Chacón vs Común (10/13): trofeo - Las Bolas de Pablo

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20 abr 2020

Chacón vs Común (10/13): trofeo

CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE


   —¿A quién hay que reventarle los huevos? —interrogó David. Había salido del despacho para buscar unos guantes de boxeo. Era el esposo de Pablo Chacón y su tez era morena, una barba cruzaba su atractivo rostro, que parecía de carácter duro pero era tan bueno como un ángel mientras no le hicieran rabiar.


   Bastian se rió y le pidió que se quitara los guantes. Después le informó que su rival era Jaime Lizarraga Chacón.



   —La pelea va a estar buena —le susurró Ignacio a Camilo—. El esposo de Pablo contra su primo y amante de la juventud.



   Camilo se rió.



   Jaime tenía el pelo corto y cara amigable y atractiva. Era su estatura mediana y parecía frágil en comparación con el cuerpo pesado y grueso de David.



   David sonrió a Jaime. Se ajustó la entrepierna y se pasó la mano por el pecho que para la fecha estaba peludo.



   El seleccionado por los Chacón se desabrochó la camisa y reveló su pecho musculoso.



   —El ganador se queda esta noche con Pablo —dijo.



   —No soy un trofeo, idiota.



   David levantó las cejas.



   Jaime se inclinó y se quitó los zapatos. Luego abrió la bragueta de su pantalón y se lo bajó. Un momento después, estaba casi desnudo, vestido solo con calcetines blancos y boxers blancos mostrando un  bulto de buen tamaño.



   David se rascó el pecho.



   —Terminemos de una vez —con eso, David lanzó una cruel patada en la ingle de Jaime. Su zapato deportivo chocó con los dos globos vulnerables dentro del boxers de Jaime, golpeándolos en la pelvis y haciendo que dejara escapar un grito sorprendido, seguido de un gemido cuando sus rodillas se tocaron y se dobló de dolor.



   Su rostro se contorsionó y tosió cuando todo el dolor subió al cerebro y después se expandió al resto del cuerpo, principalmente la cadera y estómago.



   David lo miró con satisfacción, de pie con las piernas separadas y las manos en la cadera.



   Jaime gimió y cayó de rodillas, agarrando sus doloridos testículos.



   David se ajustó la entrepierna y sonrió a sus compañeros de los hombres comunes. —Creo que los partí —dijo con naturalidad—. Los escuché —se rió.



   De repente, Jaime arremetió contra él desde atrás. Lo cogió por la espalda tomándolo del cuello con el antebrazo, haciendo que David gritara y tropezara.



   Jaime tenía un firme agarre, lo que le causó un dolor increíble.



   David lo insultó y trató de golpear a Jaime usando sus codos, insertando golpes en las costillas. Apretando los dientes levantó el talón contra las pobres huevas de Jaime, estampando sus delicados testículos en su pelvis y haciendo que los ojos del primo de Pablo se abultaran.



   Jaime parpadeó y soltó el cuello de David.



   David se dio la vuelta, quedando frente a Jaime, que gimió de dolor y agarró sus agonizantes testículos.



   —¡Hijo de puta! —los ojos de David se entrecerraron. Caminó por la habitación, frotándose la garganta. Gruñó y miró a Jaime furioso, alzando los puños y mirando al hombre que estaba haciendo muecas de dolor y frotándose los doloridos testículos.



   Con un gruñido gutural, David se acercó a su oponente y lo agarró por los hombros. —Levántate —ordenó—. ¡Levántate, infeliz!



   Jaime levantó la cabeza.



   David se inclinó.



   Su cara estaba a centímetros de la de Jaime mientras susurraba. —¡Te voy a ganar!



   Jaime tragó saliva y levantó la rodilla estrellándola contra la entrepierna de David. Su rodilla chocó con testículos del moreno metiéndolos en su cuerpo.



   Los ojos de David se cerraron cuando el dolor lo golpeó.



   Otro levantamiento de rodilla arrancó un grito desesperante de sus labios.



   Jaime hizo una mueca cuando alcanzó el pecho de David, agarrando sus dos sensibles pezones. Apretó con fuerza y ​​los retorció entre el pulgar y el índice.



   David aulló de dolor cuando los giraban en direcciones opuestas como si estuviera jugando con los botones de un horno, aumentando el calor en sus ojos mientras sus pezones se mutilaban y aplastaban con el firme agarre de Jaime.



   —¿Crees que puedes vencerme? —susurró Jaime, mirando los ojos oscuros y llenos de dolor de David.



   David Aceituno gritó a todo pulmón. Intentó apartar las manos de Jaime de sus pezones, pero sus esfuerzos solo aumentaron el dolor.



   Jaime volvió a levantar la rodilla, metiéndola directamente en la abultada entrepierna de David y clavando sus dos grandes y jugosas pelotas.



   David estaba hundido en un mundo de dolor. Gritó y chilló porque Jaime causaba estragos en las partes más sensibles de su cuerpo.



   La rodilla de Jaime se estrelló contra la entrepierna una y otra vez, pulverizando sus sensibles testículos, mientras sus pezones eran apretados, girados y retorcidos. Pablo fue detenido por Israel para que no interrumpiera la pelea.



