Horacio quiere un hijo (3/3): Una noche especial - Las Bolas de Pablo

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24 abr 2020

Horacio quiere un hijo (3/3): Una noche especial

CONTIENE
BALLBUSTING MUJER/HOMBRE

   —Lo que menos pretendo con esta reuniĆ³n es que Horacio te quiera ver la cara de estĆŗpida —le dijo Mariana a Beatriz. Se habĆ­a citado con la esposa de su ex novio con la maligna idea de hacer pasar un mal rato al hombre con su matrimonio—. Horacio me estuvo contactando recientemente, ventilando cosas de su vida privada, quiero que lo compruebes por ti misma. 

   La psicĆ³pata ex novia del primo de Pablo ChacĆ³n iba acompaƱada de una carpeta cargada de fotografĆ­as, la primera que extrajo fue varias hojas impresas con las conversaciones de facebook donde el varĆ³n la saludaba y despuĆ©s comunicaba todos los por menores del problema de fertilizaciĆ³n en Beatriz. Y otros candentes temas del recuerdo.

   —Esto no me lleva a nada —comunicĆ³ la rubia mujer. Sin embargo a lo interno de su ser se sentĆ­a burlada de que Horacio le contase a esa mujer sobre los problemas de su vida. MĆ”s rabiosa estuvo de las burlas que hizo la chica cuando leyĆ³:

«Yo podrĆ­a darte todos los hijos que quisieras». 

   Mariana se acomodĆ³ el cabello y continuĆ³ esparciendo ponzoƱa. 

   —Pero no vayas a creer que esa comunicaciĆ³n muriĆ³ ahĆ­ —extrajo otra conversaciĆ³n—. Es por eso que como mujer quiero hablarte para que no caigas en mentiras que Ć©l te pueda hacer. Si lo hizo una vez lo harĆ” muchas. 

   La fotografĆ­a hacĆ­a ver que Horacio y Mariana se iban a encontrar en un conocido bar. 

   —Me tome el atrevimiento de solicitar al dueƱo del bar la grabaciĆ³n de la cĆ”mara de seguridad —ubicĆ³ en su celular el video que proyectaba la imagen de aquellos efimeros amantes de una noche—. El video, Beatriz, muestra tambiĆ©n la fecha para que te hagas una idea de cuando ocurriĆ³ y puedas constatar por ti misma. 

   Beatriz afirmĆ³ con la cabeza y sĆ­, recordaba aquella puta fecha. Casualmente Horacio le dijo que tenĆ­a que acudir al proyecto Bastian y se fue de casa por una noche. Resulta que habĆ­a pasado el tiempo con la cretina que estaba a su frente. El archivo no mostraba mĆ”s que poses de coqueteo con miradas y sonrisas risueƱas. 

   —Al salir de ese bar nos fuimos a mi departamento —indicĆ³ Mariana ahora mostrĆ”ndole la imagen de cĆ”mara de seguridad de ellos ingresando por la puerta principal del edificio, seguido se proyecto donde ambos se daban algunos besos apasionados en el ascensor y por Ćŗltimo cuando ingresaron a la residencia de la mujer—. Y bien, Beatriz, esa noche Horacio se quedĆ³ conmigo. 

   La rubia afirmĆ³ con la cabeza, se sentĆ­a extremadamente triste, dolida, burlada y frustrada con todas las desgracias que le estaban pasando. 

   —No tengo nada que decirte. Finalmente Horacio es mi esposo y estĆ” conmigo. 

   Mariana alzĆ³ una ceja, no se esperaba aquella soberbia respuesta de esposa. Aunque a legĆ¼as se observaba que Beatriz estaba mal. Pero la mujer no tardĆ³ en continuar con su juego. 

   —SerĆ”s su esposa. Pero si te engaĆ±Ć³ conmigo no sabrĆ”s con quien mĆ”s lo hizo. Horacio quiere un hijo y tĆŗ no se lo puedes dar. 

   —¡Suficiente! —indicĆ³ Beatriz, herida. TomĆ³ su bolso y se alzĆ³ de la silla—. Me voy, no tengo nada que hacer aquĆ­. 

   —¿QuĆ© vas a hacer con Horacio? Ten, lleva estas fotos. 

   —Ahorralas para ti. Para que las uses de papel de reciclaje. 

   Mariana echĆ³ una risa que colmĆ³ la paciencia de Beatriz. La hermosa rubia subiĆ³ a su vehĆ­culo y se echĆ³ a llorar sintiĆ©ndose inĆŗtil y burlada. CreĆ­a tener un matrimonio feliz con su esposo. Horacio parecĆ­a desvivirse por ella. Que mal estaba. Y lo que era peor es que seguĆ­a al pie de la letra el tratamiento de fertilidad del loco Bastian sin Ć©xito alguno, ahĆ­ estaba la raĆ­z de su problema. (O eso creĆ­a ella).

