisionera. De pronto la silenciosa agresora hablĆ³.

   ā€œTe vas a arrepentir de meterte en mis asuntos!, Miguel Lozano es mi objetivo!ā€.

   Macaria identificaba la actitud de la dementeā€¦Esa personalidad era capaz de cometer cosas terribles, al parecer el visitante conyugal serĆ­a su vĆ­ctimaā€¦despuĆ©s de ella, porque en este momento la guardia temĆ­a por su vida.
ā€œNo me mates, por favor!...UUuuuu!ā€.
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   La silenciaban de nuevo con otro puƱo a la mandĆ­bula, el golpe le ablandĆ³ los dientes inferiores.
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   Macaria besĆ³ el suelo, entonces VerĆ³nica se agachĆ³ tras ella y la tomĆ³ del cuello ajustĆ”ndole un firme de candado de lucha libre.

   ā€œMĆ”s vale que te calles, sĆ³lo por Ć©sta ocasiĆ³n salvarĆ”s tu miserable vidaā€¦ Si informas a alguien de esto, te aseguro que ya no serĆ© caritativa!ā€. La joven aplicĆ³ mĆ”s fuerza, reforzando el candadoā€¦ Macaria ante la falta de oxĆ­geno y el corte de sangre a la cabeza, comenzĆ³ a ver luces y sombrasā€¦en su temor solo dijo en voz baja:

   ā€œSiā€¦ no, no diree nadaaaā€¦ā€. El miedo en sus ojos era absoluto.

   La agresora aplicĆ³ un poco mĆ”s de fuerza, y los ojos de Macaria quedaron en blanco, la maniobra dormilona habĆ­a dado su fruto. Finalmente la liberĆ³, derrumbĆ”ndose el cuerpo inconsciente en el suelo, junto al pequeƱo charco de orina.

   Observando a la desmayada guardia, VerĆ³nica tomĆ³ el garrote y lo acercĆ³ al rostro de la inconsciente Macaria, pareciĆ³ por un instante pensar mejor su acciĆ³nā€¦Finalmente el bastĆ³n se levantĆ³ con fuerza yā€¦
ā€¦Y descansĆ³ ya con menor velocidad en su palma opuesta, la joven Arango sonriĆ³ y expresĆ³:

   ā€œLa prueba fue un Ć©xito totalā€.

   Y es que desde el principio quien despertĆ³ y vino a golpear a Macaria, no habĆ­a sido la demente, sino la propia VerĆ³nica, la original cientĆ­fica.

   DecidiĆ³ usar el gran estrĆ©s que le provocĆ³ la noticia del maltrato a su novio, para verificar si de una vez por todas se habĆ­a deshecho de su personalidad dementeā€¦y todo habĆ­a ido bienā€¦ya no emergerĆ­a mĆ”s ese lado perverso, y ademĆ”s dominaba cada vez mĆ”s las habilidades marciales de su otro yo.

   DecidiĆ³ que en unos dĆ­as le contarĆ­a al psiquiatra su logro con el alterego, y de paso la agresiĆ³n contra la guarda, se atendrĆ­a a cualquier sanciĆ³n, sin importar si Macaria callaba el ataqueā€¦ Lo cual era lo mĆ”s probable, por eso mismo le hizo creer que se trataba de la demente, asĆ­ el miedo le harĆ­a ocultar lo sucedido.

   Luego debĆ­a disculparse con Miguel por romper su promesa; Pero habĆ­a tomado la afrenta de Macaria no como una venganza, sino como un estudio de su estabilidad mentalā€¦ de esa manera estaba segura que su novio la perdonarĆ­aā€¦ DespuĆ©s de todo no se dejĆ³ llevar por la ciega venganza.

   Mirando el cielo estrellado a travĆ©s de la ventana, respirĆ³ profundo y expresĆ³ para sĆ­ misma:

   ā€œMiguel, el dĆ­a de la bomba en el hospital, me dijiste que harĆ­as lo que fuera por salvarme y lo hiciste mi amor. Pero siempre quedĆ³ pendiente la existencia de esa demente, siempre un riesgo para ti y todos a quienes llamo amigosā€¦ Pero por fin me he deshecho de ella, les prometo que en adelante me asegurarĆ© de mantenerlos a salvo, a todos ustedesā€¦ Gracias a todosā€.

FIN.
Gracias.

La prĆ³xima entrega se llamarĆ” EPILOGO, y en Ć©sta se plasmarĆ” un final para todos los personajes que aparecieron en las historias de LA SAGA VERƓNICAā€¦ TambiĆ©n serĆ” el Ćŗltimo relato que escribirĆ© para el Blog <LAS BOLAS DE PABLO>.

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