   David seguía gritando. De repente, apretó los puños y los golpeó contra los antebrazos de Jaime, haciendo que las manos del hombre perdieran el control de sus pezones.



   David respiraba con dificultad. Siguió con un golpe fuerte a los abdominales de Jaime antes de retroceder y hundirse en el suelo con dolor.



   Jaime tosió y tropezó hacia atrás.



   Les tomó un par de segundos para recuperar el aliento.



   David sufría mucho dolor. Se balanceaba hacia adelante y atrás, agarrándose los testículos con la mano derecha mientras se frotaba los pezones con la izquierda.



   Jaime estaba jadeando. El golpe de había dejado una marca roja en su cuerpo. Se dobló, sosteniendo su estómago. Todo el color había dejado su rostro y parecía que estaba cerca de vomitar.



   Gimiendo, David se puso en pie. Haciendo una mueca de dolor, frotándose la ingle. Lentamente, se acercó a Jaime. Echó la pierna hacia atrás y pateó la entrepierna de Jaime con un ruido sordo.



   Jaime gritó de dolor.



   David agarró los tobillos del oponente y haló, haciendo que Jaime se cayera, aterrizando con fuerza sobre su trasero.



   David separó las piernas del joven, formando una V con ellas. Su cara estaba roja de dolor e ira. Levantó el pie y lo derribó con fuerza sobre las pelotas de Jaime, crujiéndolas debajo de la suela de su zapatilla deportiva. Giró el pie y cambió su peso, asegurándose de que las gónadas fueran aplastadas por su pie. Rechinando las bolas como si estuviera apagando un cigarrillo, David lanzó un gruñido Tenía expresión determinada en su rostro.



   Jaime estaba gimiendo de dolor, dejando escapar gemidos mientras David aplastaba sus delicados órganos.



   Después de un par de segundos, David soltó los tobillos de Jaime y tomó sus boxers. Agarró la pretina y se la arrancó brutalmente, dejando desnudo a Jaime, con una linda polla y sus grandes bolas ligeramente enrojecidas.



   Jaime dejó escapar un gemido de queja.



   David le agarró los tobillos nuevamente, retrocedió el pie y esperó un momento antes de asestar un duro golpe a sus bolas. La punta de su zapato chocó en la, hombría de Jaime.



   Otra patada aterrizó justo en el blanco, golpeando las pobres bolas en la pelvis.



   Jaime chilló de dolor.



   David hizo sonar las bolas con un tercer fuerte golpe.



   Jaime tosió. Sus ojos giraron hacia atrás en su cabeza.



   David gruñó. Soltó uno de los tobillos de Jaime y se inclinó sobre el cuerpo flácido del hombre. Abofeteó su cara, devolviéndole a la conciencia.



   Jaime gimió.



   —No he terminado —gruñó David. Agarró de nuevo el tobillo de Jaime y levantó su pierna.



   —No —susurró Jaime—. Por favor, no…



   David ignoró la petición de clemencia y bajó el pie con fuerza, haciendo que el cuerpo del macho Chacón se sacudiera antes de desmayarse.



   —No he terminado, idiota —insistió David. Soltó los tobillos de Jaime y se paró entre sus piernas abiertas, preparándose para una patada devastadora a las gónadas.



   —Es suficiente —dijo Bastian.



   David giró la cabeza, con la cara roja y ardiente de ira y frustración. —¿Qué?



   —Se desmayó —respondió Bastian, caminando hacia Jaime y arrodillándose junto a él—. Se acabó, eres el ganador.



   Jaime gimió y abrió los ojos.



   —Ya despertó éste perderdor. Ahora te voy a enseñar quien respalda a Pablo —gruñó David empujando a Bastian a un lado. Agarró los tobillos de Jaime y separó sus piernas.



   —Ya calmate, David —dijo Pablo—. No es para tanto.



   —Basta —reclamó Bastian bruscamente—. Se ha rendido, huevón. ¿No lo entiendes? No puedes ser tan bruto.



   David soltó los tobillos de Jaime, permitiendo que el pobre muchacho se acurrucara, gimiendo de dolor.



   —No quiero oírlo bromeando otra vez con respecto a Pablo —dijo David—. Al principio era divertido pero ya no.



   —Lo entiendo —afirmó Bastian—. La pelea se acabó.



   —Si insiste voy a convertir sus bolas en papilla —gruñó David volviéndose hacia el hombre acurrucado.



   —No —lo detuvo Bastian con firmeza—. No actúes tan idiota. El juego terminó.



   —Me has dicho bruto e idiota —reclamó David plantando un fuerte rodillazo a Bastian en la entrepierna.



   Bastian reaccionó con un grito sintiendo como si la cáscara de sus frágiles huevos se hubiera roto y su semen pegajoso se derramara por sus muslos.



   Tenía la boca abierta.



   —David —gruñó Pablo acercándose a él y apartándolo. En la distancia se oía una discusión.



   El dolor gónadal se extendió en Bastian desde sus huevos hasta el abdomen, apretando su pecho y dificultando su respiración.



   Bastian tosió tentativamente sujetando sus doloridas partes privadas. Cada toque era doloroso, y gimió mientras caía de rodillas, acurrucándose junto a Jaime.



   Farid acudió en su ayuda y muchos de los chicos del proyecto también. Algunos lucían preocupados y otros se reían.



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