   Que mal estaba, quizĆ”s le correspondĆ­a cuidar gatos o perros. 

  La mujer llorĆ³ por mucho tiempo sin saber que despuĆ©s del dolor llegaba la rabia y por Ćŗltimo la venganza. 

   LlegĆ³ a casa completamente recuperada, allĆ­ estaba su marido y actuĆ³ normal ante Ć©l. De echo en el almuerzo le preparĆ³ su pasta favorita. Lo colmĆ³ de besos y le asegurĆ³ que esa noche iba a ser especial. 

   —Quiero amarrarte, mi amor —le dijo Beatriz cuando el momento llegĆ³—. Para hacerte muchas cosas ricas. 

   Horacio le regalĆ³ una sonrisa pĆ­cara. Estaba ya desnudo y su rĆ­gida polla apuntaba al techo, blanca y orgullosa llena de venas. Beatriz buscĆ³ unas sogas y atĆ³ sus brazos a la cabecera de la cama. 

   —CariƱo, no puedo esperar al montĆ³n de cosas ricas que me harĆ”s —asegurĆ³ un inocente Horacio. 

   Beatriz le guiĆ±Ć³ un ojo. 

   —Para empezar quiero que me hables de Mariana. 

   —¿QuĆ©? —parpadeĆ³ Horacio. El nervio lo traicionĆ³ cuando empezĆ³ a mover sus brazos firmemente sujetados. 

   —Quiero que me hables de Mariana y la noche que pasaste con ella cuando me dijiste que ibas a viajar. 

   —Eh… mi amor… eh, sueltame para hablar, ¿quĆ© es esto? 
 
   —¡Que me expliques, carajo! —Beatriz enviĆ³ el puƱo entre las piernas de Horacio, justo en sus grandes papas. 

   Al primo de Pablo ChacĆ³n se le desorbitaron los ojos con un grito ahogado.

   —La muy puta esa se ha atrevido a reunirse conmigo para contarme las asquerosidades que haces con ella. ¿Como te atreviste? 

   —Fue una sola vez, mi amor. Y me arrepiento —el rostro de Horacio se mezclaba de dolor y angustia. 

   —¡Descarado! 
   
   Beatriz impulsĆ³ sus nudillos contra las bolas de su esposo, estrellando sus testĆ­culos contra su pelvis.

   Hiracio respondiĆ³ con un lastimero alarido. 

   —Deten… detente, mi vida —le suplicĆ³—, ay, podemos hablar. Me duele. Tienes que oĆ­rme. 

   —¿Y sabes lo que mĆ”s me duele? —interrogĆ³ en medio de lĆ”grimas Beatriz dando su primera bofetada en el rostro de Horacio que le dejĆ³ la mejilla roja—, que le contaras a esa puta de mi problema de fertilidad. Fui su burla, Horacio. Por tu culpa. 

   La rubia golpeĆ³ el cuadrado rostro de Horacio enrojeciendo su otra mejilla. 

   —Mi amor pero…

   Fue inmediatamente silenciado con un puƱetazo en sus papas. Aquellos golpes cargados de furia era mĆ”s dolorosos que los que recibĆ­a en el proyecto Bastian. Su pecho se agitaba al ser presa del dolor gonadal, gemĆ­a, dolorido queriendo que su esposa lo soltase para hablar con ella entre sus brazos. 
   
   —Contando nuestra vida privada, no lo puedo creer, Horacio —la mano de la muchacha se moviĆ³ hacia los cojones de su marido, dejando reposar los inmensos huevos en la palma para luego cerrarla. Aplastando las grandes piezas que tanto semen regĆ³ por su cuerpo cuando eran novios. Les dio un fuerte apretĆ³n arrancĆ”ndole un chillido desesperado a su marido.

   Cuando le soltĆ³ de los aguacates, Horacio tenĆ­a respiraciĆ³n agitada. Beatriz lo tomĆ³ de los cabellos y la obligĆ³ a mirarle a los ojos.

   —Quiero que me escuches, a partir de Ć©ste momento me irĆ© a casa de mi madre.

   —No, amor.

   —¡SĆ­! LlamarĆ© a Dereck o GastĆ³n para que venga y te desate. AdemĆ”s de eso esta tarde me comunique con mi prima Aida.

   —¡Amor, no!

   —Y maƱana me reunirĆ© con ella.

   —¡No, mi vida!

   —EstĆ” decidido. Ella serĆ” mi abogada para el divorcio. 

   Horacio empezĆ³ a llorar y luchĆ³ inĆŗtilmente contra sus ataduras mientras Beatriz haciĆ©ndose la fuerte pudo huir de la habitaciĆ³n sin mirar atrĆ”s. 

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