Chacón vs Común (9/13): - Las Bolas de Pablo

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16 abr 2020

Chacón vs Común (9/13):

CONTIENE
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   —Así que por tercera vez yo —dijo Walter, mirando el palillo que lo asignaba para la pelea.


   Bastian sonrió. —Así es.


   El morenazo vestía jeans y camisa.


   Bastian se rió y acercó el puñado de palillos al grupo conformado por sus sobrinos. —¿Quién va a ser el oponente de Walter?


   Cada muchacho fue seleccionando una a una las varillas.


   —¡Román! ¡Esto va a ser divertido! —sonrió Walter chasqueándose los nudillos.


   El vaquero Román sonrió. Llevaba ajustados pantalones y camisa desabrochada sobre otra camiseta sin mangas.


   Walter sonrió y dijo: —Voy a patearte el culo.


   Román puso los ojos en blanco.


   —Buena suerte, primo —deseó Pablo sentándose junto a sus familiares.


   Walter se rascó la cabeza.


   —Está bien —anunció Bastian—. Empecemos —retrocedió un par de pasos hasta pararse al lado de Farid.


   Román y Walter se miraron el uno al otro.


   Walter sonrió. De repente, su puño atravesó el aire, deteniéndose cerca de la ingle de Román.


   Román hizo una mueca y se cubrió la entrepierna.


   Walter se echó a reír.


   Román frunció el ceño.


   Los dos muchachos comenzaron a rodearse.


   Román parecía tenso.


   Walter, por otro lado, estaba perfectamente relajado. De vez en cuando, pretendía arremeter contra su oponente, haciendo que Román se estremeciera y retrocediera, lo que parecía ser muy divertido.


   Pasaron más de cinco minutos sin que ninguno de los dos golpeara. Y alguno de los miembros del proyecto comenzaban a aburrirse.


   Román no variaba su posición defensiva. Su mayor preocupación era cuidar sus preciados y vulnerables testículos.


   Walter se divirtió asustando a Román, fingiendo patear sus bolas y riéndose cuando Román se estremecía para cubrirse.


   Después de un tiempo, Walter comenzó a aburrirse. Se rascó el cuello y sacudió la cabeza lentamente, sonriendo a Román. —¿Vas a quedarte allí o planeas hacer algo?


   Los ojos de Román se entrecerraron. —Golpearé cuando sea el momento adecuado.


   Walter lo miró por un momento antes de soltar una carcajada. —¡Eso es lo más ridículo que he escuchado! ¡Después de cinco minutos de no hacer nada!


   Román se mordió el labio inferior. —Puedes pensar que es ridículo, pero vas a…


   De repente, Walter se arrodilló y arrojó un doloroso gancho al abultado paquete de Román Chacón, crujiendo sus gónadas con fuerza.


   Tan rápido como había lanzado su ataque, Walter se puso de pie nuevamente, incluso antes de que el cerebro de Román procesara la información saliente de sus testículos.


   Walter sonrió y se frotó las manos cuando Román se dobló, agarrando lentamente su entrepierna y gimiendo de dolor.


   Dereck se llevó la mano preocupado a la frente y Camilo se pasó la mano por el bulto.


   —Aaay —susurró Román luchando por permanecer de pie.


   Walter sonrió con orgullo. Apretó el puño, se miró los nudillos y se echó a reír.


   Román gimió. —Aaaaaaay —susurró de nuevo pero con más dolor. Luego se lanzó contra Walter, golpeando con la cabeza al muchacho en la ingle y haciéndole tropezar hacia atrás. Aprovechando su oportunidad, arrojó todo su peso sobre él, empujando a Walter al piso, aterrizando encima.


   Los dos se enfrascaron en una lucha, gruñendo y jadeando.


   Román agarró el cuello de Walter y apretó.


   Walter gritó, intentando apartar la mano de Román.


   La otra mano de Román agarró la camiseta de Walter, la rasgó y dejó al descubierto su afeitado pecho.


   Walter levantó la rodilla y atrapó con fuerza la entrepierna del vaquero. No fue un golpe muy duro, pero fue lo suficientemente fuerte para que Román perdiera el control sobre él.


   Walter empujó a Román y se levantó, frotándose la garganta y examinando su camisa. —Carajo, era una de mis favoritas —gritó—. ¿Por qué diablos hiciste eso? —se quitó los restos de su camiseta y los arrojó al suelo, revelando su amplia espalda y un pecho musculoso.


   Román también se levantó, frotándose la entrepierna y sonriendo a su oponente.


   Walter frunció el ceño. Con un gruñido profundo, saltó hacia adelante, agarró la camisa de Román con su mano derecha y se la arrancó del cuerpo. Su mano izquierda agarró la línea del cuello de la camiseta sin mangas y tiró hacia abajo, haciendo que Román jadeara mientras su parte superior del cuerpo quedaba expuesta.


   Lenin estaba sentado en el sofá, frotándose la entrepierna. Con la verga completamente dura y apuntando a un lado, claramente delineada en su pantalón. Sus dedos masajeaban la cabeza de su verga mientras veía a Román y Walter pelear entre ellos.


   Mientras tanto, Román había logrado quitarle los zapatos a Walter. Le bajó el jeans y dejó a la vista sus boxers. Lanzaba patadas a sus muslos haciendo que Walter gritara de dolor.


   Walter golpeó la cara de Román y se levantó rápidamente. Sus jeans colgaban alrededor de sus tobillos, restringiendo su movimiento. Tuvo que apartarse para quitárselos. Quedó en boxers y calcetines.


   Román se frotó la cara y miró a Walter. Con un movimiento preciso lanzó una cruel patada contra el bulto en la ropa interior de Walter, sonando las dos gónadas del moreno, logrando que sus ojos se llenaran de lágrimas.


   Walter dejó escapar un gemido doloroso y se dobló.


   Román caminó detrás de él


   Pateó sus huevas por detrás. Empujando a Walter hacia adelante y haciendo que colapsara en el suelo.


   El rostro de Román estaba lleno de ira. Se puso de pie al lado de Walter y comenzó a lanzar patadas fuertes a su costado, haciendo que Walter se acurrucara y gritara de dolor.


   Román se rió entre dientes.


   Al instante, el talón de Walter chocó con la espinilla de Román y el vaquero chilló de dolor y saltó arriba y abajo.


   Walter jadeó fuertemente. Sus ojos oscuros se volvieron hacia la sección media de Román. Apretó el puño y lanzó un doloroso puñetazo en la entrepierna de Román, sus nudillos golpearon ambos testículos.


   Román gimió de dolor.


   Otro gancho en las bolas cumplió su objetivo. El puño de Walter se clavó en las frágiles albóndigas, aplastándolas y clavándolas en la pelvis.


   Román tosió y cerró los ojos.


   Gimiendo, Walter se levantó y se abalanzó sobre Román, clavó su rodilla en los testículos que lo levantó del suelo.


   Román gimió de dolor.


   Los dos aterrizaron en el suelo, Walter encima de Román, clavando su rodilla en la ingle una y otra vez.


   Ignacio estaba mirando, amasando su paquete con sus manos y respirando con dificultad. Su verga estaba dura como roca dentro de sus pantalones.


   La rodilla de Walter aplanó las bolas de Román nuevamente e Ignacio gimió de placer.


   —¡MIS PELOTAS! —gimió Román.


   Walter gruñó y abrió los pantalones de Román a pesar de los desesperados intentos de Chacón en evitar más daños a sus cocos.


   Metiendo la mano dentro del bóxer de Román, encontró lo que estaba buscando. Agarró las dos grandes esferas hinchadas y las apretó en su mano.


   Los ojos de Román se abrieron. Y de sus labios salió un grito gutural y doloroso.


   Lenin lo miró jadeando.


   Walter seguía exprimiendo como limones las bolas de Román, sacándole gruesas lágrimas. El moreno estaba arrodillado justo al lado de su oponente, con expresión determinada mientras su mano fuerte estaba crujiendo las gónadas.


   Walter apretó los dientes mientras aumentaba la presión sobre las pelotas de Román. Retorció la mano, apretando los dos testículos, ya Román no podía soportar más, sentía una sensación quemante en sus preciosas bolas además del dolor que iba a su cadera y parte del estómago.


   Los ojos de Walter se crisparon mientras pulverizaba los testículos del vaquero.


   —¡NO PUEDO MÁS! ¡AAAAAAAAAAY!


   Walter sonrió, sacando su mano de los pantalones de Román y permitiendo se acurrucara en el piso.


   Román gimió de dolor. Las lágrimas adornaban su cara que estaba toja como tomate.


   Walter pateó el trasero de Román.


   Román dejó escapar un débil gemido.


   Levantando su pie, Walter pisoteó las bolas de Román, crujiéndolas.


   Los ojos de Román se cruzaron y gimió de dolor.


   Walter asintió satisfecho.


   Cogió los pies de Román y le quitó los zapatos. Luego le quitó los pantalones y sus calzoncillos, revelando las hinchadas huevas del semental y su formidable erección que brillaba con presemen.


   Agarr´andolo de ambos tobillos, Walter separó las piernas, en forma de V.


   —No —gruñó Román—. Me rindo. Tú ganas.


   Walter sacudió la cabeza. —Quiero verte eyacular.


   Román gimió.


   Walter levantó el pie y frotó la polla de Román que yacía sobre sus abdominales, señalando a su pecho.


   Román gimió.


   Walter rechinó los dientes. Con la velocidad de la luz y una precisión dolorosa, pisoteó las grandes gónadas de Román, las condujo al piso y las aplastó como pizza.


   Román gritó de dolor y su polla se crispó.


   Walter torció el pie, moliendo las bolas de Román. Y no se contuvo. Crujió las pelotas como si estuviera tratando de presionar uvas, preparándose para que el vino comenzara a verterse.


    Un par de segundos después, lo logró.


   Acompañado por un grito agonizante, el pene de Román se movió violentamente y comenzó a disparar su esperma caliente por todo su cuerpo, cubriendo sus abdominales y pecho. Incluso un par de chorros le golpearon la barbilla y el cuello.


   Walter sonrió y continuó aplastando los testículos de Román debajo de su pie hasta que la última gota de rico esperma abandonó la temblorosa polla.


   Apretando el talón con las albóndigas hinchadas de Román, Walter se rió entre dientes. —Soy el ganador —dijo con orgullo dando un paso atrás.


   Román se acurrucó, llorando, sobando sus agonizantes testículos. Su semen bajaba por su pecho y sus abdominales, creando un inmenso charco en el suelo.


   —El día de hoy el punto se lo llevan los hombres comunes —declaró Bastian.


   Walter recibió vitores, aplausos y vivas de parte de sus compañeros.

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